Capítulo 25
Black Ice (Hielo Negro)
—Tenemos que mover el campamento, —dije, tanteando a ciegas en las sombreadas esquinas de nuestro escondite por mi mochila.
Tae tomó mi muñeca, suavemente forzándome a parar.
—Wow. Está bien, Fany. No entres en pánico, —dijo con voz relajante—. Necesitamos mantener el fuego ardiendo. Él no lo cruzará para llegar a nosotras, no importa como de curioso o hambriento esté. Recogí leña de sobra esta mañana; debería ser suficiente para mantener el fuego prendido toda la noche. Mañana por la mañana seguiré sus huellas, averiguaré su posición, y nos desviaremos de su ruta en nuestro camino a Idlewilde.
—Estoy asustada, —susurré.
Nunca me había sentido así de alegre y libre desde que bebí el licor destilado ilegalmente, pero aun así no podía enmascarar mi preocupación que se derramaba como hielo helado dentro de mí. Un oso pardo. Si el fuego se extinguía, si venía tras nosotras, si tuviésemos que correr –seríamos fatalmente aventajadas.
Tae me recogió en sus brazos.
Se reclinó por lo que me senté con la espalda en su pecho, sus largas piernas estiradas a ambos lados de mí. Acunándome contra su cuerpo, envolvió los brazos protectoramente alrededor de mí.
—¿Mejor? —murmuró en mi oreja. Dejé que mi cabeza cayese en su hombro.
—Estoy contenta de que estés aquí, Tae. Estoy contenta de que nos tengamos la una a la otra.
Su aliento agitó mi pelo.
—Yo también.
—Esto suena raro, pero casi me siento… más capaz contigo alrededor. En realidad siento que estamos en esto juntas, si eso tiene sentido.
—Perfecto sentido.
Si en su lugar Siwon estuviese aquí conmigo, no sería capaz de decir lo mismo. Siempre he permitido que SIwon cuide de mí. Cuando solíamos salir, incluso si llevábamos mi coche, Siwon conducía. Siwon pagaba la cena. Si estaba lloviendo y había olvidado el abrigo, le molestaba hasta tener que darme el suyo. Había querido que me adorase, me protegiese, y moviese cielo y tierra por mí. Cuando no daba la talla, yo actuaba indefensa para forzarle a prestarme atención.
Con Tae, confiaba en mi propia habilidad por cuidarme a mí misma. Sentía una sensación de seguridad, no de desesperación. Creía que nuestras fuerzas se complementaban las unas a las otras. Tae hizo a un lado el cabello de mi hombro y me besó en la nuca.
—Dime lo que estás pensando.
Estiré el cuello, invitándole a besarme. Cerré los ojos, sintiendo mi piel hormiguear bajo la suave presión de su boca.
—¿Cómo sabes que no te estoy seduciendo para que me ayudes a llegar a Idlewilde? —Le provoqué. De alguna forma al exterior de mí, podía escuchar como de coqueta soné. Pero la luz de la luna me había relajado y no me importaba. Me acarició el cuello con la nariz.
—Cuando finges, tu ceja izquierda se crispa. No se ha crispado en toda la noche, además, ya te dije que voy a llevarte ahí a salvo. No hay necesidad de juegos por ahora.
Retrocedí con indignación.
—Mi ceja izquierda no se crispa.
Tae me estudió con una sonrisa ociosa, como si estuviese calculando la sensatez de decir más.
—Cuando estás de buen humor, tu boca forma una curva maliciosa, —continuó, como probando su punto—. Cuando estás enfadada, presionas los labios juntos y tres finas líneas se forman entre tus cejas.
Rodé sobre mis rodillas y planté las manos en mis caderas.
Please Subscribe to read the full chapter
Comments