Nunca había visto a nadie así, en mi corta vida es como si supiera de antemano que nada le igualará. Y aunque intenté encontrar esos movimientos frágiles y graciosos en otra persona, simplemente sé, que no lograré mi cometido.

La conocí una noche de otoño, una hermosa cena nuestro punto de encuentro. Juro no haberla visto antes, era como si huibera aparecido justo en el momento indicado para conectar sus ojos con los míos. 
He bailado con tantas mujeres en mi vida, he visto muchos tipos de danza distintos. He contemplado belleza exótica, he bailado con pies torpes. He bailado con personas llenas de gracia. 

Estoy segura que reconocería a una mujer hermosa así en cualquier parte...

Era una cena tremendamente aburrida, ya había acabado con la comida; había estado bien, pero solo ansiaba que llegara la parte del baile. Donde yo podría presumir mis pasos y el hecho de haber tomado clases en escuelas prestigiosas de diversos países. Mis pies siempre eran alabados por su agilidad y siempre bailaba con cualquier mujer que aparezca frente a mis ojos, solo por el siemple hecho de bailar, disfrutar los movimientos.

Hasta ahora estaba completamente seguro que las mujeres podrían bailar conmigo, pero no igualar mi ritmo. Intentaban, pero les era imposible, y no es por presumir pero...¿He dicho que soy fabuloso en el baile?

-Fue un placer haber bailado con usted, señorita Jung- dejé ir su mano, mientras ella sonreía coquetamente  y batía sus pestañas muchas veces. Su perfume ya era insoportable para mí y solo quería alejarme de aquí en cuanto viera salida posible.

-¿Ya debes irte? Puedo seguir bailando, si quieres-

-Sería muy egoísta de mi parte no darle el derecho a los demás hombres de bailar con una dama hermosa como usted. Además, mis pies están algo cansados; pero he escuchado por ahí que al Sr. Hwang le encantaría compartir con usted-

Ví como la delgada figura se retiraba y se camuflaba con la muchedumbre. Que mis pies estaban cansados no era broma, parecía que había aprovechado cada oportunidad para pisarme; no pudimos encontrar un buen ritmo y terminó desepcionandome.

Me senté en una silla, mientras trataba de reponerme un poco. Y de repente, localicé a una hermosa mujer del otro lado de la habitación. Y cuando pensé en hermosa, me refería a completamente hermosa, puesto que ninguna otra palabra le iría bien.
Ella era muy hermosa.
Estaba sonriendo a un hombre que le había llevado una copa de vino, sus dientes blancos contrastaban con sus rojos labios carnosos. Y ese fue el momento en el cual advertí que estaba vistiendo rojo. No una pieza, no dos, rojo en su totalidad, por todo su cuerpo. Hasta sus uñas estaban cubiertas de ese color. Y a decir verdad, llamaba mucho la atención.

Escuché a mujeres cuchicheando a mis espaladas sobre su atuendo; pero yo sabía que era solo por envidia, porque ellas nunca lucirían tan bien como ella. 

Su risa jovial solo le hacia más perfecta, sus ojos pestañaban lentamente, como si cada párpado fuera pesado y tardara en abrirse y cerrarse completamente. Yo nunca voy a olvidar la forma en la que sonreía y s emostraba tan simpática con todos aunque muchos de ellos le criticaran.

Al parecer hubo un momento en el que me adviritó también, sus ojos pasaron sobre mi como una ráfaga de viento para luego posarse por segundos que parecieron eternos. Realmente pensaba que bajaría la mirada, sintiéndose un tanto intimidada por mí, como casi todas las mujeres lo hacían; pero ella se mantuvo firme, mirándo mis ojos, conéctandolos con los suyos y formando una burbuja de la cual solo nosotros dos eramos partícipes y la cual ella podía romper si quería. Pero no lo hizo.

Una seña con sus pequeñas manos, solo eso y yo ya la había seguido hacia el jardín que para nuestra suerte estaba vacío. Este se encontraba decorado con flores, luces resplandecientes y fuentes de distintos tipos. Algunas gotas salpicaban mi traje, yo intentaba limpiarlas mientras la esperaba con una paciencia que se consumía cada vez más rápido; y solo habían pasado unos segundos.

Finalmente ella llegó, y yo me quedé sin respiración. Unas cuantas miradas y ya estaba rendido a sus pies, era como una diosa vestida íntegramente de rojo, con su vestido que encajaba perfectamente en ella y su corto cabello que le hacia deslumbrar y destacar su bello rostro.

Yo era tan poco a su lado...

Mis manos estaban apoyadas sobre la barandilla de un balcón que daba a un jardín aún más grande, recargándome en ellos. La mujer imitó mi posición, su perfume no se parecía en nada al de la Srta. Jung; yo podía vivir perfectamente con este y es hasta el día de hoy que me recuerda a ella si lo encuentro de casualidad en otro lado.
Aunque yo pienso que nadie más además de ella merece usarlo.

-Mi nombre es Song Qian- dijé, intentando romper el silencio que reinaba, estaba bastante desesperado. Giré un poco mi cabeza, ella estaba sonriendo con los ojos cerrados.

-El aire es tan fresco, es delicioso- comentó, como si quisiera guardar esa sensación para siempre; nunca lo había notado, pero cuando ella me lo dijo caí en la cuenta de lo bien que se sentía estar allí. Se sentía como...estar vivo, y más si estás al lado de una bella muchacha -Soy Luna-

Una nueva canción comenzó a sonar, le ofrecí mi mano con toda la gracia que pude reunir. Ella posicionó la suya sobre la mía sin quitarse el guante, por supuesto, rojo. No entramos al salón, solo nos quedamos allí, en el exterior, sin la necesidad de sentirse intimidados por las miradas ajenas.

Ella se acercó un poco más y soltó mi mano. La tomé por la cintura, acercándola un poco más si era posible, pero a estas alturas solo quería fundirme en Luna, esta muchacha tan misteriosa, pero a la misma vez tan sensual y provocativa.
Ahora sus brazos estaban alrededor de mi cuello, y parecía que esa parte de mi cuerpo estaba especialmente diseñada para eso, como si mi cuerpo hubiera sido creado solo para ese momento.
Su pequeña cintura encajaba perfectamente en mis manos, como si un molde hubiera hecho a medida todo. Como cuadro de pintor detallista. Allí estabamos, bailando al son de una melodía que se escuchaba a lo lejos, casi imperceptible.
Su calor era como una fuente de energía para mí, hacia que todo funcionara aún más perfecto, en sintonía. La acerqué un poco más, si eso era posible. Ella apoyó su cabeza sobre mi hombre y sé que eso probablemente no haya significado nada para ella, pero fue enamoramiento para mí y amor que no se esfumó tan rápido como lo hubiera deseado. 

La canción terminó, solo que no volvió a sonar acorde alguno. Pero seguíamos en la misma posición. A lo lejos, tal vez la gente este hablando, riéndo o comiendo hasta llenarse; pero nosotros estabamos encerrados en nuestro propio mundo.
Solo Luna y yo.
Nadie más.

Comenzamos a bailar, tímidamente, de nuevo. Debo admitir que nunca tuve una compañera así, con la cual sintiera tanta conexión obvia; y nunca nadie le ha igualado hasta ahora en ese sentido. Sus pies se movían en la misma dirección que los míos, sus manos no titubeaban y se mantenían firmes, hasta la he pillado tarareando una canción un poco vieja, y ese sonido fue lo más hermoso que mis oídos pudieron apreciar alguna vez.

¿Y quién no se sentiría intimidado al teenr semejante belleza al lado? 
Yo siempre he presumido ser un hombre difícil de intimidar, muy duro. Pero esta mujer ha derretido una parte de mi, entró sin pedir permiso alguno; y aunque ese día haya pasado nunca le olvidé.

Y confieso que la he buscado cuando esa burbuja se rompió y tuvimos que seprarnos debido al celoso novio de Luna. Y confieso también, que nunca la he encontrado.

Pero yo sueño en volver a verla, la veo hasta en mis pesadillas y recuerdo cada centímetro de lo que pude apreciar. Recuerdo su rostro y la forma en la que caminaba. Recuerdo esa particular manera de vestirse toda de rojo.
Y aunque bailé con muchas mujeres, estuve con muchas mujeres y disfruté con muchas mujeres, nunca he sentido lo mismo que al estar con mi adorada dama de rojo.
La cual está en mi corazón, la cual mantiene una llama encendida en mí.

Mi adorada dama de rojo.

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Diosss que random es estooo.

Producto de un día aburrido de escuela y pedido en los comentarios.

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