Capítulo 10
Black Ice (Hielo Negro)
El cuerpo en la caja de herramientas aún rondaba mis pensamientos cuando la última nieve cayó. Me acurruqué en el suelo, tratando de conciliar el sueño para así poder olvidar lo fría que estaba, cuando Yul abrió la puerta del cuarto de almacenamiento. La oscuridad en la habitación era tan completa que el rayo de luz que entró por la puerta pareció perforar mis ojos.
—Levántate. Nos vamos.
Estaba en ese atontado lugar intermedio, atrapada a medio camino entre el sueño y la vigilia. Apretó su bota en mis costillas, y me senté de golpe.
—¿Dónde está Masy? —Pregunté de forma automática.
—Cogiendo a Jessica. Se reunirán con nosotras afuera. —Dejó caer mi abrigo y un gran envoltorio a mis pies—. Ata esto encima.
Traté de mantener la desesperación fuera de mi rostro. Ella estaba trayendo a Jessica. Había tomado un gran riesgo en mentir sobre la insulina, pero no había sido suficiente para convencer a Yul de dejarla atrás. Tenía que aceptar que ella no iba en busca de ayuda. Nadie nos encontraría ahora. Sentí la pesadilla levantándose sobre mi cabeza. Después de vestirme con mi ropa de abrigo, alcé la mochila sobre mis hombros, el peso de la misma sacudiendo mi centro de equilibrio. Me alegré de que hubiera practicado el cargar mi mochila por meses, aumentando gradualmente el peso cada vez. Había tenido que encontrar una manera de deslizar unos pocos de los suministros de Jessica en mi mochila. De lo contrario, estaba segura de que jamás habría durado—que no había entrenado conmigo, ya que había estado contando con Bear para llevar el equipo pesado.
—Tienes dos sacos de dormir, colchonetas de tierra, papel higiénico, y un par de mudas de ropa que Ace agarró del petate en tu auto —dijo Yul—. Ace y yo tomamos las barras de granola de tu auto, el agua, el iniciador de fuego, linternas, cantimploras, mantas, tu brújula, y una que Ace ya tenía. —Sus ojos perforaban los míos con efecto amenazador—. Huye, y no durarás mucho tiempo.
—¿Qué hora es?
—Las tres.
Tres de la mañana. Había dormido poco, entonces. Con suerte, Jessica lo había hecho también. Íbamos a necesitar energía para escalar sobre el terreno árido.
—Tengo que ir al baño.
—Que sea rápido.
En el cuarto de baño, revisé el mapa de Siwon una vez más. Cerré los ojos, dejando que los puntos de referencia se hundieran profundos. Entonces doblé el mapa y lo guardé, dentro de mi camiseta, apretado contra mi corazón, donde lo sentiría conmigo. Envolví mi bufanda roja alrededor de la cabeza, improvisando una especie de máscara de esquí con ella. Cuando la suave tela frotó mi mejilla, pensé en mi padre, quien me había dado la bufanda. Traté de recordar si lo había abrazado con fuerza, haciéndolo durar, antes de que dijera adiós.
Yul y yo caminamos afuera en la oscuridad. La nieve llegó a la parte superior de mis botas, y los árboles circundantes lucían como si hubieran sido pintados con hielo. El viento había cesado y la luna llena estaba fuera, echando misteriosa luz y humo azul sobre la nieve reluciente. Podía oír el crujido de ella a cada paso; la capa superior estaba congelada, pero debajo de eso mis botas se hundieron fácilmente en la arenilla. Mi respiración se nubló cuando hablé.
—¿Dónde están Masy y Jessica?
—Tuvieron una ventaja. Las alcanzaremos.
—¿Ellas conocen el camino a la carretera? —Pregunté, perpleja. Pensé que era la razón por la que Masy y Yul me necesitaban.
—Estamos probando las brújulas. Sólo sígueme.
Please Subscribe to read the full chapter
Comments