Capítulo 29
El amor es tan complicadoDara se quedó mirando la estructura frente a ella y dejó escapar un suspiro tembloroso. Encontrar el edificio de CL no había sido difícil. Era un nuevo establecimiento en el Upper East Side y Dara había pasado por él varias veces antes y se preguntaba cuál sería el costo de vivir en tal lugar. Vio la arquitectura elegante y moderna, sus grandes ventanales brillantes y se concentró en respirar.
Miró la hora en su celular. Era temprano, pero no demasiado temprano, y después de un par de respiraciones relajantes siguió su camino hacia el portero.
-La Srta. CL la está esperando.- Dijo después de que había demostrado de manera convincente su identidad. Abrió la puerta para ella.
Dara entró. El vestíbulo estaba ocupado con gente en trajes de negocios hablando por celular con otras personas. Había sillas y sillones que hacían pensar a Dara en los muebles de una película, pero que tal vez costaban mucho más. ¿Qué estoy haciendo aquí? Dara se preguntó mientras se dirigía hacia los ascensores. No pude sentirse más fuera de lugar. Pensó en su propio edificio: oscuro, sucio y cayendo a pedazos, la luz delante de la puerta de entrada vacilante. Un día de estos no encontraría luz en absoluto, y entonces tomaría una semana para que el propietario se molestara en arreglarlo.
Dara llamó al ascensor.
Una mujer con un traje de terciopelo color rosa se acercó. Fijó sus rizos rubios perfectos en el espejo más cercano que pudo encontrar y miró hacia arriba y abajo a Dara por el rabillo del ojo.
Las puertas se abrieron y una mujer salió gritando algo a los dos hombres detrás de ella. Sus voces resonaron en el vestíbulo.
Dara entró en el ascensor después de la dama de chándal, que esperaba con una expresión de aburrimiento para ver cual botón pulsaba Dara.
Un modelo perfecto levantó la frente ligeramente al ver el otro botón iluminado en el panel.
-¿Estás segura de que tienes el piso correcto, cariño? Solo hay un apartamento allá arriba.
El tono objetivo de cortesía, Dara lo adivinó.
-Estoy segura.- Dijo.
-Escuché que una estrella de cine se mudó ahí.- Dijo la señora, suavizando su tono muy ligeramente al pensar que tal vez estaba de pie al lado de alguien que conocía gente importante.
Dara solo ofreció una sonrisa tensa en respuesta y esperó en silencio que las puertas se abrieran en el undécimo piso para dejar que la señora se fuera. Nada más se dijo entre ellas, y el viaje al ático de CL estuvo libre de interrupciones.
Las puertas del ascensor se abrieron en un pasillo bien iluminado y encontró con que la puerta de la actriz era bastante simple. Golpear era decididamente más difícil, y Dara miró la hora, solo para asegurarse de que no era tarde. Siempre podía llamar y decir que no podía hacerlo, que la vida le había lanzado una bola curva y su tiempo sería absorbido en otros asuntos. Siempre podía cambiar de opinión. Había otros artistas. Mejores artistas. Artistas mucho más adecuados para este tipo de trabajo y este tipo de estilo de vida.
Sería mucho más fácil para todos si Dara cambiara de idea antes de CL cambiara la suya.
Pero entonces se abrió la puerta y CL se encontró súbitamente de pie delante de ella. Llevaba una sudadera azul grande y unos anchos pantalones vaqueros de color azul claro raídos en una rodilla. Se veía tan diferente que Dara casi no la reconoció.
La actriz estaba mirando en tono de disculpa.
-Te ves como si estuvieses a punto de ir de nuevo hasta el ascensor.
Dara debía parecer confusa, porque la actriz señaló a la cámara por encima de la puerta.
-Entra, por favor.- Dijo CL en un tono que sonaba casi a súplica. –Prometo que si no quieres hacer esto, no tienes por qué hacerlo. Pero bueno, ya estás aquí…
Sí, ya estoy aquí. Dara pensó y asintió con la cabeza sintiendo vergüenza por ser tan transparente en su nerviosismo. La actriz se hizo a un lado y Dara caminaba distraída por la visión instantánea de la vivienda. El techo era por lo menos de seis metros de altura, y las ventanas se extendían hasta el final, dejando una visión clara de la ciudad. La paredes eran blancas prístinas y los pisos eran ligeros, de madera noble.
Todo era tan hermoso que Dara tardó unos minutos antes de darse cuenta de que no había muebles en el lugar, sin sillas, ni sillones, ni nada. Y entonces el aroma del café llegó a su nariz y se distrajo de nuevo.
-¿Quieres un café?- La actriz había cerrado la puerta y estaba en marcha. Dara notó que estaba descalza y se preguntó si debía quitarse los zapatos. Se sentía un poco como si estuviera de pie en un museo aunque mucho más cálido, y no había nada qué ver, solo a una bella actriz que en ese momento parecía mucho a cualquier otra persona, alguien que podría haberse sentado a su lado en clase, o en una cafetería.
Y al pensar en café recordó que le había hecho una pregunta.
-Uhm, seguro. Me encantaría.- Dijo y siguió a la actriz.
La cocina estaba abierta, frente a la increíble vista de la ciudad, y todo lo que veía parecía salido del sueño de un chef profesional. CL podría no haber tenido ningún mueble, pero había gastado claramente una fortuna en aparatos de cocina.
-¿Fue fácil encontrar el edificio?
-Fue difícil pasarlo de alto.- Le dijo Dara, apoyada en la encimera de mármol negro, antes de pensar tal vez que no debía tocar nada. Estaba tratando de no mirar mientras CL se movía por la cocina.
-Sí, es un poco una monstruosidad.- La actriz puso una taza delante de Dara.- ¿Negro?
Dara frunció el ceño brevemente.
-¿Cómo lo sabes?
CL sonrió y caminó hasta el refrigerador. Sacó una botella de leche y dijo:
-Estaba en tu biografía. El programa en la galería. Decía que era tu mayor adicción.- Arrugó la cara ante el pensamiento y contó con una mano.- Pinturas, Salvador Dalí… ver películas malas con tu mejor amiga… y café negro.
Dara recordaba vagamente ese escrito.
-Oh.- Miró hacia abajo en el vapor de la taza.- No creí que alguien realmente lo leyera.
La actriz derramó la leche en su propia taza.
-Bueno, antes de invitarte, quise comprobar si tus aficiones no incluían asesinar a celebridades.
-Oh, ¿editaron esa parte?- Dara ofreció una media sonrisa y levantó su taza de café. Estaba caliente pero era delicioso.
La actriz sonrió y luego procedió a poner unas seis cucharadas de azúcar a su taza. Dara debió haberla mirado horrorizada porque CL dejó lo que estaba haciendo.
-¿Qué pasa?
Dara miró hacia debajo de nuevo.
-Nada.
-En serio, ¿qué pasa?
Dara miró hacia arriba y suspiró.
-Solo acabas de matar al pobre café.
Sus ojos cafés se veían más claros por la sudadera, la miró con curiosidad, entonces, se redujo a buscar entre la cuchara de azúcar en la mano y la taza.
-¿Lo hice?
-Completamente. Probablemente ni siquiera debería llamarse café ahora.
-¿Cómo debo llamarlo ahora?
La actriz parecía divertida y Dara se sintió aliviada de no haberla ofendido.
-No lo sé. “No-ffe”.- Rodó los ojos ante su incapacidad de llegar a algo mejor. –Deberías probarlo alguna vez puro… Quiero decir, si lo deseas.- Se sentía como una idiota. Estaba segura de que la actriz le diría: ¿Quién eres tú para decirle a CL cómo tomar su café?
Pero CL simplemente se encogió de hombros.
-Está bien.- Y vertió el contenido de su taza en el fregadero. Enjuagó la taza y la llenó de nuevo. -¿Está mejor?
Dara estaba demasiado sorprendida para comentar. Vio que la actriz intentó tomar un sorbo solo para hacer un cara que Dara nunca había visto antes.
-Eso es repugnante.- Dijo, y Dara se encontró riendo.
-Es un gusto adquirido.- Admitió Dara, y bebió su propia satisfacción.
CL recogió la leche otra vez.
-Creo que mejor voy a disfrutar de mi “No-ffe”.
Dara se limitó a sonreír para s
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