LO QUE ENCONTRÉ EN EL JARDÍN

Desayuno en Júpiter

Cuando taeyeon y yo nos separamos (ella entra por la puerta principal y yo a través de la portezuela del jardín, que da directamente a la biblioteca), me topo de nuevo con la niña pelirroja. Lleva otra vez esas pesadas botas de agua, y un vestido azul raído. Juega con las flores del jardín (que está sorprendentemente bien cuidado) y no parece encontrar percatado de mi presencia, porque da un respingo cuando alzo la voz.

–Otra vez nos vemos, ¿eh?

La niña no dice nada, pero me mira con sus grandes ojos castaños, como un animalillo asustado, y parpadea.

–No tengas miedo, no se lo diré a nadie –añado, y ella se muerde el labio inferior–. ¿Vives por aquí?

Parece sopesarlo durante un par de segundos. Luego se levanta, se sacude la tierra de las rodillas y las manos, se encoge de hombros y dice:

–Pues claro.

–¿Sabe Miss Wonnacott que estás en el jardín?

La niña da un paso atrás. Todo parece temblar en su rostro pálido y salpicado de barro.

–¿Está la señora Wonnacott en casa?

–Eso me temo.

–¡Oh, mamá va a estar furiosa!

Y, recogiendo su cubo del suelo, echa a correr en la dirección contraria sin darme tiempo a detenerla.

Cuando entro, cuidándome yo también de sacudirme la tierra del vestido, Miss Wonnacott me recibe con un seco «llegas tarde», que inmediatamente va seguido de un cortante:

–¿Acostumbras a ser impuntual, tiffany young?

–Lo siento –me disculpo, tomando asiento frente al Mac–. Me entretenido.

–Oh, ¿y eso ocurre a menudo? Porque te recuerdo, tiffany young, que el tiempo pasa para todos, ya algunos se nos agota más rápido que a otros. No lo olvides.

–Lo siento muchísimo. No volverá a ocurrir.

–Eso espero. ¡Y por favor, niña, deja de disculparte por cosas de las que no te arrepientes! Me provocas dolor de cabeza. ¿Dónde nos habíamos quedado? Veamos ... ¡Ah, sí!

Los Williams

Cuando lo conocí, Birdy Williams llevaba un mono de trabajo y la camisa más roñosa y deshilachada que había visto jamás. Sé que esto es cierto porque acabábamos de mudarnos a Holyhead, y porque mi madre arrugó la nariz al posar los ojos sobre él, y porque Birdy Williams estaba poniendo a punto el ascensor que conectaría la planta baja

(donde nos encontrábamos) con el piso superior. Sin embargo, cada vez que recuerdo a Birdy, no puedo evitar verlo con su uniforme pardo de aviador, su casco y esas enormes gafas que le otorgaban cierto parecido con un insecto.

Como lector no te pido exactamente que te imagina un apuesto aviador inglés instalando un ascensor en una casa demasiado pequeña, solo que tengas en cuenta que, si Birdy hubiera podido elegir, sin duda habría escogido semejante indumentaria incluso para trabajar en el ascensor. Y es que Birdy Williams era una persona a la que le gustaba causar una buena impresión.

–Menudo aparatejo tiene aquí, jefe –dijo, cerrando la verja dorada–. Los Kone son los mejores ascensores del mercado, sí, señor.

Papá, sentado en la silla del recibidor y con las manos firmemente aferradas a su bastón, asintió sin decir nada.

Yo, acuclillada a su lado, observaba la escena en silencio, sintiendo las puntas de los dedos de mis pies cosquilleando como cuando estaba a punto de ver un espectáculo en el cine.

–Le mostraré lo rápido que es, jefe –insistió Birdy, y de algún lugar detrás de la montaña de cajas de herramientas emergió, como una sombra, un muchacho sucio y

andrajoso–. Mi hermano subirá al piso superior y volverá aquí en menos de medio minuto.

¿Preparado, Cricket?

–¡Preparado, Birdy! –Dijo el niño, como el extraño ayudante de un mago muy humilde, adentrándose en el ascensor–. ¡Por el rey Jorge, por la patria y por la libertad! Y, tras pulsar uno de los dos botones, las puertas se cerraron y el chico desapareció tras ellas.

Desde el hueco de la escalera oí una risita débil y cantarina. Mi hermana Phoebe reía por primera vez desde que Saul se había marchado (Saul, su gemelo, siempre dos, siempre juntos), y lo hacía mirando muy fijamente a Birdy a los ojos.

Birdy, pasándose una mano morena y sudorosa por el pelo rojizo, se ruborizó y dijo: –No sé de dónde saca esas cosas. Está un poco tocado del ala, mi hermano. Pero las mejores personas lo están, ¿no?

Mi padre, a quien un hermano «un poco tocado del ala» le parecía una vergüenza que había que ocultar enseguida y no un orgullo, torció los labios y dijo:

–Quince segundos. Ya debe de estar arriba.

Birdy asintió, y luego se dirigió, por primera vez, a mí.

–Me gustan esos pantalones que llevas, señorita. Son unos pantalones estupendos. –Gracias. Los cogí del armario de mi hermano. Él es bajito y yo soy alta, así que me quedan bien.

Birdy sonrió. Phoebe, que dio un paso hacia él, se mordió el labio inferior y susurró con su voz melosa:

–No sé de dónde saca esas cosas. Está un poco tocada del ala, mi hermana. Pero las

mejores personas lo están, ¿no?

–Siempre –asintió Birdy, jugando con el cinturón del vestido de mi hermana. En aquel momento, cuando pensé que papá se levantaría con toda la fuerza de su

bastón, las puertas del ascensor se abrieron y Cricket Williams, dándole dos golpecitos a su reloj de pulsera, bramó:

–¡Veintinueve segundos y medio, señor! Lo he comprobado con mi propio reloj. ¿Puedo ayudarte en algo más, Birdy?

Birdy dejó de mirar a mi hermana para clavar sus cálidos ojos castaños en Cricket.

–Bueno, no. No creo, campeón.

–¡Bien! –Graznó Cricket mientras papá, que había pasado más tiempo con «esos niños

inmundos »del que estaba dispuesto a admitir, se tambaleaba hacia su estudio–. Al señor

Brown acaba de llegarle un Bristol Type 138, ¿puedo verlo?

Birdy apoyó las palmas de las manos en sus rodillas para quedar a la altura de Cricket.

–¿Un Bristol?

–Ajá.

–Bueno, pues puedes mirarlo hasta que te quedes ciego, pero ni se te ocurra volar sin mí.

–¿Por qué? –Gritó el muchacho, que estaba en el umbral de la puerta–. ¿Es que necesitas un par de clases?

–¡Cricket, hablo en serio! –Chilló Birdy, pero Cricket ya se había ido–. ¡Muy bien, si te rompes algo no seré yo quien te lleve al hospital!

Mi hermana volvió a reír.

–Hace un día muy claro para volar, ¿verdad?

–Excepcional –la secundó Birdy.

Phoebe dio un paso más (el último) hacia él.

–Eres piloto, ¿verdad? Por eso te llaman así. Birdy. Pajarillo.

Birdy dio una sonora palmada al aire.

–¡Ah, quién sabe! Todos tenemos nuestros secretos, señorita Wonnacott.

Mi hermana no era una persona acostumbrada a que no satisficiesen su curiosidad. Estafa un mohín, se desató el cinturón y se quitó el vestido hasta quedar en su combinación de seda (de haber estado presente, mamá se habría desmayado).

–Yo creo que hace un día estupendo –recalcó–. Me voy a nadar. Quizá nos veamos más tarde, Birdy Williams.

–Como quieras, señorita Wonnacott, pero hace frío, y tampoco voy a arrastrarte a ti hasta el hospital si te enfermas.

Mi hermana solo rio (su risa era deliciosa, y ella lo sabía mejor que nadie), y echó a correr en la misma dirección en la que había desaparecido Cricket.

Birdy se agachó ante mí y me preguntó:

–¿Y tú qué, señorita? ¿No vas a nadar?

–Estamos a diez grados –siseé–. Phoebe sí que está tocada del ala.

–Como las mejores personas, ¿eh? ¿Y volar? ¿Te gustaría ir a volar? Podría llevarrte en mi avión cuando termine el trabajo.

Asentí con un gesto de la cabeza. Creo que en aquel momento ya estaba un poco enamorada de Birdy Williams, que estaba hecho de luz y de aventuras, y que no pensaba que yo era demasiado fea, o demasiado zamba, o demasiado sabelotodo para considerarme digna de su tiempo.

Claro que yo tenía doce años y él veinticuatro, ya partir de aquel día no solo me llevó a mí a volar en su, sino que también comenzó a pasar mucho tiempo en la playa con

Phoebe. Un día tras otro, todos ellos salpicados de salitre y agua y carcajadas, hasta que mamá se llevó las manos a la cabeza y la señora Williams (que parecía muy vieja y arrugada) abordó a Birdy delante de mí para recordarle que él era un obrero y mi hermana una señorita, y que lo único que conseguiría mezclándose con una chica que no era de su clase sería arruinarse la vida.

taeyeon

 

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Comments

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LlamaAmerica #1
Chapter 52: D: asi termina????
Shizuma #2
Chapter 25: Me encanta esta historia, por favor continúa!
Saludosss