Capítulo 61: Papercut

Una sensación de que ya lo había vivido la asfixió. Agarró con más fuerza el arma y abriendo los ojos, vio a Daewon mirándola expectante y alzando una ceja, se cruzó de brazos. 

-¿Qué esperas? ¿Tengo que pasarte una invitación?-preguntó, con frialdad. 

-Desata a Leah primero y déjala ir-exigió Tiffany, con la voz estrangulada.

La voz desesperada de Leah en su mente le gritaba que no lo hiciera, que dejara de apuntarse y que si era necesario hiriera a Daewon. No le prestaba atención, no podía hacer eso, mataría a Leah si hiciera eso. Daewon rió sarcásticamente y sus ojos negros, de pronto parecían más negros, como túneles sin salida. 

-Ni lo pienses-siseó-Dispárate. Ahora. Nichkhun ya pasó por esto y te debe estar esperando en el mismísimo infierno. 

Respiraba agitada y temía desmayarse, pero sólo sintió las lágrimas que le nublaban los ojos. 

-Hazlo.

-Deja ir a mi hermana, no lo pienso hacer enfrente de ella.

Se movía incontrolablemente, pero a la vez no lograba nada absolutamente. Quería hablar, gritar, las lágrimas corrían por sus mejillas como cascadas y el dolor en sus muñecas por la presión de las sogas ya le estaban causando laceraciones.

Daewon apretó la mandíbula y acercándose a la mesa tomó su pistola, apuntando a Leah de inmediato, quien se quedó paralizada.

-¡HAZLOOO! 

El disparo fue ensordecedor. 

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-¡Hemos escuchado una detonación, Señor!

-¡ENTREN DE UNA PUTA VEZ! ¡ASALTEN ESA PORQUERÍA! ¡JODER!

-¡Les caeremos por sorpresa, Señor! 

-¡SÓLO ENTREN AHORA, MALDITA SEA!

Se había quedado paralizada. “Una detonación” Habían disparado y la angustia, el dolor, la rabia y la ira de no saber lo que ocurría le hizo patear el escritorio, haciéndole una abolladura de tamaño considerable. Jongwook la abrazó con fuerza, se sentía frío y sin ningún pensamiento coherente que pudiera cruzar su cabeza.

El agente Mangjeol dio un puñetazo a la mesa y todos los demás que estaban presentes se sobresaltaron. 

-Señor, ya está el helicóptero listo hacia Daegu-dijo un joven agente, entrando aprisa a la oficina.

Mangjeol asintió y sin decir palabra alguna quiso salir de la oficina, pero Taeyeon lo detuvo.

-Yo voy con usted-espetó con fiereza.

-Señorita Kim…

-¡LE DIJE QUE VOY CON USTED!-gritó, perdiendo la paciencia.

Mangjeol miró a Jong y asintió.

-¿Usted también viene?-preguntó

Los tres salieron de la oficina corriendo.

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No sabía cómo había tenido el control suficiente para no dispararse. Daewon había disparado al techo para asustarla y Leah había cerrado los ojos del miedo. 

No había escapatoria. Tenía que hacerlo ahí mismo y enfrente de su hermana, Daewon no cedería, porque parte de su plan era que Leah la viera morir. Tomó aire, sintiendo que se asfixiaba con el oxígeno viciado del ambiente. Recuerdos de Taeyeon y ella juntas, su último beso en el despacho, sus labios sobre los suyos y la desesperación por tenerla justo ahí. Miró a su hermana y vio como hacía un esfuerzo por levantarse, ella le decía con la mirada que no lo hiciera, a la vez que negaba con la cabeza repetidamente.

-Perdóname.

Justo logró desatarse, cuando se escuchó un disparo.

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Sentía que Tiffany la necesitaba, podía sentirlo con cada latido apresurado que daba su corazón. El frío que sentía era horrible aunque Jongwook le había prestado su chaqueta y ahora hacía lo mejor que podía para darle calor, abrazándola. En otra situación, definitivamente, Tiffany sí habría encontrado la forma de mantenerla con el calor suficiente, con sus besos, sus caricias y sus abrazos, lo habría logrado.

Rogaba con todo su corazón que ese disparo que habían escuchado los agentes, hubiera sido una falsa alarma, un disparo aislado de lo que estaba ocurriendo realmente. Miró a Mangjeol y vio la desesperación y la preocupación en su rostro. También sentía la respiración acelerada de Jong, se notaba que estaba nervioso y angustiado. El miedo que sentía no se comparaba con nada y se preguntaba una y otra vez, por qué ese puto helicóptero no iba más rápido. 

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-¡QUIETOS! ¡FBI! ¡QUIETOS! ¡BAJEN LAS ARMAS!

Tenía los ojos cerrados fuertemente, se había quedado paralizada del alivio que momentáneamente sintió correrle por las venas. Se atrevió a mirar y vio que Daewon seguía apuntando a Leah, al igual que el otro sujeto. Alrededor de ellos estaban rodeándolos un montón de agentes con armas de largo alcance y de francotiradores, porque notó que había un punto rojo en la cabeza de Daewon y otra en el pecho de su cómplice.

Seguía apuntándose a la cabeza, en parte porque tenía miedo que si hiciera algún movimiento en falso, alguien disparara. No podía poner en riesgo a Leah. 

-¡BAJEN LAS ARMAS! ¡HE DICHO! ¡BÁJENLAS!

Fue en un segundo, lo que se tarda en parpadear. Hubo un tercer disparo y este alcanzó a Leah, quien enseguida chilló de dolor, luego se escuchó un cuarto disparo que fue el que se disparó Daewon en la cabeza y luego otro en su pecho que le dio uno de los policías.

Tiffany tiró el arma instantáneamente y se acercó a ver a su hermana, con el terror pintado en su rostro. Leah se había caído de la silla y se agarraba con fuerza su hombro izquierdo, mientras gemía de dolor. Le sacó la mordaza y la tomó por la cara.

-¡Leah! ¡Mírame! ¡Abre los ojos y mírame!

Haciendo un esfuerzo, Leah hizo lo que Tiffany le decía y vio sus ojos llenos de miedo. Se quitó la mano del hombro y notó que apenas había sangre. Tiffany se quedó confundida, miró la herida de su hermana y vio que tenía la camisa rota y la piel roja por el roce de la bala.

-Señoritas…por favor, quédense en donde están. Ya vienen los paramédicos-dijo uno de los agentes que se acercó para revisarlas.

-Ha sido superficial. ¿Te duele?-preguntó otro de los agentes que revisaba la herida.

Leah le lanzó una mirada de sarcasmo.

Alrededor todo era un revuelo. Se acercaron varios agentes para aprehender al cómplice de Daewon y fue en ese instante que Tiffany se dio cuenta, la capucha se le había caído y recordó al chico que la asediaba, la acosaba y la seguía hasta su casa insist