Capítulo 45: "- ¿Me buscabas?"

taeyeon kim ( taeny, vampiros)

Toqué con mis dedos las increíbles flores amarillas que se abrían paso en todo el lugar. No sabía dónde estaba ni tampoco recordaba cuando había llegado aquí. Pero era bellísimo.

Parecía un campo. Por el césped verde y las flores y árboles que se encontraban en todos lados. Era un día espectacular. No había una sola nube en el cielo y el sol brillaba radiante. No entendía cómo podía tener la vista tan clara de todo lo que estaba pasando. La luz debería haberme cegado.

Caminé sin despegar mis dedos del camino que las flores iban dejando. Tenía una sonrisa plantada en la cara mientras sentía el viento correr mi cabello de mi rostro.

Todo el lugar me resultaba de lo más conocido, aunque estaba segura que jamás había estado allí. Era una extraña sensación en el estómago que, al parecer, no planeaba irse.

Escuché con atención. Los pájaros habían dejado de cantar y sólo podía oír el ruido del viento, que ahora golpeaba mi rostro y hacía volar mi cabello con más fuerza. Me giré en el momento en que detecté la risa de una niña detrás de mí. Pero no había nada. Ni siquiera un rastro. Sólo un sonido que seguía repitiéndose a mis espaldas a medida que me giraba. Y que cada vez se hacía más fuerte y más cercano. Oí unos pasos. Una persona corriendo. Y cantando. Entrecerré mis ojos intentando ver algo a la distancia, pero no había nada. Otra persona silbaba al ritmo de la canción. Comencé a caminar lentamente en la dirección en la que mis oídos creían escuchar esas voces. No podía escuchar el sonido del césped crujiendo bajo mis pies, no escuchaba el sonido de mi respiración, tampoco escuchaba a los pájaros. Sólo podía escuchar las voces que resonaban en mis oídos y en mi cabeza como si fuera lo único en lo que girara el mundo. Era extraño. Era tan extraño que ni siquiera me animaba a hablar. Sentí que las voces se alejaban, comenzaban a distorsionarse y perderse en la distancia. Corrí sin saber a dónde iba.

Era como si hubiera perdido todo sentido de la cordura. Nadie corría detrás de un sonido que había escuchado. Y menos si no sabía en dónde estaba, ni quién podía llegar a ser. Y más si creía que no se trataba de una sola persona, sino que tal vez podría haber más. Pero yo sí. Corría y corría y sólo escuchaba esas voces, y no mis pisadas, como si estuviera pisando algodón o nubes y por eso era tan sigilosa. El verde de las plantas estaba por todos lados y hasta algunas ramas estuvieron cerca de golpearme la cara. No me sentía agitada ni cansada y las piernas no me dolían como siempre lo hacían cuando corría de esa manera.

Me detuve, al notar lo raro de la situación. Las voces habían desaparecido, los pájaros también, todo ruido había desaparecido. El silencio era sepulcral y ahora  estaba perdida.

 

Froté mi cara intentando mantener la calma. Buscándole un sentido a lo que estaba pasando. Pero no había razón en mi cabeza. Intenté recordar, pero nada. Era como  estuviese en blanco. Y sólo pensara en lo que sucedía ahora. Como si no pudiera ver hacia atrás, al pasado.

Antes de rendirme y largarme a llorar de la impotencia que me causaba no poder recordar nada, miré al suelo y noté algo extraño en el césped. Una marca. Una marca extraña que desentonaba completamente con la situación y el lugar. Todo era verde y color, lleno de flores y árboles y vida. Y luego esa marca negra en el medio del verde que sobresaltaba demasiado.

Era como si lo hubiesen quemado. Como si lo que sea que hubiera pasado por allí, hubiese dejado su huella, quemando lo que había tocado. Y me había dado cuenta,  al cercarme, que era sin lugar a dudas una huella. No de un animal, ni de un ave, ni nada de eso. Era de una bota. De una bota de una persona. Un ser humano.

No sabía si alegrarme por no estar sola, o preocuparme por el hecho de que esa bota había quemado el césped verde que estaba debajo de mis pies.

Caminé, siguiendo las huellas que se repetían y formaban un rastro. Un pie izquierdo y uno derecho que parecían caminar quemando lo que había a su paso. Descubrí también unas cuantas flores hechas casi cenizas en el camino y huellas parciales de manos y dedos que parecían apoyarse en árboles. Era como si alguien estuviera diciéndome hacia dónde ir. Y una parte de mí me gritaba que siguiera las pistas, y la otra sólo intentaba detener mis pies y hacer que dé la vuelta para alejarme de allí. Pero me encontré a mí misma sin poder dejar de caminar. Se me hacía casi imposible terminar allí y dejar lo que sea que estuviera pasando a la mitad. Nunca descubriría por qué me habían dejado aquí, o cómo había terminado en este lugar.

Seguí caminando y callé a las voces de mi interior que, al parecer, no me querían dejar en paz. Luego de un rato, las huellas desaparecieron. Era como si se hubieran esfumado, como si quien sea que era el responsable de esas pisadas hubiera salido volando y por eso ya no estaban.

Me giré, intentando buscar alguna respuesta. Quien sea que me dijera lo que estaba pasando. Pero no había nada. Era un desierto celestial el que se habría paso frente a mis ojos.

- ¿Me buscabas? - Di la vuelta sobre mis pies al escuchar esa voz a mis espaldas. Era imposible no reconocerla. Estaba segura que era la voz que me perseguiría en mi cabeza hasta el día en que me muriera.

kriss.

Abrí la boca, sin poder creerlo.

Y no era porque no pudiera creer que kriss estuviera aquí conmigo, aunque también era bastante increíble y aterrador. Era por lo que había a su alrededor. Eso era lo que en verdad me causaba escalofríos.

Detrás de kriss, se encontraba la perdición.

El césped no crecía. Estaba completamente marchito, prácticamente no existía y sólo una extraña tierra rojiza se extendía debajo de sus pies. Las hermosas flores amarillas que había estado tocando se encontraban en el piso, convirtiéndose en cenizas. Las montañas que antes veía de manera lejana, se notaban como volcanes activos. Y el cielo... Nunca había visto algo tan horrible, aterrador y hermoso al mismo tiempo. Las nubes eran de un sólido gris oscuro, casi negro. Y el cielo se notaba rojo como la sangre. Las cenizas volaban por todas partes y se pegaban en el cabello negro de kriss, haciéndolo ver más claro. Él estaba allí, en el medio de todo ese desastre que se había convertido mi hermoso paisaje celestial. Sonriendo y mirándome con sus ojos que destellaban rojos. Era como si el infierno se hubiera apropiado de la Tierra. Y él era el rey de ese horrible dominio que no quería que estuviera en frente de mis ojos nunca más.

Tragué saliva. Era tan extraño ver los dos paisajes encontrados en un punto. Como si una pared invisible los separara y de un segundo al otro caminaras del cielo al infierno sin darte cuenta.

- ¿Qué estamos haciendo aquí? - Le pregunté con mi voz fría. Intentaba no demostrar mi miedo ni mi confusión, aunque estaba segura que era inútil, ya que él parecía leerlas sin ningún tipo de esfuerzo.

- ¿Tú qué crees? - Odiaba que su sonrisa destellara de esa manera. No sabía cómo hacían todos los vampiros para mantener tanta soberbia dentro de ellos y no explotar.

No respondí, no valía la pena. Enredaría mi cabeza más de lo que ya estaba y pondría palabras en mi boca que yo jamás había mencionado. Me acerqué un poco más al muro invisible que separaba los dos paisajes y toqué con mi dedo la sólida nada que nos dividía. No tenía sentido alguno. Era una locura. Científicamente imposible.

- ¿En dónde estamos? - Pregunté mientras volvía a escuchar las risas y las pisadas que corrían de las mismas personas que minutos antes habían desaparecido. Kriss pareció notarlas también, porque su sonrisa desapareció y sus ojos volaron al piso mientras se sentaba, cruzando sus piernas. Al parecer, tenía la costumbre de hacer eso, ya que las dos veces que lo había visto, había hecho lo mismo al empezar a preguntarle cosas. Le daba un aspecto aún más de niño.

- En tu cabeza. - Lo miré mientras fruncía mis cejas.

- ¿En mi qué? ¿Cómo...? ¿Estoy soñando? - Todo comenzaba a tener un poco más de sentido. Las apariciones y desapariciones, los ruidos y las sensaciones. Y el hecho de no saber cómo había aparecido aquí de repente.

- Puede ser... - Hubiese revoleado los ojos ante su estúpido misterio. - No lo sé, la verdad. - Sonrió de lado. - Quizás una pesadilla... Un sueño... Un recuerdo. Tal vez caíste en coma y me estás viendo porque me extrañabas. - Algo extraño en su voz me dio escalofríos. No sabía qué era, pero era algo escondido que me estaba volviendo loca.

- No soñaría contigo ni aunque estuviera muerta. - Sabía que esa oración no tenía sentido, y me arrepentí de decirlo en el momento en que salió por mi boca.

- No tienes ni idea de lo paradójico que es todo esto. Y no hay tiempo para explicártelo. - Una pequeña risa salió de sus labios mientras negaba con mi cabeza.

- Pero tienes razón, no estás soñando conmigo... Yo estoy dentro de tus sueños. – Di un paso atrás, sin entender.

- ¿Cómo...? - No encontraba la oración exacta para demostrar mi asombro.

- Porque puedo y porque quiero. - Su voz se había endurecido de repente. – Tus amigos tienen poderes, y yo también tengo un par de trucos bajo la manga.

- Pero eres un cazador, los cazadores no pueden... - Levantó una mano, interrumpiéndome y se tomó la cabeza, como si estuviera harto de mí.

- Bla, bla, bla... Puedo hacerlo, eso es lo importante. No estoy aquí para hablar de esto. - Me giré al escuchar las risas y las pisadas más cerca.

- ¿Y para qué estás aquí? - Le pregunté mientras caminaba un par de pasos, intentando ver si había alguien más con nosotros. No sabía si creer el hecho de que este era un sueño mío, o lo que sea. Kriss  no era una persona en la que podía confiar.

- Para hablar contigo. - No lo miré. Seguí buscando con mis ojos el responsable de esos ruidos. Sabía que no éramos ninguno de nosotros dos. Eso significaba que había alguien más que tal vez podría ayudarme y darme una pista de en dónde estaba realmente. - Resulta que si te visito como lo haría realmente, tus perros de guardia intentarían matarme, y no estoy de humor para descuartizar a nadie, a pesar de que eso sea extremadamente divertido. - Me contuve de girar los ojos. - Así que tuve que molestarte en tus sueños. Lo lamento.

- No lo haces realmente. - Lo miré y él sonrió. - No lo lamentas en absoluto.

- No, tienes toda la razón. No lo lamento.

- ¿Estamos solos? - Le pregunté por fin.

- No lo sé, es tu cabeza. Tú dímelo. - Fruncí las cejas al ver que sus ojos se desviaban de mí. Algo en la expresión de su cara me decía que estaba sorprendido. Asustado, incluso. Observé lo mismo que él estaba mirando y sólo me hizo fruncir aún más las cejas.

Era un simple chico, vestido de una manera extraña. Como si fuera de hace dos siglos. Y leía un libro que parecía incluso más viejo que su ropa. Las risas de una pequeña niña volvieron a mis oídos y, al ver a kriss, me sorprendí cuando noté que estaba parado, con sus manos y brazos apoyados en la pared invisible que nos separaba. Nunca lo había visto así. Volví la vista hacia el árbol en donde el chico ahora estaba sentado, aún con el libro en sus manos. Me parecía tan extraño. Tenía esa extraña sensación de familiaridad. Aunque no lo conocía. De eso estaba segura.Mantenía su rostro cubierto por su cabello, y eso hacía que fuera más irreconocible para mí. Pero estaba segura que kriss lo conocía.

Las risas se hicieron más fuertes y escuché las pisadas apuradas más cerca. Una niña muy pequeña apareció de la nada. Su cabello marrón oscuro y enrulado saltaba mientras ella corría en dirección al chico que todavía no la había visto. Una sonrisa apareció en mi rostro. Era bellísima. Y llena de vida. Y feliz. Siempre que veía a niños así me daban ganas de llorar. Porque pensaba en qué hubiese sido de soo  y de mí, si ambas hubiésemos tenido la misma suerte que esa niña. Tal vez seríamos más felices de lo que somos. Tal vez hubiéramos tenido una familia. Nunca lo sabría realmente.

Ninguno de los dos parecía vernos, como si fuéramos invisibles. Pero ambos estábamos muy ocupados viendo la escena frente a nuestros ojos como para hablar. Aunque tendría que haber gritado por ayuda.

- ¡Tú las traes! - La voz de la niña resonó en mis oídos con eco. Al igual que sus risas. El chico que era mayor que ella, cerró el libro y levantó la cabeza, como si estuviera mirándola, no lo podía saber realmente, estaba prácticamente de espalda a nosotros.

- Estoy leyendo, yuri. Jugaremos más tarde. - La niña, que al parecer se llamaba yuri y estaba lista para salir corriendo, frunció el ceño y puso sus manos en su cintura.

- Tú siempre estás leyendo. Quiero jugar ahora. - Escuché un suspiro cansado y luego élla dejó el libro en el césped y se levantó. La pequeña sonrió al escucharla gruñir como un monstruo y comenzó a correr mientras élla la perseguía y ambas reían. Antes de que sacara mi mirada de la hermosa escena, un niño un poco más grande que yuri  se asomó por detrás del árbol y las miró. Con recelo, envidia, odio. No lo entendía, la verdad. La escena siguió así por unos segundos hasta que todos se convirtieron en un humo púrpura que subió hasta el cielo. Y no dejó ningún rastro.

Estaba muy confundida. Y él único que parecía poder darme respuestas, estaba apoyado contra la pared invisible y su pecho subía y bajaba con rapidez.

- ¿Qué fue eso? – kriss  pareció recomponerse al escuchar mi voz. Se alejó unos pasos y pasó su brazo por su cara. Dejó todo su cabello hacia arriba y no se molestó en acomodarlo.

- Es tu cabeza, no la mía. - Su voz volvía a ser dura otra vez. Sonreí. Al parecer yo corría con la ventaja.

- Dímelo. - Levanté las cejas y Jaxon frunció las suyas.

- ¿O qué? - Apretó su mandíbula.

- O voy a despertar. - Mi sonrisa se volvió más grande al ver lo furioso que lo estaba poniendo.

- No. - Sus manos se hicieron puños y estallaron en el cristal invisible.

- ¿No vas a contarme? ¿O no quieres que despierte?

- ¡Para ya! - Volvió a golpear el vidrio. Negué con la cabeza y borré la sonrisa de mi rostro.

Esta actitud era tan extraña en mí.

- No es la respuesta que estoy buscando. - Él volvió a golpear y patear, generando pequeñas rasgaduras. - Adiós. - Cerré los ojos e hice lo posible para intentar despertar.

- ¡HWANG! - Me gritó mientras seguía escuchando al cristal quebrarse de a poco.

Repetí en mi cabeza un millón de veces frases como 'despierta ya', 'es un sueño', 'tienes que despertar'.

- ¡NO! - Escuché el cristal quebrarse y para cuando abrí los ojos, ya estaba en mi habitación, en mi cama, con Blaze respirándome en la cara. No tuve oportunidad de sonreír, porque noté la ventana abierta y un ligero viento que entraba por ella, moviendo las cortinas como locas.

- Siempre haces eso, ¿verdad? - Dije en voz alta.

- Casi siempre. Verte dormir es relajante. - Sonreí al escuchar la voz de taeyeon.

Blaze se despertó al instante y comenzó a gruñirle a las sombras. Él debía estar en algún rincón de mi habitación, no estaba segura en dónde todavía.

- El efecto sorpresa era lo emocionante de todo esto. Pero supongo que ya te estás poniendo algo vieja. - Me imaginé que sonreía. Tomé a Blaze en mis brazos y acaricié su cabeza. Necesitaba disimular ese perturbador sueño como sea.

- Todavía no sabes en dónde estoy. - Me incliné sobre mi mesita y encendí un velador. La escuchaba cerca. Pero apenas la luz apareció, élla se evaporó en el aire.

Lo busqué con la mirada pero nada.

- ¿Aún estás aquí? - Miré hacia la izquierda y la encontré acostada junto a mí, observándome, con sus brazos por detrás de su cabeza.

- Bu. - Reí.

- ¿Se te ocurrió venir a visitarme? ¿O simplemente me extrañabas? - Dejé a Blaze en el suelo, a pesar de que saltaba para intentar subirse a la cama.

- Me enteré de que estás enferma. - Sonreí y revoleé los ojos.

- No estoy enferma.

Mentira.

- Sólo tengo un poco de fiebre.

Casi cuarenta grados. Y no le hablas de la intoxicación ni del hecho de que tu cerebro se está friendo dentro de tu cabeza. Y no digas nada de los mocos. Por favor no menciones los mocos.

- soo  no dijo lo mismo hoy. - Abrí los ojos con sorpresa. Soo  odiaba a taeyeon  o al menos no la soportaba ni un poquito. Niña mimada, bicho raro, agresiva, mala, arrogante, soberbia. Esas y muchas más palabras habían salido de la boca de soo cada vez que le decía que saldría con seulgi. Claramente no estaba muy enterada de que todos ellas eran mis amigas, y mucho menos que salía con taeyeon. Aunque  siempre me sorprendía que alguien que no los conocía pudiera hablar tan mal de ellas. No sabía en qué pruebas se basaba para afirmar todo eso de las kim.

Pero era mejor que no discutiera con ella, soo  era imposible.

- ¿¡Hablaste con ella!? - taeyeon contuvo su risa.

- Claro que no. - Élla tampoco la quería mucho a soo. Y todo era por el simple hecho de que era la principal persona que hablaba mal de élla y que no quería que se acercara a mí ni aunque me estuviera muriendo y élla tuviera la única cura en el universo. No le gustaba que soo  fuera una de las principales razones por las cuales yo no le decía a todo el mundo que estábamos saliendo. Y élla también me odiaba un poco por eso. Pero tenían que entenderme, soo  se volvía loca si yo siquiera nombraba a taeyeon  en una oración. Era imposible para mí imaginarme su reacción destructiva cuando se enterara que estábamos juntos. Era una madre extremadamente sobre protectora y a pesar de lo que dijera, era cierto que salir con

Taeyeon  era bastante peligrosa. Pero salir con siwon  también lo era. Oh, otra razón por la que taeyeon  no soportaba a soo, salía con siwon. - Si en algún momento decido acercarme a ella para soltar un simple 'hola', probablemente me mirara con esos ojos extraños que siempre pone cuando estoy cerca de ella o cerca tuyo, y luego me arrancará la cara con sus uñas rosas. - Sonreí. Eso era muy soo. - La escuché hablando con una chica en la escuela y supuse que por eso habías faltado.

- Entonces sí me extrañaste. - Me acosté de lado para poder mirarla.

- Yo siempre te extraño. - Hice un ruido de extremada ternura y sonreí.

- No sé si las ganas de vomitar son por la enfermedad o por lo que acabas de decir. -

Élla rió.

- ¿Cómo te sientes? - Me encogí de hombros.

- Como la mierda, si te soy sincera. Pero nada que no pueda arreglar por mí misma.

- Élla acarició mi mejilla.

- ¿No quieres que llame a Jaejoong o a bora? - Negué con la cabeza.

- Desde pequeña me pasan estas cosas, estoy acostumbrada. – taeyeon  frunció las cejas.

- ¿Desde pequeña? - Asentí.

- Sí. Casi nunca me enfermo, pero en el año me agarran estos ataques dos o tres veces. Los médicos del orfanato nunca supieron qué era, para mí es algo en el aire, o el cambio de estaciones. Además del frío que está haciendo últimamente. – taeyeon seguía con sus cejas fruncidas.

- ¿Y qué haces para ponerte mejor? - Me destapé un poco por el calor que empezaba a tener otra vez. Estaba transpirando como un cerdo y por eso no quería que taeyeon  se me acercara tanto.

- No lo sé, la verdad. Generalmente dura unos cuantos días y tengo un apetito de los mil dioses. Soo  me odia porque piensa que me aprovecho de ella y por eso le pido toda esa comida, pero la verdad es que nunca puedo llenarme. Es muy extraño... -

Miré al techo y me toqué el estómago. Tal vez dolía porque tenía hambre, otra vez.

- ¿Y qué comes cuando estás así? - No entendía por qué estaba tan curiosa por este tema. Tal vez estaba preocupada, no lo sabía.

- De todo. Pero en este momento tengo un terrible antojo de albóndigas o de un filete. Soo  lo estaba preparando antes de que me fuera a dormir. Generalmente no me gusta el filete, pero no lo sé. Tal vez estoy embarazada. - Reí con fuerza y para cuando vi la cara de taeyeon palideciendo y con la boca abierta, sólo pude aguantar el  pipí que quería salir de mi cuerpo. - ¡Todavía soy virgen! - La golpeé la cabeza y éll apoyó su cuerpo en el colchón de manera brusca. Como si estuviera aliviada.

- Eso creí. - Sonrió y me miró. - Oh, espera. - De repente salió de la cama como alma que lleva al viento, tomó a Blaze en sus brazos con asco y tapó su hocico para que no pudiera ladrar, corrió y se ocultó debajo de mi cama. Fruncí las cejas y me asomé para verla pelear con Blaze.

- ¿Crees que hay monstruos debajo de tu cama? - Ni siquiera escuché a soo entrar en mi habitación. La miré. Tenía los ojos rojos y rastros de maquillaje corrido por toda la cara. Había estado peleando con siwon. Hacía como tres semanas que se estaban peleando. Soo  seguía sin querer hablar de eso. Y siwon  me daba muy pocas pistas al respecto.

- Siempre hay que asegurarse. - Le sonreí de manera amistosa y ella intentó hacer lo mismo.

- La comida va a estar listo en diez minutos. Si quieres podemos comer aquí. -

Asentí con la cabeza. Ella volvió a sonreírme y tomó la puerta para salir.

- soo... - La llamé antes de que saliera. Ella se volteó despacio. - Sabes que siempre podemos hablar de ello. Cuando tú quieras. No quiero presionarte, pero sabes que estoy aquí para ti siempre. – soo  limpió sus mejillas que otra vez volvían a estar cubiertas de lágrimas y asintió con la cabeza. - Y gracias por todo. También la comida. - Me sonrió una vez más y salió rápido por la puerta para que no volviera a verla derramar una lágrima. Algo que teníamos en común, era que ambas odiábamos que nos vieran llorar. Y más si era entre nosotras. Ella debía ser fuerte por mí y yo debía ser fuerte por ella. Llorar era demostrarle a la otra que teníamos una debilidad, y la idea de habernos escapado de ese horrible lugar, era para vivir nuestras vidas sin ninguna preocupación. Y la debilidad era una gran preocupación  que era la prioridad. Lo peor de todo, era que ambas conocíamos nuestras debilidades y yo no podía evitar que ella llorara por siwon. Aunque me doliera.

- ¿Y a ella qué le pasa? – taeyeon  prácticamente revoleó a Blaze al suelo y se limpió las manos en sus jeans.

- siwon y soo viven peleándose. - Élla se sentó en la cama junto a mí. - Al parecer siwon quiere contarle la verdad sobre él y su familia. Pero yo le dije que tenía que esperar.

Soo  no está lista para nada de todo este mundo. Es demasiado loco para ella. Así que siwon está evitándola porque ya no puede mirarla a los ojos. Y ella está volviéndose loca. Por lo que escuché hasta ahora, soo  piensa que la está engañando.

Aunque a su manera, siwon lo está haciendo. - Me encogí de hombros. - No sé mucho, la verdad. Al parecer es demasiado doloroso para ambos y los dos se niegan a contarme más de lo que sé hasta ahora.

- Dime que nosotras no somos así. - Sonreí.

- A veces. Aunque nosotras somos un poco menos dramáticas, creo. – taeyeon  tiró su cabello hacia atrás y metió la mano nuevamente debajo de la cama. Sacó una taza con una tapa de plástico que la cubría. - ¿Qué eso que huele tan jodidamente bien? -

Le pregunté tomándolo entre mis manos. Aún estaba caliente y se sentía exquisito a pesar de que ni siquiera lo había probado.

- Es... Emmh... Es una sopa curativa que bora  hizo cuando le conté que estabas enferma. - Me sonrió de manera tímida. - No me quiso decir qué tenía, pero la vi cortando unos cuantos tomates... Dijo que funcionaría y que te sentirías bien dentro de unas cuantas horas. - Le quité la tapa y observé el color rojo de la sopa que se veía ahora diez mil veces más sabroso. Sentí que se me secaba la garganta y un pinchazo me tomaba todo el estómago. Estaba jodidamente hambrienta.

- ¿Qué estamos esperando? No soporto más los mocos. – taeyeon  rió y observó cómo me tragaba la sopa de un tirón. Sentía sus ojos evaluando todo mi rostro. Aunque tenía todos mis sentidos puestos en la increíble sopa que bora me había preparado.

Estaba segura que era lo más rico que había probado jamás.

- Sí que tenías hambre. - Relamí mis labios y lo miré sonreírme de una manera extraña.

- ¿Hay más? - Me sentía como una niña pequeña. Taeyeon  negó con la cabeza y tragó saliva.

- Lo siento. Le tendría que haber pedido más a bora... ¿Te sientes mejor? – Me encogí de hombros.

- Creo que estoy igual... Es decir, el estómago no me duele tanto, aunque todavía tengo hambre. Probablemente vomite todo lo que soo  me haya hecho de comer en unas horas. - Élla se paró y se acercó a mí.

- Es mejor que me vaya antes de que vuelva. - Acercó sus labios a los míos y yo puse mis manos en su cara para detenerla.

- Estoy enferma. Puede ser contagioso. No quiero que tú también te sientas mal. – Élla sacó mis manos de su rostro y sonrió con soberbia. Como siempre me sonreía cuando sabía que tenía razón.

- Hola. Vampiro. Inmortal. No puedo enfermarme. - Reí al igual que élla. – Ahora bésame. - Sonreí cuando sentí sus labios sobre los míos. Fue un beso cargado de dulzura y amor. Sólo un toque de labios que me hizo sentir mejor de manera instantánea.

Se separó de mí y plantó otro beso en mi frente. Sus labios fríos se notaban como nunca sobre mi piel caliente por el hecho de la temperatura alta que producía la  fiebre. Sonreí como nunca lo había hecho. Amaba los besos en la frente que taeyeon me daba.

- Adiós, y mejórate. - Asentí con la cabeza mientras la veía saltar por la ventana con agilidad. No tenía fuerza para parame y verla saludarme como siempre hacía cuando ya estaba en el suelo.

(...)

 

- ¿Estás segura de que estás bien? - Revoleé los ojos mientras me sentaba detrás de

 

la mesa decorada con un millón de papeles que las porristas se habían encargado de hacer. Daba asco la cantidad de rosa que había en cada parte de esa mesa.

- Sí. Y aunque me sintiera mal, no puedo faltar de nuevo a la escuela. Tenía examende matemática hoy. Las náuseas volvieron por unos segundos cuando me entregaron la hoja, pero nada de qué preocuparse. – soo  me sonrió mientras tomaba sus pompones. Tenía dos colitas perfectamente hechas. Su uniforme rojo y blanco con las palabras 'jeonju' en el centro. Sus piernas se veían aún más largas con la pequeña pollera que decía ser su uniforme. Sus labios estaban rojos y sus ojos tenían destellos rojos también. Todas las porristas estaban maquilladas de sobre manera y, prácticamente desnudas. El estómago plano de soo estaba completamente al aire y podía notar sus pequeños lunares que conocía muy bien. -

Repíteme otra vez por qué estamos haciendo esto. - Ella se sentó en la mesa y miró pasar a todos los alumnos que caminaban por el estacionamiento y se quedaban viendo a todas las porristas dando vueltas por allí, cantando y saltando. Llamando la atención, como siempre hacían.

- Estamos recolectando dinero para los nuevos uniformes del escuadrón, y también del equipo. - Subí las cejas.

- Quien diría que tan poca tela valdría tanto dinero. – soo  golpeó mi cabeza. - ¿Y qué estoy haciendo yo aquí? - Volví a preguntar. Sólo para molestarla.

- Necesitamos a alguien confiable que sea capaz de guardar el dinero de los que quieran colaborar. Y yo te propuse a ti. - Le sonreí de manera falsa a las porristas que me miraban como si fuera de otro planeta. Y sí que lo era. Todas ellas se veían tan bonitas y maquilladas, con sus piernas perfectas y sin celulitis ni estrías que me ponían enferma de sólo mirarlas. Y luego estaba yo. Con mis jeans ajustados, mi blusa negra y mis zapatillas desgastadas que jamás tiraría a pesar de las veces que Soo  me lo rogara. Era un extraterrestre para todos los que miraran. Bueno, para los que miraban, en realidad, yo era invisible. Pero no me importaba mucho tampoco, no quería impresionar a ninguno de ellos.

- Y ellas estaban encantadas de que yo estuviera frágil y enferma, y delirara de la fiebre como para decir que sí, ¿verdad? – soo  me miró mal.

- Ellas no son tan malas en realidad. - Subí mis cejas otra vez.

- Tal vez tengas razón, y ellas no sean tan malas como parecen. Si ese fuera el caso, no me interesa conocerlas en absoluto. Paso, completamente. O tal vez yo tengo razón, y ellas sean buenas contigo porque tú también eres bonita. – soo  se bajó de la mesa.

- Ponte a trabajar. - Comenzó a caminar hacia el grupo de chicas que le sonrieron apenas vieron que se acercaban a ella. Casi vomito. Otra vez.

- ¡Claro! ¡Como si un puesto de besos diera tanto trabajo! – soo  dio media vuelta ycaminó mirándome con una sonrisa.

 

- ¡Por favor! ¿Quién no querría besar a una porrista? - Reí.

- Espero que siwon  esté enterado de esto. - Me mostró su dedo de en medio y yo hice lo mismo. Las porristas se volvieron a poner en sus puestos. Las sillas se encontraban detrás de una mesa del comedor que habían pedido prestada al director y habían decorado ellas mismas. Cada una tenía en frente su nombre. Revoleé los ojos y suspiré. Puse el cartel de 'abierto' en el momento en que una fila de chicos se posicionaba frente a mí. Revoleé los ojos una vez más.

¿En serio estaban todos tan desesperados?

Después de unos veinte minutos en los que me dediqué a tomar dinero, guardarlo en la caja y dejar pasar a los chicos que habían pagado, me sentía exhausta y ni siquiera me había parado de mi lugar. El cerebro no me daba más por la cantidad de estúpidos que había visto. Hasta había perdido la cuenta. Pero estaba segura que les alcanzaría para comprar los benditos uniformes que al parecer tanto anhelaban. Lo que yo realmente anhelaba, era un café de Starbucks sin café en absoluto y un poco más de la sopa mágica que bora  había preparado para mí. Había hecho efecto al instante. A las dos horas de que taeyeon  se había ido, yo ya tenía las fuerzas para correr una maratón. No había podido dormir en toda la noche de la adrenalina que aún recorría mi cuerpo. Estaba algo ansiosa y sobrepasada de energía. Pero luego de un arduo día de trabajo en la escuela, la sensación de éxtasis se había ido por el drenaje. Por eso el café sin café en absoluto de Starbucks. Por eso el mal humor.

-Hola. - Levanté la vista y en el momento en que la vi el corazón se me cayó al suelo.

- ¿Qué estás haciendo aquí? – taeyeon  se encogió de hombros.

- Wendy y Suzy  hicieron una apuesta conmigo. - Miré a las chicas que le gritaban a lo lejos. Seulgi  tenía una sonrisa en el rostro como si supiera lo que estaba pasando, y Yoona  sólo estaba callada, mirando la situación, mientras que Wendy y Suzy  se  reían y le gritaban cosas a taeyeon  que no terminaba de entender. - Vengo a colaborar con la causa. Vamos jeonju. - Lo dijo sin ganas. Sin ánimo. Pero aun así con una sonrisa traviesa en el rostro.

No sabía si era un truco, si decía la verdad o si estaba jodiendo conmigo, pero sea lo que sea, me estaba haciendo sentir un nudo en el pecho horrible que dejaba paso a la ira que crecía y crecía en mi estómago. Intenté contenerla, aunque sabía que no aguantaría por mucho tiempo. Sabía lo que era ese nudo en el pecho. Sabía su nombre a la perfección. Pero no iba a decirlo en voz alta, ni aunque estuviera drogada. Jamás. Ni en un millón de años. Y menos si taeyeon  estaba presente, justo en frente de mí, con una sonrisa y preparada para besar a otra chica. Una chica diez millones de veces más linda que yo. Tenía unas increíbles ganas de golpearla.

- Son cinco dólares. - Dije seca. Con voz fría. Incluso algo decepcionada.

- Pero ahí dice un dólar... - Su sonrisa se hizo aún más grande y yo tuve que apretarmis dientes, evitando que rechinen, para no pararme y patearlo en la cara.

- Acabamos de subir la tarifa. - Le sonreí de la manera más falsa que pude. Élla sabía que estaba molesta. Y se estaba divirtiendo con eso.

 

La voy a matar.

- Aquí tienes. - Sacó el dinero de su billetera de cuero negra y lo puso sobre la mesa. Lo tomé, haciéndolo un bollo entre mis dedos y lo tiré con rabia dentro de la caja. - ¿Entonces puedo besar a la que yo quiera? - Dijo mientras miraba una por una a las porristas que le sonreían con sus blancos dientes y pestañeaban más de lo normal como si tuvieran algún tipo de tic. Algunas, incluso la saludaban. Todas menos soo, que la fulminaba con la mirada y tenía sus brazos cruzados.

Quería gritarles para que se alejen. Para que entiendan que era mía y de nadie más.

Maldita sea. Estoy celosa.

Estoy jodidamente celosa.

- A la que se te plazca. - Le dije apretando mis puños. Era aún más difícil contener los celos. Porque estábamos en la escuela y no podía gritarle que era un idiota porque si no, todos se enterarían que algo pasaba entre nosotras. Aunque no creo que lo estuviera disimulando muy bien.

- De acuerdo. - No quería ver esto. No quería verlo de verdad. Me dolía el corazón como si me estuvieran clavando un lápiz allí. Incluso creo que dolía más. No sabía cómo iba a ver a taeyeon  a los ojos después de esto. Sólo quería observar la mesa para siempre y morirme allí arriba. O que un elefante cayera sobre taeyeon y evitara que besara a alguien más que no fuera yo. O que un hoyo se hiciera en el suelo y me tragara, pero rápido. O tal vez que tuviera el coraje de no importarme lo que todos pensaran, en especial soo, y corriera tras élla y la derribara y le gritara que élla sólompodía besarme a mí y a nadie más. Que yo era suya y élla era mío. Y que si se leocurría cambiarlo, la mataría a golpes.

Nunca había sido posesiva, ni celosa, pero supongo que eso demostraba lo mucho que taeyeon me importaba y cuanto la amaba. Y el hecho de que esto doliera más que unas mil puñaladas en todo mi cuerpo, también demostraba el dolor que alguna vez sentiría si élla me dejaba por cualquier otra.

Otro nudo se formaba en mi estómago al sentir lo dependiente que era de taeyeon. La

odiaba. Quería cambiar eso inmediatamente. Porque yo nunca había sido así. Jamás.

Cuando menos lo esperaba, de repente, sin avisarlo, de la forma más inesperada que nunca me había imaginado, taeyeon  estaba besándome.

Taeyeon kim  estaba besándome en frente de la mitad de la población estudiantil.

En frente de sus hermanas. De casi todos los alumnos. En frente de soo.

Oh, Dios. En frente de soo. De la jodida soo. Jodida taeyeon. Jodidos rumores. Jodida vida.

Antes de que pudiera empujarla, o responderle al beso. Antes de que pudiera siquiera respirar. Élla se había alejado de mí y estaba sonriéndome. Sentía mis mejillas arder al rojo fuego y escuché los gritos de ánimo de Wendy y suzy.

Incluso también algunos de seulgi Pero todo parecía tan lejano. Tan distante. Estaba

 

mareada con lo que acababa de pasar. Más enamorada de taeyeon, sí, pero también mareada. Toda la escuela estaba callada, con la boca abierta. Ni siquiera habían podido comenzar a susurrar. No tuve el valor de observar a nadie directamente a los ojos. Mucho menos a soo. Me temblaban las piernas y estaba haciendo el esfuerzo más grande que jamás había hecho para no sonreír y que nadie se diera cuenta de lo feliz y aliviada que estaba de que taeyeon me hubiese besado a mí y no a alguna de las porristas que me veían con odio, lo sentía.

- ¿De verdad creíste que podría besar a alguien que no fuera tú? - Sonrió y acomodó su cabello. Yo seguía estando estupefacta, con la boca abierta y las palabras enredadas en la garganta.

Puso sus manos en sus bolsillos y comenzó a caminar de espaldas, mientras me sonreía. Me guiñó un ojo mientras comenzaba a escuchar a todos susurrar cosas.

Wendy y Suzy la  siguieron felicitando a los gritos, seulgi  golpeó su espalda sonriendo y Yoona  sólo se subió a su auto para irse. En el momento en que escuché los motores arrancar, sentí a alguien revolear sus pompones al suelo, y cuando me volteé, soo  caminaba furiosa hacia ellas. Salí de mi asombro como pude y la tomé del brazo para detenerla.

- soo, no... - Le susurré. Pero ella estaba hecha una furia. Se zafó de mi agarre y me miró de una manera horrible a mí.

- ¿¡Vas a dejar que te bese como si nada!? ¿¡No vas a decirle algo!? - Me gritó histérica.

¿Y qué se suponía que tenía que decirle? ¿"taeyeon , es la chica con la que salgo hace meses y la  cual amo, por favor no me pegues? No lo veía muy posible.

No respondí, sólo la miré y le transmití con mi mirada que no buscara problemas, que no valía la pena, que le explicaría todo más tarde, que se tranquilice, que toda la escuela nos estaba mirando.

No sé si lo entendió, o si recibió el mensaje, la verdad. Sólo negó con la cabeza y achicó aún más sus ojos. Se alejó de mí con rapidez. Escuché a todos murmurar a mí alrededor. Incluso a algunos se le escapaban risas. Me quedé allí, parada y sola.

triste y feliz. Y confundida. Real y jodidamente confundida.

- Tal vez deberías aprender a controlar a tu novia. - Miré a mi derecha y noté a siwon observando a soo  a lo lejos. Tenía ojeras y sus ojos parecían tristes. Pero eso no le daba el derecho de culparme a mí por lo que había pasado.

- Ella está así por tu culpa. - Apreté la mandíbula mientras lo veía. Él desvió sus ojos hacia los míos y se dio cuenta del horrible error que había cometido al decir eso. El dolor de sus ojos también me había causado culpabilidad por lo que acababa de decir. Pero no estaba de ánimo para dar explicaciones y pedir disculpas, así que salí corriendo detrás de soo, que parecía un huracán, destruyendo todo a su paso

 

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Comments

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dafnytae
#1
Chapter 57: Como vas con la segunda temporada? (>_<)
2597611 #2
Chapter 57: Yeahhh!! Porfin
Itaenylove
#3
Chapter 57: siiiiiii
por fin
Skyth06
#4
Chapter 57: Antes q nada feliz año, mis mejores deseos, y púes sii segunda temporada :3!!
mv007842 #5
Chapter 57: Hola que este año sea de mucho excito y que dios te bendiga y que bueno que ya vas a actualizar la segunda temporada de esta historia actualiza chau
rafayola
#6
Chapter 57: HOLAAA y un MUY felíz año te deseo lo mejor :D y pues claro a apoyarlas, en cuanto a la segunda temporada espero con ansias <3
Taeny16 #7
Chapter 56: No quería leer este capítulo :( pero lo leí porque soy una maldita masoquista
rafayola
#8
Chapter 56: No puedo con el último capítulo, me destrozó muchas gracias por la adaptación espero con ansias la segunda temporada
Taeny16 #9
Chapter 53: Este Fic es genial, me encanta, lo estaba leyendo antes pero la autora no lo actualizó más. Me encanta❤ Pero tengo miedo de leer el final :(