Escoger un camino de manera abrupta es algo que JiSung sí sabe hacer

Mr. Brightside; MinSung

Canción:

A Supplementary Story: you never walk alone; BTS

Tw

—¿Está bien si hago esto?

—Sí, sí lo está…

En la oscuridad estuvo el sonido de un beso, y el rechinido de una cama.

—Te sacaré la camiseta, ¿Okey?

—Sí…

MinHo no tenía idea de lo que estaba haciendo, pero por las reacciones de JiSung, creía que hacía lo correcto.

Sabía que a JiSung le gustaba ser tocado en ciertas partes, como también era reacio en otras. Trazaba sus dedos en las costillas de él como si fuera un juego mientras mantenía su rostro oculto en el cuello del chico, tomándose todo el tiempo del mundo para explorarlo una vez más.

JiSung bajó las manos desde el cabello de MinHo hacia la orilla de su camiseta estampada, y con sutileza la sacó por la cabeza, sonriendo ligeramente al ver el cabello del chico desordenado; sin embargo, enseguida mordió su labio cuando las manos de MinHo fueron más abajo.

No se negaría que ninguno de los dos seguía sintiendo una ligera cantidad de nerviosismo cuando tocaban al otro- era como si un nuevo terremoto se formaba cada vez que lo hacían y tenían que explorarse nuevamente, descubriendo entre lunares, cicatrices, marcas y recorridos divertidos de cabellos que hacían el toque más placentero.

—Dime si lo estoy haciendo bien…

—Lo haces- realmente lo haces…, aunque un poco más abajo.

—Terminaré por sacarte todo.

—¿Por qué seré yo el único desnudo?

Pero MinHo no contestó, solo siguió con su trabajo.

—Usa el pulgar… —indicó JiSung—. Sí…, así…, sí…, y el cuello-

—Enseguida.

JiSung anudaba en uno de sus dedos el cabello negro de MinHo, emitiendo diversos suspiros mientras seguía gozando de la situación. Su mente podía sentir el color blanco de lo noqueado, como también sus oídos se taparon un poco; la columna poco a poco se erguía en favor de MinHo y, con pequeñas indicaciones que quedaban en el oído del otro, poco a poco sus músculos se relajaron en una forma que hace tiempo no había podido.

Era bastante anticlimático, en realidad. Había un rumor gigante sobre su espalda entre sus amigos sobre la infidelidad de su novia (el cual nadie se dignaba a preguntarle de frente); Yuna lo evitaba como si fuera el COVID-19; la abuela de MinHo dormía en la otra habitación y los pequeños gatos se encontraban durmiendo plácidamente en su cajón de naranjas mientras que la madre de ellos se acicalaba en la ventana.

Sin embargo, en el siguiente cuarto de hora, la diversión que JiSung y MinHo llevaban a cabo terminó siendo correspondida, entre malas bromas e indicaciones, sutiles caricias y palabras de amor que podían considerarse melosas fueron lo que los terminaron dejando en vela, con visitas al baño y silencios incómodos.

—Creo que sería buena idea ir a un concierto, pero no nos gusta nada en común —murmuró MinHo en medio de la madrugada, con JiSung dormitando a su lado.

—¿Cómo que no? —JiSung preguntó entre bostezo, girándose para encarar a MinHo mientras que, por el frío, subía el cobertor de la cama para tapar aún más su cuerpo desnudo—. No nos gusta…, uh…

—No tienes idea, ¿Eh?

—¿Adele?

—Por supuesto. Digamos a Michael Jackson y lo traemos de la muerte.

—Nos gusta TWICE.

—¿Tanto como para ir a un concierto?

JiSung, sintiendo aún más frío que antes, se permitió ser inmaduro y apegarse repentinamente al cuerpo de MinHo, haciendo al otro soltar un ligero ouff mientras que la cabeza de JiSung se escondía en el cuerpo del otro.

—Podríamos ir a uno de Madonna y cantar mi himno —propuso MinHo, sacando un brazo del cobertor para poder abrazar con fuerza a JiSung.

—¿Cuál sería tu himno?

I made it through the wilderness, somehow I made it through… —susurró MinHo, y JiSung rio—. Didn’t know how lost I was until I found you…

—Vamos- llegamos a todas las bases que existen —le dijo.

—Sí, pero sigo siendo un triste virgen.

—¿Solo por no coitear?

—El coito es importante, JiSung.

—Si tanto quieres meter tu pene en algo, mételo en un tomacorriente o algo así—propuso.

MinHo apaciguó su risa en el cabello de JiSung, antes de seguir cantando. —You’re so fine, and you’re mine. I’ll be yours ‘til the end of time…, ‘cause you made me feel, yeah, you made me feel I’ve nothing to hide…

La habitación se encontraba helada porque tanto la madre de los gatos como Soonie salían y entraban por la ventana sobre la cama. A JiSung no le gustaba demasiado el frío en ese estado sensible, pero parecía gozarlo al poder apegarse casi imposiblemente al cuerpo de MinHo- enlazando sus piernas, abrazando su tronco, creando un pequeño fuerte de protección y zona de confort en medio de la madrugada.

—¿Cuál es nuestro plan de mañana? —consultó MinHo—. Después de mi trabajo…, ¿No quieres pasarme a buscar para ir a perdernos en algún lugar?

JiSung sacó su cabeza del cuello de MinHo para verlo. Estaban tan cerca que era un pecado no besarlo. —¿No estamos pasando mucho tiempo juntos?, ya me intoxicas.

Nah, creo que nos faltan horas —repuso—. Todavía no termino de conocerte, ¿Sabes?, no tenía idea de que tenías un pelo en el pezón más largo que el resto.

—Me lo saqué por aburrido y ahora parece cualquier cosa —contestó risueño—. He olvidado hacerme cargo de él.

—Ponle nombre.

—Es un pelo, no un grano.

—¿Y?, te acompañará por el resto de tu vida.

¿Por qué la sensación de estar pegado al cuerpo de MinHo se le era tan adictivo?, JiSung sentía que sus labios se resecaban si es que no besaba a MinHo todas las veces que lo tenía cerca.

—Me gusta BTS… —continuó MinHo con la conversación anterior—. ¿Por qué no vamos a un concierto de ellos?

—Me parece bien la idea —concordó JiSung, sintiéndose borracho de lo excitado que estaba—. ¿Por qué no dejamos el tema de lado y haces algo por mí?

—¿A qué te refier…?, dios, JiSung, eres un puto puberto.

—Te lo advertí.

Había veces que JiSung sentía un apuñalamiento en la parte de su nuca al recordar que su madre seguía en casa- que no estaba libre. Podía percibir la incómoda sensación de la observancia desde las montañas de una bestia de ojos huecos que seguían cada uno de sus movimientos- una percepción que le producía pesadillas cada vez que entraba en los sueños lúcidos.

Con el terror en sus venas, JiSung no quería dejar la casa de MinHo- se sentía seguro, estable, todo lo suficiente como para poder mantener su cordura recta y no volver a perderse como en su jueves punto-de-inflexión. Pero tenía que hacerlo. Tenía que volver.

—Bien- tienes que darle de sus medicinas cada tres horas, y las vitaminas a la madre porque, si no, se pone mañosa —indicó MinHo mientras rodeaba el cable de sus auriculares tras su cuello y se colocaba sus zapatillas—. Los nenes están andando ahora, así que, si estarás en la sala, déjalos fuera de la caja. Que no toquen las corrientes o vayan al jardín porque se perderán- e intenta que la abuela no los pise porque serán gatitos-sándwich, ¿Entiendes?

—Medicinas. Libertad. Muerte. Entendido —asintió JiSung, un poco nervioso.

—Le dije a Hana hija-del-diablo que viniera cuando quisiera para ver a su gata, así que háblale mal de SeungMin y tendrán un tema de conversación —siguió hablando, con JiSung siguiéndole mientras ambos iban hacia la sala—. Abue- me voy a trabajar.

—¿JiSungie se quedará conmigo? —preguntó ella desde el comedor, viendo a ambos.

—¡Sí!, así que golpéalo ante cualquier cosa.

—¡Claro!

—Bien, me falta algo… —MinHo miró el pequeño mueble que había en la entrada junto a los zapatos en verificación de algo—. Reproductor. Llaves. Dinero. Ganas de morir. Creo que tengo todo. ¡Nos vemos en la tarde!

JiSung ni siquiera pudo decir adiós cuando MinHo ya cerró la puerta de la casa, dejando a un chico nervioso mirando al tigre decorativo de la puerta balancearse lentamente.

Bien- ¿Qué era lo primero que tenía que hacer?

Se sentó a conversar con la abuela Goo, sin saber mucho qué decir realmente- aunque era aliviador porque ella sacaba temas de conversaciones de todas partes con chismes de sus propias amigas como recuerdos de su propia vida.

—Entonces nadábamos en las playas de Incheon con MoonRyu porque él consideraba que era una buena forma para que ambos sanáramos —contó, mientras JiSung se servía a sí y a ella una taza de té—. ¿Conoce Incheon, JiSungie?

—Sí, señora.

—Dígame abuela nomás- y, bueno, MoonRyu consideraba que era una forma de sanar porque una de sus antiguas señoras le había dicho que el mar ayudaba…, ahora tú lo ves todo frío y reacio, pero en su tiempo él era bastante sensible…

—¿Cuántas señoras tuvo el abuelo MoonRyu antes de usted? —consultó.

—Oh, varias —y, moviendo sus dedos, comenzó a contar—. Hang…, Han…, Im…, Yang…, cuando cumplió los treinta comenzó a casarse con menores de edad para poder traerlas a Corea- él tenía un amigo en el Registro Civil que le cambiaba el apellido según lo ameritaba.

—Creo que conozco esa historia —comentó—. Decían que por esa época varios hombres de las guerras se casaban con muchas mujeres cambiando el apellido para hacer eso mismo- además de brindarles los beneficios de estar casado con alguien del ejército.

—MoonRyu solamente tomaba el apellido que su amigo le entregaba, se registraba en algún cuartel y su señora quedaba con los seguros. Después, al cambiar de apellido, era dado por muerto dentro del cuartel. No me imagino cuántas vidas salvó por eso.

JiSung estaba impresionado, aunque no sabía si era por la historia de valentía del loco abuelo MoonRyu o porque las probabilidades de que el apellido de la madre de MinHo no era real.

—¿Y usted cómo llegó a él? —preguntó.

La abuela Goo, moviendo su cabello castaño con elegancia, sonrió para mostrar sus prótesis doradas. —De la misma forma que todas, JiSungie.

—¿Se enamoró solo de usted?

—Claro que no…, los hombres del ejército eran promiscuos. Se casaban con quienes se enamoraban, y se morían civilmente cuando ya no querían estar juntos. Se quedó conmigo solo porque la guerra acabó cuando me rescató.

—¿Rescató?

—Prisionera japonesa de los chinos. Él me sacó de ahí y me casó- me entregó la ciudadanía coreana, me hizo pasar por coreana, y nunca más volví a mi familia para formar la mía.

Le era fascinante el conocer la historia de la familia de MinHo. Pocas veces les mencionaba sobre sus primos y tíos, quienes siempre lo hacía desinteresadamente.

—Tuvimos siete hijos, y Soo fue la menor —contó—. La verdad es que yo tuve dos más antes de tu abuelo- perdón, el abuelo de MinHo, pero me los quitaron. Bueno- tuve siete hijos y Soo fue la menor- igual a MoonRyu, déjame decirte. Terca, loca, parecía tener todas sus trenzas sueltas de lo desenfrenada que era. Peleaba con MoonRyu cada vez que podía, y como él está igual de loco, ambos se lanzaban cosas y se gritaban cualquier cantidad de porquerías.

—Oh…

—Tu abuelo- perdón, el abuelo de MinHo le prohibió ver a MyungDae porque él había sido parte del movimiento activista social estudiantil en su juventud- lo reconoció porque apareció en la televisión un par de veces.

—Woah…

—Y como Soo le gustaba mucho ese chiquillo, se embarazó de él —la abuela Goo contaba las cosas de una forma pintoresca, casi como si la situación fuera una escena cómica de alguna película ajena. La cantidad de años que pasaron desde esa situación le daba otra mirada a la turbiedad de esa situación, especialmente por las secuelas con las que la madre de MinHo quedó—. Así nació MinHo.

—¿Y qué pasó con sus demás hijos? —consultó. JiSung no se había dado cuenta que el té de ambos se había acabado y se levantó para preparar más—. MinHo no los menciona mucho.

—Todos se repartieron por el país, y para algunas fiestas vienen hacia acá a vernos —contó—. Dos incluso están en Incheon…, ¿Conoce Incheon, JiSungie?

JiSung asintió.

—Es un lugar tan bonito…, las playas, las casas, todo es tan precioso para irse a vivir ahí… —ella soltó un suspiro—. Le dije a Soo que nos fuéramos, hace un par de años. Ella estaba tan triste, así que le decía que, cuando ella quisiera, con MoonRyu armábamos las maletas y nos íbamos los tres a Incheon. Dejábamos a MyungDae con su hijo acá y que nos fuéramos solamente.

—¿Ella se planteó irse?

—No tengo idea, JiSungie, yo solo le decía eso como idea loca —plasmó inocencia, con un sutil movimiento de manos—. Tal vez para no darnos el gusto ella no se fue, quién sabe. O tal vez amó demasiado a su familia que terminó quedándose por ellos.

Sintió una parcial envidia hacia MinHo, especialmente cuando ambos tomaron asiento en la sala y dejaron a los pequeños gatos andar por la sala, tal como lo indicó MinHo, echándoles un ojo mientras veían una teleserie del domingo mañanero en el canal nacional. Los únicos abuelos con los que tuvo contacto fueron con los de su lado paterno que, al igual como le pasó a SeungMin, la familia paterna suya dejó de tener contacto con JiSung después de la muerte de su padre.

Por un momento, JiSung se vio en una fecha festiva con la familia de MinHo, según lo que la abuela Goo le contaba. Con los siete hermanos y hermanas de SooYoung conversando a viva voz mientras que sus hijos discutían a viva voz a través de la mesa; tal vez así conociendo un poco más de los lugares que a MinHo le gustaban o saber por qué no siempre hablaba de esa familia. Quería saber, cada vez más desesperadamente, todo de la vida de MinHo.

Durante el transcurso de la mañana, como MinHo lo predijo, Hana hija-del-diablo apareció en la casa, sonriendo y mostrándose más amable de lo que MinHo le advirtió.

—¿MinHo les ha buscado hogar a los gatos? —consultó ella.

—Uh, no tengo idea —admitió, viéndola acariciar a la gata madre mientras los pequeños gatos se acercaban a ella maullando en exigencia.

—Dile que, si no lo hace, él se quedará con la camada —advirtió, antes de mirar a su gata—. ¿Cierto, ciela?, por supuesto, mi amor, él se quedará con todos los gatitos porque él no cuidó a su gato…

—Eh- ¿El o es de dos? —intentó defenderlo, aunque le parecía ridícula la situación.

—Los hombres son los que deben cuidarse porque ellos engendran —dijo con seriedad.

Oh, dios, ¿SeungMin no será padre, de casualidad?

Tras largarse, JiSung seguía con la mirada a los pequeños gatos pasear por la sala, observando y olfateando objetos, evolucionando por sus movilidades reducidas hasta que llegó la hora de la comida, donde JiSung casi batalló a muerte con los cinco bebés en poder alimentarlos.

Había uno en particular: Doongie, el cual restregaba parte de su cabecita en el pie de JiSung. MinHo le había advertido de no tocar mucho a los gatos porque su mamá se volvía loca y les sacaba la cabeza (o algo así), así que solamente se limitaba a mirarlo con adoración.

Podría llevármelo, pensó, aunque supiera la respuesta. Lo quiero…

—JiSungie —le llamó la abuela Goo.

—Dígame.

—¿Usted conoce Incheon?

JiSung, solo para saber qué sucedería, contestó—: no.

La abuela Goo bajó sus cejas y su boca. Lo miraba feo.

—¿Cómo no lo conoce?, JiSungie —ella parecía realmente indignada—, si Incheon es tan precioso…, el mar me ayudó a sanar con mi esposo.

Y fue así, cómo la vida de la abuela Goo volvió a repetirse para los oídos de JiSung; aunque no fue un gran problema para él, ya que se sentía cautivado con las palabras de la mujer.

Cuando fue pasada del mediodía, JiSung ayudó a la abuela a hacer el almuerzo. JiSung admitió sentirse avergonzado porque sus conocimientos culinarios eran bastante escasos, pero con calma, la abuela Goo le enseñó una preparación (según ella, exquisita) de un caldo de pescado que, por primera vez, hizo al estómago de JiSung rugir de hambre por algo de carne.

Aunque terminó absteniéndose, y dejando los pequeños filetillos de pescado a un lado cuando se preparó su comida.

Cuando ellos terminaron de comer, MinHo llegó.

—¡Buenas, familia! —saludó, entre jadeos y tropezones por querer sacarse los zapatos con rapidez—. Desde afuera olía esa exquisites- oh, dios, me siento en el paraíso.

—Enseguida te sirvo —anunció JiSung, levantándose para ir a la cocina.

Soonie salió de algún dormitorio y se acercó a MinHo con rapidez, restregando su cabeza en la pantorrilla mientras maullaba ciertas acusaciones que JiSung presumió que apuntaban a la visita de Hana.

—Me siento como en casa —comentó MinHo mientras entraba también a la cocina, acercándose a JiSung para abrazarlo por la espalda—. Agradable tenerte aquí para servirme.

—Tu abuela puede vernos —advirtió JiSung, revolviendo el cucharón en la olla.

—Mi abuela no puede ver ni mierda —dijo, dándole un corto beso en la oreja antes de separarse—. ¡Ponle picante, que me encaaaanta!

JiSung no supo de dónde había salido tal comodidad por ese día; pasar su tarde sentado frente al televisor con MinHo entre él y la abuela Goo mientras comía un gran tazón de sopa, comentando insultos hacia los personajes de la teleserie que veían. La calidez del ambiente le recordaba a sus tardes de película en los mismos domingos del canal nacional junto a su padre, ansiando a que la película nunca terminara para que él no regresara al trabajo.

La analogía lo conmovió, y lanzó una fuerte carcajada ante una salida humorística de la abuela Goo.

Pero como todos los recuerdos, JiSung tuvo que volver a casa.

—¿No te puedes quedar un día mááás? —se quejó MinHo desde la cama, viendo a JiSung guardar las poca y nada de cosas que tenía ahí—. Prometo portarme bien.

—Claro, ¿Quieres tú convencer a mi madre? —desafió él—. Ella ya ni siquiera quiere verme. No he dormido en casa en tres días.

—No creo que te eche de menos.

JiSung puso sus ojos en blanco, y MinHo rio una vez más antes de sentarse en la cama y atraer al otro por la cintura. —Vamoooos, no me hagas esto.

—Nos veremos mañana en la escuela, ¿Qué lloras? —cuestionó con diversión, tomando la cabeza de MinHo entre las manos para moverla de lado a lado—. Además, te tienes que ir donde tus padres a seguir con la parra, no vale la pena que yo esté aquí.

—No es lo mismo.

—Supéralo.

MinHo lo empujó más hacia él, y JiSung terminó por sentarse arriba de él para darle un beso.

—Suficiente —con la poca fuerza de voluntad que le quedaba, JiSung se separó—. MinHo…

—¿Vendrás mañana? —preguntó, forzando a aguar sus ojos para que tomaran el aspecto de un gato—. ¿Lo harás?

—No lo sé. Tengo el ensayo de la obra —le recordó, intentando suprimir la sonrisa—. ¿Por qué no me dejas ir?

Con fuerza, MinHo terminó por recostar a JiSung en la cama. Ambos se golpearon en la cabeza a causa del movimiento, pero aquello no les impidió perderse durante un rato más, permitiéndose a JiSung quererse un poco mientras MinHo lo tocaba bajo la ropa.

Finalmente, cuarenta minutos más tarde de lo previsto, JiSung se despidió.

—Nos vemos mañana, JiSungie —se despidió la abuela desde la sala.

—¿Escuchaste? —MinHo apuntó, observando a JiSung en la entrada colocarse sus zapatillas—. Mi abuela te dijo que te verá mañana. Debes venir mañana.

—Eres insistente —JiSung le golpeó suavemente el abdomen a MinHo—. Nos vemos.

In a while, cocodrile.

Con una sonrisa de oreja a oreja, JiSung caminó de regreso a casa. Su corazón poco a poco dejó de latir por la inminente felicidad que estaba sintiendo en ese momento para cambiar a uno ansioso- de terror, casi como si estuviera metido en una película de terror.

Cuando vio su casa desde la esquina de la calle, quiso regresar- aunque, en estricto rigor, no podía.

Tenía dieciocho, no podía seguir escapando de su madre como si tuviera de nuevo once años.

Golpeó la casa como indicio de llegada antes de abrirla con su llave. Notó como el bullicio de los programas de su madre inundaban en el silencio de la casa, y sintió que tuvo la pequeña gota de suerte de que ella no lo sintiera entrar.

Mal. Ella se encontraba en la cocina haciéndose un té.

—¿Apareces ahora? —comentó ella, aunque su voz no sonaba enojada.

SunHee subía y bajaba la bolsa de té en la taza, casi como si fuera específico para ello.

—L-lo siento…

Tal vez ella se encontraba con remordimiento por haber dejado a JiSung irse solo a la consulta de el jueves, porque emitió un suspiro desde el fondo de su estómago antes de bajar la taza. —¿Te fue bien?

—Sí…

Ella asintió, y con su taza en mano, regresó hacia la sala.

JiSung no supo si esa era la calma antes de la tormenta, o ella realmente se encontraba en ese estado. Sea como sea, JiSung no iba a tentar a su suerte y se largó hacia el baño para poder ducharse.

Tras terminar de vestirse, se mantuvo un momento sentado en la cama. Miró los cuadros en su mesa de noche como si fueran memorias alejadas de su cabeza, contuvo un par de segundos su respiración para poder calmarse y, cuando se sintió preparado, fue hacia el primer piso nuevamente para poder enfrentar a su madre.

Desinteresadamente, ella veía el televisor. JiSung se preguntó si dentro de esos cuatro días en los que no había tocado la casa había abierto un bucle temporal para mostrar en una línea paralela la cordura de su madre que él consideraba inexistente. Pensó por un momento en JeongIn y cómo él habría relacionado aquello con Star Wars, lo que le hizo sentirse un poco risueño.

En la cocina, hirvió agua en una olla. Dentro de un termo preparó el clásico té verde dentro de un termo para poder irse a estudiar, pero su madre, regresando a la cocina (presuntamente también para poder esperar el agua hervir), se apoyó en un mesón y le preguntó—: ¿En qué casa estuviste estos días?

—En donde MinHo —respondió al instante. Su madre mostraba una expresión que no era descifrable.

En un pasado, ella siempre aspiró a que JiSung fuese como MinHo: inteligente, talentoso desde la naturaleza y tal vez un poco dotado con las cosas que lo rodeaban. MinHo era el estándar que JiSung siempre quiso cumplir para la mayor parte de las cosas que eran limitadas en su vida: el romance, lo académico, incluso sentía celos en lo social al tener un grupo de apoyo tan sostenedor y comprensible como eran los chicos.

Tiempo pasó comparándose con él hasta entender que su odio no era más que envidia, y que lo más próximo que podía llegar a ser él era ser la persona de la que MinHo estaba enamorado.

—¿Tan amigo de MinHo eres? —ella sonaba sorprendida. La figura tan inigualable del genio de la memoria eidética era rota por los sucesos de la situación de Felix: golpizas, defensas, e insultos hacia ella misma por faltarle el respeto a su madre.

—Sí- es una persona cercana —admitió, intentando no delatar demasiado—. Dijiste que querías que fuera como él, ¿No?

—Sí, pero no creí que serías tan cercano —SunHee seguía sin sonar molesta—. ¿Por qué llegaste tan tarde hoy?

Son las cuatro de la tarde. —MinHo está cuidando unos gatos, y hoy trabajó en la mañana. Me pidió si podía hacerlo en su lugar.

—Ah…

—Sí- son gatos pequeños. Nacieron el mes pasado —explicó, y su madre asintió—. De hecho…, hay uno que era demasiado tierno, ¿No te parece si-

—No.

JiSung se giró. —No me dejó completar la frase.

—No vamos a tener gatos, JiSung. Eres alérgico.

—No soy alérgico —renegó, sintiendo el agua burbujear desde el quemador de la cocina—. O al menos no lo demostré. Estos días he estado cerca de ellos y-

—Dije que no.

JiSung bufó. —Por favor…, MinHo tiene que darlos en adopción de todas formas. Son unos bebés, ¿Por qué no podemos-

—Porque eres alérgico a los gatos, JiSung, no discutas —sentenció, acercándose a la olla de agua hirviendo para servirse en su taza.

—No soy alérgico a los gatos- ¿Cómo lo sabe?, nunca he estado cerca de uno.

—De pequeño te hice un test cutáneo cuando empezaste con el asma. Tenía que asegurarme.

—Pero estos días no me he sentido mal con ellos- salvo por el cabello, pero no es como si fuera algo mortal.

—JiSung, dije que no. Eres alérgico.

—Mamá- no lo soy.

—¡JiSung!

—¡Soy yo el que lo va a cuidar!, ¡No tienes que preocuparte por eso!

Su madre dejó con fuerza la olla sobre el quemador. —¡Dije que no, JiSung!

—¡¿Por qué no?!, ¡No soy alérgico, y puedo trabajar para mantenerlo!

—¡Porque no tendrás ningún maldito gato dentro de esta casa!, ¡¿Quién te metió esas ideas en la cabeza de tener un gato?!

—¡Nadie, mam-

—¡Fue MinHo!, ¡¿No es así?!, ¡¿Por qué siempre quieres imitarlo?!

—¡Siempre me dijiste que fuera más cómo él!

SunHee, expresando su frustración sacudiéndose su cabello, miró a JiSung con enojo. —Dios santo. ¡¿Por qué siempre tienes que portarte mal?!, ¡¿Por qué no me puedes hacer feliz una vez en tu vida?!

—¡Solo es un gato, mamá!, ¡No sobrepasa el mes-

—¡No quiero gatos en esta casa, y es por tu bien!, ¡¿No entiendes que no estás bien con ellos?!, ¡¿O quieres otro ataque de asma?!, ¡¿No te acuerdas de la última vez?! —chilló, alzando los brazos sobre tu cabeza—. ¡¿Por qué eres tan difícil de querer?!

—¡No es por mi bien!, ¡He estado durmiendo con uno estos últimos días y me encuentro bien!, ¡¿Por qué no puedo querer algo yo?!

—¡¿Qué más quieres, por amor de Dios?! —gritó con fuerza. JiSung tuvo que cerrar los ojos por un momento por el fuerte volumen, asustándolo—. ¡Tienes casa, agua, comida, ropa!, ¡¿Sabes cuántos desearían estar en tu lugar?!

Con rabia, JiSung rugió—: ¡Tengo un puto desorden alimenticio y probablemente una falla mental!, ¡¿Quién mierda querría tener eso?!

—¡No me faltes el respeto, Han JiSung!, ¡Tu padre estaría molesto por esto!

—¡Mi papá está muerto, madre!

No supo en qué momento ella había llegado hacia él para darle una bofetada tan fuerte que lo hizo tambalearse y sostenerse del mueble de la cocina. Su cabeza quedó tan mareada que no pudo concentrarse en los gritos iniciales que ella le entregaba.

—¡No hables de esa forma de él!, ¡Tú nunca lo conociste de la forma en la que yo lo hice!, ¡Puedo asegurar de que él estaría tan decepcionado de ti de la basura en la que te estás convirtiendo!, ¡Haciéndote aros, huyendo de casa, juntándote con vándalos de mierda que ni siquiera lo quieren en sus hogares!, ¡¿Por qué tienes que hacer eso?!

Reincorporándose, la encaró. —¡Porque me quieren!

SunHee dio un paso atrás por el fuerte grito de JiSung, tomándose el pecho con dramatismo mientras su frágil rostro expresaba un sentimiento que oscilaba en la mente del joven entre la realidad y la manipulación. —¿Quién te quiere?

—¡Esos vándalos que no los quieren en sus hogares! —manifestó con la misma rabia—. ¡¿Sabes cuán querido me siento por ellos?!

—¡¿Por qué tendrían que quererte, JiSung?! —gritó de vuelta—. ¡¿Quién podría quererte?!

—¡Muchas personas!

—¡Nadie puede quererte, JiSung!, ¡¿Por qué no confías en mi criterio?! —la olla seguía burbujeando del agua que le restaba—. ¡Eres tan complicado, tan insaciable!, ¡No sabes merecer de las malditas cosas!

—¡¿Y qué me merezco, mamá?!, ¡¿Qué me encierren en un armario?!, ¡¿Qué me genere un trastorno alimenticio?!, ¡¿Qué me den ganas de matarme?!

—¡¿Por qué demonios quieres matarte?!

—¡Porque he sido infeliz desde que mi papá murió!

El grito fue tan estruendoso que JiSung creyó que había roto todas las ventanas de la casa, aunque no fue así. SunHee dio más pasos hacia su espalda mientras seguía afirmando su pecho con fuerza, girando su anillo de bodas tan compulsivamente como JiSung se rasgaba sus labios en ese instante. La postura desafiante de ambas era tan peligrosa como el agua que seguía hirviendo a su lado.

—¿Cómo puedes decirme eso? —el corazón de JiSung se trizó completamente al escuchar la voz rota de su madre, viendo sus ojos aguarse y despejar con un poco de lágrimas que la hacían ver igual de vulnerables para ese funeral—. ¿Cómo…?, ¿Tan mala madre fui para ti?

En ese instante, desde la debilidad de ella, JiSung creyó en el real remordimiento y pregunta. Tal vez ella nunca fue consciente del daño que le produjo a él, y que solamente lo hacía por su propio bien. Tal vez su infancia fue rodeada de la misma exigencia o que tal vez su mentalidad como mujer de sesenta no podía hacerle ver más allá de lo que ella creía que era su realidad.

Puede que JiSung estuvo equivocado en todo ese tiempo, y quizá esa era la forma correcta de amar.

No, no lo es.

“¿Cómo sabes que no eres merecedor de eso?”

Porque no lo soy.

“¿Quién te hace creer eso?, ¿Quién te hace creer que mereces algo más?, ese es el amor que estás destinado a recibir.”

Eso no es amor.

“¿Y de quién más lo recibirás?”

Con valentía, JiSung pronunció—: sí.

Habría anhelado, en sus sueños de infancia, que esa simple respuesta cerrada haría a su madre demostrar cuán errada estuvo por los últimos siete años de su vida. La normalidad que sometió a JiSung nunca lo fue; lo que hizo fue un abuso, una violencia; necesitaba terapia, necesitaba alejarse, necesitaba tantas cosas que JiSung también lo hacía, y con un poco de esperanza, podrían hacerlo juntos.

Nunca tuvo que esperar algo de su madre, en especial cuando esa respuesta creo la ruptura de la cordura de ella y, en un ataque de rabia, tomó la olla y le lanzó el agua.

La ropa amortiguó parte de la quemadura, en especial en sus manos que fueron escondidas. JiSung por primera vez temió por su vida.

—¡¿CÓMO PUEDES DECIRME ESO?! —exclamó con aún más fuerza—. ¡FUI TODO LO QUE NECESITASTE!, ¡NADIE ESTUVO PARA TI COMO LO ESTUVE YO!, ¡YO NUNCA-

Pero JiSung dejó de escucharla. El fuerte shock de ver a su madre lanzarle el agua hirviendo hacia él fue suficiente para dejarlo suficientemente atemorizado.

Cállate.

“JiSung.”

—¡CONTÉSTAME CUANDO TE HABLO! —siguió, aproximándose hacia JiSung para abofetearlo una vez más. El anillo estaba oculto, por lo que la joya le lastimaba la mejilla—. ¡¿QUIÉN MIERDA TE LAVÓ TANTO LA CABEZA?!, ¡TE PROMETO QUE NOS IREMOS DE ACÁ Y-

Cállate.

JiSung.”

—¡HAS SIDO UN CASTIGO DESDE QUE TE TUVE! —con fuerza, ella agarró el cabello de JiSung y lo sacudió de un lado a otro—. ¡DIOS SABÍA POR QUÉ NO ME QUERÍA DEJAR EMBARAZADA!, ¡PORQUE LO ATROZ QUE YO TENDRÍA ESTARÍA REPRESENTADO EN TI Y-

Cállate.

“JiSung.”

SunHee, con el cabello de JiSung agarrado en una mano mientras que le abofeteaba con el anillo de compromiso, siguió zamarreándolo. —¡¿QUIÉN MIERDA PODRÁ AMARARTE ASÍ?!, ¡NI SIQUIERA YO PUEDO AMARTE!, ¡¿QUIÉN PODRÁ-

—Cállate.

Trastocada, SunHee detuvo su movimiento. JiSung había farfullado esas palabras mientras las lágrimas bajaban con fuerza por sus mejillas.

—¿Qué dijiste, Han JiSung?

—Que te calles —repitió, sintiendo por primera vez la seguridad en su cuerpo.

Era un abrazo- un fuerte abrazo desde el más allá. JiSung quería creer que era su padre entregándole valentía, o que solamente era un efecto de su imaginación por cuán desesperado estaba por un consuelo. Sin embargo, él quiso velar por lo primero. Estaba cansado de no sentirse apreciado.

Dos bofetadas más y un fuerte empujón que le hizo chocar su espalda baja con el mueble de la cocina. SunHee lo miraba con un fuerte asco. —¡¿Por qué me tratas de esa forma?!, ¡¿POR QUÉ NO PUEDES AMARME?!

—¡SÍ LO HAGO! —gritó de vuelta—. ¡TE AMO, MAMÁ, PERO NO ES LO SUFICENTE-

—¡¿PARA QUÉ?!, ¡¿SUFICIENTE PARA QUÉ?! —como JiSung no contestaba, ella insistió—. ¡DEBES CORRESPONDERME, JISUNG!, ¡¿QUIÉN PODRÁ AMARTE SI NO SOY YO?!

—¡YO, MAMÁ! —expresó con toda la fuerza que quedaba en sus pulmones. Con toda la emotividad. Con todo el odio. Con todo el aprecio. Con todas las memorias que JiSung recibía. Él estaba agotado de ser concebido como un trauma—. ¡¡¡YO PODRÉ AMARME, MADRE, PORQUE NO NECESITO TU PERMISO PARA HACERLO!!!

Nunca era tarde para tener una epifanía.

Con velocidad, JiSung se encaminó hacia la puerta. Su madre lo agarró de la muñeca antes de que pudiera hacer algo y jaló su brazo hacia atrás, pero él ya no la miraba; se zafó con vehemencia del agarre de ella y, sin meditarlo, cerró de un portazo la puerta de la casa.

¿Qué mierda?, ¿Qué mierda?, ¿Qué mierda?

Él ni siquiera podía medir la intensidad emocional de lo que había sucedido. En un momento él estaba vistiéndose, preparando agua para poder concentrarse en los estudios de los exámenes nacionales, y en otro momento estaba corriendo de su hogar por las calles domingueras del pueblo, contemplando la mirada de cuestionamientos de las personas que lo observaban en un sentido desesperado.

Las caminatas largas nunca fueron de su agrado, mucho menos cuando no sabía donde iba o no se daba cuenta de lo que hacía. Un montón de memorias dolorosas de su infancia donde creía que su madre lo amaba apuñalaron su corazón reiteradas veces, pero el temor de ser visto por ella misma desde la lejanía como la bestia de las montañas le hacían no querer frenar su paso de la carrera.

¿Hizo bien o hizo mal?, la situación por completo había sido intensa y tal vez un poco dramática. ¿Había hecho bien?, ¿A quién le beneficiaba aquello?, había peleado con la única familia que le quedaba y prontamente estaría solo. No tendría acceso a la universidad; no tendría hogar; no tendría familia.

¿Es posible sentirme más solo de lo que estoy ahora?, pensó con horror. El temor de quedarse solo era más grande que su sueño de amarse a sí mismo; no obstante, poco a poco el terror de verse cumplir los añorados treinta dentro del pueblo, viviendo con su madre, se hicieron su pesadilla más grande.

¿Qué mierda hago ahora?

“Tú causaste esto.”

¿Podía estar bien todo eso?

Al llegar a alguna parte, sin saber cómo, pegó un gran grito hacia el cielo. No sabía si alguien lo escuchó, ni mucho menos si había más personas en su espacio- no conocía el lugar, pero gritó; lo hizo con tal fuerza que su garganta quemó y se quedó sin aire, pero como no traía el inhalador pensó que la muerte lo atraparía donde-sea-que-estuviera, persiguiéndolo como su madre de los gritos que dejó atrás cuando salió de la casa.

No obstante, al terminar de gritar, rio. Rio con tanta fuerza que pensó estar loco. ¿Por qué el sentimiento de satisfacción estaba acoplándose dentro de él luego de haber vivido una escena tan brusca, violenta y traumática?, la felicidad parecía ser una gran mención de haber perdido la cordura- pero no se sentía loco, al contrario, se sentía aliviado: había gritado palabras que en su mente nunca se posaron, que nunca existieron, que nunca fueron parte de su realidad.

Amarme.

“Arruinaste todo.”

 En un sentido de supervivencia, JiSung sonrió.

Está bien, pudo contestarse, finalmente. Podré construir algo nuevamente.

Y, siendo la primera vez, pudo eliminar esa consciencia negativa dentro de su cabeza. El picabuey que era el juzgador de sus acciones se largó volando hacia el cielo para perderse entre las estrellas que aún no se vislumbraban. JiSung estaba teniendo un renacer.

Su cuerpo decayó en alguna parte, y pudo contemplar el cielo celeste transformarse en naranjo- rosado- rojo- celeste y, finalmente, azul estrellado.

JiSung no supo cuánto tiempo pasó recostado en el bosque del pueblo, pero cuando el frío caló en sus huesos, comenzó a moverse.

Hui de casa. ¿Qué hago ahora?, ¿Qué mierda puedo hacer ahora?

En medio de la nada, siguió con sus instintos. El temor de pasar solo el bosque durante la noche era su preocupación más grande en ese instante- y JiSung no sabía con qué señal tomarlo. ¿En qué momento pensó, desde su vida pasada, que tendría que preocuparse por eso?

Tanto añoró por huir de su madre con la excusa de la universidad, que siempre pudo hacerlo. Solo tenía que abrir la puerta.

De su gran pérdida y ausencia de sentido de orientación, JiSung llegó a la carretera. Caminó por un costado, tal vez en espera de que alguien lo vislumbrara y decidiera adoptarlo (y de paso internarlo en alguna parte). La ruta fue lo suficientemente extensa que ni él sabía hacia dónde se dirigía- tal vez, finalmente, perdiéndose en el son de su memoria y dejarse llevar por el viento dominante.

No obstante, como un alivio dentro de él, la calle junto a la carretera le pareció familiar.

Un extenso camino de tierra con plantaciones de por medio. La lechuga era abundante, aunque no fuera temporada- o, en verdad JiSung no lo sabía, ya que su conocimiento por el mundo agrícola era tan reducido como su conocimiento por la aritmética universitaria. Las piedras servían como tropezones en el camino que lo hizo caer más de una vez, dándose cuenta de que sus pantalones estaban pelados al igual que sus codos- tuvo que haberse caído en el bosque.

Finalmente, como ola de una gran tranquilidad, divisó la granja Hwang.

—Mierda- ¿Por qué nadie contesta su celular? —JiSung escuchó la voz frustrada de Yeji—. ¡HyunJin, vamos!

—¡Enseguida! —divisó a HyunJin saliendo de la casa. Yeji estaba caminando con rapidez hacia la camioneta verde de los Hwang mientras que el chico se encontraba hablando por celular—. Mira, estaré ahí lo más pronto que pueda- Yeji está igual de preocupada y- ¡Está acá!

JiSung no entendía qué era lo que arrebataba a HyunJin a mostrar ese semblante, pero se sintió como si hubiese despertado cuando el cuerpo del otro colisionó en un fuerte abrazo.

—¡Estábamos tan preocupados! —fue lo que escuchó JiSung entre los zarandeos que el más alto le daba—. ¡¿Dónde estabas?!, ¿Caminaste todo el camino hacia acá?

—Oh, mierda —Yeji, también se acercó a los, mostrándose igual de aliviada—. JiSung- mierda, avisaré enseguida.

—Toma mi teléfono y hazlo —ordenó, y ella asintió—. JiSung- oye, mírame. ¿Qué te pasa?, ¿Estás bien?

Una vez más, él no se había dado cuenta de que estaba llorando. Pareciendo sentir su mundo derrumbarse, dio un paso hacia adelante y abrazó con fuerza a HyunJin.

Desde la camioneta, Yeji tomó el celular de HyunJin y tecleó en el grupo por el cual lo mensajeaban con intensidad por el paradero de JiSung, antes de tomar su propio celular y llamar a Yuna.

¿Lo encontraste?, ¿En serio llegó? —fue lo primero que preguntó Yuna, con su voz de preocupación y notoriamente moqueando por el llanto.

—Sí- llegó y tiene las rodillas y codos raspados. Quién sabe cuánto rato estuvo vagando —dijo Yeji, mirando cómo JiSung se rompía con HyunJin—. Pero está acá, así que tranquila.

La señora Han está tan asustada. Dice no saber qué es lo que pasó…, dijo que se volvió loco- Yeji, no creo que haya pasado eso, pero-

Está bien —cortó, sin despegar la mirada de los dos—. Avísale a la señora Han y vete a tu casa. Creo que demoraremos en ir a dejar a JiSung.

¿Segura?

Sí. Se ve demasiado alterado.

Cuando JiSung volvió en sí, se encontraba en el comedor dentro de la cocina de HyunJin, con una taza de hierbas frente a él humeando en un servicio de vidrio, tan tentador como para beberlo como para lanzárselo al rostro.

—… ¿Qué haremos con él?

—Dejarlo pasar la noche.

—Ni siquiera sabemos por qué está acá.

—Dios, hombre- cálmate un poco y déjalo que hable.

En un rincón de la cocina, los padres de HyunJin se encontraban discutiendo mientras que HyunJin parecía estar cocinando algo en los quemadores. No había señal de Yeji.

—Aquí está- una mezcla especial vegetariana —sirvió HyunJin un plato junto a JiSung—. Come todo lo que quieras que no te detendré.

—¿Por qué todos parecen querer animarme con comida? —murmuró JiSung, sorbiendo sus mocos.

HyunJin, esforzándose, rio. —Porque es el mejor remedio.

Era una sopa de verduras bastante contundente y sólida. JiSung se sentía culpable en comerla.

Bebiendo del té de hierbas, se dio cuenta que seguía lagrimeando, por lo que se secó con su manga empapada antes de poder forzar una sonrisa a HyunJin. —Gracias.

—Yuna llamó a Yeji porque la llamó tu mamá —contó HyunJin—. Dijo que te habías escapado de casa. Llamó incluso la policía. Acabamos de enterarnos, e incluso íbamos a salir a buscarte y-

—No es como si pudiera ir a alguna parte —murmuró, aún sorbiendo sus mocos—. Lo siento, no quería causar tantas molestias.

—Exijo bajo mi papel como tu mejor amigo que me cuentes qué sucede —dijo HyunJin, apuntando la mesa—. No todos escapan por nada.

JiSung alzó una ceja. —¿Somos mejores amigos?

—¡Todos somos mejores amigos! —exclamó con gracia—. ¿Por qué no podríamos serlo? —JiSung se encogió de hombros—. Vamos, hombre, ¿Por qué huiste de casa?

JiSung se encogió de hombros. —Supongo que porque ya no soportaba estar en casa.

—Oh —HyunJin ni siquiera se veía acomplejado por eso—. Bueno, si huiste de casa, ¿Dónde te quedarás?

Era una pregunta tan sencilla porque él no tenía idea de dónde poder quedarse.

Había huido de casa. ¿Qué podría hacer?, Young K. le había dicho que había personas que se independizaban y otras que escapaban. ¿Por qué JiSung no podía crecer de forma normal?, ¿Qué demonios haría ahora?

—Creo que él está teniendo un ataque —advirtió Mamá Hwang, acercándose a la mesa—. HyunJin.

—Sí- JiSung —HyunJin se deslizó por la banca que tenían como asiento para acariciar la espalda del chico—. JiSung, escúchame. He estado en suficientes ataques de JeongIn como para saber qué hacer.

—¿Puede ser un ataque de asma? —formuló él.

—No —negó enseguida, aún con su mano en su espalda—. Conozco las crisis de pánico. Vamos, respira conmigo- inhala, exhala, inhala, exhala…

JiSung miró a HyunJin, y este seguía moviéndose exageradamente según lo que indicaba.

—JiSung. Enlístame algo- mierda, ¿Qué te gusta?, dime los nombres de los personajes políticos de la izquierda.

—¿Qué? —Mamá Hwang cuestionó.

—¿Eh?, Mao —empezó JiSung, sin saber qué decir—. Mao…, Lenin…, eh…, eh…

—Mejor- dime las cosas amarillas que ves —repitió HyunJin, aún sobando la espalda del chico—. Cosas amarillas. Comienza.

Intentando concentrarse, JiSung miró a su alrededor. —Azucarero. Olla. El pimentón. Los plátanos…

—Sigue, sigue…

—El vestido de tu- de tu mamá. El azucarero- ya lo dije. Eh…, esa pintura. Tus dientes.

—Grosero, pero bien.

HyunJin siguió pidiéndole enlistar diversos objetos de su alrededor, y a medida que las palabras salían de la boca de JiSung, este poco a poco iba calmándose.

Pero…

—No sé qué hacer —admitió, tan pronto como sintió su respiración regularse. Miró a HyunJin con terror, y negó—. No sé qué hacer. No tengo donde ir. No puedo- no quiero volver donde mi mamá.

—Bien- JiSung —Mamá Hwang chasqueó los dedos frente al rostro de JiSung para llamar su atención. Eso lo dejó bastante desconcentrado—. Dime. ¿No quieres volver con tu mamá?, ¿Por qué?

—Me tiró agua hirviendo de la olla —contestó automáticamente—. Y me golpeó- harto. Y le grité.

Pareció que ninguno de los dos esperaba tal nivel de revelación, y HyunJin tuvo que carraspear para seguir con la línea emocional de JiSung. Con instinto, miró a su madre. —¿Lo dejaremos que regrese?

—Ni de chiste. ¿Quién hace eso? —comentó ella. El padre Hwang pareció querer decir eso, pero la madre lo miró—. ¿Sabes cuán desenfrenada puede estar por eso?, incluso la abuela Yang (abuela de Chan y JeongIn) me comentó cuán rara fue ella durante la reunión que tuvieron con lo que pasó con ese chico raro…

—¿Quieres que lo mantengamos acá? —cuestionó el padre.

—¡¿Por qué no?! —consultó HyunJin, nervioso—. ¡Quién sabe qué le hará su madre!

—Nos pueden denunciar por secuestro, idiota —le dijo.

Por alguna razón, JiSung sentía mucho ruido en su entorno, a pesar de que no había nada más sonando aparte de las voces de la familia Hwang discutiendo de fondo. Había fuertes alarmas que lo estaban distrayendo de su realidad, y fuertes voces que eran ajenas a todo que parecían estar pidiendo desesperadamente la atención de JiSung.

—JiSung —le llamó la Mama Hwang—. ¿Tienes algún familiar donde puedas quedarte?

—¿Familiar? —JiSung, perdido, miró a HyunJin—. ¿Tengo otra familia?

HyunJin se encogió de hombros.

—Tenía un padre, pero cuando falleció, su familia dejó de contactarme- como a SeungMin —le comentó a HyunJin.

—¿El papá de SeungMin falleció? —preguntó el padre Hwang.

—No- habla de su hermano. Cuando se separaron sus padres, la familia del papá tampoco le habló —le explicó la madre por debajo.

—Y mi familia materna…, solamente mis tías —hizo memoria—. Pero viven en Gimhae- y tienen un hijo. No creo que puedan recibirme.

—¿Tienes como contactarte con ellas? —le preguntó HyunJin—. Puedes quedarte acá, pero creo que será bueno que estés con tu familia.

—Mis…, mis tías cuidan a un bebé- es su hijo —repitió—. Y mi celular…, no lo tengo.

—¿Alguna red social?, ¿Algo? —intentó indagar HyunJin.

Recordando, JiSung asintió, atontado. —¿Instagram…?

Él no tenía, pero recordaba el usuario de una de ellas porque era fácil de recordar. HyunJin le abrió una cuenta rápidamente (ninguno de los dos tenía una, ¿Por qué hacerlo) y, con sus dedos temblorosos, la buscó hasta encontrarla.

¿tía? <<

Soy han jisung <<

Lo que pareció ser una eternidad, pero en realidad fue hora y media de lo que ella podía contestar, el mensaje de vuelta llegó.

>> ¿JiSung?

>> ¿Qué sucede?

¿Puedo llamarla? <<

El número apareció en instante, y antes de darse cuenta- junto con el apoyo de HyunJin y sus padres mirándolo desde la entrada de la cocina, JiSung reventó una vez más en llanto mientras soltaba todo lo que su corazón había estado guardando. Desde que su papá murió, la tortura de su madre, la tormentosa relación y la muerte de ChaeWon.

¿JiSung? —desde la otra línea, la agitada voz de su tía de sangre se escuchó alterada—. Dios santo- JiSung. Voy enseguida y-

No- no, no puede… —pero JiSung se sentía estúpido—. No- perdón, yo-

—¿Aló? —indiscriminadamente, HyunJin le quitó a JiSung su celular—. Hola- soy el amigo de JiSung. Él está en mi casa y se encuentra muy mal…, sí…, sí…, ajá…, sí, no tengo problemas.

JiSung estaba lo bastante atontado como para poder hacer algo, pero la seriedad y convicción en la mirada de HyunJin le hizo sentirse un poco querido.

“—Más agradecimientos y menos lamentos, JiSungie~”

Él había llorado mucho esos últimos días, pero sentía que era correcto hacerlo.

—HyunJin —la madre Hwang palmeó el hombro de su hijo—. Déjame hablar con ella.

La mujer tomó el celular de HyunJin y salió de la cocina. JiSung, bastante nervioso, comenzó a rascarse sus labios, pero el otro le tomó de la mano y se la palmeó. —Está bien…, todo estará bien.

—¿Y si no? —preguntó con temor—. ¿Y si tengo que volver?, no puedo volver, HyunJin, mi mamá-

—No vas a volver —aseguró—. No lo harás. Si tanto temor ella te causa, entonces de quedarás acá.

Durante la pesadez de su mente, JiSung se puso por primera vez en el lugar de JeongIn. Mejor amigo de la infancia de HyunJin, teniendo dificultades durante su desarrollo no solo de comprender a las personas, sino que también de sí mismo. ¿Qué tan doloroso tuvo que ser para HyunJin, quien conocía a JeongIn desde siempre, encontrarlo en ese estado de decadencia dentro de su familia, sin poder protegerlo del horror de su casa?

Era probable que estuviese más tranquilo porque Chan también se encontraba ahí, pero el amor era tan grande que a veces eso no era capaz de calmarlo.

La madre de HyunJin apareció por la cocina, y le entregó el celular a HyunJin. —Mañana, JiSung se irá a Gimhae con ellas.

Enseguida, JiSung negó. —No tengo dinero para ir- no sé cómo-

—Nosotros te daremos —con calma, ella tomó asiento—. Lo que tienes que hacer ahora es ir a tu casa en busca de tus cosas, ¿Está bien?, mi marido o yo podemos acompañarte.

—Yo iré —aseguró enseguida HyunJin—. Puedo ir yo a su casa y-

—No- no, es mejor que yo vaya también —lo imitó JiSung, levantándose—. Yo…, yo tengo que ir.

HyunJin, asintiendo, terminó por tomar las llaves de la camioneta verde y, esperando a que JiSung tomara la valentía de poder subir al copiloto, ambos trazaron su viaje hacia el pueblo nuevamente, en un silencio tan ruidoso que ni la radio podía opacarla.

—Antes de ir a casa…, tengo que pasar a una parte antes —anunció JiSung—. ¿Podemos…?

—Claro, claro —asintió—. ¿Dónde?

—Yuna.

HyunJin se sabía el camino. JiSung presumió que era por ir a dejar a Yeji ahí. Rezó hacia sus adentros que ella se encontrara en su casa y no en la casa de JiSung, porque no estaría preparado para hablar con ella en ese lugar.

Aparcaron en la calle perpendicular de la casa de Yuna, lo suficiente para darle privacidad a ambos. Con nerviosismo, JiSung bajó del copiloto y, mientras se secaba las manos en sus pantalones, se encaminó hacia la puerta.

Tocó una vez y esta fue abierta enseguida. Yuna tenía los ojos rojos de tanto llanto.

—¡¿Por qué estás acá?! —exclamó ella, antes de lanzarse a los brazos de JiSung—. ¡Me tenías preocupada, dios santo!, ¡¿Qué te pasó?!, ¡¿Cómo…?!

¿Por qué JiSung fue ahí en primer lugar?, Yuna lo había estado evadiendo cual virus por todas partes desde hace un par de días.

Pero si él se largaría, tenía que saldar eso.

—Tenemos que hablar —con sutileza, él tomo sus manos y las apretó—. Esto…, esto es serio.

La sentó en la cuneta de su casa, bajo el alumbre de las estrellas. Las palabras que JiSung empezaron a salir nacieron desde la intención del relato- contar lo que había sucedido; no obstante, a medida que todo avanzaba, poco a poco dejaba de relatar para meramente escupir desde el rencor desde sus sentimientos.

Empero, la perspectiva de Yuna terminó decayendo.

Durante la llamada que JiSung tuvo con sus tías, donde se explayaba en su relato de la vivencia con su madre, Yeji había llamado a Yuna para contarle todo lo que había escuchado, haciendo que la chica reventara en llanto y sintiera todo lo que JiSung pasó desde el gran golpe de la amargura.

¿Todo había sido su culpa?

JiSung contaba las veces que había querido terminar con ella pero por el temor de su madre no lo había hecho. ¿Por qué Yuna nunca lo notó?, se sentía tan bastarda por no haber visto las señales de la decadencia de su novio por estar satisfaciendo un deseo tan falso como los sentimientos actuales que JiSung tenía hacia ella.

Era responsable de su decadencia. De su huida. De su locura. Era igual de culpable que la madre de JiSung de todos los males cometidos.

Sin embargo…

—Realmente te fui infiel —admitió JiSung. Ambos, aún en la cuneta de la vereda, el chico se tapaba la mitad del rostro mientras evitaba mirarla a la cara—. No te sientas mal- yo te hice daño.

—¿Me fuiste infiel? —atinó a preguntar ella, atónita—. Tú…, ¿Desde hace cuánto?

JiSung se quedó callado.

—JiSung…

—Cuando intenté terminar contigo- o, mejor dicho —se corrigió—. Cuando terminé contigo.

Abril…

Eran tantas emociones sofocando en ese instante a Yuna que no sabía por dónde empezar. Quería gritarle, maldecirle, insultarle y golpearlo por haber jugado con sus emociones de esa forma desde hace tanto tiempo. Empero, quería arrodillarse frente a él, besarle las piernas para que la perdonara de todo lo que le hizo sentir.

—Pero tu madre te aterró, te hizo terminar en urgencias y por eso regresaste conmigo —agregó Yuna, después de un silencio—. Pero, al seguir conmigo, también seguiste con él…

JiSung levantó la mirada desde el suelo y, una vez más, empezó a lagrimear.

—Yuna…

—Fue MinHo todo este tiempo, ¿No? —susurró en desespero, intentando no sonar furiosa y dolida—. Siempre fue él…, ¿No?

Más que cuestionar su razonamiento, JiSung se mantuvo un momento callado antes de, por la sombra de los faroles que podía verse desde el suelo, lo vio asentir.

—Y yo…, tú sufrías estando conmigo…

—No quiero negar que no te amé, porque lo hice —se apresuró en decir, girándose por completo hacia ella—. Yuna-

—No- ya, por favor, no —la chica se tapó su rostro—. No más…, no…, no me digas cuán feliz te hacía él mientras yo-

—Eres mi primer amor —interrumpió, pero Yuna seguía alejándose del toque de JiSung—. En serio te amé, Yuna…

—Y lo entiendo —sollozó—. Pero…, no me pidas que no me duela- porque lo hace.

—Yuna-

—Todo duele…, es una maldita competencia —farfulló—. No sé si duele más que estuviste engañándome cerca de siete meses, o que el estar conmigo te causaba tanto sufrimiento…

Antes de que JiSung pudiera agregar algo más, Yuna se levantó y se entró a su casa. A pesar de que él había hecho el amago de agarrarla, tampoco tenía la energía suficiente para hacerlo.

Le había roto el corazón. JiSung era consciente de eso. Pero tuvo que hacerlo en primer lugar.

La culpa real de ser una mala persona con ella era lo suficientemente real para saber que no solamente era una víctima de las circunstancias. Tantas personas en ese mundo que, según ChaeWon, lo amaba, y él seguía maltratándolas de esa forma…, ¿Debería borrarse?

No, se atajó. Ya no. Ya no vale la pena. Hiciste lo correcto.

No se permitiría largarse de ahí sin haberle dicho la verdad a Yuna, aunque estuviera huyendo de las consecuencias.

Sin saber cuánto tiempo estuvo ahí, JiSung se levantó de la cuneta para ir finalmente hacia donde HyunJin, quien lo esperaba dormitando en el manubrio.

—Lo siento —se disculpó enseguida, subiendo al copiloto—. ¿Fue mucho tiempo?

—Lo justo y necesario —se reincorporó el chico.

—¿Qué hora es?

—Pasada de la diez. ¿Vamos a tu casa?

—Sí.

—¿Quieres que te acompañe a entrar?

—Al contrario. Espérame con la camioneta encendida.

Aparcaron frente a la casa de JiSung, y todas las luces del primer piso estaban encendidas. Él sabía que no podía ingresar por la puerta principal, por lo que, rezando desde su interior, se bajó de la camioneta para subir a su habitación por la enredadera.

¿Cómo MinHo hacía ver esto tan fácil?

Muerto de miedo, abrió la ventana. Toda la habitación estaba a oscuras, y se asustó al sentir que sus pies pisaban algo que emitía ruido.

Intentó encender la lámpara de su escritorio, pero esa no se encontraba ahí.

Corriendo todas las cortinas, JiSung tuvo una primera probada de lo que era el horror de abandonar el hogar. A tropezones, se acercó hacia el interruptor de su dormitorio y prendió la luz: todo lo que fue de sus recuerdos, objetos personales y lo más cercano a una propiedad, se encontraba esparcido en el suelo.

Ropa. Cuadros rotos. Su portátil hecha añicos. La lámpara estaba destrozada. Sus libros esparcidos por todas partes. Sus vinilos decorativos rotos, al igual que los CDs. Y, ubicado tímidamente a un lado, una caja abierta portaba un mohoso y mal oloroso cheesecake que había comprado meses atrás y que había intentado comer.

De repente, sintió un movimiento brusco en el piso de abajo.

—¡¿JISUNG?!

Rápidamente, JiSung corrió su cama para poder trabar un poco la puerta. Sin saber qué recoger o por dónde empezar, tomó la primera mochila que vio y guardó camisetas de algodón y un par de pantalón que ni siquiera podía asegurar que eran suyos; guardó toda la ropa interior que encontró, que era poca; y, entre los escombros, encontró el pequeño peluche de quokka que alguna vez su primo menor le había dicho que era él.

La puerta comenzó a sonar. Su madre se encontraba gritando en desespero para que al abriera, pero la cama pesaba lo suficiente como para poder dificultar su entrada.

Junto con el nudo en su garganta y despidiéndose de su infancia, JiSung le dio un último vistazo a su dormitorio, donde las memorias positivas y negativas construían lo que fue el espacio de su persona. Al alejarse, todas las paredes estarían destruidas por el rencor y el odio que JiSung anhelaba no ver jamás.

Al cruzar la ventana, se dio cuenta que su madre había dejado de forcejear. Con la adrenalina corriendo dentro de él, bajó con rapidez la enredadera y, saltando el útlimo par de metros, corrió hacia la camioneta de HyunJin a la par que este le quitaba el seguro a la puerta. JiSung se subió tan rápido como su madre abrió la puerta de la casa.

—¡Santa mierda! —chilló HyunJin, acelerando enseguida cuando vio a la mujer cruzar la calle para ir hacia ellos—. ¡Tu madre está demente!

—¡Lo sé! —gritó también.

Dentro de la locura, SunHee siguió la camioneta. HyunJin gritaba cuán loca se encontraba ella y, perdiéndose en un par de calles, terminó por adentrarse a lo que era conocido como El Puente de Besos dentro del pueblo.

HyunJin tuvo que frenar para calmarse también, especialmente cuando JiSung abrió la puerta y vomitó un poco hacia afuera.

—Mierda… —temblando, JiSung se inclinó hacia adelante para taparse el rostro—. Mierda…, mierda…, mierda….

Se quedaron en silencio, dejando los autos pasar y que la noche los acompañara. HyunJin era un buen amigo en ese instante, porque no presionaba a que JiSung diera un comando- especialmente cuando solamente balbuceaba cosas inaudibles.

—… de felicidad…

—¿Eh? —HyunJin le miró—. ¿Qué dijiste?

Repentinamente, JiSung se incorporó mientras inhalaba fuertemente. —Necesito ir donde MinHo.

—¿MinHo? —él no entendía—. ¿Por qué?, ¿Qué…?

—Por favor, HyunJin —JiSung le imploró, mirándolo de nuevo—. Necesito ir donde él. Te prometo que no será mucho tiempo.

—No- tranquilo —HyunJin sacó su celular para poder mensajearle—. Está bien- solamente me sorprendió.

Tras ubicarlo en la casa de sus padres, HyunJin evitó por completo el tránsito por la casa de JiSung, llegando a la casa del vocalista y aparcando en frente a ella, viéndolo tirar su cigarrillo cuan pronto vio la camioneta estacionarse.

—Mierda- JiSung —fue lo primero con lo que MinHo recibió al chico, a la par que él se acercaba—. ¿Qué sucedió?

Por primera vez en toda la tarde, JiSung tenía que mantener la compostura. No podía entrar en pánico porque sabía que MinHo lo acogería, lo consolaría y JiSung se quedaría ahí para siempre.

No podía contar con MinHo. No podía mantenerlo.

—No puedo volver a casa porque mi madre está loca —empezó JiSung, usando toda la fuerza de su corazón para sonar tan seguro como siempre—. Me iré donde mis tías a Gimhae…, no tengo celular porque mi madre lo hizo desaparecer y…, y ella rompió los CDs         que me diste.

En ese momento, no sabía cómo referirse a MinHo. Quería abrazarlo con tanto desespero y llorar con él por lo abrumado que se sentía de su propia realidad. Quería ser un niño para ser cuidado por él.

MinHo no puede salvarme, se repitió, esforzándose por no llorar. No puedo hacerle eso. No puede salvarme.

—Está bien, está bien… —MinHo intentó tomar a JiSung de los brazos, pero JiSung dio un paso atrás—. Vamos- entra y…, ¿Ese es HyunJin?

No me importa.

—Me voy ahora —repitió JiSung—. Me quedaré con él y maña me iré a Gimhae…

Los ojos de MinHo, tan clásicos por emitir el descaro y la fanfarronería que lo hacía completar el personaje cliché que alguna vez alguien lo conoció, eliminaron todo brillo de inocencia y diversión de manera tan abrupta que JiSung se sintió tan culpable de ser el causante de eso.

Debería amarte- no hacerte daño.

Pero más allá de que MinHo le pidiera que se quedara o le rogara por una explicación, a JiSung se le rompió el corazón notar que MinHo siempre esperó eso.

—Está bien —asintió finalmente MinHo, esbozando una pequeña sonrisa que hacía a JiSung morir un poco más—. Yo…, espero que estés bien allá.

JiSung no tenía nada más que agregar más que futuras lágrimas hacia ello.

Sin mirar atrás, JiSung se montó a la camioneta de HyunJin.

HyunJin, como buen amigo, condujo todo el camino hacia su casa, incapacitado de hacer preguntas y de cuestionar por qué JiSung lloraba a viva voz, tan amargamente.

Esto es lo mejor para ti, intentó consolarse. Todo esto te hará mejor.

Estarás bien, JiSung, solo tienes que ser optimista.

. . .

A la mañana siguiente, a primera hora, MinHo habría jurado que el cielo se tornó de otro color.

Despertó en casa de su abuela, con Soonie acicalando a sus hijos en el cajón de naranjas. Cuando MinHo se incorporó y sintió el suelo helado, cayó en cuenta de la realidad de los hechos.

Bien, no hay por qué deprimirse, se dijo mientras se levantaba. Todo esto es para mejor.

Teniendo como refugio a Cessi, cruzó el estuche por su espalda y se despidió de la abuela Goo. Caminó hacia la escuela mientras escuchaba algo de la radio local en su reproductor y fumaba con calma, mirando las calles, las personas y las casas de la normalidad del pueblo.

Todo funcionaba igual que antes.

Terminó su cigarro al entrar a la escuela, y fue directamente hacia su casillero en el pasillo del llanto. Repasó mentalmente sus deberes de ese día: era lunes, tenía que seguir con la construcción de la parra y, a no ser que Lily saliera con alguna presentación bajo la manga, no debería tener práctica- especialmente cuando la obra de navidad era en el otro mes.

Otro mes, mierda, masculló. ¿Cómo lo hará JiSung en ese instante?

Bueno- JiSung no tendría que preocuparse, porque él se fue.

Observó de un lado del pasillo: el casillero que fue de ChaeWon seguía con el arreglo, aunque sus hojas estaban un poco más marchitas; tal vez él podría sacar unas flores de su madre, ya que eran preciosas, para ponerlas en el decorativo. Observó al otro lado: Yuna se encontraba con su cabeza apoyada en el casillero y lo miraba sin pudor alguno; MinHo alzó su mano hacia ella en signo de saludo, pero ella giró su cabeza y se perdió por el pasillo.

Su celular vibró.

Terminología sináptica de las neuronas simias de Chan (10 integrantes)

Príncipe

>> buenas, buenas

>> veámonos en el taller de yisu antes de entrar a clases

Aunque, curiosamente, tras entrar se dio cuenta que estaba vacío, por lo que pidiendo perdón mentalmente a la chica, se dispuso a fumar nuevamente.

—¿Debes hacerlo acá?

Atrayéndolo a la realidad, Chan le sacó el cigarro a MinHo de la boca y lo apagó con su zapatilla. Encogiéndose de hombro, MinHo encendió otro.

—¿Qué demonios pasó ayer? —con descaro, ChangBin preguntó al entrar. Solamente HyunJin faltaba por llegar—. No entendí nada- me desperté y de repente- ¿Alguien desapareció?

—Por eso siempre hay que tener el celular con sonido, aún cuando te acuestas con alguien —le comentó SeungMin sarcásticamente.

—¿Acaso tú lo mantienes en sonido?

—Por supuesto. No saben lo matapasiones que son ustedes cuando-

—Buenos días —saludó HyunJin al entrar al taller. Su ánimo parecía contrariado a sus palabras, aunque su postura seguía siendo la clásica de un inocente chico—. ¿Tenemos que asistir a clases hoy?

—¿En serio nos reuniste solo para saltártelas? —le preguntó Chan.

—Bueno- apoyo —asintió Felix.

MinHo expulsó el humo de su boca, y pudo ver el rostro de disgusto de YiSu al notar que lo hacía con sus prendas adentro. —MinHo-

—Quiero decir algo —interrumpió él, llamando la atención de su grupo. Descaradamente, sacó su celular del bolsillo y colocó el temporizador por sesenta segundos—. Voy a decir algo y tendrán sesenta segundos para hacerme todas las preguntas que quieran, ¿Vale?

—MinHo- ¿Qué mierda?

—JiSung se fue con sus tías a Gimhae- y creo que terminamos porque ambos estábamos en una relación de casi siete meses. ¡Ahora!

Los primero ocho segundos se encontraron en un mortal silencio, procesando cada una de las palabras que MinHo había pronunciado en ese instante.

Decir eso en voz alta le hizo sentir más aliviado.

—¡¿Qué?!

—¿Relación seria? —cuestionó ChangBin—. Así- homoual.

Seh —murmuró.

—¿Yuna supo?, ¿Era contigo a quién le estaba engañando? —consultó Lily. MinHo asintió.

—¿Por qué JiSung se fue?, ¿Cuándo vuelve? —preguntó JeongIn.

—Su madre está loca. Ni idea de cuándo vuelve.

—¿Y cómo estás tú? —preguntó finalmente SeungMin, sin apartar la mirada de MinHo.

Él, descaradamente, detuvo el temporizador. —Tiempo. Basta con las rondas de preguntas.

—MinHo-

—Mis padres fueron a dejar a JiSung esta mañana a la estación de buses en Seúl —contó HyunJin, recibiendo la atención del grupo—. Estaba trastocado. Ayer tuvimos que escapar luego de que su madre nos persiguiera cuadra y media cuando fuimos a buscar sus cosas. Según lo que dijo JiSung, ella le había destruido todo.

Una vez más, los chicos quedaron en silencio.

Me lo esperaba.

Ninguno tenía palabras concretas por transmitir, especialmente cuando había algo dentro de ellos que les hizo creer lo mismo que MinHo: sucedería pronto.

—¿Cómo lo hará con la escuela? —preguntó JeongIn. Su rostro estaba comprimido—. ¿Se retirará?, ¿Repetirá de año?

—No tengo idea.

—¿Se lo dijo, aunque sea a alguien?

—Bueno- al menos hizo algo que siempre quiso hacer —habló MinHo. Tanto JeongIn como HyunJin le dieron una mala mirada—. No me miren así, saben que es verdad.

—Sí, pero MinHo-

—Miren —no quería sonar borde, pero estaba perdiendo la paciencia—. En este instante, lo mejor que le pudo haber pasado a JiSung entre ayer y hoy fue subir al maldito autobús hacia donde sus tías. Si él no quiere volver, está completamente bien, porque su casa era un maldito infierno.

—No lo digas de esa forma tan tosca —Chan lo atajó—. Está bien que te sientas molesto, pero-

—No- no me vengan con esas mierdas —decretó entre dientes, mirando con enojo a cada uno de sus amigos porque ellos no estaban entendiendo su punto—. Él es nuestro amigo, y lo que necesitamos hacer es esperar que estando incluso en la luna esté mejor y n- no tirándose de un maldito barandal, ¿Quedó claro?

Nadie parecía atreverse en contradecir las palabras de MinHo, aún cuando personas como Chan, YiSu y SeungMin lo consideraban bastante tosco para aquello. MinHo, volviendo a su aspecto de desinterés, caló una vez más de su cigarro antes de apuntar a sus amigos. —El drama ahora será qué hacer con su maldito grupo de estudio y obra de teatro.

—Podrías hacer clases tú —propuso Lily, siguiendo con la línea que MinHo había dibujado—. Eres el más listo de acá, y no puedes dejarnos solos- en especial por los exámenes de ahora.

MinHo puso sus ojos en blanco. Lo último que quería hacer era hacerse cargo del bendito club de estudio.

—Vale- como sea.

—Sigo con las llaves del viejo club —comentó Chan, desviando la atención—. Podríamos ir y saltar las clases de la mañana.

—De nuevo- apoyo —corroboró Felix, saliendo con él del taller.

Poco a poco el grupo dejó el taller. MinHo fue el último en abandonarlo a causa del cigarro, y cuando lo apagó con su zapatilla para botarlo en el basurero, SeungMin apareció para tomarlo del brazo.

—Oye-

—No. Suéltame —se zafó enseguida MinHo, apuntándolo—. No digas nada. Especialmente no digas nada.

MinHo no debía de por qué estar mal o triste. No. Esto era lo que JiSung quería, y por respeto a su voluntad, la seguiría al pie de la letra.

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Comments

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Missanion
#1
Chapter 11: Estos chicos me estresan.
Missanion
#2
Chapter 10: Bueno. Primero, Lo positivo es que Mingi y San si quieren a Jisung peeeero,en lugar de enojarse también con Yuna sólo lo hacen con Minho? ?o sea...es la chica la que se le esta insinuando todo el tiempo pero es la culpa de Minho quien la rechaza absolutamente todo el tiempo? ?
Segundo, la verdad es que Jisung es bastante egoísta y particular. Sólo piensa en él mismo y no valora o no le interesa el cariño que recibe. No se preocupa por mantener sus amistades, creo que los cambiaría a todos por un 10 en sus exámenes. Así de egoísta me parece.
Missanion
#3
Chapter 9: La mamá de Jisung tiene problemas mentales.
Minho me dio mucha ternura en éste capítulo!!! Jisung no estaba ni cerca de tener una erección en absoluto. En eso estaban iguales los dos,se concentraban más en sus acciones que en el momento y no lo disfrutaban. Minho por ser su primera fez y por los nervios y Jisung creo que el realidad nunca disfruta nada relacionado con su noviazgo,; se engaña así mismo.
También me di cuenta que Yuna si se preocupa a su manera por Jisung, pero sigo pensando que no lo quiere del todo y que esta con el para experimentar.
Missanion
#4
Chapter 8: Bueno,al parecer los chicos si quieren a Jisung. Pensé que no les importaba pero Mingi, San y Yeosan parecen celosos de sus constantes interacciones con el grupo de Minho ;eso o simplemente no toleran al grupo de Minho y por ende no toleran ser rechazados por ellos.
Creo que Chan le dijo a Minho algo de lo que Changbin y creo hasta Félix ya se dieron cuenta. Pero claramente para él no es fácil de aceptar. Creo que ellos 3 no van a tener mayor problema si el llega a aceptarlo o comentar algo de eso a los chicos. Por Seungmin no sé, Jeongin y Hyunjin tampoco creo que lo juzguen.
Missanion
#5
Chapter 7: Awwwww, escuchan música del mismo auricular. ❤
Al verdad pensé que Jisung le iba a decir que se quede a dormir porque ya era muy tarde o que Minho se aauto- invitaría a dormir para pasar más tiempo con él. Pero no,se volvió solito a la madrugada, aunque seguramente su casa no quedaba para nada lejos ,si en 10 minutos y a paso tranquilo llegó a la casa de Jisung.
Missanion
#6
Chapter 6: Sii! Al fin estuvieron libres de las otras pestes. Por lo que dijo Hyunjin, ya me cae mal Yeji. Es la típica adolescente mimada, egoísta y que quiere ser rebelde y no hace más que estupideces.
Amo las conversaciones de Chan y Changbin, no entiendo mucho de lo que hablan pero las amo Jaja.
Missanion
#7
Chapter 5: Todo el grupo de Minho es genial. Son chicos muy buenos.
No me esperaba esa charla de "eres gay? No soy gay"en absoluto jajaja sobre todo el diálogo de Minho 😂 yo sé que él es el dueño de ese pene mágico que hará a Jisung cambiar de opinion jajajaja
Missanion
#8
Chapter 4: En realidad pienso que Minho debería aceptar ir al curso avanzado. Tiene una mentalidad muy básica y cerrada. Hacer eso le puede abrir otras puertas y tener más oportunidades académicas y laborales en el futuro pero bueno,es un adolescente de pueblo y su madre no le exige absolutamente nada,su padre obviamente no sabe de esto. Me gustaría que acepte,si ya se aburre y frustra en demasía con los contenidos que da ahora porque le resultan fáciles en exceso,imagínense a futuro.
Jisung en este capítulo en verdad da pena y hasta ganas de enojarse. Sabe que no puede fumar por el asma severo que tiene y aún así va como perrito detrás de sus "amigos" a quienes parece no importarle en absoluto su salud ni bienestar. Fumar marihuana en la escuela,en serio??? Qué tienen en la cabeza?? Claramente aire. Su novia me cae cada vez peor. Los chicos parecen ser sólo cabezas huecos y bravucones en potencia. Hasta el momento no han dañado físicamente a los chicos (si,les lanzan latas y creo que hasta piedras pero no fueron a los golpes mano a mano o una golpiza en grupo a uno solo)pero sí los acosan cuando tienen oportunidad y eso esta muy mal. Peeeeero a Jisung, teniendo conocimiento de esto,parece no importarle, así que es él quien tiene que cambiar de actitud y ponerle un alto a sus amigos,si no ,no tiene sentido.
Missanion
#9
Chapter 3: Owww, me.encantó su interacción con Felix. Jisung en verdad necesita nuevos amigos,los que tiene ahora no califican para ese título. Creo que se llevaría mucho mejor con los amigos de Minho.
Missanion
#10
Chapter 2: Primero, de dónde sacan que Minho anda hormonal con Yuna? ? De verdad hay cosas que no entiendo. Si se sabe que el anda solo o con sus amigos,nunca intentó interactuar con Yuna...entonces,por qué arrojarle agua y decirle que "le baje a sus hormonas" con Yuna? Juro que la voy a odiar si ella anda esparciendo falsos rumores de que el gusta de ella o le tiene ganas. Es ella la que lo busca y no puede evitar darle el 100% de su atención cada vez que lo ve.
Segundo, Changbin le hizo una buena pregunta a Minho. Por Qué le interesa y afecta tanto lo que Jisung piense o sienta por él? Es para que se ponga a meditar y encontrar una respuesta Jaja. Anquee con eso de que la sonrisa de Han le parece bonita y quiere verla más seguido ya tengo mi respuesta jaja