EL AVIADOR

Desayuno en Júpiter

Esther, sentada a mi lado en el templo, me abanica con su mano derecha mientras recitamos la oración de la primera noche de Janucá. El único foco de luz, además de las ventanas, proviene de la vela encendida de la menorá, por lo que estamos rezando en una penumbra de sombras naranjas.

Todo el mundo está abrigado con sus chaquetones y sus gruesos jerséis de cuello alto, pero yo siento un calor inexplicable que solo puedo atribuir a Harlon, pero Harlon no está aquí.

- Baruch Atah Adonai Elohenu Melech Haolam sheasa nisim laavotenu bayamim

hahem bizman hazeh ... 14

Las últimas sílabas del segundo verso de la oración todavía no han abandonado mis labios cuando lo veo. Hay un chico al otro lado de la ventana que parece llevar las postreras hojas de otoño en su pelo y que camina, desgarbado y sin rumbo, calle abajo. Junto a él la luz parece concentrarse de forma distinta ... ¿Harlon?

–Tengo que salir un momento afuera –le susurro a Esther, que me responda alzando las cejas y asintiendo levemente.

Siento la pesada mirada de papá sobre mí mientras salgo, pero echo a correr de todos modos.

Atravieso las puertas del templo y Lisandro, que había sacado a los hermanos de Esther para entretenerlos durante la ceremonia, me llama. No me vuelvo. Harlon se aleja, y su silueta cada vez se parece más a un montoncito de cenizas en el horizonte.

Corro. Solo sé que corro, atravesando calles que desconozco y luchando por respirar con normalidad. De vez en cuando veo una brizna de amarillo rojizo (como las últimas hojas de otoño) o el perfil recortado de un muchacho delgaducho, y sé que Harlon está aquí y que debo continuar.

–¡Harlon! ¡Harlon Brae! ¡Espérame, tontorrón!

Lo pierdo por un momento. La calle ante mí es gris y en ella la luz entra a raudales con facilidad. Pero entonces, en una esquina, arrinconado y casi olvidado, veo algo. Otoño. ¡Harlon!

Entro en el parque de la avenida principal. Aunque ya ha anochecido, todavía hay gente

(familias que volver a sus casas, niños en una última pelea de bolas de nieve, parejas apurando sus bebidas calientes para llevar). Sin embargo, la sombra de Harlon me lleva a una parte algo más retirada del parque, cerca del mirador, donde la espesa vegetación (ahora espolvoreada de blanco) nos oculta.

–Harlon ... –jadeo, pasándome una mano por el pelo.

El muchacho se da la vuelta y parpadea.

No es Harlon.

Tiene el pelo de hojas y los andares desgarbados, pero sus ojos son noche y no otoño. Es más alto y tiene los labios más gruesos. La piel más morena. La nariz más grande.

No es Harlon, pero la luz se concentra de una manera especial a su alrededor. Lleva un sombrero y un uniforme de piloto, y parece asustado y perdido.

-¿Grillo?

La pregunta se esfuma de mis labios como el vaho. El joven piloto alza las cejas, y su cuerpo enjuto se ve sacudido por un temblor.

- Visite a mi hermano?

Su voz parece llegar desde muy muy lejos.

–¿Birdy? ¿Birdy Williams?

Todo el cuerpo del piloto parece descender y empequeñecerse al oírme, y entonces reparo en lo sucia que está su cara. En lo viejo y harapiento que tiene el uniforme. En cómo todo él se vuelve más traslúcido a cada segundo, como si amenazase con desaparecer.

–Hacía mucho tiempo que no oía ese nombre. Vas a tener que disculparme, pero no te recuerdo. La guerra ... hay cosas que no ... que no ... –Niega con la cabeza–. ¿Eres uno de los muchachos de la fábrica?

¿O de mi compañía? Me resultas familiar ...

Se deja caer sobre la nieve, la cabeza contra las rodillas y las palmas en el cuello. Me siento a su lado. Al pasar una mano por su espalda noto que su piel es tan cálida al tacto como la de Harlon.

–Creo que no nos conocemos, pero he oído hablar de ti y de Cricket. Me llamo tiffany. –Tiffany ... –repite, y sus ojos cenagosos se posan en los míos–. Es tu mirada. La he visto muchas veces

en otra persona, pero el caso es que no logro recordar ... –Otra sacudida de cabeza–.

¿Eres de Holyhead?

–Vivo en Holyhead.

- ¿Visitar a mi hermano Cricket? Es más o menos de tu edad. Trabaja en la fábrica del señor Wonnacott. Es repartidor ...

–No lo conozco personalmente –le digo con suavidad.

Quiero explicarme, hablar con él, pero ¿qué podría decirle? Estáis muertos, Cricket y tú. Han pasado muchos muchos años. La guerra ha terminado, ¿ves? Y de la fábrica del señor Wonnacott ya no queda nada ...

–Tengo que encontrar a Cricket –dice de pronto, y sus palabras parecen empujarse las unas a las otras para salir–. Tengo que hablar con él. Va un cometer un error terrible. Voy a cometer un error terrible ...

Grillo ...

Se ha puesto en pie y da vueltas en círculos, los puños golpeando sus pantorrillas y su piel más roja y sudorosa que nunca.

Él no sabe que está muerto. ¿Y qué diferencia habría si lo supiese? Me levanto despacio, doy un par de pasos hacia él (sus pies no dejan huellas en la nieve) y le toco levemente el hombro.

–Birdy, Cricket estará bien –le aseguro–. Conozco a Ginnie Wonnacott. Ella le dirá a tu hermano lo que quieras. Él estará a salvo.

–Ginnie Wonnacott ... –Birdy se humedece los labios–. Sí, dile a Ginnie ... dile que no le permita que lo haga.

–¿El qué?

–Dile que no ... que no puede hacerlo.

–Pero ¿hacer el qué, Birdy?

El muchacho niega con la cabeza. Sus ojos, de un ardiente castaño, brillan con las lágrimas.

–Dile que todo lo que he visto ... todo lo que he vivido ... hay monstruos ahí fuera.

Puedo ver la nieve a través de su cuerpo, y los árboles y los últimos pájaros del invierno. Se está desvaneciendo, consumiéndose como una vela que se apaga.

–Ruido ... –susurra, y su voz se camufla con el ulular del viento y el rugido de los coches–. No se puede dormir. El cielo blanco se tiñe de sangre. Imágenes ... que no ... - Tuerce el gesto–. No puede irse.

He visto tanta muerte ... empieza con fuego y termina con hielo. No puede irse ...

Lo único que logro ver ya es una sombra rojiza (su pelo), la huella borrosa de su cuerpo y sus ojos, tan negros y brillantes como dos gotas de tinta china.

–Se lo diré –afirmo–. Te lo prometo.

Creo que sonríe. No podría decirlo. La luz a su alrededor es del plateado de la luna y el amarillo de las farolas, y ya no hay nada que pueda detenerla, porque Birdy Williams ha desaparecido.

Monstruos.

Ruido.

Sangre.

Muerte.

Fuego y hielo.

La guerra.

Creo que ya sé cómo terminará esta historia.

En los ojos de barro de Birdy, en el momento inmediatamente anterior a que desaparecieron junto a todo lo demás, vi muchas cosas, que se reducen a una: Una fractura en el centro del mundo.

Por ella se desploman las personas.

Las que viven.

Las que mueren.

Y las llamas.

Las balas.

Cenizas.

La guerra.

taeyeon

 

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Comments

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LlamaAmerica #1
Chapter 52: D: asi termina????
Shizuma #2
Chapter 25: Me encanta esta historia, por favor continúa!
Saludosss