1.
El amor es tan complicadoUna hoja de tonalidades marrones y rojizas cesó su lucha por aferrarse; entregada a la fuerza de la gravedad, al flujo del viento. Flotaba sin rumbo, desamparadamente por encima de los taxis y de la acera, atrapada en una danza de ritmo e improvisados pasos hasta que por fin, aterrizó.
El lápiz se detuvo brevemente a medio camino, su movimiento fue interrumpido por un inesperado intruso en su camino. Sandara Park apartó la hoja con su mano izquierda y se sentó de nuevo a examinar su progreso. Captó con perfección las líneas, obteniendo en blanco y negro una réplica exacta del parque a su alrededor: el banco que había ocupado, los desnudos árboles, los montones de hojas secas, la gente que paseaba solitaria. Miró así su boceto comparando su recreación casi perfecta con la realidad, y suspiró.
¿Cómo podría ser posible llenar una página en blanco con todo lo que veía? ¿Cómo podría capturar la risa, los sonidos, la tristeza y la desesperación con un simple movimiento de lápiz? ¿Podría acaso? ¿Era posible?
Las preguntas asomaron sobre los fantasmas omnipresentes de la falta de confianza. La necesidad de crear y recrear hasta que no hubiese nada que dejar a las preguntas. Rasgó la hoja del espiral de su cuaderno, y no se convirtió en nada más que una bola arrugada de desilusión, y desapareció entre una eternidad de tentativas desechadas.
-Lo siento, estoy retrasado.- Dijo, en un tono que traicionó a su falta de sinceridad. Rozó sus labios contra los suyos en un apresurado saludo, y se sentó a su lado, metiendo la mano en los profundos bolsillos de su larga capa negra, mientras en la otra sostenía un cigarrillo encendido.
Los ojos color avellana se retrasaron en el vacío blanco de la página.
-¿Son las cinco ya?- Dijo, aunque estaba consciente de que eran casi las seis.- Supongo que he perdido la noción del tiempo.- Miró entonces los ojos de su novio en busca de algo a qué aferrarse.- ¿Se alargó la clase?
-El profesor quería hablar de mi último trabajo.- Dijo él; el humo salió libre de sus labios y se escapó por el aire alrededor de ellos. De su bolsillo sacó un papel doblado. –Compruébalo.
La gran “A” apareció en cuanto desdobló el papel. Sonrió, tratando de sentirse orgullosa, pero tuvo una sensación de resentimiento en su lugar.
-¿Esto es en lo que apenas trabajaste?
-El ingenio viene fácilmente en algunos.- Sonrió chasqueando el extremo del cigarrillo en el aire. Su cabello negro bastante largo cayó sobre sus ojos, y como si fuera un reflejo, Dara lo alcanzó para alisarlo hacia atrás. Él le sonrió, le besó la palma de su mano, y de paso rozó su mejilla.- Lo siento, he estado tan ocupado últimamente.
Dara lo observó por un largo momento, admirando los hermosos ojos que alguna vez habían tenido la fuerza para desarmarla. ¿Qué ha cambiado? se preguntaba. ¿Qué quedó en su lugar?
-Está bien, Jiyong.- Contestó, a sabiendas de que algún día tendría que decirle la verdad.
Él se inclinó para besarla y ella sonrió contra sus labios, probando el gusto amargo y dulce de la familiaridad. Deseaba tomar una foto de ese momento y enmarcarla en la sombra más oscura de sus pensamientos. Quiso susurrar “te amo” por hábito, sin nada más. Pero ahogó el impulso y lo dejó de lado.
-Entonces, ¿en qué estabas trabajando?- Preguntó sentado detrás de ella. Su mirada aterrizó en el bloc de notas en su regazo.
Dara miró y se encogió de hombros, se sintió molesta consigo misma por no tener nada que mostrarle. Cómo hubiese querido aparecer algo maravilloso en la superficie vacía de las páginas, para hacerle notar que no era el único con un valioso futuro. En cambio, se sentía desnuda, expuesta en su fallo implicando la ausencia de motivación.
-Yo… tenía algo, pero lo tiré.
Su risa sonaba burlona.
-¿Cuál es el punto de eso?
Dara desvió su mirada de la página en blanco y la dirigió hacia el Arco de Washington. Tenía razón. ¿Cuál era el punto?
-Quizá no hay un punto.- Respondió un momento después.- Tal vez solo esto que estoy intentando es demasiado duro.
-Deberías reconsiderar todo eso de ser una artista.- Él contestó cuidadosamente.- Quiero decir, tu padre está gastando tanto dinero para enviarte a la Universidad de Nueva York, ¿solo para que puedas estudiar arte?- Puso otro cigarrillo entre sus labios.- No es demasiado tarde para cambiar tu forma de pensar.
Lo miró luchar con su encendedor, momentáneamente distraído por el clic, clic, clic en cada intento fallido.
-Maldita cosa.
Dio un suspiro.
-Me tengo que ir. Tengo un proyecto para la clase en el que necesito trabajar.- La mentira la llenaba con una extraña sensación de placer.
Jiyong echó un vistazo, deteniendo su inútil intento de iniciar una llama. El fino cigarrillo se balanceaba en su boca, respondiendo un segundo después.
-Pensé que íbamos a ir a comer algo…
-Bueno, se ha hecho tarde. Ahora no tengo tiempo.
-Es realmente agradable, Dara. Me dijiste que podrías haber tenido la noche libre. Ya hice planes para nosotros.
Se levantó rodando los ojos como ella lo hizo.
-Estoy informándote ahora.
Él la miró, como si el debate no mereciera la pena para iniciar una pelea, o como si no fuer
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