Dara tenía seis años de edad el día que su padre se fue. Ella se había sentado en los escalones del frente de su pequeña casa en Busan. Mirando a sus dos vecinos desde el otro lado de la calle tirando una pelota de futbol ida y vuelta. Recordaba que, el más joven de los dos, empujó a su hermano en un charco de agua sobrante de una larga semana de lluvia. Se habían gritado y tirado golpes el uno al otro, hasta que su madre salió corriendo de la casa agitando un cinturón de cuero en una mano. Los niños corrieron en direcciones opuestas. Fue genial como lo recordaba

Había visto a la pobre madre enrollar el cinturón alrededor de su mano y volver a la casa. Aún sin tener nada que ver, Dara se vio obligada a escuchar. Detrás de ella, en el interior de la puerta de su propia casa, su hermano lloraba y sus padres gritaban. Entonces, sin previo aviso, todo se detuvo.

En el repentino silencio, el pantallazo de puerta sonaba más fuerte que de costumbre. Los pasos de su padre fueron ahogados por el doloroso chillido de la puerta oscilando a cerrarse. Él iba caminando pero se dio vuelta con el último paso.

-Lo siento, Sandara.- Dijo, antes de seguir caminando.

Desde entonces, la única comunicación con su padre había sido a través de cartas, ocasionales correos electrónicos y en los controles que enviaba cada mes. Era fiel a su contribución financiera como él nunca podría estar en su matrimonio con su madre. Ella nunca podría odiar a su padre, Dara lo sabía, pero todavía no lo había perdonado. Catorce años no eran suficientes para reparar ese tipo de heridas. Tal vez no lo aceptaría durante su vida.

Su último e-mail parpadeaba en la pantalla de su monitor y Dara leyó sin responder.

¿Estaba bien? Seguro.

¿Había recibido su último cheque? Sí.

¿Qué había de nuevo? Bueno, entre otras cosas que mi hermanastro es gay, no mucho.

-Te ves feliz esta noche.- Bom caminó en la habitación donde estaba metida Dara y se sentó con las piernas cruzadas sobre la cama.- ¿Tarea?

-Padre.

-Ah.- Bom asintió y abrió la lata de refresco que tenía en la mano. Después de un largo sorbo, preguntó.- ¿Hay alguna novedad de tu familia acerca de ya-sabes-qué?

Dara suspiró y colocó la computadora portátil junto a ella en la cama e inclinada hacia adelante.

-Estoy bastante segura de que han pasado a la completa negación en este momento. Mamá llamó antes y ni siquiera lo mencionó. Es como si nunca hubiese sucedido.

-¿Entonces, qué? ¿Sólo van a pretender que es normal?

-Realmente no lo sé.

-¿No has hablado con Siwon aún?

-No. Sinceramente no tengo idea de qué decirle.

-Estoy segura de que a él no le importa lo que digas, siempre y cuando sepa que lo apoyas. Porque… lo apoyas, ¿verdad?

Dara miró seriamente a su mejor amiga.

-Claro que sí. Es sólo… es Siwon,  ¿sabes? Siwon. Tenía otra imagen de él.

-Teniendo en cuenta eso de…

-¡Argh!- Dara cubrió sus oídos. Estaba segura de que no era eso lo que quería decir.- Eso no es realmente lo que quería decir. Simplemente no me imaginaba que él fuese gay. Es sólo Siwon. Mi hermanastro.

-Muy y…

-Hermanastro.

-¿Por qué siempre los ys son gays? ¿Cómo va a sobrevivir la raza humana si sólo la gente es fea?- Hizo una pausa.- La presente compañía excluida, por supuesto.

-Gracias por eso.