-¡Tiempo!- La profesora Kiennen llamó.- Pinceles abajo. Dejen sus pinturas en los caballetes. Por favor, asegúrense de que han puesto su nombre legible en el lienzo. ¡Disfruten de sus vacaciones! Veré a algunos de ustedes en el próximo semestre.

Dara bajó su pincel y miró la pintura antes de salir. La terminó, más o menos, los tonos azules en el lienzo parecían realmente presentables. Se aseguró de que había firmado en la esquina y tomó su bolso de debajo del taburete.

-Sandara Park, por favor venga a verme antes de irse.

Por un momento, Dara pensó que había oído mal. Que la profesora había dicho un nombre que se asemejaba al suyo, pero no lo era. Cuando miró a su alrededor, se dio cuenta que los demás estudiantes estaban retirándose de la sala y sabía que no había sido un error. La profesora Kiennen la había llamado a ella.

Tragó nerviosamente, pasó por las filas de los demás y esperó a que los estudiantes se dispersan diciendo adiós a la profesora.

Era la primera vez que la profesora la había llamado a su escritorio después de clase y esperaba desesperadamente no estar de alguna manera en problemas. ¿Había olvidado alguna sesión? ¿Accidentalmente había mirado a su alrededor mientras pintaba y la llevó a pensar que había copiado? Intentó no pensar en eso mientras esperaba.

-¿Sí, profesora?

Asintió mientras miraba hacia abajo en algo en su escritorio. Dara juzgó para ver de qué se trataba, para obtener una pista sobre lo que venía, pero nada apareció.

-Presentó una pieza llamada El silencio, ¿no?

Dara asintió, su corazón latía algo irregular.

-Sí.

-Fue…- Hizo una pausa para buscar en ella. -…Inspirador.

Dara se permitió un respiro.

-¿Perdón?

-No tengo el hábito de repetir los elogios a los jóvenes sin experiencia, los hace fanfarrones.

Dara respiró de nuevo.

Los ojos azules de hielo consideraron su silencio. Cuando habló de nuevo, su tono era ilegible.

-Me gustaría tener su pintura en la Art Show de estudiantes la próxima semana en la galería de Hederman. Usted puede elegir otras tres piezas, aprobadas por mí, por supuesto. Sus piezas se pueden poner a la venta si usted desea. Un experto de la galería trabajará con usted para determinar el costo. No me molesto en preguntar si le interesa, ya que sería una tonta al negarse. Por lo tanto, por favor, venga aquí el lunes por la mañana a las ocho en punto con las piezas de su colección. Trae varias opciones que soy muy exigente. Buen día, Sandara.

No había entendido lo que ella había dicho. No totalmente. Pero reconoció que era una cosa buena y respondió.

-¡Gracias, señorita! Estaré aquí el lunes a las ocho.

Ya se había despedido de ella y puso de manifiesto su desinterés por la forma en que dirigió su atención al trabajo de los estudiantes que quedaban en la sala. La miraba con interés, deseaba ver lo que pensaba con lo que pasó. Para su decepción, apenas le dio una segunda mirada.

Se fue entonces y salió de la habitación. En el pasillo se detuvo para absorber lo que la profesora le había dicho. Inspirador, le había dicho. Inspirador.

Sonrió y continuó en su camino a la estación del metro. Su arte había sido elegido. El suyo. Caminaba aturdida. Imaginaba sus piezas de arte enmarcadas y dispuestas en la pared. Imaginaba personas que caminaban a su alrededor, deteniéndose a mirar y haciendo comentarios. Se colocó a sí misma en el fondo, observando orgullosa. Estaba preparada y confiada. Educadamente ofrecería elogios a las demás obras. Daría la mano y respondería preguntas tratando de mostrar emoción y no dejando lugar a la arrogancia.

Empujó la puerta abierta del edificio de su apartamento, no recordó todo el viaje a casa.

El primer pensamiento que tuvo, fue escribirle a Chae para contarle. No fue sino hasta que había abierto la puerta de su apartamento que se dio cuenta de que su primer pensamiento debería haber sido Bom.

~~~~ **** ~~~~

Chaerin había gastado una extraordinaria cantidad de tiempo en medio de una conversación muy aburrida con un hombre que dijo ser un director de cine pero sospechaba que simplemente se había colado a la fiesta. Su cita había recibido una llamada desde el hospital y había tenido que recortar su noche. Chaerin se había quedado a pesar de no querer, porque dejarla en ese momento hubiera sido de mal gusto.

-Tengo un barco.- El hombre estaba diciendo. –Pero ya no navego mucho desde que mi hombro se rompió en la escalada de una montaña. ¿Alguna vez has escalado una montaña, CL?

-No.

-Es una maravilla. Te encantará. Tal vez…

-Chaerin…- Dijo una voz detrás de ella.

Chaerin podría haber besado a quien la había llamado aunque sea brevemente. Cuando se dio vuelta, casi se sonroja.

-Jessica.- La saludó, tratando de ocultar su sorpresa.

La directora iba en un elegante vestido negro. El tejido se aferraba a cada curva de su cuerpo y Chaerin esperaba no mirarla fijamente.

El hombre, cuyo nombre recordó, se aclaró la garganta.

Chaerin le sonrió amablemente.

-Lo siento, Rick. Ella es Jessica Jung, una directora también. Jessica, el es Rick Shay. Él me estaba contando acerca de la escalada de una montaña.

Jessica le estrechó la mano y sonrió.

-¿Enserio? Escalé el K2 el año pasado. Llegué a la cumbre. ¿Cuál es tu mayor altura, Rick?

Rick tosió.

-Uhm, iré a buscar algo de beber. ¿Quieren algo, señoritas?

-Estoy bien.- Dijo Chaerin.

-Igual yo.

Lo vieron salir y suspiró con alivio.

-Eres mi héroe. Quería darme lecciones de escalada.

Jessica se rió.

-Rick Shay apenas sabe cómo salir de la cama.

-¿Lo conoces?

-Es un ex ayudante. Que fue despedido por… bueno, más o menos lo que estaba haciendo.

Chaerin sonrió.

-¿Realmente escalaste el K2?

-Apenas sé cómo salir de mi cama…

-Supongo que estoy rodeada de mentirosos esta noche.

-No sería Hollywood de otra manera.

Chaerin se rió de eso.

-Es verdad.

Jessica estaba mirando a su alrededor.

-Así que, ¿dónde está tu cita? Lo vi antes, pero desapareció.

Chaerin consideró extraño que Jessica notara a su cita, sabiendo que había estado con ella como dos segundos.

-Tuvo que volver al hospital. Es cirujano.

Jessica parecía impresionada.

-Es mucho más noble que lo que hacemos.

-Es un buen hombre.- Chaerin se sentía incómoda de repente y buscó un tema de conversación. –Oh, no sé si mi asistente te llamó, pero Nueva York es un hecho.

-Me llamó. Aunque creo que fue más por lo de pedir si podía ver el proceso de audición.

Chaerin iba a matar a Minzy.

-Espero que la ahorques.

Jessica respondió con una risa suave.

-Le dije que iba a ir totalmente sobre ti.

-Pobre Minzy.- Chaerin sonrió.

-¿Consideraste decirle que no?

Chaerin se encogió de hombros, tomando un sorbo de champán antes de responder.

-Simplemente me gusta torturarla durante el mayor tiempo posible.

-Tienen una extraña relación de trabajo…

-Es una buena amiga. Una buena amiga que me vuelve loca ante cualquier situación. Es peor ahora que es pareja de mi mejor amigo. Los dos son crueles.

La directora se rió.

-Suena divertido.

-Supongo que lo es.

-Así que… Te ajustaré en el Plaza. Minzy dice que por lo general tú eliges el hotel. Me quedaré ahí también, ¿está bien?

-¿Te quedarás ahí también?

-Uhm, bueno, me refería a la elección de hotel… pero si mi estancia se presenta como un problema…

Chaerin se dio cuenta que la directora hablaba en serio.

-Está todo bien. Era una broma.

Jessica arrugó la nariz.

-Lo siento. Simplemente no quise asumir que estabas bien con todo.

-Contrariamente a la creencia popular, no soy tan exigente.

-Dudo que sea verdad.- Dijo Jessica con una risa. –Tu asistente me dio una larga lista de demandas.

Chaerin asintió.

-Sí, esas son para ella. ¿Agua Evian en un vaso de Martini con un toque de limón y la mitad de una naranja?

-Ese era el número once.

-Sí, la voy a matar.- Dijo Chaerin mientras terminaba su bebida.

-Puedo registrarla a ella en el Plaza y a ti en el hotel más caro...

-Suena encantador, pero creo que me quedo en el Plaza.

-¡Que valiente de tu parte!

Chaerin sonrió, pero preocupada de que su conversación avanzaba poco a poco a un silencio incómodo.

-Estaba a punto de salir antes de venir a saludarte. ¿Puedo ofrecerte un viaje a casa?

Chaerin consideró a la directora, pensando que era muy amable.

-Gracias, eso es muy amable de tu parte. Tengo una limosina fuera. Tengo al chofer de Mino que fue a llevarlo al hospital y luego regresó.

-Correcto.- Jessica asintió como si fuera estúpido pensar de forma diferente. –Fue agradable charlar contigo, Chaerin. Nos vemos en Nueva York la próxima semana. Enviaré a Minzy por fax los detalles de mañana, para que los tengas todos.

Chaerin sonrió, sintiendo una mezcla de decepción y alivio ante la salida de la directora. Observó salir a Jessica y luego miró su reloj.

Puso el vaso vacío sobre una bandeja de paso, llamó a su chofer y formuló sus rondas de adiós a la gente que importaba. Sonrió con encanto a cada uno de ellos, repitiendo sus nombres por lo que recordaba, para alimentar la ilusión de que eran amigos, y que todos ellos importaban.

Afuera se encontró con su chofer esperando fielmente a su regreso, y le sonrió, se enderezó y se acercó a la puerta para abrirla. Ignoró los flashes de las cámaras siempre presentes, las voces que pedían a su nombre en un intento desesperado de atrapar una buena imagen.

-Confío en que haya tenido una agradable velada, Srta. Lee.- Su voz sonaba muy lejos en el ruido que los rodeaba.

-La tuve, gracias.- Entró en el lujoso asiento de cuero y sopló un suspiro de alivio cuando la puerta se cerró.

Vio la luz parpadear de nuevo cuando alguien salió del restaurante. Ya lo olvidaría, sustituyéndolo por el siguiente potencial de la fotografía. Había elegido esta vida, se recordó a sí misma. 

Habría de llegar un tiempo, quizá pronto, donde las cámaras no apuntaran a su dirección, cuando las voces no recordaran su nombre. Tenía que llegar un momento en que ella podría pensar de nuevo en momentos como este y se preguntaría: “¿Qué he ganado de todo? ¿Qué ha sido todo esto?”

~~~~ **** ~~~~

-Me pregunto qué le gustó.- Dara se encontró diciendo. Excavó su cuchara en el envase de helado y recogió una gran cantidad de galletas con crema que había logrado, a pesar de la gravedad, llevar a su boca sin consecuencia.

Bom estaba en la sala, rodeada por todos los cuadros de Dara. Había puesto a su mejor amiga a cargo de elegir las piezas para la muestra de arte, ya que ella misma era incapaz de tomar una decisión.

-¿Lo que ves te gusta?

-Chae.- Dijo Dara.- Lo único que sé es que tiene el cabello rubio y ojos marrones. Me imagino que es baja. Un poco gordita, tal vez. Es muy extraño ser amiga de alguien y no saber qué aspecto tiene. Ahora que lo pienso, ni siquiera sé lo que hace para ganarse la vida. Quizá es algo malo. Tal vez es traficante de drogas.

-Me gusta esta.- Dijo Bom señalando un lienzo.

Dara miró en su dirección, teniendo en cuenta que la pintura que Bom había elegido era la que había hecho para Chae.

-No estoy segura de que desee mostrar esa.

-¿Por qué no? Creo que es genial.

Dara se encogió de hombros.

¿Por qué no?

Es tonto que la mantenga como un regalo para alguien cuyo nombre completo no conocía, y que, llegó a pensar, no había respondido a su correo en días.

-Le pregunté por su número de teléfono y no escribió de nuevo. ¿Crees que enloquecí?

-Sigo pensando que es un calvo de mediana edad con barriga cervecera que le gusta matar gatitos.- Señaló el cuadro superior.- ¿Puedo ponerla en el montón?

-Seguro. La profesora Kiennen es quien decide, de todos modos.- Dara redujo la cuchara vacía en la caja vacía y puso el mentón en la parte de atrás de la silla. Bom la miró por un momento.- ¿Crees que son extrañas las amistades en línea?

-Creo que las amistades en general son extrañas. Míranos a nosotras. ¿Quién diría que seríamos amigas?- Bom pasó de mirar el arte a sentarse en la mesa. -¿Por qué? ¿Estás teniendo dudas acerca de tu ciber-amiga?

Dara sacudió la cabeza.

-No, no realmente. Creo que estoy teniendo problemas de mantener esto sólo en línea. Quiero llamarla y conocerla. ¿Sabes? Asegurarme de que