Te imagino en una noche estrellada, consolándome desde algún lugar

Mr. Brightside; MinSung

:

Star Lost; Stray Kids

Tw-

Al abrir los ojos, el pequeño cachorro que había adoptado forma de nube se había colado dentro de su habitación, y ladraba en llamados de atención para poder estar junto a él en la acolchada ventana.

—¿Quién te dejó entrar? —murmuró JiSung, incorporándose para tomar a Bbama entre sus brazos y taparlo con las mantas que lo rodeaban.

Afuera, en Gimhae, caía la lluvia invernal con demasiado dramatismo. El movimiento de los árboles fuera de la casa era drástico, casi como el llamado de una fuerte tormenta, y podía ver a su tía consanguínea HeaJung salir y entrar a la casa en reiteradas ocasiones.

Con pereza, rascó su cabeza. El gorro le daba comezón por no haberlo lavado y haber adquirido la grasa del cabello de JiSung, por lo que creyó que era hora de lavarlo tanto eso como a él mismo. Se sacó el gorro de macramé negro y lo lanzó a la cama, bufando silenciosamente.

Tan pronto como Bbama se acomodó en los brazos de JiSung, la alarma del pequeño dormitorio sonó. Marcaban las siete treinta de la mañana, el indicio de la obligación de JiSung para salir del dormitorio.

Con sus pies descalzos, JiSung tocó el suelo alfombrado de color gris y se reincorporó la manta sobre sus hombros, tapando su cuerpo cubierto de grandes ropas que sus tías le compraron como si fuera una manta de seguridad. Y, aprendiendo de sus errores, se colocó pantuflas para poder salir del dormitorio.

—No te demoraste —observó KiungMi, sonriendo abiertamente—. ¿Bbama te molestó?

—¿Lo entró usted? —preguntó JiSung en voz baja, viendo al pequeño cachorro correr entre sus pies.

—Quería verte. Ayer te echó de menos.

JiSung pudo esboza una pequeña sonrisa, asintiendo.

Bajó al primer piso de la casa, donde las escaleras daban para la puerta abierta del hogar. HeaJung entraba y salía, con su chaqueta mojada, le daba indicaciones al pequeño KyuBok para que se quedara en la sala de estar.

—¡Mimi! —gritó HeaJung—. ¡Ve a Bokkie!

—Buenos días —saludó JiSung, llegando al primer escalón—. ¿Lo veo yo?

—No, cielo. Tú ve a tomar desayuno —indicó, yendo hacia KyuBok para cargarlo—. Eres realmente un pequeño diablo tú, ¿Lo sabías?

Tan pronto como JiSung entró a la cocina, KiungMi ingresó igualmente, yendo hacia la cocina para poder encender el hervidor de agua y calentar en una olla el desayuno de JiSung.

—Bien, ¿Qué tienes pensado para hoy? —preguntó ella, aunque sonaba un poco atareada.

JiSung, sin saber en qué parte moverse para poder cooperar con algo, se encogió de hombros. —Estudiar, parece.

—Ayer hiciste eso.

—Los Exámenes Nacionales están cerca.

KiungMi sonrió a JiSung como si el chico hubiese dicho un chiste, y con la cabeza le indicó que se sentara.

La casa de sus tías era idílica y preciosa. Era tan angosta como las vías respiratorias de JiSung, pero tenía tres pisos. Estaba ubicada entre otras cinco casas iguales frente a una fábrica de comida para perros, lo que hacía que todo el lugar oliese a carne y salsa de barbacoa. Al pasar las semanas, JiSung se había acostumbrado al olor.

—Tienes cita con alguien hoy, ¿No? —intentó corroborar KiungMi desde la cocina, observando con sus ojos entrecerrados la puerta del refrigerador—. ¿Psicólogo…?

—Nutriólogo —corrigió.

En la mesa, KiungMi le sirvió una taza de té de hierbas junto a una tostada con queso blanco. JiSung observó su comida un instante, contando mentalmente la cuenta regresiva desde el 100 hasta que, rápidamente, KiungMi se sentó junto a KyuBok para alimentarlo con el desayuno.

—Junggie, ¿No puedes irte alguna vez en silencio? —consultó KiungMi, sirviendo un poco de la papilla a KyuBok—. Bokkie te echa de menos de esa forma.

—Y Bbama —apuntó JiSung al pequeño cachorro que ladraba desde la entrada, viendo a su tía cargar las cosas en el auto.

Lo que pareció una eternidad para ellas, pero en verdad fueron tres minutos, HeaJung entró a la cocina para darle un sonoro beso a KyuBok en la cabeza. —Me largo al trabajo.

Acto seguido, le dio otro corto beso en los labios a KiungMi y, finalmente, un gran beso en el pelo de JiSung, avergonzándolo. —¡Nos vemos en la cena!

Cuando la puerta de la casa fue cerrada, KyuBok comenzó a llorar.

—Ay, no~ —acariciando su cabeza, KiungMi simuló un puchero—. Yo también la echo de menos, Bokkie…

—Mamá… —murmuró, mirando la entrada de la cocina, esperanzado a que ella se asomara.

JiSung imitó a KiungMi sin ocultar la gracia de la situación, haciéndolo bajar su mirada hacia su desayuno.

Tostada con queso blanco y una taza de té.

—¿Quieres que cambie el queso? —ofreció KiungMi.

Él, avergonzándose de haber delatado su duda, negó. —Oh, no, no, no. No se preocupe. Es solo…

—Quieres un poco de palta, ¿No es así?

Quiso evitar que el sonrojo fuese divisorio en sus mejillas. Le gustaba demasiado la palta, pero era consciente cual costosa era la fruta tan lejos en una ciudad donde exportaban flores, por lo que negó enseguida. —No, comeré queso.

—Pero puedes sacárselo —siguió KiungMi buscando opciones—. Aunque tendrás que notificarlo.

Notificarlo. En eso se ha basado los últimos meses en la vida de JiSung.

Una vez más, él negó. —Estoy bien, gracias.

Y, tomando aire, le dio un gran mordisco al pan. Estaba delicioso.

Ocho minutos después, luego de que KiungMi haya logrado que KyuBok comiera toda la comida molida, se levantó para lavar el pote de comida. —No quiero ni las migas, JiSung.

—Está bien, tía…

Había exactamente dieciséis pequeñas migas de pan sobre el blanco plato de colección, cada una esparcida por la superficie y algunas tenía un pequeño destello donde podía encontrarse el queso. Chupó un poco su dedo y, esperando a que su tía se girara para poder ver los trastes que lavaba, atrapó un par de migas y las metió en su boca. KyuBok rio ante la acción tímida, y JiSung puso un dedo en sus labios pidiendo complicidad.

—¿A qué hora es tu cita? —consultó ella, sacando a KyuBok de su silla para que anduviera libre por el primer piso de la casa—. Pasaré a comprar al mercado después de dejar a Bokkie, ¿Quieres algo en particular?

—No, gracias y- a las diez —contestó JiSung, tomando sus propios trastes para lavarlos en el fregadero.

—¿Panorama para hoy?

—Ordenar mi dormitorio, cita con la nutrióloga —enumeró—, estudiar, almorzar, estudiar, hoy cuido a las gemelas y…

—Y sacarás a Bbama a pasear —completó KiungMi, sonriendo—. Hoy es tu turno.

JiSung presionó sus labios, y asintió. —Hoy es mi turno.

Tomó sus medicamentos correspondientes- aquellos que la primera vez lo había dejado tan apaleado que ni siquiera podía moverse de la cama. Tomó también el aire correspondiente de ejercicios que alguien había mandado a hacerle y, con un intento de mantener su vista del lado bueno de las cosas, abrió las ventanas del dormitorio.

Era pequeño y sin decoraciones; el único atractivo era la gran profundidad que tenía en la ventana cuyo marco estaba acolchado y tenía cojines en signo de decoración. JiSung tendía a estar ahí la mayor parte del día; mirando a las personas, leyendo, estudiando, perdiéndose en su propia mente hasta encontrar el camino de regreso al planeta tierra.

La idea de seguir con el tratamiento no fue suya- mucho menos lo esperado, pero sus tías habían insistido que sería por su bien que creyó. Creyó tan a ciegas que, en donde las primeras semanas él no quería hacer más que suicidarse a toda costa, lo afectaron de sobremanera que le hacía creer que a veces no había otra forma de seguir viviendo.

Primero vino el choque, después la negación; le siguió el duelo, la aceptación y, finalmente, aquello que se llamaba la melancolía.

¿Por qué el duelo y la melancolía tenían que ser diferentes?

JiSung había investigado sobre eso, porque era lo único que podía mantener activa su mente: el entender, también, su propia mente. Las estructuras que podían ser fijas como removibles lo hacían sentir más acompañados, y las explicaciones que tanto su psicóloga como psiquiatra le entregaban le hacía un mapa mucho más profundo de todo lo que estaba pasando.

Era difícil- complejo; a veces JiSung ni siquiera quería abrir los ojos para no poder enfrentar aquello que se llamaba trauma, pero ahí se encontraba, construyéndose en su interior como posibles rutas de reacción para distintos aconteceres de su futuro.

Estaba ansioso por querer mejorar, por querer salir de ese agujero. Se frustraba al no mostrar mejoras, al sentir su estómago presionado, al atraparse a sí mismo morder sus dedos mientras dormía. Sentía que su ánimo se encontraba como el de una persona corriente, pero todo lo que rodeaba ser alguien era ahogado de sus clásicos sentimientos.

—Despídete de Hannie, Bokkie —escuchó JiSung a KiungMi en el pasillo.

Asomándose por la puerta del chico, KyuBok se asomó con una amplia sonrisa, apresurándose en caminar hacia la ventana y levantar una palma hacia JiSung. —Adiós, Hannie. Llego a la tarde.

—Te estaré esperando —sonrió JiSung, palmeando su mano. La semana anterior KyuBok se despedía con un saludo militar, así que JiSung asumió que su primo vio algo en la televisión que lo hizo comportarse así.

Amaba ver a KyuBok con el pequeño uniforme de su jardín infantil, con un delantal amarillo pato y con un gorro del mismo color que lo protegería de la lluvia. Lo siguió con la mirada hasta perderlo por el pasillo y encontrarse con él saliendo con KiungMi de la casa, ambos bajo un paraguas.

JiSung se quedó solo.

Quería estudiar- hacer algo productivo, complacer a sus tías con el orgullo de mantenerse al corriente con su escuela aún cuando era a distancia. Quería sentirse satisfecho de que podía seguir siendo normal.

Solamente pudo inclinarse hacia adelante hasta que su cabeza chocó con el colchón de la ventana, y perdió la noción del tiempo.

Debes mantenerte activo. Volver a la normalidad.

No, pero no puedo.

Si puedo, pero no quiero.

Solo quiero dormir un poco más…

Y durmió en la misma posición que en la noche, con Bbama jugando en el suelo con uno de sus juguetes y replanteándose entre sueños si debía bañarse ese día o no.

Con el tiempo pasando rápido, su consulta de nutrióloga llegó. Atendió las instrucciones de ella de forma online con la tableta de su tía y le notificó la comida de los últimos cinco días, su peso, sus medidas, y su lista de medicamentos. Seguirían en contacto para la próxima consulta.

Realizó la tarea que su psicóloga le había dejado para esa semana: exploración de un tema nuevo. JiSung no tenía muchas ganas de hacerlo, pero lo acopló con su estudio para los Exámenes Nacionales hablando de lo sucedido, por enésima vez, de la revuelta de Gwangju.

Se había sorprendido cuando se enteró por HeaJung que la profesora Ji se había ofrecido en mandar material de estudio del salón avanzado para la preparación de los Exámenes Nacional. JiSung creía que en ella existía el remordimiento del suicidio de ChaeWon.

Preparó almuerzo en la casa a cuestas, ya que él no tenía habilidades culinarias. Esperó a su tía KiungMi para poder comer junto a ella, y ambos escucharon desde el comedor de la cocina el televisor de la sala de estar sobre las noticias del día, comentándolas con ciertos aires de optimismo hasta llegar a noticias internacionales.

Tomó una ducha y lavó con cuidado su cabello. Había perdido el castaño artificial hace tiempo, por lo que presentaba unas maltratadas raíces de un tono mucho más oscuro que el que se había puesto y retocado meses atrás. Le gustaría tener un color más alegre en su cabeza.

Al regresar al dormitorio, lavó su ropa sucia y el negro gorro de macramé. Secó ambas cosas en la secadora y, con cuidado, cortó con sus tijeras las hilachas sueltas que el gorro había sacado.

No tenía mucha ropa, o al menos negaba a que se la compraran. Su trabajo de medio tiempo en cuidar las gemelas de su vecina le ayudaba a que pudiera adquirir la ropa por mayor en el supermercado, lo cual era económico para él: camisetas de polar de colores neutros y apagados, clásicos de él, y pantalones grandes que los bailarines usaban, solo a petición de su tía que esperaba a que siguiera con la moda de los jóvenes de su edad.

Hacer algo normal, en realidad.

Pasada de las cuatro de la tarde, KiungMi fue en busca y regresó con KyuBok muerto de sueño, por lo que el pequeño durmió una recuperadora siesta en la cama de JiSung mientras él estudiaba en la ventana. Él no tenía idea de por qué KyuBok le gustaba pasar tiempo con JiSung, pero su primo era muy menor para preguntarle eso.

Las gemelas llegaron, y ambas eran unas grandes bombas de azúcar que le encantaba jugar con la Wii.

—Niña 1 y niña 2 —apuntó JiSung, sentado en el sofá de la sala mientras veía a las gemelas golpearse virtualmente en el juego de boxeo—. Intenten no destrozar la tele.

—¡No se pueden patadas!, ¡Las patadas no cuentan! —se quejó Niña 2.

Ambas castañas y de rostro simulando el de un cachorro. Si no fuera por la ropa, JiSung no podría diferenciarlas.

—¡Me aburrí! —exclamó Niña 1—. ¡Quiero jugar Just Dance! ¿Qué Just Dance tienen?

JiSung, levantándose para ir hacia el pequeño apartado donde guardan CDs, los revisó uno por uno. —Está el 2017 solamente, creo-

—¡Ponlo, ponlo, ponlo! —exclamaron las dos.

A KyuBok le gustaba observar sentado en el sofá, lealmente puesto al lado de JiSung mientras veía con atención cómo las gemelas (con una terrorífica sincronización) bailaban Tianium de David Guetta con Sia. Se preguntó si HyunJin y Yeji tenían la misma coordinación.

Después de cuidarlas, pasada de las seis de la tarde, mientras KiungMi preparaba la cena, JiSung sacó a Bbama a pasear. El frío del invierno seguía siendo mortal y a nadie le apetecía encontrarse fuera cuando había lloviznado todo el día, y aunque no estaba ni cerca de ser panorama para JiSung, siempre le aconsejaban poder limpiar un poco sus neuronas de los males de estar encerrado durante mucho tiempo.

Llegó al parque próximo donde usualmente más dueños junto a sus perros (o hijos) se reunían. Había pocos transeúntes y Bbama se alegró al encontrarse con perros que le cuatriplicaban en peso; JiSung lo liberó de la correa y la pequeña nube corrió por todas partes, saltando de izquierda a derecha en busca de con quién jugar y, finalmente reencontrándose con los cachorros que eran igual de hiperactivos que él.

Al regresar, cenó lo pauteado por la nutrióloga. Tomó sus medicamentos de la comida. Se ofreció para lavar los platos y, pasada de las ocho, él volvió a encerrarse en su dormitorio, solo en la penumbra de la ventana y con la compañía de las luces de la calle.

No tenía ánimos para estudiar, lo que le hizo seguir sintiéndose culpable. Tomó el peluche que su primo le regaló para las últimas fiestas y, abrazándose con una manta, se recostó en la ventana sin saber si dormiría o no, pero solamente se aseguraba que estaría ahí, forzando a que las pastillas para dormir hicieran efecto.

La mañana siguiente fue exactamente igual que el anterior.

A veces JiSung se deprimía de no ver efectos consigo mismo- o efectos deseados. Era nervioso y doloroso comprobar su tallaje y peso para las sesiones de la nutrióloga y enterarse que su peso iba en aumento; la psiquiatra podía calmarlo lo suficiente para no desistir, pero había veces en las que se bañaba y no podía apartar sus ojos de su cuerpo- con una mezcla de desconocimiento y descubrimiento, conociéndose cómo debería estar, o, en su defecto, como no quería volver.

Sus ojos habían tomado más color, y sus encías eran rosadas. Sus mejillas, naturalmente grandes, parecían tomar mucha más fuerza que era aterrador; no tenía una cara de alguien que fue demacrado, solamente era alguien que se esforzaba por no estar en el suelo.

—Mientras más alto saltes para mejorarte, más rápido caerás —le había consolado su tía HeaJung, un día en donde JiSung no había salido de su dormitorio—. Tienes que avanzar a pasitos de bebé.

—Llevo casi tres meses sin hacer efecto —masculló, enrabiado consigo mismo—. Estoy igual de mierda de cómo llegue- probablemente ni siquiera puedo…

—Has avanzado con pasitos de bebé —alentó—. Solo tienes que ser reminiscente.

JiSung no podía verlo. Aún no. Eran casi tres meses y se seguía sintiendo precario, horrible, desmerecedor y, sobre todo, injusto.

Aunque su visión de sí mismo era igual de cerrada a como lo era antes, su propio estima e interacción con el mundo estaba cambiando. Había desarrollado, evolucionado; ni sus tías ni sus terapeutas profesionales podían asegurar de qué forma, pero lo había hecho: iba hacia un camino que, con un buen panorama, podía solamente surgir.

Había días buenos y días malos. Días donde se encontraba a sí mismo bajo la cama o en el suelo de la cocina. Días donde estaba sentado en las escaleras de la entrada de la casa o pasando horas de la tarde en el parque con Bbama. Días donde reía mucho o noches donde se quebraba en llanto.

JiSung no sabía qué días prefería.

Un día, mientras estudiaba en la cocina y escuchaba las presentaciones de la banda de fondo (The Showman de U2, aquella grabación de cuando la banda se presentó por primera vez en el Busking), el teléfono de la casa sonó.

No le había sorprendido la presencia de un teléfono en la casa hasta que se dio cuenta cuán poco uso se tenía. No evitó recordar a su pueblo.

Dejando el lápiz en la mesa, se levantó de la silla para ir hacia él. Comprobó la hora en el reloj y notó que era hora de su merienda, por lo que mientras descolgaba la llamada, él abría el refrigerador.

—¿Diga?

¿Quién es?

JiSung cerró el refrigerador. Su boca se secó.

¿JiSung? —su madre seguía en la otra línea, con su voz cambiando radicalmente a una compasiva—. JiSung- ¿Eras tú?, cielo, ¿Cómo estás?, ¿Quieres regresar?

Sin permitir que su pulso se acelerara, colgó el teléfono con fuerza. Su mano quedó arriba de él, quieta, forzando todos sus músculos a quedarse quieto y a no permitir algún tipo de reacción ante ello.

Cálmate. Cálmate. Cálmate.

Casi tres meses. Él debía de superarlo.

Pero no podía.

Sintió los apresurados pasos de KiungMi por las escaleras, y abrió los ojos al ver a JiSung plantado aún en el teléfono. —¿JiSung?, ¿Quién era?

—Mi m-madre —respondió, relamiendo sus labios.

Ella no tenía permitirlo hacerlo. Llamarlo. Sus tías habían peleado demasiado por ese detalle con su madre: no llamarlo, no buscarlo, no contactarse de ninguna forma con él.

Había sido doloroso para JiSung, porque a pesar de que él había deseado por muchos años apartarse de su madre, el síndrome de no tenerla a su lado era desesperante, nuevo y temeroso.

Debía de tener a alguien controlándolo, porque él no podía hacerlo solo. Alguien debía de estar indicando cada punto de su actuar para que pudiera hacerlo bien. Alguien debía de observarlo y castigarlo cuando no hacía alguno bueno.

JiSung había necesitado a su madre.

Con calma que JiSung no sabía que tenía, se acercó hacia sus cosas en la cocina y las guardó con cuidado, parando la reproducción del video de la tableta de sus tías y la dejó en la mesa. KiungMi intentaba hablarle, pero JiSung sentía sus oídos tapados; más tarde le pediría perdón por haberla ignorado, pero necesitaba escapar de la cocina para poder ir hacia su dormitorio y esconderse de la cama.

¿Por qué me escondo? Nadie vendrá a castigarme.

Pero alguien debe de castigarme.

Si él cerraba los ojos bajo su cama, podía teletransportarse al pueblo: el closet donde estuvo encerrado desde los once años, con los viejos abrigos que su madre nunca usó chocándole en el rostro y ahogándose con el polvo de la escasa limpieza. Era lo mismo, y era merecedor. Debía de estar ahí.

Lo que pareció ser una eternidad para él, pero en realidad fueron diez minutos, sintió la puerta del dormitorio abrirse y vio los pies de su tía KiungMi caminar por todas partes; después, se detuvieron un momento, él la escuchó tararear algo y, relajadamente, ella se agachó y se recostó en el suelo, con el rostro de sus ojos negros posados en él.

—Es hora de tu colación —recordó ella.

—Perdón —dijo JiSung con rapidez, rascando sus labios—. Sé que no debo contestar el teléfono. Lo olvidé. No lo volveré a hacer.

—Está bien —se apresuró en decir, aunque su voz seguía entonando la calma—. Ten…

Sacando desde la cama, el pequeño peluche de quokka fue tendido. JiSung lo tomó enseguida, sin vacilar ni temer en tocar a su tía, y posándolo en su pecho mientras encogía las rodillas, él intentó calmarse.

Parezco un niño. Soy como un niño.

Era humillante tener esos quiebres. A veces le sucedían con las cosas más insignificantes que él mismo encontraba ridículo, pero los sucesos contenían una carga tan grande de recuerdos y dolencias que activaba todos los mecanismos de defensa de JiSung.

Se aferró al peluche, aquel que KyuBok lo había bautizado como él; KiungMi se mantuvo junto a JiSung todo el tiempo estimado hasta que KyuBok apareció en escena y ella tuvo que hacerse cargo de él. Eso estaba bien, porque JiSung necesitaba recomponerse solo.

Esa misma noche, mientras él estaba recostado en la ventana, HeaJung no contó con la posibilidad de que JiSung pudiese estar despierto, por lo que, entre la borrachera de las pastillas con el sueño y las ganas de estar despierto, JiSung escuchó una conversación a gritos unilateral- nadie contestaba, solamente era HeaJung desde el primer piso gritando.

A la mañana siguiente, JiSung sentía demasiada vergüenza como para salir de su dormitorio.

—¿Hannie? —antes de irse a trabajar, HeaJung golpeó la puerta del chico—. Hannie, ábreme, por favor.

JiSung creía que la puerta no estaba trancada, pero tarde se dio cuenta que había estado con llave toda la noche.

Al abrirla, el rostro preocupado de su tía le hizo querer arrodillarse en busca de perdón.

—Tía-

—Ven a tomar desayuno con nosotras, por favor —pidió.

Él comprobó la hora. —¿No se le hace tarde…?

—Es sábado, Hannie. Vamos.

Mordiendo sus labios, JiSung le siguió el paso hacia la cocina, notando que la mesa estaba servida y que KiungMi se encontraba con su laptop encima.

—¡Buenos días! —saludó ella, animada—. Hoy haremos tu plan universitario.

JiSung, atontado, pestañeó. —¿Plan universitario?

—Luego de la desagradable noticia de tu madre, creo que es bueno que proyectemos desde ahora eso —dijo, mientras HeaJung servía el desayuno a KyuBok y entablaba una conversación con él. JiSung tomó asiento al lado de su tía KiungMi, y vio un Excel organizado de todo lo presupuestado tanto en tiempo como en dinero respecto a él.

—¿Qué hay que hacer? —preguntó.

—Después de lo de ayer, creo que es hora de comenzar con los trámites que quieres hacer —empezó—. Con tus resultados del suneung ya colamos las universidades a las que puedes entrar y, para tu sorpresa, aún puedes postular a la Universidad Nacional de Seúl.

JiSung miró la pantalla, asombrado. —¿En serio?

—El puntaje que adquiriste en el suneung puede ponerte en lista de espera, pero con tu promedio de escuela puedes ingresar. Solamente tienes que rendir un buen Examen Nacional —explicó, manteniendo su sonrisa de aliento—. De todas formas, si te sientes inseguro, puedes hacer el Examen Nacional con seguridad y este año volver a dar el suneung.

—No- no, no puedo aplazarlo —renegó enseguida—. Yo- ¿Qué haré todo el año?

Pareciendo esperar la pregunta, KiungMi miró con ansias a HeaJung. —Bueno…, después de que te gradúes de la escuela, te proponemos con tu tía la idea de vivir acá.

Los ojos de JiSung se abrieron y miró a HeaJung. Ella, aunque estaba observando a KyuBok comer, había una pequeña sonrisa asomada en sus labios.

—No, no puedo —repitió, desesperado—. Es mucha molestia, puedo irme a Seúl y vivir en esos-

—JiSung —atajó KiungMi, colocando pasivamente su mano en el brazo del chico—. Es solo un plan, pero ya has estado el tiempo suficiente con nosotras. No te tiraremos a la calle.

—Es que no pueden —insistió—. No pueden…, no es necesario, en serio son muchas las molestias y- y ya me están pagando todos los tratamientos y las he molestado mucho- y ayer escuché a la tía HeaJung gritar, no quiero-

—¿Me escuchaste? —HeaJung lo miró, borrando su sonrisa—. Lo siento, no quise despertarte.

—¡Es mucho! —JiSung se sentía abrumado—. Yo- ¿Por qué ahora?, ¿Por qué…?

—JiSung —KiungMi no paró de acariciar el brazo de él—. Somos familia. La familia hace estas cosas.

—Pero-

—Te incomodará, lo sabemos —intervino HeaJung—. Pero es lo mejor para ti. Hablamos con tu psicóloga y le comentamos este plan, y a ella le encantó que tú tuvieras un lugar donde apoyarte.

—No- ¿Con quién? —las miró, aturdido—. ¿Con quién podría…?

—Con nosotras.

JiSung no tenía idea de qué decir. Estaba tan trastocado que las ganas de llorar aumentaron desde el fondo de su pecho.

—No tienes fondos para la universidad —admitió HeaJung, entregándole una mirada a KiungMi—. No tienes dinero. No podrás pagarlo si quisieras hacerlo.

Respiró hondo mientras se recostaba sobre el respaldo de la silla; su mirada automáticamente se posó al techo e, intentando digerir la noticia que le habían entregado, quiso mantenerse fuerte.

—Entonces…, ¿En verdad no podré estudiar? —preguntó JiSung, con un fuerte nudo en su garganta—. No podré…, ¿Y ahora qué…?

—Podrás hacerlo, pero tienes que escucharme —KiungMi intentó calmarlo—. Con tus calificaciones podrás hacerlo, en especial si rindes un buen Examen Nacional y cumples con los requisitos de ingreso. Pero- y escúchame, si no puedes ingresar a estudiar este año, podrás hacerlo el otro si es que lo deseas rindiendo de nuevo el suneung, ¿Me captas? —JiSung asintió—. Pero, de una u otra forma, tendrás que salir de esta casa para entrar a trabajar- podemos aportarte, pero ni juntando los sueldos de HeaJung y el mío podremos pagarte la mensualidad. Es por eso que, lo que me recomendó un amigo mío, es poder demandar a tu madre para que te entregue una pensión.

—¿Pensión? —JiSung negó enseguida—. No quiero depender de ella- yo ya no quiero-

—Lo sabemos, pero tú no tendrás que preocuparte por eso —aseguró—. Pero tenemos que ver diversas opciones, JiSung, la Universidad Nacional no puede ser tu única opción. Necesitas respaldos.

Era demasiada información que procesar en un solo momento, por lo que solo pudo asentir ante cada palabra.

Respaldo. Respaldo. Respaldo.

Un nuevo sentimiento se posó dentro de él- sabía que era nuevo porque hizo que los pelos de su cuerpo se pusieran de punta. Sus ojos se aguaron sin ganas reales de llorar, y desde su pecho podía escuchar las burbujas de jabón reventarse con facilidad.

¿Eso era la libertad de elección?

La planificación se veía terrorífica, pero cómoda. Había opciones reales que bailaban en el documento, funcionando en la voluntad de la buena intención y el amor.

Amor.

—¿Quieres que veamos tus opciones bajo la universidad o por la carrera? —preguntó KiungMi, tras el silencio prolongado de JiSung.

Él, intentando no mostrarse como un loco, sonrió. —Por la carrera.

—¿Qué quieres hacer, específicamente?

—No sé —admitió—. Yo- me gusta las humanidades. Me gusta pensar y discutir y todas esas mierdas- pero no quiero algo tan opresivo o cuadrado como lo son las leyes. He leído mucho sobre la mente humana, pero no creo estar preparado para poder entenderlo como un psicólogo, y sé que de sociólogo moriré de hambre, tengo más opciones de transformarme en artista, pero soy un asco en la pintura —divagó—. Me gusta la historia y la filosofía, es realmente entretenido someterte en esas discusiones porque, cuando sucede, notas las demás perspectivas y… —mirando sus manos, las tímidas cicatrices que las decoraban a causa de la quemadura no tratada por el agua hirviendo servían como punto de retorno en la mente de JiSung, quien, al contemplarlas, las acarició—… y quiero ser maestro.

—¿De algo en específico?

—Ni idea- solo sé que quiero serlo —ratificó, ensanchando su sonrisa—. Quiero…, quiero enseñar- aunque, en el pueblo, dejé a un grupo botado.

KiungMi soltó una risilla. KyuBok comenzó a pelear con HeaJung al no querer seguir comiendo, por lo que la cocina se llenó de ruidos de lloriqueos y palabras de calma por parte de HeaJung. La situación sofocaba a JiSung.

Al día siguiente, cuando fue su turno de sacar a pasear a Bbama, creyó que sería buena idea llevar uno de sus juguetes como su propio inhalador en el bolsillo. Caminó con el pequeño cachorro hasta el parque y, tras soltarlo, lo vio correr por todas partes.

JiSung lo siguió.

Mostrando el juguete del cachorro, este lo seguía por todas partes y saltaba tan alto que impresionaba a JiSung. Se movió hacia una esquina y Bbama lo siguió. Corrió hacia la otra y Bbama le ganó la carrera. Se movió de un lado a otro bajo los ladridos del cachorro, quien ansiaba desesperadamente en poder agarrar el juguete.

Para la mañana siguiente, él no pudo salir de la cama. El ardor de su pecho por someterse a un ejercicio después de mucho tiempo fue contraproducente para su asma. Estudio lo que fue el resto del día desde la ventana, acompañado de KyuBok en su cama que jugaba con su gran séquito de peluches que a JiSung le hubiese gustado tener.

 Había días buenos y días malos

—¿Hoy no trabaja, tía? —preguntó JiSung en el desayuno, viendo a HeaJung aún en casa.

—Tengo que hacer una carrera a Seúl —contestó ella, limpiando su boca con una servilleta tras terminar de desayunar—. Iré a ver el lugar donde ustedes se van a hospedar la próxima semana.

—Ah… —asintió, comprensivo—. Está bien.

—¿Te sientes preparado para ir?

—Tengo que rendir los exámenes —contestó, resignado—. Pero está bien.

El nerviosismo por los Exámenes Nacionales hacía a JiSung querer llorar, pero se sentía mucho más preparado y realizado con el suneung. Las actividades que la profesora Ji había enviado fueron de ayuda para mantener la cotidianidad a JiSung, aunque él se sintiera un fraude cada vez que no realizaba algo. Si su estudio era complementario, ahora tendría que hacer su último esfuerzo antes de poder graduarse.

Recostándose en la ventana, abrazando al peluche en su pecho, se le cruzó un pensamiento que le hizo encender.

MinHo.

¿Qué estará haciendo él?, ¿Le habrá echado de menos?, sabía que HeaJung se comunicaba de tanto en tanto con HyunJin y podía recibir los saludos de los chicos de forma esporádica- incluido los de MinHo, pero era muy distinto recibir un ‘hola’ con un canal de dos personas, a verlo.

Vería a MinHo. Ese momento, en una semana más, JiSung vería a MinHo y al resto del grupo.

Y a su madre.

No, se detuvo enseguida. No pienses en eso. Veré a los chicos de nuevo.

Debía de enfocarse en lo bueno.

Debía ser optimista.

. . .

—¿Papá?

MyungDae, guardando las últimas cosas del abuelo MoonRyu en una caja, miró a MinHo. —¿Qué sucede?

Nervioso, se rascó su tatuaje. —¿Puedo hacerte una pregunta?

—Habla.

—¿Qué habrías hecho si mi madre se hubiese largado?

—¿Largado a dónde?

—No sé —MinHo se sentó en su cama, tímido—. Simplemente…, largado.

La noche en la que JiSung se había ido, MinHo había hecho un esfuerzo en no poder reventar en algo cuando entró a la casa, con sus padres preguntándoles qué había sucedido y él explicando cómo el chico que había llevado, los había presentado y había dado un paso adelante por él, se había escapado de casa.

—Dependería del contexto —respondió MyungDae, manteniendo su mirada en el empaque de las cosas del abuelo MoonRyu.

—Y si hubiese regresado, ¿La habrías perdonado?

Soltando un suspiro, MyungDae lo miró. —¿JiSung regresa?

—Esto no tiene nada que ver con JiSung —su padre levantó las manos en signo de inocencia—. Pero…, hipotéticamente, ¿Le habrías perdonado?

—Si su razón para irse del pueblo fue para alejarse de su madre- hablando hipotéticamente —agregó con rapidez—, y regresa, supongo que no es algo que me concierne. Estaría bajo mi juicio, simplemente.

—Le pregunto por su juicio.

—No- por juicio —ratificó—. El juicio de uno como persona. Depende del caso.

—¿Tengo que contarte todo el caso?

MyungDae, mirándolo detenidamente, negó. —No si no quieres hacerlo.

MinHo, en su resignación, terminó asintiendo.

Desde el dormitorio de MinHo podían escucharse los gritos del abuelo MoonRyu discutir con SooYoung, tal como la primera vez. Él, alegando que se encontraba lo suficientemente sano para regresar a casa, mientras que su hija reclamaba en que todavía no se encontraba lo suficientemente sano.

En eso, el teléfono de MinHo sonó.

—Tengo que ir a la escuela —anunció, parándose de la cama—. ¿Necesitan ayuda con algo más?

Nah, supongo que deberás traer tus cosas a la tarde —respondió MyungDae—. ¿Por qué tienes que ir?

—Porque mi amiga va a morir de una neurisma si no me presento.

El número de JiSung lo tenía guardado en su celular, pero temía hacer la llamada. No estaba seguro de que él pudiese ser contactado o su chip habilitado, y, aunque pudiese serlo, seguía siendo una película de terror dentro de su cabeza.

Sus sentimientos se habían acumulado y se estaba desbordando. La mezcla de rencor y emoción peleaban constantemente, y temía que, al verlo de nuevo, diría algo ridículamente curso o lo suficientemente ofensivo para recibir un golpe.

Al llegar al taller, se sorprendió de encontrarse todo patas arriba.

—La idea de una mudanza estable son el contacto constante con los objetos, pero nosotros no nos llevaremos nuestros objetos, ¿Cómo viviremos sin nuestras cosas? —habló JeongIn, alterado, mientras Chan y HyunJin lo escuchaba atentamente—. Tengo- ¿Tengo que dormir en otra cama?, mi colchón está con mi forma- tiene mi forma, y es cómodo, ¿Tendremos que dejar también las almohadas acá?, ¿Qué pasa con los cobertores?

—Compraremos nuevos allá —contestó Chan.

—P-pero esas cosas fueron probadas- alguien probó mi cama. Dormiré en una cama que alguien ya usó, y- ¿Por qué nadie está mencionando los aspectos formales de una nueva vivienda?, usaremos una casa que alguien ya usó- donde alguien ya vivió, ¿No te pone los pelos de punta?

En otro rincón del taller, había un grupo mixto de siete chicos discutiendo con YiSu y SeungMin. Había una chica, por alguna razón, semidesnuda peleando con su novio. Y, sobre los retazos de telas y bolsas de basura, ChangBin y Felix estaban recostados. MinHo decidió hacerles compañía.

—¿Qué mierda pasa? —cuestionó, recostándose junto a ChangBin sobre las bolsas.

—JeongInnie está con un ataque por el tema de la mudanza —explicó Felix, apuntándolos—. Cayó en cuenta que se irá de Corea, así que está ansioso.

—Debo aprender el doble de inglés- no sé de inglés nativo, las personas australianas hablan con un inglés nativo demasiado rápido —siguió hiperventilando JeongIn—. Y- y tengo que hablar con mi terapeuta, no sé si podremos seguir el contacto a través del océano- no puede ir ella hacia allá- por supuesto que no, es ridículo, JeongIn-

—¿Lily no puede calmarlo? —cuestionó MinHo.

—Ella es una estudiante normal. Está en clases.

—Esa pareja está peleando porque él canceló su cita de la fiesta de graduación —siguió contando, esta vez ChangBin, apuntando hacia la muchacha semidesnuda—. Amenazó con quemar su vestido. YiSu casi se desmayó y se lo quitó.

—Oh, genial, ¿Y tú por qué estás triste?

—Le propuse a Rena ir a la fiesta de graduación como mi novia, pero me dijo que no podía porque ya tenía novio.

—Auch, ¿Y ellos? —apuntó al grupo que peleaba.

—Cobran los trajes —contestó Felix—. Creyeron que el abono era suficiente, así que YiSu y SeungMin están intentando que les paguen el traje completo.

—¿Qué pasa si no pagan el vestuario completo?

—Arderá Troya —respondieron en sincronía.

SeungMin, pareciendo el único que tenía compostura en el taller, terminó echando a la pareja que discutía mientras que proponía soluciones diplomáticas al grupo de chicos que peleaban por dinero. YiSu, por su parte, seguía gritándoles barbaridades en defensa propia.

—Tienes que saber cómo pelear —criticó SeungMin a la chica—. No puedes estar a la defensiva.

—Ellos son unos idiotas.

—Sí, pero tú eres la que saldrá perdiendo —dijo—. Después de esto, si deciden no usar los trajes, al final todo habría sido en vano.

—No importa —renegó infantilmente—. En estos cinco días de colectar dinero, junté lo suficiente como para pagarme los estudios. ¡Es un logro!

—Ahora tendrás que juntar para pagarte los materiales.

YiSu, lanzando un fuerte bufido, terminó caminando hacia donde estaban recostados los tres chicos para tomar una silla y sentarse con ellos. —Estoy cansada de todo esto. Quiero que se acabe luego.

—Los exámenes son el lunes —dijo Felix—. Podríamos estudiar.

—Ni tú te lo crees —comentó ChangBin.

—¡Hablo en serio!, creo que hemos hecho mucho el vago últimamente —opinó—. Siempre que decimos que nos juntaremos a estudiar, nunca lo hacemos y, cuando milagrosamente lo hacemos, siempre terminamos drogados, borrachos o, en su defecto, llorando.

—Parece un buen panorama —murmuró MinHo, acomodándose la pañoleta que simulaba el cabestrillo.

Tal acción hizo que la irritabilidad de YiSu subiera. —Por dios, hombre- ve al médico o consíguete un cabestrillo de verdad —le dijo, mientras Felix seguía entregándole sus argumentos a ChangBin y SeungMin.

—Los cabestrillos son para perdedores —respondió.

—Tú te vas a quedar sin hombro si no sigues las indicaciones médicas. Ni siquiera puedes tocar tu guitarra.

—Puedo hacerlo con la otra mano —dijo, saludándola con la izquierda—. Soy ambidiestro.

—No. Eres una deshonra.

—¿Lo dices porque soy zurdo?

—Llevas una jodida pañoleta de Proudhon, ¿Qué quieres que te diga?

MinHo volvió a acomodarse la pañoleta sobre su hombro. —Mejoraré. Ya lo verás. Solo necesito tiempo.

YiSu puso sus ojos en blanco antes de emitir un suspiro. —Eres agotador. ¿Ya te mudaste?

—En la tarde regreso a mi casa.

—No te ves muy contento.

—Estoy alterado.

—Adivino, ¿Abstinencia de no poder tocar?

—¿Qué cosa?

—La idea general de una mudanza es que te cambias, ¿No? —siguió hablando JeongIn, paseándose por el taller—. Te cambias de casa- de país, continente, y escuela. He estado toda mi vida en esta escuela, no puedo simplemente llegar a un nuevo lugar y creer que todo estará bien porque no lo estará- me van a atacar, eso va a pasar, y voy a estar tan solo que nadie podrá ayudarme y-

—Me da tristeza que hiperventile mucho —comentó MinHo en voz baja, mientras todos escuchaban a JeongIn hablar—. ¿Chan no dijo que hiciéramos algo?

—Dijo que así JeongIn drena toda su ansiedad acumulada —contestó ChangBin—. No quiere que pase lo mismo que pasó con su papá.

—¿Y que tal si hago las pases con mi papá? —propuso, y Chan se levantó de la mesa con intenciones de intervenir—. No- escúchame. Es fácil. No es necesario que yo tenga que estar siempre en la casa, y puedo no molestarlo conmigo y seguir así hasta que…, hasta que…

—No te vas a quedar con él —sentenció Chan—. Ni en un millón de años. ¿Qué esperas que haga?, ¿Qué te golpee de nuevo?

—¡Puedo aguantarlo si es que no me tengo que ir!

—Creo que esto se descontroló un poco… —susurró ChangBin a Felix.

—Desde tu llegada a Australia serán quinientos veinticinco mil seiscientos minutos que vivirás no solo ahí sino que estarás en la escuela —explicó Chan, antes de mirar a MinHo—. ¿Y cuantos minutos son mil seiscientas horas?

 —Noventa y seis mil minutos —contestó enseguida.

—Y son noventa y seis mil de esos quinientos veinticinco mil seiscientos minutos que pasarás dentro de una escuela —continuó, y la mirada de JeongIn se apagó poco a poco—. Oh, no…

—No tuviste que haber usado los minutos —criticó HyunJin, al ver a JeongIn—. Mala analogía. Mala analogía.

—¿Tienes una mejor?

—No.

—Son mil seiscientas horas —se apresuró en agregar Chan, acercándose a JeongIn—. Mil seiscientas horas de escuela. Esa será tu jornada. Después de eso, puedes regresar a casa si es que no quieres desviarte a alguna parte.

—¿Puedo desviarme a alguna parte? —cuestionó—. ¿Solo?

—Contesta rápido, contesta rápido —murmuró HyunJin.

—Bueno…, creo que no.

—Contesta mejor, contesta mejor.

JeongIn dio una barrida visual en todo el taller, pareciendo identificar cada uno de los objetos y personas que estaban en el interior antes de tomar una gran bocanada de aire y negar.

—No puedo hacerlo. Debo quedarme. Tengo que quedarme.

—¿Sabes qué está lindo afuera? —HyunJin, finalmente resignado al tampoco tener idea de cómo calmar a JeongIn, tomó al chico de los hombros para sacarlo del taller—. Los pájaros. ¿Recuerdas los pájaros que nombró ChangBin alguna vez?, ¿En su fase de fanático?

—No hay palomas en el pueblo.

—No, pero hay más variedades. Vamos a verlas.

Sacando a JeongIn del taller, el resto del grupo quedó en silencio. La triste puesta de JeongIn hacía que el aire tuviese un dejo de incomodidad por parte de Chan, quien solamente emitía un suspiro antes de ubicarse en una de las sillas cercanas de donde los chicos estaban ubicados.

—Pudo ser peor —intentó mostrarse no tan resignado a la situación—. Pudo haber tenido una crisis más fuerte.

—Todo parece ser cuestión de tiempo —opinó SeungMin—. Si JeongIn pasaba más tiempo indiferente-

—Solo hay que esperar a que él no les tenga miedo a los aviones, porque eso sí que será una historia divertida.

—¿Y cuándo se supone que se van? —preguntó ChangBin.

—Antes del cumpleaños de HyunJin —contestó—. El quince.

—Oh, esa semana empieza las clases de preparación para el examen de ingreso —apuntó SeungMin—. Intensivo de dos semanas.

—Al final, ¿Qué harás tú? —preguntó ChangBin de nuevo, esta vez a MinHo.

El pelinegro, mirando su brazo derecho, terminó por resignarse en sacarse la pañoleta y amarrar su muñeca con ella para tener una improvisada muñequera, aferrando desde donde estaría el túnel carpiano y el pulgar. —No tengo idea.

—Haz el examen con SeungMin.

—Ni siquiera sé qué quiero estudiar —masculló—. Creo que me quedaré trabajando con HyunJin en la granja.

—No con ese brazo.

—Bueno, trabajaré con HanSoo y la obligaré a que me haga gerente para no ir a bodega —contestó con sarcasmo.

—¿Y JiSung? —consultó Felix esta vez, mirando a MinHo—. ¿Sabes algo de él?

—Eh… —haciendo una ligera mueca, él sacó el celular de su bolsillo—. Ni idea. No le he preguntado.

—¿Le has llamado, aunque sea? —dijo Chan, tomando el celular de MinHo para poder observarlo—. Parece que está habilitado.

—Lo probaré cuando esté listo —contestó—. No quiero parecer pegote o-

—Me tienes harto.

Todos callaron abruptamente, y miraron a SeungMin levantarse para quitarle el teléfono a Chan y encarar directamente a MinHo. —Tú me tienes cansado.

—¿Y ahora por qué?

—¡Porque siempre te justificas con esa estúpida humildad que nunca has tenido! —apuntó, pareciendo explotar y soltar todo lo que se había guardado en ese tiempo—. ‘No quiero ser pegote’, ‘JiSung siempre deseó esto, yo no intervendré’, ‘debo apoyarlo en silencio’, ¡¿A quién mierda le importa?!

—SeungMin —intentó detenerlo YiSu, pero falló.

—No- porque es absurdamente agotador verte lamentar por algo que- primero: ya esperabas, y, segundo: no haces nada. ¡Solamente das lástima y finges que no te importa cuando destilas pena por los poros!

—¡Bueno! —MinHo se sentó sobre los retazos, desconcertado y enojado—. ¡Intento actuar de la forma más sana para los dos-

—¡Cállate, MinHo!, ¡Tienes veinte años! —exclamó. MinHo quedó atónito—. ¡Él es tu primer novio!, ¡Tu raro primer amor!, ¡Debes ser tóxico, celoso, psicópata, acosador- todo lo malo debes serlo porque es la primera vez que estás en una relación!, ¡Debes estar furioso porque él te dejó, y debes estar triste porque él está triste!, ¡Deja de reprimirte por culpa de él!, ¡JiSung ni siquiera está acá, hombre, digiérelo!

Chan ni siquiera podía intervenir, porque por las fuertes palabras de SeungMin había dejado a todos trastocados. En especial a MinHo.

—¡¿Sabes qué harás ahora?! —continuó—. ¡Vas a dejar de ser un puto cobarde y lo vas a llamar!, ¡Vas a ser una perra arrastrada y te humillarás!, ¡Dejarás de fingir que para ti ‘es sano’ darle espacio!, ¡Tienes veinte años, por amor de dios!, ¡¿Qué importa si tienes memoria de computadora?!, ¡Actúa como alguien de veinte!

Dicho eso y sin piedad, SeungMin le tiró el teléfono a MinHo.

—Me agrada JiSung y todas las mierdas que quieras agregar a eso —apuntó SeungMin—. Y por eso quiero decir que yo también te conozco, MinHo, y si te sigues reprimiendo de esa ridícula manera solo por tu amor a JiSung, vas a terminar odiándolo.

Odiándolo. MinHo no podía verse en un escenario en la que podía hacerlo. Su rabia y rencor nacía de él por la abrupta ida- un efecto colateral de lo que estuvo estimando todo ese tiempo.

Tres meses desde la última vez que lo vio, y MinHo no quería que lo primero que sintiera tras verlo a los ojos fuera odio.

—¿Sabes qué?, tienes razón —coincidió, tocando la pantalla con sus dedos izquierdos—. Pasé todo el invierno convenciéndome de que podía ser como mi padre en esta situación- ¡Pero no!, ¡Porque JiSung no es mi madre!, ¡Jódete, maldito Freud!

Y, con toda la seguridad del mundo, MinHo marcó el número de JiSung y lo puso en altavoz. Pasaron segundos antes de que la llamada entrara.

MinHo se asustó, y cortó.

—El chip está habilitado —reconoció MinHo, repentinamente aterrado y pálido—. El chip al fin está habilitado.

—Presta —ChangBin quitó el celular a MinHo y se metió en el canal de mensajes—. Le enviarás algo y hablarán. Tú también me tienes cansado.

—¿Hay alguien que se haya alegrado que yo haya tenido novio? —se preguntó MinHo.

—No —corearon todos.

MinHo notó que lo que decía ChangBin era real, porque lo vio teclear en el táctil con tanta velocidad que lo aterró.

—¡¿Qué haces?! —con su mano buena, MinHo intentó aproximarse a ChangBin, pero él estiró el celular lejos de él. Suerte para MinHo que Felix lo había tomado—. YongBokkie- borra el mensaje.

—Enseguida.

—¿Qué?, ¡No! —SeungMin intervino, peleando con Felix para quitarle el celular—. ¡No le des el gusto!

—Creo que yo me ganaré por allá… —murmuró YiSu en voz baja, levantándose para ir hacia el otro rincón del salón.

—No sean infantiles y no peleen por esto —manifestó Chan, quitándole el celular a SeungMin—. No actuaremos de una forma en la que MinHo no quiere- no hay que forzar-

ChangBin se levantó abruptamente y forcejeó con él para quitar el celular. Felix, empujándolo, hizo que el teléfono se cayera, pero SeungMin lo tomó y comenzó a correr por todo el taller, siendo perseguido por MinHo quien gritaba insultos hacia su persona.

Apareciendo por la puerta, HyunJin y JeongIn miraban el desastre de la gran pelea. YiSu, por su parte, se mantenía sentada junto a su máquina de coser, protegiéndola ante cualquier impacto.

El celular en algún momento voló, y cayó a los pies de JeongIn, quien inocentemente lo recogió.

—¡Envía el mensaje! —le gritó ChangBin.

Y JeongIn, en su inocencia, lo hizo.

—¡No, hijo de puta! —atacó MinHo mientras iba hacia él, pero HyunJin se puso entre medio.

—Si lo asesinas, será un crimen de odio —dijo.

—Por supuesto que no me importa —exclamó, antes de empujar a HyunJin a un lado para tomar el celular. JeongIn, perdido, solo podía mirar a todas partes.

Número desconocido

¿jisung?, soy minho <<

te extraño <<

—Oh, lindo, ¿No pudieron ser más cursis? —preguntó MinHo mientras alzaba los brazos.

En eso, el celular vibró. Un mensaje de texto le había llegado.

—¡Ah, por la mierda! —exclamó, nervioso—. ¡¿Por qué me hacen esto?!, ¡¿Qué tal si me contestó?!

—¿No es eso bueno?

Con sus manos temblando y un fuerte tornado en su estómago, MinHo comenzó a caminar de un lado a otro por el salón, replanteándose todo lo que había hecho y pasando por un montón de escenas en su cabeza que lo hacía sentir cada vez más y más ansioso.

Han sido tres meses, intentó alentarse. Un mensaje no puede destruir tres meses.

Desbloqueó el celular, enfocó su vista y, una absurda sonrisa se posó en sus labios.

Número desconocido

¿jisung?, soy minho <<

te extraño <<

>> yo también te extraño

. . .

Human Nature se repetía constantemente en sus oídos. La dulce voz de Michael Jackson no era lo suficiente capaz de poder calmar a MinHo pero, entre sus memorias, podía considerar la canción como idílica para el momento.

Bajo su mascarilla, MinHo lanzó un prominente bostezo. Las personas del terminal paseaban de un lado a otro con sus propios bolsos, periódicos y actitudes costumbristas con ventas de comida refrita que hacía a MinHo abrir la boca de su estómago para querer comer.

Era mediodía del sábado, y en Gimhae se mostraban pequeños rayos de sol que eran cálidos para el invierno.

Volvió a ver su entorno: bajo el reloj digital y junto a un local de pollo frito que el terminal cedía, parado también en el andén con buses interurbanos esperando su salida. MinHo sabía que estaba en el lugar indicado, pero aún así temía que JiSung no podría encontrarlo.

Por el sofocante calor que lo golpeó repentinamente, lo que hizo que se sacara la bufanda de su cuello. Llevaba solamente en su hombro bueno una mochila con una muda, un cambio del vendaje que el entrenador Connor le recomendó colocarse en su muñeca, y todas las buenas intenciones de querer ver a JiSung de nuevo.

Empero, cuando divisó una cara familiar, no fue la de JiSung.

—¡MinHo! —saludó HeaJung, inclinándose ante el chico. Junto a ella, un pequeño que caminaba a penas, se mostró muy tímido ante la presencia del chico—. ¿Te hicimos esperar mucho?

Con un pequeño dejo de decepción, negó. —No…, llegué recién.

—Me alegro- ah, te presento a KyuBok —apuntó HeaJung al pequeño niño que se escondía tras sus piernas—. Bokkie, saluda a MinHo. Es un amigo.

Pero KyuBok ni siquiera quiso acercarse.

—Nuestra vecina salió de improviso, y JiSung cuida a sus hijas, así que no pudo venir a recogerte —explicó enseguida, alentando a que MinHo la siguiera—. ¿Te gusta caminar?, vine sin auto para ayudar a Bokkie a que camine más. No vivimos lejos de acá, pero podemos tomar un taxi si te parece.

—Oh, no se preocupe, me gusta andar —respondió enseguida MinHo, nervioso.

Salieron del terminal, y MinHo se sorprendió de lo ridículamente pequeña que era la ciudad.

—¿Estuvo largo el viaje? —preguntó HeaJung.

MinHo asintió con torpeza, aunque quisiera mostrar humildad. —Sí-, tomé el bus de las seis a Seúl para tomar el autobús hacia acá.

—Ah~, el viaje es más largo en autobús que en auto. Lo había olvidado —contestó ella—. JiSung nos comentó que trabajabas, ¿No tuviste problema con eso?

—No- no, mi jefa es un amor de persona —respondió, recordando a viva voz los gritos de HanSoo el día anterior tras pedirle permiso para faltar esos dos días—. Aunque el otro fin de semana tendré que trabajar el día entero…, pero no me molesta.

—Es muy amable de tu parte querer visitar a JiSung hasta acá —comentó—. A pesar de la distancia.

—Sí, es que yo- —su lengua se trabó. ¿Por qué tengo que mencionárselo?, es decir, ella es lesbiana y todo eso- pero, ¿JiSung se lo dijo?, ¿Qué pasa si meto la pata?—, yo necesitaba ayuda con materias.

HeaJung lo miró, desconcertada. —¿Materias?

—De la escuela —se excusó rápidamente. Eres un idiota—. JiSung es inteligente. Él puede ayudarme.

—Ah- ¿Entonces no eras tú el de la memoria eidética? —se preguntó ella, mirando al frente—. Creo que me confundí…

Mierda.

HeaJung era agradable y paciente, o eso pudo observar MinHo con su trato hacia KyuBok. El pequeño niño murmuraba lo cansado que estaba por caminar pero ella lo alentaba a seguir. MinHo lo entendía, porque se había levantado a las seis de la mañana para tomar un autobús a Seúl para luego tomar otro a Gimhae; tampoco quería caminar.

Llegaron a un sector de casas vecinales que eran demasiado angostas y largas. MinHo notó enseguida que ahí era donde las tías de JiSung vivían porque KyuBok corrió enseguida hacia la puerta, subiendo los escalones con cuidado para poder golpear la madera de la puerta.

—Es una casa preciosa —observó MinHo. ¿Cómo ellas podían tener un buen ingreso económico?

—Gracias, aunque son las deudas las que nos ganan —admitió ella, sacando la llave de su chaqueta—. No era nuestro plan, pero queríamos un lugar donde Bokkie pudiese crecer tranquilo. Las carreras de caballos y trabajos clandestinos han sido un buen sustento.

Una vez más, su estómago dio una voltereta.

Cuando HeaJung abrió la puerta, fueron recibidos por un pequeño cachorro que asustó a MinHo por la repentina hiperactividad. KyuBok lo saludaba y lo intentaba abrazar mientras que el perro olfateaba y ladraba a MinHo en la entrada.

—Oh, cuánto ruido —comentó HeaJung.

Los ladridos de Bbama eran tan ensordecedores que MinHo ni siquiera se había dado cuenta de que September de Earth, Wind & Fire resonaba por toda la casa, junto con pequeños gritos de niñas que hizo preguntarse a MinHo si había venido con las personas correctas.

—Puedes pasar al baño a lavarte, MinHo —ofreció HeaJung—. Es en el segundo piso, la puerta del fondo.

MinHo, cambiando sus zapatos por las pantuflas de invitado, asintió atontado y subió las escaleras. Se preguntó en qué parte de la casa se encontraba JiSung.

Al segundo piso, dio una lenta barrida visual; se movía como si hubiese una bestia acechándolo y que lo atacaría en cualquier momento. Se sentía parcialmente ridículo por el comportamiento persecutorio, pero sus defensas estaban tan altas que creía que atacaría a quien sea que se asomara.

Cuando entró el baño, sintió que iba a derrumbarse.

Vamos…, tienes que ser fuerte, intentó motivarse, aunque veía sus manos temblar. No puedes ser tan cobarde. Es solo verlo.

Se sacó la pañoleta y el vendaje de la mano; JiSung se preocuparía si lo veía en ese estado. Se miró en el espejo del baño y se notó cuán pálido estaba, tanto que quiso burlarse de sí mismo.

Eres ridículo.

Tras lavarse las manos, él salió del baño. Dio otra mirada al segundo piso de la casa, y rio internamente al recordar a JiSung mencionar que su pequeño primo tenía un santuario de peluches en su dormitorio. Miró por la otra habitación, aquella que estaba frente a la escalera, la cual pudo reconocer enseguida que era la de JiSung por el pequeño peluche de quokka que se encontraba recostado sobre las almohadas.

September seguía sonando por la casa, esta vez sumándose con los pequeños gritos de KyuBok. MinHo bajó con cuidado las escaleras, intentando no llamar mucho la atención, especialmente porque vio en la entrada más zapatos y abrigos de los que él había reconocido de cuando había llegado.

Está aquí.

Mirando toda la casa, considerando gracioso la presencia de un montón de cuadros decorando las paredes, se encaminó hacia la sala de la casa: dos niñas que no superaban los ocho años se encontraban encendiendo una consola Wii mientras discutían qué canción bailar primero en el Just Dance.

—… se descontroló un poco, y Dae incluso se cayó.

—¿No le pasó nada?

Nah, tiene una cabeza hueca. Pero se lo mencionaré a su mamá.

En la cocina, vaciando bolsas de convivencia, JiSung se paseaba de un lado a otro mientras le comentaba a HeaJung sobre lo que pareció ser su esporádica salida con las niñas que él cuidaba.

Y llevaba su gorro. El gorro que MinHo le había hecho para su cumpleaños.

JiSung se giró, y MinHo dio un paso atrás de forma impulsiva cuando los ojos del otro se posaron en él.

—Oh —sosteniendo con fuerza la lata de sopa que tenía en manos, JiSung también dio un paso atrás—. Por qué…, ¿Por qué no me dijiste que habías llegado?

Su rostro tenía más color, y su cabello era más castaño; seguía teniendo el improvisado aro en su oreja, y sus mejillas habían crecido; pero sus ojos seguían pareciendo estrellas.

—Tú fuiste el que me dejó plantado en el terminal, ¿No? —contestó MinHo, adoptando su personaje fanfarrón mientras sonreía ladinamente—. Tú eres el que me debe una explicación.

—Yo… —atontado, JiSung apuntó las bolsas—. Tuve que salir de improvisto…, y-

—Creí que sabías la función de las preguntas retóricas, JiSung.

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Comments

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Missanion
#1
Chapter 11: Estos chicos me estresan.
Missanion
#2
Chapter 10: Bueno. Primero, Lo positivo es que Mingi y San si quieren a Jisung peeeero,en lugar de enojarse también con Yuna sólo lo hacen con Minho? ?o sea...es la chica la que se le esta insinuando todo el tiempo pero es la culpa de Minho quien la rechaza absolutamente todo el tiempo? ?
Segundo, la verdad es que Jisung es bastante egoísta y particular. Sólo piensa en él mismo y no valora o no le interesa el cariño que recibe. No se preocupa por mantener sus amistades, creo que los cambiaría a todos por un 10 en sus exámenes. Así de egoísta me parece.
Missanion
#3
Chapter 9: La mamá de Jisung tiene problemas mentales.
Minho me dio mucha ternura en éste capítulo!!! Jisung no estaba ni cerca de tener una erección en absoluto. En eso estaban iguales los dos,se concentraban más en sus acciones que en el momento y no lo disfrutaban. Minho por ser su primera fez y por los nervios y Jisung creo que el realidad nunca disfruta nada relacionado con su noviazgo,; se engaña así mismo.
También me di cuenta que Yuna si se preocupa a su manera por Jisung, pero sigo pensando que no lo quiere del todo y que esta con el para experimentar.
Missanion
#4
Chapter 8: Bueno,al parecer los chicos si quieren a Jisung. Pensé que no les importaba pero Mingi, San y Yeosan parecen celosos de sus constantes interacciones con el grupo de Minho ;eso o simplemente no toleran al grupo de Minho y por ende no toleran ser rechazados por ellos.
Creo que Chan le dijo a Minho algo de lo que Changbin y creo hasta Félix ya se dieron cuenta. Pero claramente para él no es fácil de aceptar. Creo que ellos 3 no van a tener mayor problema si el llega a aceptarlo o comentar algo de eso a los chicos. Por Seungmin no sé, Jeongin y Hyunjin tampoco creo que lo juzguen.
Missanion
#5
Chapter 7: Awwwww, escuchan música del mismo auricular. ❤
Al verdad pensé que Jisung le iba a decir que se quede a dormir porque ya era muy tarde o que Minho se aauto- invitaría a dormir para pasar más tiempo con él. Pero no,se volvió solito a la madrugada, aunque seguramente su casa no quedaba para nada lejos ,si en 10 minutos y a paso tranquilo llegó a la casa de Jisung.
Missanion
#6
Chapter 6: Sii! Al fin estuvieron libres de las otras pestes. Por lo que dijo Hyunjin, ya me cae mal Yeji. Es la típica adolescente mimada, egoísta y que quiere ser rebelde y no hace más que estupideces.
Amo las conversaciones de Chan y Changbin, no entiendo mucho de lo que hablan pero las amo Jaja.
Missanion
#7
Chapter 5: Todo el grupo de Minho es genial. Son chicos muy buenos.
No me esperaba esa charla de "eres gay? No soy gay"en absoluto jajaja sobre todo el diálogo de Minho 😂 yo sé que él es el dueño de ese pene mágico que hará a Jisung cambiar de opinion jajajaja
Missanion
#8
Chapter 4: En realidad pienso que Minho debería aceptar ir al curso avanzado. Tiene una mentalidad muy básica y cerrada. Hacer eso le puede abrir otras puertas y tener más oportunidades académicas y laborales en el futuro pero bueno,es un adolescente de pueblo y su madre no le exige absolutamente nada,su padre obviamente no sabe de esto. Me gustaría que acepte,si ya se aburre y frustra en demasía con los contenidos que da ahora porque le resultan fáciles en exceso,imagínense a futuro.
Jisung en este capítulo en verdad da pena y hasta ganas de enojarse. Sabe que no puede fumar por el asma severo que tiene y aún así va como perrito detrás de sus "amigos" a quienes parece no importarle en absoluto su salud ni bienestar. Fumar marihuana en la escuela,en serio??? Qué tienen en la cabeza?? Claramente aire. Su novia me cae cada vez peor. Los chicos parecen ser sólo cabezas huecos y bravucones en potencia. Hasta el momento no han dañado físicamente a los chicos (si,les lanzan latas y creo que hasta piedras pero no fueron a los golpes mano a mano o una golpiza en grupo a uno solo)pero sí los acosan cuando tienen oportunidad y eso esta muy mal. Peeeeero a Jisung, teniendo conocimiento de esto,parece no importarle, así que es él quien tiene que cambiar de actitud y ponerle un alto a sus amigos,si no ,no tiene sentido.
Missanion
#9
Chapter 3: Owww, me.encantó su interacción con Felix. Jisung en verdad necesita nuevos amigos,los que tiene ahora no califican para ese título. Creo que se llevaría mucho mejor con los amigos de Minho.
Missanion
#10
Chapter 2: Primero, de dónde sacan que Minho anda hormonal con Yuna? ? De verdad hay cosas que no entiendo. Si se sabe que el anda solo o con sus amigos,nunca intentó interactuar con Yuna...entonces,por qué arrojarle agua y decirle que "le baje a sus hormonas" con Yuna? Juro que la voy a odiar si ella anda esparciendo falsos rumores de que el gusta de ella o le tiene ganas. Es ella la que lo busca y no puede evitar darle el 100% de su atención cada vez que lo ve.
Segundo, Changbin le hizo una buena pregunta a Minho. Por Qué le interesa y afecta tanto lo que Jisung piense o sienta por él? Es para que se ponga a meditar y encontrar una respuesta Jaja. Anquee con eso de que la sonrisa de Han le parece bonita y quiere verla más seguido ya tengo mi respuesta jaja