Capítulo 35
Black Ice (Hielo Negro)
—¿Buscando algo? —Preguntó Siwon. Me llevó demasiado tiempo encontrar mi voz.
—Una manta. Tenía frío.
—Hay una guarnecida sobre el respaldo del sofá. Justo dónde está siempre.
—Tienes razón. Lo está.
Miré a las oscuras piscinas de sus ojos, intentando detectar algún rastro de sus pensamientos. ¿Sabía él que había escuchado por encima todo? Su mirada se deslizó de mi cara a mis manos, y atrás de nuevo. Me estaba observando desde tan cerca.
—¿Le besaste? —Preguntó Siwon.
—¿Besar a quién? —Pregunté. Pero le entendí perfectamente.
—¿Besaste a Masy? —Repitió Siwon, siniestramente en bajo—. Cuando estuviste en el bosque a solas con ella, ¿dormiste con ella?
No le permitiría ponerme nerviosa. Intentando actuar tan normal como era posible, le di una mirada desconcertada.
—¿De qué estás hablando?
—¿Eres virgen o no?
No me gustaba el interrogatorio, brillo fijado en sus ojos. Tenía que cambiar de tema.
—¿Puedo hacerte una taza de café? Iré a encender el...
—Shh. —Descansó el índice sobre mis labios—. La verdad.
El brillo en sus ojos era de confinada energía, esperando ser desencadenado, y a pesar de armar mis defensas, sentí el valor desmoronándose. Elegí permanecer en silencio, sabiendo que Siwon odiaba discutir. Él quería la última palabra, siempre. Siwon meneó la cabeza con decepción.
—Oh, Tiff. Pensé que eras una chica buena.
Fue esta declaración de auto honestidad lo que sacó mi ira. Por un breve momento, eclipsó mi miedo. Como se atrevía a juzgarme. ¡Él había matado a tres chicas! Todo lo que siempre había odiado de Siwon de repente pareció pesado: sus errores, su superioridad, su encanto superficial, su insinceridad —y lo principal de todo, la indiferente forma en la que había terminado nuestra relación. Disturbadas pistas de su lado más oscuro que siempre había conocido, aunque de alguna forma ignorado.
Él hirió a personas. Nunca habría imaginado cómo de bueno era él en esto.
—Lo que hiciese con Tae no es asunto tuyo.
Las esquinas de la boca de Siwon se movieron hacia abajo.
—Es asunto mío. Os hizo daño a ti y a Jessica, y estoy intentando hacerle pagar. ¿Cómo crees que me hace sentir cuando estás de su lado? ¿Cuándo fuiste detrás de ella y le ayudaste? Duele, Tiff. Y me molesta.
Sus manos se curvaron en apretadas bolas, y di un par de pasos atrás. Las abrió y cerró de una forma metódica y ausente. Había visto al Señor Choi hacer lo mismo, y siempre había sido mi idea y la de Jessica el alejarnos de la habitación y juntarnos en un perfecto silencio en el fondo de su armario, donde él no nos encontraría.
—Mientras estaba ahí fuera en el bosque, con frío y hambre, buscándoos sin parar a Jessica y a ti, tú estabas flirteando con alguien a la que ni siquiera conocías, dejándole enterrar su lengua en tu garganta, manteniéndole en calor por la noche, mostrándole mí mapa — puntualizó la palabra al golpearse el pecho con el puño—, conduciéndole aquí a mí casa, —golpe—, poniendo a mí hermana en un camino dañino —golpe—. ¿Sabes lo que mi padre me habría hecho si Jessica hubiese muerto en la cabaña? ¿Muerta bajo mí vigilancia? Estás tan preocupada por Masy, Tae, al diablo como sea que se llame, ¿pero qué hay de mí? Le condujiste aquí, me la jugaste, le diste el mapa. ¡Me la jugaste! —Gritó, su rostro de un oscuro rojo estrangulado, sus labios contorneándose con ira.
Saqué la pistola, apuntando a su pecho. Mis manos temblaban, pero ante este alcance, nervios o no, él lo tendría difícil para no percibirlo. La cara de Siwon palideció ante la visión del arma.
—No te acerques más. —difícilmente reconocí mi voz. Las palabras salieron, pero el resto de mi titubeó en el borde de la historia. ¿Qué pasaba si Siwon no escuchaba? Nunca antes había disparado un arma. El frío metal se sentía extraño, pesado y aterrador apoyado en mis dedos. El sudor resbaló por mis palmas, haciendo mi agarre más torpe. Una sonrisa se movió con lentitud por los ojos de Siwon.
—No me dispararías, Tiff.
—Ponte de rodillas. —Parpadeando con fuerza para corregir mi tambaleante visión, intenté centrarme en Siwon. Se inclinó a la izquierda, luego a la derecha. O tal vez era la habitación dando vueltas.
—No. No vamos a atravesar esta farsa. —Siwon habló con fina autoridad—. No sabes cómo sostener un arma, lo dijiste. Mira –tu pulgar no está puesto en el gatillo, el cual retrocederá cuando dispares y te harás daño en la mano. Estás nerviosa, y vas a sacudir el gatillo y eso descolocará tu puntería. Ahórranos a ambos el problema y pon el arma en el suelo ahora.
—Te dispararé. Juro que lo haré.
—Esto no es Hollywood. No es fácil situar una puntería, incluso desde esta distancia. Estarías sorprendida de cuantas personas fallan este disparo. Si me disparas, se termina. Alguien saldrá herido. Podemos evitar que esto ocurra. Dame el arma, y podemos arreglar esto. Me amas y yo te amo. Recuerda eso.
—¡Mataste a tres chicas!
Siwon sacudió la cabeza rotundamente, sus mejillas sonrojándose.
—¿De verdad crees eso, Tiff? ¿Piensas tan poco de mí? Nos hemos conocido el uno al otro todas nuestras vidas. ¿De verdad crees que soy un asesino a sangre fría?
Comments