TIFFANY

Desayuno en Júpiter
 

Los labios de tiffany caen sobre los míos y dejo de pensar.

Olvido que Zannah ya no está, y olvido el terror a que se abran nuevas cicatrices. Los fantasmas de aquellos que no han muerto aún ya no pueden herirme.

tiffany me besa.

tiffany me besa a mí, y es agradable y dulce y suave como un pedacito de sueño.

Estamos a salvo.

Sabe a futuro, a aventuras y a nuevas oportunidades.

tiffany

-CAPÍTULO 52-

FUEGO

Aunque taeyeon y yo hemos dejado de besarnos y nuestros labios ya se han separado, todavía no abro los ojos. No abro los ojos porque el cosquilleo de mi boca todavía sabe a champán y a tarta y a cumpleaños, y porque no quiero que este momento se acabe nunca.

Algo frío (con un característico olor a lilas) me acaricia el labio inferior. Abro los ojos. Ahí está taeyeon, algo distorsionada durante unos segundos, y es su pulgar derecho el que baja hasta llegar a mi mentón.

Me muerdo la cara interna de las mejillas. Juego a darle toquecitos a sus bailarinas con mis mocasines.

Y río. Ambas reímos y reímos y reímos hasta que nos lloran los ojos y nuestras mejillas quedan espolvoreadas de rosa.

taeyeon se inclina de nuevo hacia mí, pero esta vez no me hace falta saltar del acantilado. Me besa. Me besa una y otra y otra vez, hasta que siento que no puedo respirar y que sus manos arden sobre las mías.

–Me encanta esto –susurra, su voz algo más rasposa que antes.

–Me encanta esto –la secundo–. Me encanta, me encanta, me encanta.

¡Pum!

Una pequeña explosión. El cielo, que era tan negro y profundo, se ilumina de rojo. Naranja. Verde.

Dorado.

Son fuegos artificiales, que dibujan flores y espirales en todo lo que antes era oscuro y que mueren dejando tras de sí polvillo de oro.

–¿Ha habido un partido de fútbol importante? –pregunta taeyeon.

–¡No, boba! Es tu cumpleaños.

–¿Qué?

–Tayo pensó que te gustaría. Casi se me olvida. Deben de ser ya las once.

taeyeon parpadea. Solo puede repetir:

–¿Qué?

–Contratamos a un tío. Un espectáculo de fuegos artificiales desde el puerto.

–¿Qué? ¡Oh, Dios mío! ¡Oh, tiffany!

Su risa se fragmenta en mil pedazos, y todos se esconden en los rinconcitos más insospechados del parque.

«¡Oh, tiffany!»

Y coge mi mano fuerte, y en una carrera nos reunimos en el Old Castle con Tayo y con Jimmy.

Los chicos están tumbados en el capó del coche en el que nació tiffany, con una gruesa manta tapándolos hasta las orejas, y los pómulos y la frente pintados del color de los fuegos artificiales.

–¡Tayo! –exclama taeyeon, soltándome la mano–. ¡Tayo, Dios mío, es precioso! ¿Cómo se te ha ocurrido? ¡Es tan bonito!

Doy un paso adelante para llegar a ellos (mis rodillas todavía chocan entre sí, y sigo teniendo ganas de estallar simplemente en unas carcajadas de la variedad más ruidosa), pero entonces veo algo. Algo oculto entre los matorrales del laberinto, temblando como un animalillo asustado. Algo del color del otoño.

Aprovecho que Jimmy intenta sonsacarle algo a taeyeon para acercarme. Los segundos parecen apilarse

los unos sobre los otros hasta que llego a él. Harlon. Harlon con la cabeza entre las rodillas y ambas manos sobre la coronilla. Harlon sobre la nieve, llorando. Harlon asustado.

–¿Harlon?

Trato de colocar una mano tras su espalda, pero arde más que nunca y me hace daño. Su pecho sube arriba y abajo, arriba y abajo, arriba y abajo, completamente rojo.

–Haz que pare –suplica con un hilillo de voz–. Por favor, haz que pare.

Una nueva explosión tiñe el cielo de azul turquesa. Harlon se encoge más, temblando y gritando y llorando.

–Haz que pare. Haz que pare, haz que pare, haz que pare… Extiendo una mano para levantarle la cabeza y ver su rostro.

Trago saliva.

Tal vez…

–¿Cricket? –susurro muy muy levemente.

Harlon hipa. Su cuerpo, en constante tensión, se rinde ante un último temblor.

–¡No me llames así! –grita–. ¡Por favor, por favor, no me llames así!

Se va como una confusión amarilla y naranja, y puedo verlo entre la nieve, brillando y girando y corriendo.

–¡Harlon, espera! –Jadeo, abriéndome paso entre los arbustos para llegar hasta él.

El aspecto que el interior del Old Castle ofrece es desolador. Al abrir la puerta para seguir a Harlon, esperaba oír el eco de mis pasos, pero lo único que me llegó fue el crujido de la suela de mi mocasín izquierdo rompiendo una botella vacía de cerveza.

El Old Castle de Soldiers Point Quay es un esqueleto de vigas y hormigón. En las paredes hay sombras

alargadas –cicatrices de humo– que dejó el incendio que destrozó el edificio en 2011. Olor a llamas y a madera quemada. La escalera, frente a mí, está repleta de escombros y da a un piso superior sin paredes, por lo que la luz de la luna cae sobre mí como una capa plateada.

–¿Harlon?

Su nombre desaparece en cuanto sale de mis labios, enterrado bajo una nube muy

enredada de voces.

Nephesh. Ruido, ruido, ruido, ruido. Nephesh. Ruido, ruido. Nephesh. Susurros. Nephesh, nephesh, nephesh.

Me tapo las orejas con las manos, pero la nube de voces sigue ahí, cada vez más desesperada y febril.

NepheshnepheshnepheshnepheshNEPHESHNEPHESHNEPHESHNEPHESHNEPHESH

 

taeyeon

 

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Comments

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LlamaAmerica #1
Chapter 52: D: asi termina????
Shizuma #2
Chapter 25: Me encanta esta historia, por favor continúa!
Saludosss