Era una chica preciosa pero con fantasmas viviendo en su cabeza. Su memoria repetía una y mil veces todos esos insultos, todo ese odio que había generado sin motivos. Cerró los ojos, las lágrimas caían. Solo veía la oscuridad, era lo mismo que tener los ojos abiertos. Todo seguía siendo oscuro ante ella aunque el día sea soleado.
Quería escapar de la situación, pero su gran enemiga era ella misma.
Se sintió aún peor al escribir la carta en forma de despedida a su amada novia Sunny. Era la única felicidad que había tenido en toda su vida. Sin embargo, sostenía que se merecía algo mejor que ella. Sooyoung no creía ser merecedora de su amor y le enfurecía pensar que Sunny podría estar en otro lugar, con otra persona mucho mejor, con más dinero y quizá con un hijo.

Para: Sunny

Perdón, amor mío, fallé a mi promesa de resistir. ¿Cómo escapar cuando el problema soy yo? No me han ayudado los psicólogos tanto como tú. Eres mi medicina, alivias mi dolor y alivianas mi corazón. Te mereces a alguien mucho mejor que yo. Te amo, siempre. Si hay algo después de la vida, espero poder seguir viéndote desde allí.

Tuya, Sooyoung.

Cerró el sobre y lo dejó sobre el escritorio que tanto usaba. Allí hacia los trabajos de la universidad con su única amiga, Hyoyeon. Suspiró. No iba a dejar cartas para ella.

No tenía planeado hacer aquello hoy, pero, se despertó en medio de la noche. Había tenido una pesadilla horrorosa, le dolía el recordarlo. No quería repetir todo eso. Le provocaba pena e ira. Entonces miro a la ventana y pensó en hacerlo. Quizás todos sus problemas se solucionaran así. Sin existir, no había complicaciones, solo un golpe, el sueño y listo. Al menos, eso esperaba, eso quería ella creer.

Abrió la ventana y se sentó en el borde. Las rodillas contra su pecho y las lágrimas en sus mejillas. Observó a los autos pasar, eran pequeños y ruidosos. Pensó en dónde caería si se tirara desde allí. Seguro sobre el vehículo Toyota estacionado justo bajo sus pies, o quizá sobre el frío pavimento.

Pensó en el dolor agudo que sentiría al impactar contra algo tan duro. No había ni la mínima oportunidad de salvación. Estaba en un piso quince y de tantos metros no había forma de sobrevivir. Por suerte, pensó. No quería vivir más.

Pensó en Sunny, en su única alegría, en su píldora de energía. Había vivido literalmente solo por ella. Por su sonrisa, sus caricias, sus besos magicos. Ella era la cura para todo mal. Era más que suficiente, pero Sooyoung no entendía como una muchacha tan genial como Sunny estaba con una perdedora tan grande como ella.
Sonrió irónicamente.

Se puso de pie. El momento era ese, y ella lo sabía. Su fin estaba allí frente a sus ojos.

Cerró los ojos, extendió los brazos. Parecía una bailarina de ballet. Visualizó su cuerpo extendido en la calle y Sunny llorando de dolor punzante. Frunció el ceño para eliminar ese horrible pensamiento.

Los ángeles pueden volar, pero de tantos demonios que viven dentro mío, estoy muy lejos de ser uno...

Había aún más borde para recorrer. Dio unos pasos más y pudo sentir la esquina que hacia el material, señalando que no había más. Allí terminaba su viaje y, por consiguiente, su vida.

Levantó el pie derecho y mantuvo el equilibrio, se inclinó para adelante y eso fue todo.

O casi todo, sintió un calor en su estomágo, el vértigo se hizo presente. El viento golpeaba su cara y sus lágrimas le hacían sentir miserable. Sintió los dedos de sus pies rozar contra la pared del edificio, le dolía, pero no estaba muerta. Sentía algo en el brazo, una molestia que la mantenía sujeta a la vida.

Abrió los ojos. ¿Por qué estaba viva? Tenía que haber un error, no podía estar viva.

Miró hacia arriba y lo entendió. Era ella, allí, para salvarla una vez más.

- Todo este tiempo sabía que algo pasaba, me maldigo por no haberlo visto antes. ¿Qué haces Sooyoung? -

Sunny le sujetaba del brazo con una mano, la otra se aferraba al marco de la ventana para ejercer más fuerza y para evitar caer ella también. Nunca fue una mujer de mucha fuerza, pero, a juzgar por su expresión facil y lo tenso de sus músculos, estaba llevando al límite sus esfuerzos. No podía evitar caer presa de una desesperación enorme.

Sooyoung no podía hablar, estaba en estado de shock. Sunny, aunque la menor fuera muy delgada, carecía de la fuerza suficiente para ayudarla a salvarse. No tenía forma de volver a la habitación. Además, Sooyoung no oponía resistencia, pero tampoco ofrecía ayuda para que la labor de la rubia sea más fácil. Se encontraba paralizada. No podía creer que ella estuviera allí y que la hubiera rescatado,

La más alta no tenía de donde impulsarse, no quería hacerlo aunque tuviera. Lamentaba que Sunny tuviera que presenciar su acto de suicidio y que, seguramente viése como ella moría víctima del peor de los golpes. Se sentía muy débil para hacer algo.

Sunny estaba enrojecida. Al ver que sus esfuerzos eran en vano, soltó el marco de la ventana y tomó con la otra mano el delgado brazo de su novia. Si ella caía, no podía perdonárselo jamás. Su físico no le permitía hacer mucho más.

- Resiste - gritó Sunny, para que pudiera escucharla bien.

Estuve resistiendo mucho tiempo ya, quiero descansar...

Lo último que vio Sunny antes de desmayarse (cayó hacia atrás, dentro de la habitación y lejos de todo peligro) fue el cuerpo de su novia impactar contra el pavimento y el charco de sangre roja que rodeaba su cabeza.