Tardes negras

Lo que me gusta de ti (Adaptación TaeNy)
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Capítulo 76: Tardes Negras

No supo en qué momento se había quedado dormida, pero cuando el chico a su lado le dio unos ligeros toquecitos en el hombro y le dijo que ya habían llegado, se levantó de su asiento rápidamente y se sintió descolocada, como que si su vida de pronto fuera más lenta o sus movimientos y capacidad de reacción fueran en cámara lenta.

Tomó su bolso y salió de la cabina, pensando una y otra vez en los últimos momentos con Taeyeon. Se sentía pérdida y entumecida, como si nada era como debiera ser. 

Llegó hasta donde debía recoger su equipaje y al tenerlo en sus manos, volteó y vio al chico que había estado a su lado en el avión. Él le devolvió la mirada y sonrió.

-Bueno, que le vaya bien. Fue un gusto hablar lo poco que hablamos-dijo él, agarrando su maleta.

-Claro, igualmente, aunque…no me has dicho tu nombre-se dio cuenta Tiffany, alzando una ceja.

-Seo Minhyuk-dijo él-y usted es…

-Stephanie Hwang. Mucho gusto, Minhyuk-completó la pelirroja. Minhyuk asintió.

-Un gusto para mí también…ehhh…me voy porque mis padres y mi hermana deben estar esperándome. Chau.

-Chau.

Minhyuk se fue y Tiffany tomó su maleta, tomó aire y dándose cuenta por primera vez del gentío que había ese día en el aeropuerto de Seúl. Se sentía una extranjera entre tanto bullicio, era como estar atrapada en un tiempo del que no podía salir, las imágenes del rostro húmedo por las lágrimas de Taeyeon le llegaban como un bombardeo masivo. Le dolía demasiado, aún no podía creer que le hubiera ocultado tanto tiempo lo que ocurría con su hermana, su mejor amigo y su primo. 

Tomó aire de nuevo y vio por fin a Leonard, esperándola unos pocos metros más allá y él al verla, le sonrió y se acercó.

-Un placer verla de nuevo, Señorita Tiffany ¿Cómo le ha ido?-saludó el chofer, amablemente y tomando su equipaje.

-Bien, Leonard. Muchas gracias-mintió Tiffany, no quería entrar en detalles ahora y mucho menos tener que recordar.

-Qué bueno. Sígame.

Caminó al lado de Leonard todo el tiempo, el auto lo había dejado muy cerca de la entrada, por suerte. Él le abrió la puerta y Tiffany entró, esperando que el hombre metiera el equipaje en la cajuela trasera. 
La cabeza le dolía y al mirar su celular se encontró decepcionada, aunque realmente no sabía por qué, sino era como si esperase una llamada. Leonard comenzó la marcha y Tiffany se hundió en el asiento, cerrando los ojos para no tener que ver a ningún lado y que su mirada no se dirigiera al aparato en sus manos.

-Leonard, por favor, déjame en la empresa-decidió de pronto. 

-¿En la empresa, Señorita?-preguntó el chofer, confundido y mirándola por el retrovisor. 

-Sí y llévate la maleta a casa. Yo te llamaré después para que me busques allá-contestó Tiffany, con voz monótona. 

-Como usted diga.

Leonard cruzó una esquina para tomar la ruta y Tiffany cerró los ojos. Distraerse era la mejor forma y no pensaba mejor distracción que el trabajo.
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Escuchó la puerta abrirse y al voltear, vio a Tiffany. Al principio se quedó sin habla y no supo qué decir, pero luego recordó dónde había estado y con quien y la confusión cubrió su rostro. 

-Ehhh…lo siento, yo sólo estaba traía unos…los pagaré ya están firmados…-farfulló nerviosamente. Tiffany se acercó y tomó el sobre que había visto a Jong colocar en su escritorio-Pensé que Taeyeon…

-He decidido volver de todas formas-repuso Tiffany, con voz seca y sin mirarlo. Le había dolido escuchar el nombre de la morena-Gracias…por venir y…firmar…

-No te preocupes. 

-Te estoy agradeciendo, no disminuyas el gesto-replicó Tiffany, más bruscamente de lo que pretendía. En realidad no deseaba ni siquiera tratarlo mal-Lo siento-murmuró, sincera-Estoy algo…alterada.

-Está bien-dijo Jong, seriamente-Entonces…si es todo…

-De nuevo, gracias-dijo Tiffany, mirándolo por primera vez a los ojos.

-Vale, entonces…chau, Tiffany.

Jongwook salió de la oficina y la pelirroja se quedó mirando la puerta y luego a su escritorio. Definitivamente todo era más lento ahora.
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Debía intentarlo, nada perdía con hacerlo una vez más. Antes había fallado, lo sabía, y también se había ganado la tunda de todo un año. Le había salido bien cara. Si ahora sucedía lo mismo, por lo menos se quedaría con la satisfacción de haber tratado. “También un par de huesos rotos y golpes con la correa” -pensó, crudamente- “Nada que el tiempo no cure. Lo que no me mata, fuerza me da” 

Guardó en una servilleta un dinero que Rony le había dado de su última paga, al principio no quiso aceptarlo, porque de sólo pensar cómo se los había ganado le daba grima, pero cuando él le dijo que no había sido de la forma habitual; sino ayudando a pasear el perro de una señora, le produjo cierto alivio. Aún así sabía que Rony mentía, pero prefería pensar que era verdad para no tener que indagar demasiado. Se lo agradeció de igual forma y le prometió que volvería para ayudarlo, Rony le había contestado- “Cuando eso suceda, yo ya estaré muerto” 

Así era su amigo, pesimista como ninguno, pero sabía que eso era parte de su escudo emocional para no tener que sufrir. Rony era partidario de “La esperanza es el peor de los males, pues prolonga el tormento del hombre”, del filósofo alemán Friedrich Nietzsche. Era su lema desde que un día él lo había encontrado leyendo un libro que le había regalado un viejito en la calle. Rony, que no sabía leer, le pidió que le dijera lo que estaba escrito y lo primero que le recitó, fue esa cita. 

Al final, lo poco que se llevaría estaba ya en ese pequeño bolso viejo: algo de ropa, sus lápices, su libreta, el libro que le había regalado el viejito, el dinero de Rony y unas galletas que le habían regalado unas personas; que le servirían cuando tuviera hambre. Esa vez, a diferencia de las otras veces, no tenía planeada una ruta de escape. Sabía a donde se dirigía, pero no cómo llegaría. Improvisaría completamente, porque ahora pensaba que en el ensayo estaba la perfección. Si Charlie terminaba encontrándolo, que fuera cuando ya estuviera en su destino final. 

Escuchó sus pasos afuera y a gran velocidad lanzó el bolso por la ventana que daba hacia el callejón, se lanzó en el colchón y gimió al golpearse en el trasero con la guitarra. La agarró justamente cuando la puerta se abrió y fingió estar afinando las cuerdas, alzó la mirada y él lo vio con recelo. Con Charlie siempre debía fingir emociones, pero esa vez simplemente no demostró ninguna.

-¿Dónde carajo te habías metido?-preguntó él, lanzándole una moneda a la cara. 

Vio la moneda ahora a su lado y después miró a Charlie, alzó una ceja y notó que no lograba enfocar bien y tenía las pupilas dilatadas, ahí supo que volvía a estar bastante colocado. Ahora debía simplemente seguirle la corriente.

-Todo el tiempo he estado aquí-contestó, enseñándole la guitarra-La estoy afinando. 

Charlie poco a poco fue acercándose, no dejaba de mirarle y se iba sosteniendo de la mesa para no caerse. Cuando estuvo enfrente del chico, sonrió estúpidamente y se arrodilló para verle mejor. 
Sentía su corazón latir acelerado, pero intentaba guardar la compostura, porque Charlie era muy impredecible cuando estaba drogado o borracho. Una vez había llegado completamente ebrio y le había abrazado, diciéndole que le habría gustado ser su padre. En otra ocasión, que había llegado colocado y ebrio, le había pateado hasta casi dejarle inconsciente, pero le dejó quieto y se había arrodillado para darle un beso en la frente. “Un auténtico demente”-había pensado al día siguiente cuando le dolía el estómago por las patadas recibidas. 

El que se hacía pasar por su padre, le miró fijamente y le tomó por el cuello, respirando ruidosamente. Percibió su aliento y supo que había estado bebiendo, por eso aguantó la respiración para no tener que oler.

Charlie sonrió y se le hizo algo extremadamente bizarro que lo hiciera. Inesperadamente él le abrazó y por un instante dejó que lo hiciera, debía seguirle la corriente, por más que le desagradara. Pronto quiso apartarse, cuando comenzó a notar que le acariciaba la espalda de una forma desagradable y que le tocaba demasiado, respirando de forma obstinadamente ronca y cerca de su oído. 

-Charlie…

-No te vayas, chico…-susurró él, con una voz ronca-Has sido buen niño estos días ¿Sabías? 

No contestó. Su mente corriendo a toda prisa y sintió como él le ponía la mano en su cinturón. En un arranque de miedo le apartó la mano y Charlie frunció el ceño.

-No te asustes. No te haré daño. Quiero…premiarte.

Se echó hacia atrás y su espalda pegó contra la pared, mirando como el hombre se sacó de un tirón el cinturón de su pantalón y le miró viciosamente, sonriendo. 

-Los niños buenos van al cielo.

Charlie se arrodilló de nuevo y le acarició la mejilla, sin pensarlo se apartó nuevamente y esa vez sí lo hizo enfurecer, porque con la correa le golpeó en el rostro y luego le tomó bruscamente por el mentón, mirándolo con rabia. 

-¡¿Quién te crees que eres?! ¡Maldito hijo de pu…!

No lo había visto venir, un guitarrazo en la cabeza bastó para que el hombre cayera a un lado, inconsciente. Sin ponerse a analizar la situación, corrió hacia la ventana y se lanzó por ella, cayendo en el contenedor de basura. Agarró su bolso y salió de ahí.

Charlie no despertaría hasta el día siguiente, porque con todo el alcohol y las anfetaminas que se había metido era suficiente para dejarlo noqueado. Para cuando él despertara, ya él estaría lejos. Por lo menos eso esperaba. La guitarra también había sido un buen somnífero. Le había dolido en el alma golpear a Charlie con ella y romperla, pero no había visto más salida que esa. 

Corrió por las calles de Roma a toda velocidad, sin detenerse ni mirar a ninguna parte, estaba seguro que los amigotes de Charlie no le verían porque todos los viernes ellos se iban a beber por ahí. Así que tenía campo libre, por lo menos así quería que fuera. 
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Si bien había pasado una semana desde que Tiffany se había ido, no podía evitar pensar y sentir que todo era como si siguiera estancada en un mismo lugar, que el tiempo no había pasado en lo absoluto y a cada segundo su mente recreaba sus hirientes palabras. 

Ese día tenía otra estúpida conferencia de prensa y una entrevista en una emisora de radio, no era mucho, comparado con los anteriores días, pero realmente deseaba tener qué hacer; mantener la mente ocupada se le estaba haciendo un vicio y por ratos funcionaba, sobre todo cuando no estaba sola.

Poco a poco fue dándose cuenta que no deseaba que el tour terminara, quería que continuara. A veces se encontraba mirando el celular por mucho rato y tenía que obligarse a apartar la mirada, a veces también, se encontraba marcando su número desde algún otro teléfono para poder escuchar su voz y sus silencios más divinos, era la única forma de sobrevivir. Era ridículo y hasta infantil, pero era mejor que cualquier cosa. Añoraba cuando decirle “Te amo” no le causaba ganas de llorar y sólo podía sonreír cuando ella le respondía que también la amaba. 

Lo que más le dolía, era cuando los fans le daban regalos durante las firmas de autógrafos y le decían que Tiffany y ella hacían una hermosa pareja. No decía nada, simplemente les agradecía el gesto con una breve sonrisa y luego con su respectiva rúbrica en fotos o en los CD’s. 

Miró al frente y al final de la fila, soltó el aire y movió la mano un poco, abriéndola y cerrándola para quitarse el entumecimiento. Ya estaba por terminar, porque solamente quedaban unas 20 personas, así que siguió firmando. El celular sonó y lo atendió sin ver el ID. 

-Ehmm, soy yo, ¿Diga?

-¡Taeyeon! ¡Por fin atiendes! Llevaba días queriendo hablarte.

Se quedó muda y detuvo su firma a la mitad, miró alrededor y suspiró.

-He estado muy ocupada…

No era mentira, pero ciertamente tampoco había querido atenderle. No estaba enojada con ella, porque no era así, era porque no quería tener que hablar con alguien que le recordara cuan estúpida había sido. 

-Me lo he imaginado-murmuró Leah.

No respondió, siguió firmando mientras escuchaba el breve silencio de Leah. Alzó la mirada y le dedicó una sonrisa a la chica que le pasaba una foto para que se la firmara. Luego de un rato, recordó que Leah estaba castigada.

-¿No estás castigada?-preguntó Taeyeon.

-Sí, pero estoy aprovechando que Sehun me ha prestado su celular. Estoy llamando desde el colegio-respondió la chica, tranquilamente.

-Umm…vale.

-Sabes…Tiffany ha estado rara estos días...-Taeyeon se tensó al escuchar el nombre de la pelirroja y se sintió temblar-Desde que llegó, está trabajando excesivamente, llega tarde y se comporta esquiva…me atrevo a afirmar que se parece a la Tiffany fría de antes que tú llegaras…-explicó Leah. Taeyeon comenzó a escribir lento, escuchando todo, sin hacer ningún tipo de gesto-¿Ustedes discutieron?-preguntó.

-¿No ha hablado con ustedes?-preguntó, Taeyeon, nerviosa.

-¡No! ¡Apenas sí nos habla y parece enojada con el mundo!-replicó Leah, desesperada-Sólo con Mike y Noah habla y eso sí lo hace, porque lo único que hace es ayudarlos cuando logra llegar temprano del trabajo. Les hemos pedido a ellos que nos ayuden a averiguar, pero no lo han logrado, no suelta prenda para nada. 

Miró al frente de nuevo y le entregó el autógrafo al chico, él le sonrió y le pidió con una mímica y mostrándole la cámara, para que se tomara una foto con él. Taeyeon sonrió y asintió. 

-Un momento, Leah…

-Vale, espero.

Dejó el celular a un lado y se levantó para quedar al lado del chico, la mamá de él tomó la cámara y sacó la foto. Los dos le agradecieron. Ella se volvió a sentar a la vez que Heechul se le acercó.

-¿No podrías hablar con quien sea que estés hablando…?

-No, no puedo. Aléjate.

Heechul le dedicó una mirada desaprobadora y se alejó. Taeyeon tomó de nuevo el celular.

-Ajá…decías…

-¿Discutieron Tiffany y tú?-preguntó Leah, sin tapujos-¿Le dijiste que sabías lo mío con Luke y Jong? 

No podía hablar de ello enfrente de esas personas que estaban ahí, realmente no deseaba destapar su vida privada y exponerse a que alguno de los periodistas que estaban ahí, le grabaran diciendo algo que pusiera en peligro la privacidad de Tiffany o cualquiera de sus hermanos. 

-¿No podríamos hablar luego…?

-No, realmente no. Tiffany me tiene vigilada en casa aunque no esté y no podré agarrar teléfono, los tiene intervenidos todos y llamada que se hace, llamada que ella sabe-repuso Leah, rápidamente.

-Bueno…

-¿Entonces…?

Suspiró y entregó el autógrafo.

-Sí-respondió simplemente.

-¿Sí? ¿Sí discutieron?-preguntó Leah-¿Sí le dijiste…?

-Sí, a todo eso-dijo, pesadamente y marcando más fuerte su firma en aquella guitarra de la chica enfrente suyo-Lo siento, Leah, pero…

-Todo es mi culpa. Es mi completa culpa…

-Eso ya no importa ahora, ¿Vale?-atajó Taeyeon, apresuradamente- Las cosas ya se hicieron y simplemente tenía que pasar. No es como si no se hubiera sabido todo el tiempo. Guerra avisada no mata soldado y si lo mata es por descuidado…

-¡Eso no me exime de culpas, Taeyeon! ¡Yo debí enfrentar mis problemas sola y no meterte a ti!

-Te dije que ya no interesa más. En todo caso yo también tengo la culpa.

-Jong regresó-dijo Leah, cambiando de conversación bruscamente.

-¿Regresó? No entiendo…

-No, no es exactamente que haya regresado. En realidad…se ha quedado, ayudando como puede a Tiffany con lo de su viaje de mañana a Brasil, pero…todavía no son los mejores amigos de antes. Tiffany apenas sí le habla y él le repite constantemente a Alex que se va a Italia, pero…sé que no se va al final. No podría dejar a Tiffany sola, menos ahora que está tan…mal. Él también está intentando llegarle de alguna manera, para ayudarla…

Taeyeon miró de nuevo al frente y vio que ya quedaban sólo 9 personas en la fila. En su cabeza se repetía una y otra vez lo del viaje de Tiffany a Brasil, recordó que la pelirroja se lo había mencionado en su corta estadía en Ucrania. Le dolió demasiado recordar y tuvo que bajar un poco el rostro para evitar que vieran sus ojos inundados por las lágrimas; mientras imitaba el gesto de una sonrisa para el lente de la cámara del chico que le había pedido una foto. 

-Tae…

-Te escucho-dijo Taeyeon, con voz chillona. 

-Lo siento…realmente lo siento mucho. Sé que no basta que te lo diga…eso no hará que…

-Entiendo, no te preocupes-cortó Taeyeon, haciendo un esfuerzo por no llorar y evitar que Leah dijera lo que iba a decir. 

-Me iré a Suiza, ¿Sabes?

Aquello sí era nuevo. Taeyeon frunció el ceño, confundida.

-¿Qué?

-¿No te dijo Tiffany? 

-¡No!-exclamó, luego creyó entender-En realidad…creo que no quería hablar del tema. No habló de nada hasta que yo le dije todo. Vino toda la tormenta y no mencionó Suiza en ningún momento…

-Pues sí, me voy la semana después que ella regrese de Brasil-explicó Leah, apesadumbrada-No era como yo quería. Me enviará pupila a un internado carísimo, de donde no me sacará hasta que ya sea monja y me case con Dios…

-¿Monja?

-Exagero, Tae-rió Leah-Aunque no me sorprendería si eso es lo que ella pretende en realidad. No me sorprendo de nada desde que Tiffany está como está, ella es nada sin ti, es sólo un ser autómata que se mueve, respira y come por pura costumbre-explicó-Pero… ¿Sabes qué? Veré que puedo hacer para ayudarlas. Toda esta ensalada de problemas es mi culpa y antes de irme, haré mi ayuda a la patria. 

-No te preocupes, Leah…

-Te lo debo, Tae. Estoy en deuda contigo, pero primero, me disculpas por eso, debo comenzar por Jong y ella. Él es el único que podría hacerla entrar en razón, que piense un poco mejor las cosas para que arregle todo contigo. 

Taeyeon no dijo nada, sonrió brevemente y dio las gracias a un chico de unos 12 años por el chocolate que le estaba regalando. 

-Gracias, Leah, pero en serio, no te preocupes…

-No me preocupo, sólo quiero ayudar-repuso Leah.

-Um, bueno…me tengo que ir. Cuídate, mándales saludos a los chicos.

-Claro y…estaré pendiente de Tiffany.

Asintió a pesar de que Leah no la veía y luego colgó. Debía buscar la forma de evitar que Tiffany cometiera la tontería de enviar a Leah a Suiza; sabía que no lastimaría a Leah, que no la castigaría con eso. Quien saldría herida sería la misma pelirroja y eso no podía permitirlo. Hablaría luego con Jongwook sobre eso.

Nunca se había sentido tan fuera de sintonía con el mundo, jamás se había sentido tan ajena a la vida de Tiffany, tan lejos de su vida y apartada de ella. A pesar de eso, no dejaba de pensar que mientras más lejos estuviera de ella, más cerca la sentía…Ahí era cuando esperaba que sus vidas se volvieran a cruzar.

……………………………………………………………………………………………………………
Después de cerciorarse que no había ninguna persona en aquel baño público de ese aeropuerto, cerró la puerta pasándole el pestillo y corrió hacia el lavamanos, donde de inmediato colocó su bolso y rebuscó lo que había comprado en la tienda de cosméticos.

Era un tinte para el cabello de color negro y la crema de oxigenación, Rony le había mostrado uno en una oportunidad y le había enseñado a usarlo. Abrió el empaque y sacó la hoja de instrucciones, así como el tubo con la crema y el oxigenante, los mezcló en un recipiente que le habían regalado unas personas a las que se lo pidió y con una cucharilla de plástico batió. 

Se miró al espejo y mentalmente se despidió de su color castaño rojizo natural, sacó de la cajita unos guantes y se los colocó, mientras comenzaba a percibir en el ambiente el olor penetrante del tinte. Tomó la pequeña brocha que traía la caja y la untó debidamente con la mezcla, tragó con fuerza y cerró los ojos, colocándose poco a poco el tinte en su cabello corto. 

Estuvo completamente listo en pocos minutos, mientras se observaba atentamente en el espejo. El cabello estaba cubierto de la crema negra y parecía como si hubiera metido la cabeza en una piscina de petróleo, así se sentía. Suspiró y vio la hoja de instrucciones, decía que debía esperar, por lo menos, unos 20 minutos. Recogió todo con cuidado, la brocha la lavó y la guardó; mientras, igualmente lavó el envase y lo echó a la papelera junto a los guantes manchados. Tomó su bolso y abrió la puerta del baño para que cualquiera pudiera pasar, se devolvió y se escondió en uno de los cubículos para que ninguna persona lo viera al entrar, debía esperar los minutos para que su cabello estuviera completamente negro. 

Los minutos se le hicieron lentos mientras escuchaba como de vez en cuando, hombres pasaban al baño, hacían sus necesidades y luego salían de ahí. Sólo en una oportunidad escuchó a lo que parecía una pareja y, aunque se tapó los oídos, escuchó lo que sin dudas, era el sonido de un lavamanos que se iba a desprender, a la vez que uno de ellos decía cosas guarras y gemía ruidosamente. Se atrevió a mirar por una rendija y de inmediato se quitó, tapándose la boca para no emitir ningún sonido de la impresión.

Ellos no podían verlo, porque tenía los pies montados en la tapa del váter. Sólo dio gracias al cielo cuando la parejita terminó y salió del baño, entonces fue cuando comprobó el reloj que tenía en su bolso y supo que ya debía quitarse el tinte.

Al no escuchar nada, salió del cubículo y corrió a ponerle el pestillo a la puerta. En el lavamanos, metió un poco la cabeza en el chorro de agua que salía del grifo y poco a poco fue sacándose el tinte, viendo como éste se iba. Una vez listo, sacó la toalla de su bolso y se secó el cabello y al verse al espejo de nuevo, se quedó sorprendido y alucinado, se veía y se sentía extraño, como una persona distinta, pero a la vez la misma de siempre. Lo más raro era que ahora sí sentía que podía ser quien era. 

El cabello negro resaltaba sus ojos y no pudo evitar sonreír, divertido, al recordar a Harry Potter. Capaz si se ponía unos lentes se le parecería más. Satisfecho con el resultado, guardó la toalla y se peinó un poco con los dedos, porque no tenía peine. Quedó igual de despeinado, pero no como antes. Tomó su bolso y abriendo la puerta del baño, salió. 

“SEÑORES PASAJEROS: ÚLTIMA LLAMADA PARA ABORDAR EL VUELO CON DESTINO SEÚL, COREA DEL SUR”
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No sabía cuánto tiempo había permanecido en esa posición, viendo a través de los ventanales el cielo que empezaba a oscurecerse, completamente gris, por la lluvia que se avecinaba. 

-Señorita Stephanie: El señor Choi desea hablar con usted.

-Que pase-dijo, con voz seca y monótona, presionando el botón del intercomunicador. 

Suspiró y bajó la mirada hacia el libro que había estado intentando leer, antes que se dispersara mirando por la ventana. Captó de inmediato la frase que resaltaba de las demás y sintió un golpe en el pecho, un sentimiento opresor que le asfixiaba “Lo que me preocupa no es que me hayas mentido, sino que, de ahora en adelante, ya no podré creer en ti”. Las palabras de Friedrich Nietzsche se fundieron pesadamente en su pecho, convirtiéndose en un nudo. Deseaba no pensar, no sentir… sobre todo no sentir. 

-Tiffany…

Alzó la mirada y vio a Jong parado en la puerta, la miraba con gesto de disculpa y preocupado. 

-Disculpa, sé qué pides que toquen a la puerta. Yo lo hice, pero parecías no escucharme…

-Ya estás adentro, sólo termina de pasar-interrumpió la explicación de Jongwook. Acomodó su escritorio, cerró el libro y lo lanzó en una gaveta. Lo miró de nuevo y él parecía de pronto, muy vacilante para sentarse-Sabes que puedes sentarte. Aún no tengo sillas que muerdan traseros-repuso.

-¿Comprarás alguna?-preguntó Jongwook, nervioso. 

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Comments

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ignacia12 #1
Chapter 111: Me gusto mucho la historia es genial.
yoonalim__ #2
Chapter 6: Sejauh ini blm ada perkembangan
yoonalim__ #3
Chapter 5: Apakah alex undang taeyeon juga
yoonalim__ #4
Chapter 4: Adik tiffany selusin apa
yoonalim__ #5
Chapter 3: Taeyeon lu baru ngeliat tiffany sudah langsung jatuh cinta
yoonalim__ #6
Chapter 2: Tiffany bertabrakan dengan Tae
yoonalim__ #7
Chapter 1: Oke
yoonalim__ #8
Sepertinya menarik
ana2381 #9
Lo he leído más de una vez. Es mi favorito, encabeza la lista.?
lizbsol
#10
Chapter 111: Estupendo, brillante no se que mas decir