-Hola.- Dijo en un tono tan poco familiar que Dara no sabía si le estaba hablando a ella hasta que levantó la vista. Jiyong se situó delante de ella, las manos profundamente en los bolsillos de su abrigo. Desviando su mirada por todo el parque antes de mirar a Dara.- Como que hace frío para estar aquí.

El viento soplaba fuerte en ese momento, arrastrando una botella de agua vacía en el suelo. Dara lo miró en silencio, irritada brevemente. En circunstancias normales, se habría ido. En cambio, no hizo nada, sino mantener quietas las páginas de su cuaderno de bocetos a medida que el viento volvía a soplar.

-Me gusta.

-¿Te han gustado las flores?

Dara miró hacia abajo, se sentía cansada ahora. Deseaba que se fuera.

-¿Qué quieres, Jiyong?

Él se sentó a su lado sin esperar una invitación. Debió haberse dado cuenta que ella no le ofrecería una.

-Quería pedir disculpas.

Dara miraba su perfil, tratando de no parecer sorprendida. ¿Jiyong? ¿Pidiendo disculpas? ¿A ella?

-No fue tu culpa que yo…- Jiyong dudó y empezó de nuevo.- Mis padres estaban ejerciendo una gran presión sobre mí para encontrar a alguien más.- Él miró con rapidez.- No es que no les gustes, es solo que… no eres…

Dara intentó ignorar la sensación de humillación que siempre acompañaba la forma de pensar de los padres de Jiyong. Por supuesto, sabía que no era de clase alta. Por supuesto, ella sabía que sus padres no la aprobaban a ella ni a su relación con Jiyong. Sabía que le habían amenazado cortar su relación si no la dejaba. Que había dicho muy claro que ella no era lo suficientemente buena para él.

Jiyong se cambió para hacerle frente a ella.

-Las cosas se pusieron realmente feas y tuve que decirles que nos separamos.

Dara tragó saliva, sin que el odio la lastimara.

-¿Cuándo?

-Hace seis meses.- Dijo.- Lo siento, Dara. Era la única forma en la que podrían dejarme solo. Pero… no fue suficiente.- Él paró y respiró profundamente, lo que indicaba que lo que seguía era mucho peor.- Ellos me juntaron con alguien. La hija de uno de los socios de negocios de mi padre. Ingresó también a Harvard y, realmente… nos caímos bien. Por eso he estado tan distante. La he estado viendo a ella.

Dara parpadeó, incapaz de formular palabras.

-Quiero decir, eran verdad los te amo. Era la razón por la que quería tu transferencia a Harvard. Quería creer que tú y yo podríamos ser. Que lo que yo sentía por Kiko era sólo temporal…

-Kiko.- Repitió Dara suavemente, pensando que el nombre hizo chispar algo en ella. Ira. Amargura. Y tal vez vacío.- ¿Has dormido con ella mientras estábamos juntos?

Jiyong la miró.

-Lo siento.

Dara asintió.

-Gracias por decírmelo.

-Dara…

-Está bien.- Dijo, y no estaba segura si era cierto o no. El frío fue llegando a su momento y necesitaba caminar. Tal vez si caminaba se libraría de su entumecimiento. –Por favor, no vuelvas a llamarme.

-¿Me odias?

-No.- Y eso era verdad.- Pero no quiero volver a verte. No es un futuro próximo. Tal vez algún día, en diez años o algo así vamos a encontrarnos por accidente y seremos capaces de sonreírnos y pensar en este momento como una especie de recuerdo agridulce. Tal vez entonces, seré feliz de verte. Quizá. Pero ahora, si yo fuera a verte de nuevo, si yo fuera a encontrarme contigo y te viera sonreír y reír con tu grupo de amigos, si me llegas a decir “hola”, creo que te odiaría. Y tal vez te odie de todos modos una vez que camine lejos de ti. No puedo prometer que no. Pero ahora, en este mismo momento, lo que siento es alivio. Alivio de que esto haya terminado. Estoy aliviada de que ya no me vas a lastimar. Envíale un saludo de mi parte a Kiko. Les deseo lo mejor. Adiós Jiyong.

Buscó la botella de agua vacía, ya que se alejó de su vista y se dobló hacia abajo para tomarla.

-¡No puedo creerlo! ¡Ese idiota!- Bom frotaba tan duro la mesa que Dara pensó que se le saldría toda la pintura.- ¿Te engañó? ¡¿A ti?! ¿Cómo se atreve? ¿Qué se piensa que es?

Dara miró a su alrededor a los otros clientes que se encontraban ahora mirando curiosamente en su dirección y recapacitó que decirle a Bom acerca de su encuentro con Jiyong en su lugar de trabajo no había sido la mejor cosa que pudo haber hecho.

-Bom, la gente está mirando.- Le susurró.

-¿Y?- Bom bajo el mantel sobre la mesa miró al hombre que se encontraba cerca de Dara.- Si ella fuera tu novia, ¿podrías engañarla?

Dara cubrió su rostro con una mano y se hundió en la silla más baja.

-Soy gay.

-Por supuesto que lo eres.- Respondió Bom. Miró a su alrededor. -¿Algún chico aquí que no sea gay? Maldita sea, ¿alguna lesbiana presente?

-¿Has perdido la cabeza? –Susurró  Dara en medio del grito de la clientela.

-Yo no lo haría.- Dijo una voz masculina.- Ella es y.

-Aquí tienes.- Le dijo Bom a Dara.- La prueba de que Jiyong es un idiota.

Dara se dio vuelta para ver que un hombre de sesenta años de edad aproximadamente le echaba una mirada y.

-Ugh.- Se volvió de nuevo a Bom.- Mira, voy a volver al apartamento. Y oficialmente, nunca voy a volver a visitarte de nuevo aquí.

Bom tomó la declaración de Dara como si debía tomar asiento. Así que lo hizo.

-Conozco un par de chicos que podrían golpear a Jiyong, ¿qué piensas?- Preguntó en voz baja.

-Creo que tengo un poco de miedo ahora mismo.

Bom redujo sus ojos en nada en particular.

-Estoy muy contenta de lo que hayas hecho con ese bastardo. Y confía en mí, si alguna vez vuelves con él, estaré muy molesta.

En lugar de responder, Dara le sonrió.

Irónicamente, la ira de Bom trabajó para calmar su dolor. El recorrido a pie desde el parque había sido un oscuro y emotivo evento. Derramó una o dos lágrimas, pero nunca iba a admitirlo. Jiyong no merecía sus lágrimas. No las había merecido antes de su confesión, y desde luego, mucho menos después de ella. Y luego de un desahogamiento con una adecuada bebida con cafeína, se sintió mejor. No del todo como para ir