cap 25
El Infierno de TaeyeonAgosto de 2011
Cerca de Es Junction, Vermont
La tarde siguiente, jessica estaba sentada a la mesa de la cocina de la granja de sus padres, mirando fijamente la pantalla del ordenador eran casi las siete.
Había vuelto de Inglaterra hacía dos semanas cada día se sentaba para responder a tae, pero aún no había logrado escribir nada.
Los emails de ésta siempre eran alegres y animados y el último no era una excepción le había escrito desde Italia, animándola a visitar los Museos Vaticanos la próxima vez que estuviera en Roma.
Como si necesitara que la animaran a eso. Y como si necesitara que le recordara que estaba casada y recorriendo Europa con su flamante y madura esposa, que probablemente pasaba los días tratando de convencerla de que tuvieran un hijo.
«Cabrona.»
Jessica era jugadora de rugby. Una tipa dura Pero, sin pretenderlo, esa menuda mujercita de Selinsgrove, Pensilvania, le había puesto la vida patas arriba.
Había tomado una decisión, pero ahora que había llegado el momento de llevarla a la práctica, tenía miedo.
—Esto es ridículo —murmuró.
Empezó a escribir, pero en ese preciso instante, alguien llamó a la puerta de atrás.
Intrigada, fue a ver quién era.
—Hola —la saludó Allison, con un gran vaso de café del Dunkin’ Donuts en cada mano—. He pensado que te vendría bien uno de éstos.
Al ver que ella no decía nada, añadió incómoda:
— ¿Estás trabajando en la tesis? No quiero interrumpirte. —Le dio un vaso de café—. Me voy.
—Espera —dijo ella finalmente, aguantando la puerta abierta—Pasa.
Ella le dio las gracias y se sentó en la silla que quedaba enfrente del ordenador.
—No has dado señales de vida desde que volviste de Inglaterra.
—He estado ocupada —replicó jessica, tensa—. Mi directora de tesis me está metiendo mucha caña. Tengo que acabar un montón de cosas antes de septiembre.
— ¿Qué tal el viaje?
Jessica bebió un sorbo de café e hizo un ruidito de aprobación.
—Muy bien. La conferencia fue bien y además pude hablar con la directora.
Allison asintió y agarró el vaso con más fuerza.
— ¿Estaba ella?
—Se llama taeyeon —respondió jessica con brusquedad.
—Lo sé —admitió ella, suavemente—. La conocí en esta misma cocina, ¿te acuerdas?
—Sí, estuvo aquí. —Volvió a beber.
— ¿Cómo está?
—Está bien. Su esposa también estaba allí.
Allison la miró. Estaba muy malhumorada y eso no era habitual en ella.
—No se te ve muy contenta.
Jessica no respondió.
—Lo siento —se disculpó ella.
Jessica sonrió sin ganas.
— ¿Por qué lo sientes?
—Porque no me gusta verte sufrir por ella.
Ella se encogió de hombros, pero no lo negó.
—Estaba tratando de contestarle un email cuando has llegado.
Allison agarró el vaso con las dos manos.
—No la conozco, pero me parece raro que siga escribiéndote después de lo que pasó entre vosotras. Parece como si quisiera darte esperanzas en vano.
—Tienes razón, no la conoces —replicó jessica, fulminándola con la mirada.
—Dudo que a su esposa le guste.
Ella murmuró algo sobre la profesora que no sonó demasiado halagüeño.
Allison permaneció esperando alguna reacción, pero como no llegó, se levantó.
—No hace falta que me acompañes a la puerta.
Su ex novia no hizo caso y la siguió.
—Gracias por el café.
—De nada —dijo ella y salió de la casa.
—Por si sirve de algo, lo siento.
—Yo también —repuso Allison sin volverse.
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