Capítulo 14
Black Ice (Hielo Negro)
Un fuerte golpe en la puerta de la cabaña me sacudió poniéndome completamente alerta. Masy estuvo arrodillada a mi lado en un instante, cubriendo mi grito de sorpresa con su mano. Ella levantó su dedo a los labios, señalándome que no hiciera otro sonido. Yul se movió rápidamente a la habitación, pistola en mano, apuntando a la silueta sombría que se veía a través de la cortina café de la ventana de la puerta principal. Otro golpe fuerte en la puerta se escuchó.
—¿Hay alguien en casa? —grito una voz de hombre. Quería gritar, ¡Ayuda! ¡Estoy aquí! ¡Oh, Dios, por favor ayúdame! Las palabras estaban ahí, explotando en mi interior. —Responde, —ordenó Yul en un susurro brusco—. Dile que estás bien. Dile que estás esperando que pase la tormenta. Sácalo de aquí. Un movimiento en falso, Tiff, y estás muerta. —Ella chasqueó su pistola para dar énfasis, el sonido resonó en mis oídos tan fuerte como el repicar de una campana.
Me acerqué a la puerta, cada paso era rígido y más pesado. Me limpié las manos en mis muslos. Mi cara estaba bañada en sudor. Yul se arrastró a lo largo de la pared de la cocina exterior, sin dejar de apuntarme. Le eché una mirada de reojo, ella asintió con la cabeza, pero no era una señal de aliento. Me estaba recordando que debía decir cada palabra. Abrí la puerta lo suficiente como para ver hacia fuera.
—¿Hola? —El hombre llevaba un abrigo marrón y un sobrero de vaquero, y pareció sobresaltado al verme. Se recuperó y me dijo—. Soy el subdirector de los guardabosques, Jay Philliber. ¿Qué estás haciendo aquí, señorita?
—Esperando que pase la tormenta.
—Esta es una cabaña para que patrulle el guardabosques. No tienes permiso para estar aquí. ¿Cómo has entrado?
—Yo… la puerta no estaba cerrada con llave
—¿Desbloqueada? —Parecía dudoso y trató de mirar detrás de mí—. ¿Todo bien ahí dentro?
—Sí, —le dije con una voz rasposa.
Se movió para ver a mi alrededor.
—Necesito que abras completamente la puerta. —En mi cabeza, podía oírme a mí misma diciendo: Tienen una pistola, van a matarme. —¿Señorita?
Un extraño zumbido llenó mis oídos. Estaba mareada; su voz rodó a través de mí como un estruendo que se arrastraba, pero no podía distinguir las palabras. Miré de reojo a su boca, tratando de leer lo que decía. —¿...llego aquí?
Lamí mis labios.
—Estoy esperando que pase la tormenta. —¿Ya se lo había dicho? Por el resquicio del ojo, vi a Yul moviendo la pistola con impaciencia. Eso me puso aún más nerviosa. No podía recordar lo que tenía que decir después.
—¿...el transporte? —preguntó el hombre. Sentí un impulso irresistible de correr. Me imaginé a mí misma a través de la puerta, en el bosque. Estaba tan desorientada que por un momento, pensé realmente que lo había hecho.
—¿Cómo llegaste aquí? —me preguntó de nuevo, sus ojos me miraban atentamente.
—Estaba de excursión.
—¿Tu sola?
De manera absurda, me pregunte si Siwon estaba pensando en mí en este momento. ¿Había dormido la noche anterior? ¿Había encontrado el Wrangler y partido hacia el bosque, en busca de Jessica y de mí? ¿Estaba preocupado por mí? Por supuesto que lo estaba.
—Sí, solo yo.
El guardabosque levantó una fotografía ampliada borrosa, a blanco y negro. Fue tomada de la cámara de seguridad de un vídeo, y mostraba el interior de una tienda de sándwiches de un metro. Había dos mujeres en la foto. El cajero se quedó detrás del mostrador, con las palmas de las manos levantadas a la altura de su hombro. La mujer frente a él, la mujer que apuntaba el arma, era Yul.
—¿Has visto a esta mujer? —Pregunto el guardabosque, tocando su dedo contra la imagen borrosa, que mostraba el perfil de Yul.
—Yo…. —luces rojas aparecieron detrás de mis ojos—. No. Ella no parece familiar.
—Señorita, no estás bien. Lo veo claramente. —Se estaba quitando su sombrero. Dando un paso adentro. El zumbido en mis oídos se elevó a un gemido ensordecedor.
—Estoy bien, —espeté.
Miré a mí alrededor con desesperación. Los ojos de Yul ardían con rabia.
—Por favor, quédese afuera, —le dije, entrando en pánico. Moví mi mano a mi frente. Había dicho algo incorrecto. El guardabosque avanzó más allá de mí. Al mismo tiempo, hubo un movimiento en la esquina y Yul apareció, pistola en mano. La cara del guardabosque se puso blanca de miedo.
—Arrodíllate. —Yul ladró la orden—. Las manos en la cabeza. —El guardabosque obedeció murmurando que Yul debería pensar, él era un oficial de la ley, podrían hablar de esto, y Yul debería entregarle su arma. —Cállate, —escupió Yul—. Si quieres vivir, vas a hacer exactamente lo que te diga. ¿Cómo supiste de nosotras?
El guardabosque inclinó la cabeza, dándole a Yul una larga mirada de desafío. Al final dijo—: No estoy aquí solo, hija. Tenemos a todo el maldito Servicio Forestal de los Estados Unidos en busca de vosotras, muchachas. Claro, estamos frenados por la tormenta, pero también vosotras. Y hay más de nosotros. No conseguirás salir de esta montaña. Si deseas salir de esta con vida, tienes que bajar tu arma en este momento.
—Dame el arma, Yul. Toma a Fany y comienza a empacar nuestras cosas.
La voz fríamente calmada de Masy, cortó la tensión como un látigo. Ella se acercó al hombro de Yul y extendió su mano expectante.
—Quédate fuera de esto, —gruño Yul, apretando visiblemente el agarre en la pistola—. Si quieres ser útil, ve a la ventana y averigua lo que lo condujo aquí. No escuché ningún sonido de algún camión.
—Dame el arma, —repitió Masy, en voz tan baja que apenas pude oírle.
A pesar de su tono tranquilo, expresaba autoridad. Estaba claro que el guardabosque no quería darles la oportunidad de trazar algún plan,
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