Capítulo 7
Black Ice (Hielo Negro)
Fui a la deriva al sueño. Rodando sobre mis rodillas, me arrastré hasta el dolor muscular pinchando a lo largo de mi hombro, que bajaba por mi cadera. El suelo de cemento no proveía comodidad o calidez. Limpiando la baba del resquicio de mi boca, temblé violentamente. La puerta de la sala de almacenamiento había sido cerrada, dejándome en la oscuridad.
Una frígida corriente desde el fino cristal pinchó mi piel. La nieve estaba todavía cayendo, pero no los grandes y turbulentos copos de antes; ahora los diminutos granos taladraban la ventana como nieve lanzada. No sabía cuánto tiempo había pasado, pero el cielo estaba completamente oscuro. No escuché a Yul caminando por la sala. No escuché los silenciosos sollozos de Jessica desde el baño.
Para mantener mi mente ocupada, y no centrarme en cómo de asustada estaba, mentalmente analicé la disposición de la cabaña, que de cualquier forma había visto, y estudié rutas de escape, la puerta delantera era la única salida que conocía al exterior, y estaba en el extremo opuesto de la cabaña.
Tendría que correr por el pasillo y llegar hasta Jessica, después dar marcha atrás hasta el cuarto de estar y bajar por el pasillo de la entrada, todo sin Yul escuchándome o viéndome. Además, no sabía dónde había Yul puesto nuestros abrigos. No duraríamos mucho tiempo en la tormenta sin ellos. E incluso si salíamos afuera, ¿dónde podríamos ir? Nadie estaría conduciendo en estas condiciones, no habría nadie para ayudarnos. Me preguntaba si Yul habría salido al exterior en busca de Masy. O tal vez se habría dormido. Me preguntaba si debería aprovechar la oportunidad y huir ahora.
Estaba a punto de presionar la oreja contra la puerta y escuchar por Yul, cuando se abrió. Se hundió en la silla y me miró, su rostro contorsionado en un fruncido.
—¿Qué va mal? —Pregunté.
Me señaló con un dedo, sus labios torciéndose con ira.
—No me hables.
Cualquier escalofrío se había desvanecido; inmediatamente, sudor salió por mi piel. La boca de Yul formó una unión descendente, y eso encajó sus ojos. Estaban congelados con odio. Cerró la puerta de golpe, y mi corazón comenzó a latir con tanta fuerza que estaba segura de que ambas podríamos escucharlo. Tomó un sorbo de cerveza y continuó mirándome.
—Masy no está de regreso.
Dudé, no segura de lo que realmente quería decirme.
—¿Cuánto tiempo ha pasado? —Pregunté con cuidado.
—Alrededor de tres horas. Es después de la una de la mañana. ¿Me mentiste, Tiffany? ¿Mentiste sobre dónde dejasteis el coche?
—Tal vez se perdió, —ofrecí rápidamente—. Tal vez el equipo es pesado y está ralentizándole.
—Llevó un trineo. El equipo no es el problema.
—Si me hubieses dejado ir con ella… Yul estaba fuera de la silla así que no le vi venir. Su mano se lanzó contra mi garganta, propulsándome hacia atrás. Me enterró contra la pared. Estaba tan sorprendida, que llevó unos momentos para el dolor se abstraerse. Cuando rasguñé frenéticamente su mano, sus nudillos se hundieron con más fuerza en la suave parte inferior debajo de mi barbilla, cortándome el aire. La habitación se volvía borrosa en los bordes.
—Mentiste
Me levantó lo suficiente para que jadease por aire. Respiraba con dificultad por la garganta. Sacudí la cabeza no, no, no.
—Si Masy está perdida, es porque le enviaste por el camino equivocado. Está ahí fuera buscando un coche que está a millas de distancia. ¿No es verdad, Tiff? ¿Creíste que nivelarías el campo de juego? ¿Sacarle para que seáis Jessica y tú contra mí? Tal vez eres más estúpida de lo que pensé, sacando algo así.
Giré en sus manos, intentando apartarlas de mi cuello. No podía respirar. No sabía si me mataría. Estaba aterrada de lo que ella haría.
—Me alejaste de Masy, tal vez debería alejar a Jessica de ti. Mis ojos se ampliaron con alarma. —Si estamos jugando a juego, sé unos pocos. —Su cara estaba lo bastante cerca para que pudiese percibir las piedras azules de sus ojos. Ira ardía detrás de el
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