PARA BELLUM

Desayuno en Júpiter

El dormitorio de Harlon ha vuelto a convertirse en la habitación de invitados. En el día que hemos pasado en Londres para buscar a Lisandro al aeropuerto, Harlon se ha ido, simple y llanamente, como un huésped que finaliza su estancia en una pensión.

Mientras papá y Leo se dirigen al piso superior, envueltos en el estruendo de las maletas y el crujido de los escalones, llamo a Harlon en voz alta.

Silencio. Mi propia voz me responde con un eco fantasmal.

Busco en cada rincón de su cuarto (ahora habitación de invitados), y en el baño y en la cocina, e incluso en el pequeño armario de las toallas, como si fuésemos dos niños jugando al escondite. Solo que Harlon no está aquí, y me doy cuenta enseguida, porque allá donde él va hay ruido y ahora solo puedo oír a papá ya Leo en el salón, hablando por teléfono con mamá, diciéndole que hemos llegado a casa y estamos bien.

Aprovechando la distracción, salgo al jardín trasero, pero este, desde luego, está desierto. Con una ráfaga de viento, la pelota de swingball gira alrededor del poste al que está atada, y hace un sonidito que por un momento me recuerda a la risa boba de

Harlon.

El tontorrón de Harlon Brae.

Con ojos y pelo de otoño.

Muerto.

Me siento en el banco y apoyo el mentón en las rodillas, observando cómo la pelota amarilla gira y gira y gira, y calculando los minutos (menos de cinco) que faltan para que Leo repare en mi silencio.

(Papá nunca lo haría, ¿verdad? Para papá un minuto en el que no parloteo es un minuto dorado.)

Harlon y yo nunca hablamos de lo que pasaría cuando tuviera que marcharse. A decir verdad, nunca consideramos siquiera la idea de que tuviera que irse. Me lo había explicado muchas veces. Había muerto tan repentina y violentamente que su alma se despegó de su cuerpo de cuajo, sin darle tiempo a procesar lo que había pasado (una bomba, su carne convertida en una bruma de polvo rosa), y por eso nunca dejó de considerar la Tierra como el lugar al que pertenece. Claro que podría haber mentido.

Harlon era (es) un embustero de primera.

«A lo mejor ya no me necesita. A lo mejor ha pensado que no volvería y ha ido a buscar otra persona que pueda con él. »

Por la mañana, antes de que vayamos al templo, me ofrezco a llevar los botes de mermelada a la oficina de Correos y aprovecho para buscar a Harlon en el campo de las liebres.

Siempre pensé que podría encontrarlo allí, rodeado de lilas y con liebres entre las manos, pero me doy de bruces con la nada. Solo el cielo rosa que empieza a cambiar de color está ahí para darme la bienvenida.

taeyeon

 

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Comments

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LlamaAmerica #1
Chapter 52: D: asi termina????
Shizuma #2
Chapter 25: Me encanta esta historia, por favor continúa!
Saludosss