Durante los días y semanas que siguieron, las dos se vieron tan a menudo como pudieron, pero entre los preparativos de tiffany  para el semestre de invierno y el trabajo de tae en Peet's, su contacto se llevó a cabo básicamente vía SMS y correos electrónicos.

Ella siguió acudiendo a las sesiones con la doctora Walters, que tomaron una dimensión distinta con el regreso de tiffany  Y, juntas, empezaron a asistir a sesiones de terapia de pareja una vez por semana; sesiones que se convirtieron rápidamente —aunque de manera no oficial— en preparación prematrimonial.

Cuando tae se mudó a una residencia de estudiantes, a finales de agosto, tiffany  y ella habían resuelto ya varios de sus problemas de comunicación. Aunque la manzana de la discordia entre ambas permanecía sin resolver: tiffany  seguía negándose a acostarse con ella hasta que no estuvieran casadas, y ella seguía insistiendo en que no se precipitaran en cuanto a lo del matrimonio.

En general, tiffany  se negaba a compartir la cama con ella y, cuando lo hacía, su expresión era la de una santa que estuviera siendo martirizada.

Una de esas noches, tae permanecía despierta entre sus brazos mucho después de que ella se hubiera dormido. El cuerpo de tiffany  era cálido, como lo habían sido sus palabras de hacía un rato, pero se sentía rechazada la apasionada profesora no había necesitado que Paulina le insistiera mucho para que volvieran a acostarse, pero en cambio se negaba a amarla a ella con su cuerpo, a pesar de sus promesas de amor eterno.

Con la cabeza apoyada en el pecho de tiffany, que subía y bajaba rítmicamente, reflexionó sobre el rumbo que había tomado su vida. Se preguntó si Beatriz habría pasado muchas noches deseando la presencia de Dante a su lado y teniendo que conformarse con que la adorara a distancia.

«taeyeon.»

Se sobresaltó al oír su nombre tiffany  murmuró algo más y la sujetó con fuerza.

Ella derramó una lágrima.

Sabía que tiffany la amaba, pero comprobarlo siempre la emocionaba tiffany  estaba tratando de liberarse de su pasado con Paulina y otras mujeres y tae estaba pagando el precio. Aunque tal vez no fuera algo muy distinto del precio que tiffany  había tenido que pagar por la vergüenza de ella tras su ruptura con Kitty.

Cuando volvió a murmurar, inquieta, tae le susurró al oído:

—Estoy aquí.

Dándole un suave beso en su corazón, cerró los ojos.