[Taeyeon]

Tiffany no se separaba de mí ni un segundo, casi como si tuviera la sospecha de que iría a la dirección a confesar mi crimen, cosa que estaba meditando seriamente.

- Créeme, no te conviene abrir la boca - Me dijo mientras yo sacaba algunas cosas de mi casillero.

- ¿Por qué crees que diría algo? - Pregunté haciéndome la inocente ¿Cómo diablos lo supo?

Sólo encogió los hombros y me sonrió.

A veces la imaginaba con cuernos y cola de demonio, un trinche y una sonrisa maquiavélica ¿En qué momento terminé involucrada con semejante loca? Bueno, eso ya lo sabía, más bien ¿cómo me permití que las cosas llegaran tan lejos?

- ¿Qué harás con el diamante? - Pregunte mientras caminábamos a nuestra primera clase.

- No lo sé, no lo puedo usar, todo el mundo lo reconocería - Respondió torciendo la boca como una niña chiquita - Tal vez iré a una joyería para que le cambien la forma y me hagan un nuevo collar - Agregó segundos después.

- ¿De verdad piensas usarlo? - Inquirí sorprendida. Recordé los documentales sobre asesinos en serie en donde decían que cada asesino guardaba recuerdos o “trofeos” de sus víctimas.

- Sí ¿Qué tiene de malo? - Era obvio lo que esa joya significaba para ella.

- Pues, es como si usaras un trofeo o algo así - Solté suavemente.

- Esa es la idea.

¿De verdad quería seguir al lado de una persona como ella? Evadí la pregunta antes de responderla, no quería saberlo porque ya lo sospechaba.

Entramos al salón y la directora ya estaba ahí con los demás estudiantes, inmediatamente me invadió la culpa.

- Por favor señorita Hwang y… - La directora no se sabía mi nombre.

- Kim - Dije mientras me sentaba.

- Eso, le estaba comentando a sus compañeros lo sucedido con la profesora Park y que no asistirá a clases por al menos dos semanas - Anunció.

Como reflejo bajé la cabeza y la escondí en la mochila.

- ¿Por qué? ¿Qué paso? - Escuché que Tiffany preguntó como si estuviera preocupada. Si yo no supiera la verdad me hubiera tragado su actuación.

- Anoche un ladrón entró a su casa y bueno, parece que disparó para asustarla y ya sabemos que ella no puede manejar situaciones de estrés - Respondió la directora.

- ¿Le disparó? ¿Está bien? - Pregunto con cinismo.

- Por suerte el disparo fue de advertencia y no fue herida, pero el susto le provocó un infarto, gracias a dios los vecinos escucharon el alboroto y llamaron a la policía y a una ambulancia - La directora creía que de verdad Tiffany estaba preocupada, en realidad todos en el salón lo creían ¿acaso nadie recordaba que el día anterior la señora Park la había echado de su clase?

Ahogué un suspiro en mi mochila.

- ¿Sucede algo señorita Kim? - Curioseó la directora.

Levanté el rostro y la miré.

- Nada, al parecer me cayó mal el desayuno, eso es todo - Contesté ¿Desde cuándo mentía con tanta facilidad?

- Si se siente muy mal puede ir a la enfermería - Declaró - Hasta luego jóvenes, no tienen profesor de reemplazo por hoy, así que les pido que no se salgan del salón - Finalizó saliendo.

En otras ocasiones estuve más enferma y nunca me dejaron ir a la enfermería ¿y ahora me lo permitía? Metí mi cabeza por segunda vez en la mochila mientras la directora cerraba la puerta del salón y todos empezaban a hablar entre ellos.

- Oye Taeyeon ¿hiciste la tarea de cálculo? - Alguien me preguntó y no reconocí la voz.

Cuando miré quien era me sorprendí, era una chica llamada Jessi, alguien que se supone nunca en su vida me había hablado y según sabia, me llamaba “rara”.

- Eh… no, no la hice - Respondí con cautela.

- Puedes copiar la mía, si quieres - Dijo colocando el cuaderno en mi cara, ese “si quieres” casi sonaba como si pidiera permiso.

Miré a Tiffany quien supuestamente estaba concentrada leyendo un libro, pero que no tardó en sonreír como siempre cuando yo hacía algún descubrimiento.

- Gracias - Fue lo único que pude pronunciar.

Por el rabillo del ojo noté que Tiffany se tapaba la boca para ahogar una carcajada.

Apenas Jessi se marchó acerqué mi silla a ella y le arrebaté el libro.

- ¿Qué es tan gracioso? - Exigí saber.

- ¿No notas el cambio? - Preguntó apretando los labios para no reír.

Me di cuenta que sus labios me parecían hermosos, pero me concentré en lo que quería saber.

- ¡Claro que lo noto! No soy ninguna estúpida - Repliqué en voz baja.

- ¿Entonces?

- Es raro - Confesé metiendo mi cabeza de nuevo en la mochila.

- ¡No seas tan dramática! - Reprochó cogiendo mi cabeza para obligarme a mirarla - Es lo mejor que te puede pasar en tu último año - Declaró sonriendo casi con inocencia - Y esto es apenas el comienzo - Agregó ensanchando la sonrisa.

Por un momento me perdí en el color de sus ojos, pero fue ella quien me alejó. Algunos de esos rasgos ya los había notado a distancia, pues estudiábamos juntas desde hacía años, sólo que ahora podía analizarlos más de cerca.

- Vamos, esto esta aburrido - Ordenó poniéndose de pie, guardó todo en su mochila y se fue hacia la puerta haciéndome cara de que saliera con ella.

Miré a nuestro alrededor, nadie parecía notarlo. Es decir, todos lo notaban, pero no decían nada ¿Era eso normal? No tuve más opción que seguirla. Cada que pasábamos por algún salón nos inclinábamos para que los maestros no nos vieran pasar por sus ventanas, hasta que llegamos a la salida.

- ¿A dónde vamos? - Pregunté preocupada.

- Al gimnasio, a esta hora está vacío - Respondió jalándome del brazo ¿De dónde sacaba tanta fuerza?

La puerta del gimnasio estaba abierta, no me sorprendió, ya empezaba a entender que el dichoso “poder” no era más que la capacidad de tener todo lo que se te antoje en la escuela sin que nadie reclame por ello. El gimnasio era enorme, pocas veces entraba ahí, solo cuando tenía clase de deportes que era una vez a la semana y no me la saltaba para evitar reprobar por faltas.

Las colchonetas estaban regadas a lo largo de la cancha, señal de que la siguiente clase era gimnasia.

- ¿Qué vamos a hacer aquí? - Pregunté dejando la maleta en una de las bancas que estaban en la cancha.

- Relajarnos un poco, la siguiente clase empieza en dos horas - Contestó acostándose sobre una de las colchonetas.

- ¿Cómo lo sabes? - Inquirí sentándome a su lado.

- Tengo copia de los horarios de los maestros - Respondió encogiendo los hombros como restándole importancia al asunto.

Me acosté con los brazos bajo la cabeza y me quedé mirando el techo por un momento.

- ¿Cómo consigues todas estas cosas? - Pregunte sin mirarla.

- ¿Qué cosas? - No quise fijarme si me miraba.

- Esto, es decir, los horarios, las atenciones ¿Cómo puedes hacer lo que se te dé la gana sin que nadie te diga nada? - Me parecía sorprendente Y ¿Por qué no? También aterrador.

- ¿De verdad quieres saberlo? - Preguntó sentándose sobre mí.

De inmediato la posición alteró algo en mi sistema nervioso y por mi espalda cruzó un escalofrío.

- ¿Y bien? ¿Quieres saberlo? - Insistió acercando su boca a la mía.

El recuerdo del campamento era lejano y vago, sólo estaba el beso y algo de lo que sentí en ese momento, pero la textura de sus labios no. Sin embargo, cuando la conocí en el campamento, debía reconocer que aún no era tan hermosa como ahora, en esa época su piel todavía no tenía el tono rosa y su cabello no era tan abundante. No me dio tiempo de responder y me besó. Había algo extraño en ese beso, era más profundo, más entregado, así que quise más. Puse mis manos en su cintura y sin mucho esfuerzo, cambié nuestras posiciones quedando yo sobre ella, sonrió sobre el beso. Su cuerpo se movía bajo del mío como si deseara más, sus uñas recorrían mi espalda por encima de la playera y eso me excitaban ¿Qué tenía ella que descontrolaba todo en mi sistema? ¿Experiencia? Noté que una de mis manos se estaba metiendo bajo su blusa, el toque la hizo arquear la espalda mientras liberaba un gemido de placer.

Seguíamos dentro del gimnasio ¿cierto? Pero poco me importó.

Sentí el encaje de su ropa interior, disfruté un poco más de sus pechos por encima de la ropa y luego me las ingenié para desabrochar su sostén, ahora entendía por qué a los hombres les molestaba tanto este accesorio. Le quité la blusa y el sostén al mismo tiempo, para luego seguirla besando. ¡Que piel tan suave! Era de un pálido hermoso, no lechoso, sino angelical y eso que ella era maquiavélica. Tiffany no aguantó y con una habilidad que superaba a la mía en cuestión de segundos se deshizo de mi playera.

¿Y si alguien entraba y nos encontraba así? Todo mi esfuerzo habría sido en vano ¿Armarían mucho escándalo o nos dejarían seguir en lo nuestro? Pregunten cuánto me importaba… ¡NADA!

Besé su cuello y lentamente fui bajando, repasé su clavícula, por su cuello, después mordí suavemente su hombro derecho y comencé a bajar un poco más, hasta encontrarme con sus pechos, eran medianos, de una redondez perfecta y un pezón ubicado en el punto exacto, rosado y pequeño, fui especialmente delicada en esta zona intercalando entre besar y morder, tenía el recuerdo de mi primer intento fallido, no tenía ni idea de lo que hacía, me movía por inercia, como si su cuerpo me guiara, continúe dándole atención a sus pechos, hasta que llego la hora de la verdad, sentí como una de sus manos desabotonaba mis jeans. La sensación que generaban sus dedos cerca de aquella zona me descontrolaba, la respiración se me agito al instante y mi cadera inicio un vaivén inconsciente. Lentamente me acomode a su lado y ambas quedamos en posición fetal mirándonos la una a la otra, a partir de ahí yo ya no sabía qué hacer, todo era completamente nuevo para mí ¿Lo recordaría ella? Su mano entró a mis jeans y lentamente se fue abriendo camino por mi entrepierna para ubicarse mejor, era una sensación extraña, como todas las que sentía en ese momento, pero ésta me daba calidez, quería más, pero esta vez fui yo quien buscó ese calor pero dentro de su cuerpo.

Con evidente torpeza desabroché su pantalón y busqué meter mis dedos en el punto exacto del placer total, cuando ya me la imaginaba quejándose por mi falta de experiencia se estremeció entre mis brazos gimiendo levemente, eso era bueno ¿no? De repente me sentí más excitada, con sólo escucharla y verla de esa manera desee hacerla mía, cuando comencé a masajear su centro no pudo continuar con sus atenciones, así que se rindió y se dejó complacer. Se retorcía y gemía tan alto que hacía eco en el gimnasio ¿y si alguien nos escuchaba o nos veía? De nuevo, me importó poco, que disfrutaran del show lésbico como yo disfrutaba de ser una de las protagonistas.

Retome mi anterior posición y quede sobre ella, sin dejar de masajear su centro, cuando creí que estaba mucha más excitada la penetre con dos dedos, su espalda se arqueo al instante, se le iba el aliento y sus uñas se clavaban cada vez con más fuerza en mi espalda, al parecer dejaría marcas. Moví mis dedos más y más rápido, tenía los ojos cerrados, la boca abierta, el cuerpo tenso, y jadeaba tan sensualmente que podía llegar al clímax con tan solo verla, sentí como mis dedos eran apretados y un grito más fuerte, pero menos largo me indico que había llegado al o, el cuerpo se le encogió como si todos sus músculos hubieran dado la orden de contraerse y se aferró a mí como si su vida dependiera de ello, sentí su piel caliente y cada célula de mi cuerpo deseó besarla, pero no había terminado, estaba temblando, seguía sumida en el o, podía sentirlo, podía verlo. Pero a pesar de eso no me detuve y continúe moviendo mis dedos, puse mi otro brazo en su espalda para levantarla un poco pues la veía moverse desesperada, empuje mis dedos un poco más profundo y finalmente algo se derramó en mi mano. En los primeros segundos me sorprendí, en los siguientes lo disfruté, me había gustado, me gustó más verla disfrutar que disfrutar yo misma.

Pero entonces pasó algo que me dejó en shock por casi un minuto, apenas estaba bajando de su o cuando un par de lágrimas corrieron fuera de sus ojos, era la primera vez que tenía o con una persona, pero estaba segura de que eso no era normal. El temblor en todo su cuerpo fue el que me trajo a la realidad, había escondido su cabeza en mi pecho, pero absolutamente todos los miembros del cuerpo le temblaban, ya me estaba preocupando.

- ¿Estás bien? ¿Por qué tiemblas? - No me atreví a preguntar por las lágrimas.

- Es producto del o, déjame recuperar el aliento - Respondió dándome un suave beso en los labios.

El gesto se me hizo tierno a pesar de que sólo fuéramos “amigas con derechos” ¿Desde cuándo la palabra “tierno” aplicaba en Tiffany?

- ¿No tienes miedo de que alguien nos encuentre? - Curioseé cuando ya sentí que empezaba respirar normalmente.

- Nadie vendrá - Contestó restándole importancia.

- ¿Cómo estás tan segura? - Insistí ¿Cuánto tiempo había pasado desde que llegamos?

- Sólo lo sé y ya, confía en mí - Cortó dándome otro beso.

Como una niña chiquita se acostó en mi pecho y me abrazó, me di cuenta que sus os eran más que sólo eso y que duraban más de lo que creía, una delicada capa de sudor le perlaba la frente y sus labios estaban hinchados, me pareció que se veía mucho más y de lo usual, pero me gustó más la posición en la que estábamos, me gustó sentir como su cuerpo se amoldaba al mío sin problema, nunca pensé que podríamos congeniar tan fácilmente, aunque claro, debía reconocerlo, Tiffany era un rompecabezas que podía armarse de mil maneras diferentes.

Paso no sé exactamente cuánto tiempo hasta que caí en cuenta de que estábamos acostadas en la mitad del gimnasio, ella semidesnuda y yo son playera, pero fue ella quien se movió primero. Quise quedarme así, pero sin ningún problema me soltó y se empezó a vestir, después de recomponerme yo hice lo mismo, me puse la playera y me acomode un poco la ropa.

- Vamos, no tardan en llegar - Anunció poniéndose de pie.

¿Qué tal estuvo el primer encuentro del Taeny? XD Realmente le pensé para subir el capítulo porque leí muy poquitos comentarios y eso como que no me anima!! U.U Espero que esta vez haya más comentarios, sino a castigarlos un tiempecito!! ¬w¬

BYE!!! (^u^)/