Capítulo 16
Black Ice (Hielo Negro)
La caminata cuesta abajo hacia la cabaña de patrullaje debería haber sido mucho más fácil que la subida que había hecho, pero cada paso se sentía más pesado que el anterior. Había fracasado. Masy prometió guardar mi secreto, pero ¿qué seguridad tenía de que Yul no estaría caminando de un lado a otro en el suelo con su arma cuando hubiéramos regresado? Podría estar caminando hacia mi propia matanza.
Había sido testigo de Masy tratando de evitar que Yul disparara al guardabosque, estaba segura de que era su intención cuando se abalanzó por la pistola, y tal vez era mejor persona de lo que le había dado crédito. Pero no importaba donde Masy señalara la línea entre el bien y el mal. Yul tenía el arma. Y allí estaba el cuerpo de la chica de regreso a la cabaña. No sabía quién la había matado, pero por la forma en que Masy había reaccionado cuando le dije de ello no me había sentado bien. Ellal me estaba escondiendo algo, y a Yul también, al parecer.
Por fin la cabaña de patrullaje apareció en la oscuridad. Estaba casi en el porche delantero, cuando me encontré volando de regreso hacia atrás mientras Masy tiraba de mí hacia ella. Su mano enguantada me tapó la boca, y por un salvaje momento, pensé que estaba tratando de sofocarme. Su respiración jadeaba en mi oído, su cuerpo era una pared rígida a mi espalda. La puerta principal de la cabaña de patrullaje se abrió, con la voz de Siwon filtrándose a través de ella. Mi corazón se aceleró. Siwon. Aquí. ¡Me había encontrado!
—¿Dónde están? —exigió Siwon, fuera de la vista.
—No sé de qué estás hablando —respondió Yul malhumorada.
Masy me levantó, inmune a mis patadas y golpes, y me arrastró en silencio hacia la parte superior de los escalones del porche. Podíamos ver a ambos por la ventana de la cocina. Siwon debió haber sorprendido a Yul mientras dormía, porque la mantenía a punta de pistola. No reconocí el arma. Siwon debió haberla traído con él de Idlewilde; sabía que los Choi mantenían armas en la cabaña. El arma de Yul no estaba en ningún lugar a la vista. Para mi consternación, una lámpara había sido encendida en la sala de estar, haciendo imposible para Siwon verme al otro lado de la ventana de la cocina, afuera estaba demasiado oscuro en comparación.
Si él miraba en esta dirección, sólo vería el interior de la cabaña reflejada en el cristal de la ventana. Traté de gritar su nombre, pero el guante de Masy aplastaba mi boca sin piedad. Le di una patada en las espinillas, mi talón chocando con el hueso antes de que ella me empujara contra la pared exterior con una fuerza sorprendente. Había subestimado gravemente su fuerza, y me encontré siendo superada; su mano libre capturó mis muñecas, y clavó su rodilla en la carne de la parte posterior de mi pierna, hasta que no podía soportar más el dolor y terminé cojeando.
Ella se aprovechó de este momento de descuido para moler su cuerpo brutalmente contra el mío, atrapándome entre ella y la cabaña. Mi mejilla fue empujada en la fría contraventana, y me esforcé por ver a Siwon a través de la ventana.
—¡Hay tres cuencos en el fregadero, tres vasos en la encimera! — gruñó Siwon—. Sé que Jessica y Tiff estuvieron aquí contigo. —Se acercó al fregadero, inspeccionando rápidamente los cuencos con un golpe de su dedo—. La comida está húmeda. Estuvieron aquí hace poco. ¿Dónde están ahora?
—Tal vez utilicé tres cuencos —fue la hosca respuesta de Yul.
Siwon lanzó un vaso hacia la cabeza de Yul. Ella se agachó, y el vaso se hizo añicos contra la pared detrás de ella. Cuando se enfrentó a Siwon de nuevo, había palidecido ligeramente.
—¿Las mataste? —el andar de Siwon no se aminoró mientras marchaba hacia Yul, apuntando la pistola a quemarropa. Su voz temblaba con rabia, pero su arma se mantenía estable—. ¿Lo hiciste?
Yul jugueteó con sus manos inquietamente.
—No soy una asesina —respondió, en un tono demasiado inocente para ser creíble.
—¿No? —dijo Siwon con voz suave, casi mortal—. Te conozco. Te he visto por allí. En el bar Silver Dollar Cowboy. Te gusta poner a las chicas realmente ebrias y tomarles fotos como una ertida.
Vi el juego de emociones en el rostro de Yul. Su acto ingenuo drenado de ella, reemplazado por el miedo.
—No sabes lo que viste, no era yo, no le tomo fotos a las chicas, ni siquiera tengo una cámara, nunca estoy aquí en las montañas…
—¿Qué clase de cosas ertidas haces con las fotografías? — exigió Siwon—. Te vi con esa chica, la de alta sociedad que desapareció. Tal vez debería decirle a los policías.
—Tienes a la chica equivocada —balbuceó Yul.
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