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Yunjin tenía planificado un paso a paso para conseguir que Chaewon sea su novia, pero todo el asunto de sus madres y su reencuentro la había desenfocado de su objetivo. Tenía la cabeza en cualquier parte y las odiaba un poco por arruinar ese viaje.

Avanzaron por el barrio en silencio, Chaewon se entretenía pateando algunas piedras que se convertían en el único sonido que existía, además de los distintos autos que pasaban a su lado de vez en cuando. Llegaron a un pequeño parque, el cual traía buenos recuerdos para Yunjin. Muchas veces pasó tardes enteras jugando ahí con sus vecinos de edades similares bajo la constante vigilancia de Yoona, quien nunca la dejaba sola.

Caminaron hasta un columpio y ambas se movieron lentamente ahí, dejando que sus piernas hagan la fuerza para columpiar sus cuerpos sin tomar mucha altura. —Hace años que no venía aquí. —Yunjin cerró los ojos, disfrutando del aire en su piel, que se sentía fresco y la soltaba de algunos de sus pensamientos.

—Creo que no es justo que hayas tenido que ver eso.

Chaewon se columpiaba un poco más despacio, prestando cercana atención a todo lo que hacía Yunjin, estaba preocupada por ella. Su familia, a diferencia de la suya, seguía toda imagen tradicional que podría existir de una familia, pero incluso así no podía imaginar cómo reaccionaría al ver algo así de parte de su papá o su mamá.

—Creo que siempre sospeché que algo así estaba pasando, tiene sentido ¿No? Mamá es guapa y exitosa, se comprometió muy joven y creo que nunca más estuvo soltera. Por supuesto que iban a haber mujeres interesadas en ella.

—Eso no la justifica.

—No, no lo hace. —Yunjin asintió, apretando sus manos con fuerza contra las cadenas. —Pero yo creo que mamá Yoona siempre supo que algo así iba a pasar, quizá se estaba preparando para perdonarla o algo así.

—Claro que no, Yunjin. —A Chaewon no le estaba gustando el conformismo de Yunjin, era obvio que estaba defraudada y estaba normalizando cosas que no debieran ocurrir. —Si fuera por eso las dos se estarían engañando como si nada, pero Yoona siempre fue fiel.

Eso la dejó sin palabras porque Chaewon tenía razón. Estaba tan desilusionada que aceptó lo mínimo de parte de su mamá.

—A lo mejor Yuri de verdad quiere hacer las cosas bien esta vez.

Pero Yunjin quería saber qué era hacer las cosas bien, ¿Yuri le diría a Yoona quienes eran esas mujeres? ¿Se iría a vivir con ellas? ¿Dejaría de trabajar tanto? Eran muchas las preguntas, pero no era ella quien debía darle respuesta.

—¿Sabes qué es lo que quiero yo? —Se detuvo por completo y se quedó mirando a Chaewon con una sonrisa de complicidad. —Tener una cita contigo, vamos por un helado y déjame comprarte flores, veamos el atardecer juntas y hagamos que este día sea uno que recordemos para siempre.

Yunjin adoró la forma en que el rostro de la mayor se enrojeció literalmente y sus labios se apresaron por sus dientes, mostrando claramente el poder que ella tenía sobre la chica.

—Acepto.

Tomaron un taxi para salir del barrio e ir al centro de la ciudad. Estaban en pleno invierno, pero el sol se asomaba intensamente, lo cual lo hacía un día perfecto para disfrutar de las calles de Seúl.

Yunjin se movía por la ciudad como la citadina que era, en cambio, Chaewon se interesaba por cada cosa que veía. Eso obligó a la porrista a tomarla de la mano, era la excusa inicial, pero luego disfruto de la sensación de caminar con ella por las calles de esa gran ciudad como la pareja que quería que fueran.

La primera parada fue en una heladería que tenía tantos sabores que la decisión se transformaba en un mareo. Finalmente, decidieron comprar un vaso grande en el que pudieron meter cinco sabores distintos para poder compartir.

Se sentaron a tomar su helado al interior de la tienda, donde había distintas mesas con decoraciones coloridas. Era un lugar muy alegre y para ser una heladería en un día invernal, estaba bastante llena de clientes.

—El de banana está muy rico. —Sin pensarlo dos veces, Yunjin tomó un poco de dicho helado en su cuchara y lo llevó a la boca de Chaewon quien tampoco dudó en recibir la bolita de helado. Era un acto simple, pero que también incluía una confianza y cotidianidad a la que lentamente se estaban dando paso. Ambas pensaron en lo mucho que se podían acostumbrar a esa dinámica, les gustaba.

—Me encantó ¿Pero qué te parece el de arándano? —Chaewon copió los movimientos que había hecho la más alta, dándole de probar el helado.

La escena era exactamente como Yunjin se imaginaba que sería salir con Chaewon y por las sensaciones que tenía en su corazón, incluso superaba sus expectativas.

Después de tomarse el helado sintieron que sus estómagos estaban llenos y Chaewon se quejó de sentir que su cerebro estaba congelado, pero incluso con las quejas a las dos les había encantado la experiencia.

Volvieron a la calle, observando las distintas vitrinas que se encontraban en el camino. Sus manos seguían tomadas incluso cuando se decidían a entrar a alguna de las tiendas.

Entraron a una tienda de ropa invernal, a las dos les gustaba mirar ropa y podían pasar horas y horas viendo distintas prendas. Yunjin pasó una bufanda blanca alrededor del cuello de Chaewon y asintió, aprobando la forma en que se le veía. —Me gusta mucho como te ves de blanco. —Chaewon se vio en uno de los espejos y sonrió, la bufanda estaba muy linda pese a ser sencilla. Cuando se volteó, vio a Yunjin usando una igual y la enrolló en su cuello para luego mostrarle cómo se le veía. —Deberíamos comprarlas, será como usar ropa de pareja.

El movimiento instintivo de Chaewon fue ver la etiqueta para ver el precio de la prenda, algo que no pasó desapercibido para Yunjin, quien sabía bien que a diferencia del resto de sus compañeras, la familia de Chaewon no era adinerada y se esforzaba bastante por poder conseguir cosas.

Yunjin notó de inmediato lo que Chaewon tenía en su cabeza y rápidamente se acercó a decirle que era ella quien quería comprarlas para las dos. —¿Estás segura? —Yunjin asintió rápidamente y tomó las dos bufandas. Las dos se acercaron a la zona de pagos y no pasó desapercibido para Chaewon la forma en que Yunjin pagaba con una tarjeta completamente negra. Ella sabía que aquello significaba que no tenía límites para comprar y eso le creó una duda que hasta entonces no había tenido.

—¿Qué tan rica eres? —le preguntó finalmente, ya estando afuera de la tienda. Era curiosidad honesta porque si bien veía que sus dos mamás tenían vehículos del año, vestían ropa de buena calidad, joyas, enviaban a su hija a una escuela privada y cara, también había notado que su casa en Seúl, pese a estar en un muy buen barrio, no era la gran cosa y lo mismo pasaba con la casa en la que vivía con su mamá en Naevis.

—La verdad es que no estoy muy segura.

De inmediato sintió que esa era la respuesta exacta que usaban los niños verdaderamente ricos. Ella podía sacar un promedio de lo que ganaba su padre, sabía cuánto aproximadamente se gastaba a fin de cada mes y su mesada nunca variaba.

—Sé que a la empresa de mamá le va muy bien porque cada año crece más y sé que es muy inteligente para los negocios y en cuanto a mamá Yoona, hace mucho no trabaja, pero sé que heredó muy bien de mis abuelos, pero mamá Yuri también se hace cargo de todo eso. A mi mamá solo le importa pintar y detesta todo lo que tiene que ver con números. —Se detuvo para buscar asiento en una de las bancas públicas y sacar de la bolsa que tenía las dos bufandas, sin preguntar le puso la suya a Chaewon y después hizo lo mismo con la propia. —Te ves muy bonita. —Besó su mejilla, muy cerca de sus labios y después buscó en su bolso su teléfono. Quería inmortalizar ese momento con una foto de las dos.

Para Chaewon el cambio que había entre ellas a comparación de la primera vez que habían intentado tener algo era drástico. Para empezar estaba mucho más desinhibida sobre el contacto físico (la constante de sus mejillas rojas se debía mucho a eso), era mucho más abierta para hablar sobre distintos temas y sobre todo era muy clara en cuanto a sus sentimientos para con ella. Eso la tenía muy feliz, pero también sabía que era una gran responsabilidad para ella.

Los motivos por los cuales su relación no había funcionado inicialmente era casi toda su culpa. Ahora Yunjin se estaba mostrando más vulnerable que nunca hacia ella y debía ser lo suficientemente madura como para responder de la mejor forma, sobre todo porque ella sabía lo enamorada que estaba de la porrista.

—Bueno, vamos. —Después de comprobar que las fotos eran de su gusto, Yunjin se paró para ofrecer su mano a la mayor, quien sin pensarlo dos veces se levantó para tomarla. —¿A dónde vamos?

—A comprarte flores, te dije que lo tenía todo planeado.

Chaewon no pudo más que aceptar que estaba completamente entregada a Yunjin, porque estaba demostrando ser algo que nunca antes había vivido.

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Llegaron a casa después del atardecer, con el peso de un montón de llamadas perdidas en su teléfono. Yunjin había decidido ignorar a sus dos madres a como dé lugar. No tenía ganas de hablar con ellas y tampoco quería que su día con Chaewon se vea interrumpido o que su humor cambie por cualquier cosa que tuvieran que decirle.

—¿Dónde estabas? —Yuri, quien habitualmente era la encargada de castigar, fue quien preguntó. Chaewon se sentía pequeña detrás de la alta Yunjin. —Te llamamos un montón de veces.

—Escribí un mensaje.

Era lo único que ella había hecho para hacerle saber a sus madres que se encontraba bien y paseando con Chaewon por la ciudad.

—Además, quería que disfruten el tiempo a solas, seguro se extrañaban. —El tono irónico no gustó a ninguna de las dos y Chaewon no dejaba de pensar que Yunjin estaba jugando con fuego, era obvio que estaba enojada por las fotos que habían visto.

—Bueno, da igual. Mañana tienes escuela y se nos está haciendo tarde. —Yoona decidió ponerle paños fríos al asunto, porque ella también veía la tensión entre su esposa y su hija.

Hubo una última mirada desafiante entre madre e hija y finalmente Chaewon tomó su mano para que se fueran al segundo piso a buscar las cosas que habían dejado ahí.

Sabía que si esa interacción duraba más, las cosas terminarían mal.

Yoona esperó a que las dos chicas salieran de la escena para acercarse a su esposa y hacerle un gesto con el rostro como queriendo decir “Todo eso fue innecesario”

—Siempre te pones de su lado, así es imposible hacerle entender que no puede desaparecer así como así.

—Yunjin es una chica grande y responsable, tienes que confiar un poco más en ella. —Acarició el rostro de la morena y sonrió cuando vio que la tensión de su esposa se iba escapando de su cuerpo. —¿Esas eran flores? —preguntó ahora en forma de susurro, casi como compartiendo un chisme con ella.

—¡Te dije! —Olvidando el tono discreto, Yuri casi gritó al sentir que todas sus teorías ahora comenzaban a hacer sentido para su esposa. Ella había notado la química que había entre las dos desde ese verano, en el que Yunjin le pidió dar alojo a Chaewon por un tiempo. Conocía lo suficiente a su hija como para darse cuenta de que no era una amistad común y corriente, lo veía en sus ojos. Lo único que le disgustaba de toda la situación era que Yunjin no sentía la confianza suficiente para contarles lo que le estaba pasando, lo cual también era muy triste. Ella y su esposa siempre habían hablado con mucho orgullo de su familia, ella misma se había distanciado de sus padres y sus hermanos por siempre por el único hecho de amar a una mujer y aun así, su hija prefería callar lo que sea que tuviera con Chaewon. Era triste y decepcionante, no por su hija, sino por la barrera que sentía entre ellas y la sociedad que seguía oprimiendo a personas como Yunjin.

El ruido de los pasos de las dos chicas le indicó que ya era momento de despedirse. Yuri prometió viajar a Naevis pronto y les deseó un viaje seguro.

La primera parada antes de entrar a la carretera fue en el hospital donde se encontraron con Minjeong y Taeyeon. La abogada las actualizó sobre el estado de salud de su padre, el cual seguía mejorando.

Winter tenía mucho mejor semblante en comparación al que tenía en el viaje de ida. Pudo estar en la habitación con su abuelo y compartir gran parte del día con él.

Se había hecho muy tarde y el viaje nocturno fue casi en completo silencio, apenas con la música de la radio sonando. Nadie se quejó porque en ese auto había un ambiente muy positivo. Yoona había tenido todo el día para estar a solas con su esposa y conversar sobre cómo querían hacer funcionar las cosas, considerando que vivían en ciudades diferentes. Yunjin y Chaewon habían tenido un día casi perfecto, la porrista se empeñó en dejar de lado lo que habían encontrado en la oficina de su mamá y se centró en cumplir su plan de tener una cita perfecta con Chaewon. Winter estaba aterrada en todo el trayecto a Seúl, tenía una sensación en su corazón que no había sentido nunca porque era la primera vez que alguien que quería mucho se encontraba en un mal estado de salud, pero ahora que había podido compartir con su abuelo y al darse cuenta ella misma que se veía bastante bien, tenía su corazón tranquilo y esperanzado.

Yoona dejó a cada una en su casa y después se devolvieron a la suya. Yunjin se fue directamente a su habitación, sin compartir palabra alguna con su mamá. Pero para Yoona era muy importante saber qué era lo que su hija tenía en la cabeza y después de ordenar algunas cosas, caminó hasta la pieza en la que se encontró a Yunjin ordenando sus cuadernos para la escuela.

—Esta semana tengo tanto que estudiar, no tengo ni idea por dónde empezar. —Se quejó, abriendo un cuaderno solo para aumentar la tortura.

—Déjalo para mañana, cariño. Ya es tarde, deberías ir a la cama.

Yoona se apoyó en el umbral de la puerta, viendo como su hija hacía exactamente lo que ella le había recomendado. Después de ordenar todo lo que iba a necesitar para el día siguiente, se metió a su cama y acomodó su cuerpo. Yoona tomó eso como una señal para acercarse, tomando asiento en el inicio de la cama.

Su hija se quedó quieta, intuyendo un poco lo que su mamá le quería decir o al menos a lo que estaría relacionado. —Siento que no te gustó la noticia que te dimos hoy. —Era algo que ella y su esposa habían comentado durante la tarde, ella sentía que en los últimos años había forjado una relación de confianza superior con su hija y le pareció que si preguntaba, obtendría una respuesta honesta de su parte.

—Es que me tomó por sorpresa. —No mintió en su respuesta, realmente jamás pensó que sus madres volverían a estar juntas. —No creí que mamá hubiera estado el mérito para ganarte de vuelta.

Yoona formó una sonrisa después de escuchar eso, la hacía sentir bien el pensar que su hija la veía a ella como la buena de todo lo que sucedió. Ella sabía, que si bien no había sido la responsable principal del quiebre de su matrimonio, las relaciones eran de a dos y ella también tuvo un buen tiempo para hacer un mea culpa sobre lo ocurrido.

—Es cierto que nos tomamos mucho tiempo para descubrir qué era lo que queríamos hacer. —Fueron casi dos años sin estar juntas como pareja en el que sucedieron muchas cosas. Cambio de ciudad, el crecimiento de su hija, el intentar ver el mundo como una mujer soltera y el preguntarse si quería vivir el resto de su vida con o sin Yuri. —Y sé que tu mamá a veces da una imagen fría y seria, pero yo conozco cada aspecto de esa mujer. Lo bueno y lo malo. —Le recalcó, sabiendo que no podía negar todas las falencias que tenía su esposa. —Pero incluso así la amo con todo mi corazón y durante todos estos años la he escogido para ser mi compañera en la vida, la mamá de mi hija y la mujer con la que quiero envejecer.

Era el momento, pensó Yunjin. Estaban teniendo la conversación en la que ella podía decir lo que había encontrado ese día. —Pero mamá. —¿Cómo lo decía? ¿Qué palabras debía usar para preguntar? —Solo quiero que hagas esto si estás segura de confiar en ella al cien por ciento.

No se atrevió a decirlo, nunca se había sentido tan nerviosa como en ese momento. Yoona se acercó a dejar un beso en su frente y acarició su mejilla con las suaves yemas de sus dedos. —Cuando te enamoras siempre existe ese riesgo, pero es un riesgo que quiero tomar de nuevo porque mi vida no se siente mía si no la tengo a ella. O si no te tengo a ti.

—Siempre me vas a tener de tu lado, mamá.

—No se trata de escoger lados, cariño. —Yunjin sabía eso, pero al estar enterada de lo que había hecho Yuri, sentía que debía demostrarle su apoyo a su mamá de alguna forma. —Estemos juntas o no, siempre nos tendrás detrás de ti. Nunca dejaremos de ser familia. —Yunjin no encontró las palabras para responder, pero abrazó a su mamá con fuerza, porque significaba mucho para ella tenerla ahí.

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A Karina jamás le importó lo que hacían sus vecinos. El espacio de su patio era tan grande que no tenía idea de quién vivía en la casa de la derecha a la suya y sabía que a la izquierda vivía una pareja cuyos hijos ya estaban en la universidad, el papá a veces jugaba golf con el suyo, pero tampoco recordaba su nombre. Pero siempre supo quién era la persona que vivía frente a su casa.

Desde que llegó a vivir ahí, su mamá la obligaba a saludar al señor Kim. Le llamaba la atención que ese señor siempre viviera solo en esa enorme casa y en algún momento de curiosidad, decidió preguntarle a su mamá, a quien, para su sorpresa, conocía bastante bien a su familia. Así se enteró de que el señor era viudo desde muy joven y que tenía una hija que vivía en Estados Unidos, la cual estaba casada con otra mujer.

Ese fue el día en que Karina conoció por primera vez que existían mujeres que se casaban con otras mujeres y algo extraño le hizo clic en su cabeza. Por supuesto, nunca dijo nada y cada vez que sabía que la hija del señor Kim y su esposa estaban de visita, Karina prefería escapar de ahí y no encontrarse con ellas.

Todo cambió cuando se enteró de que el señor Kim estaba enfermo. Ella y su mamá tuvieron que ir y llevar comida como muestra de su preocupación. Un tiempo después, su mamá le comentó que su hija se iría a vivir junto con su esposa e hija para acompañar al señor Kim durante su enfermedad.

Recordaba muy bien el día en que las vio llegar. Su mamá pareció contenta de ver a la pareja ahí y observó con atención la forma en que conversaban, su mamá parecía entusiasmada de ponerse al día con una mujer que nunca había visto.

Rápidamente, se encontró con una chica que parecía ser de su edad, un poco más baja y con aspecto de no querer estar ahí. Llevaba mucho tiempo saliendo con Jeno, pero apenas con una mirada sintió algo en su corazón que jamás había sentido. Rápidamente, se metió a su habitación y tapó sus ojos con su mano, fingiendo que el no ver nada la ayudaría a no sentir.

Después de llegar a casa con su mamá, se metió a su habitación y comenzó a desempacar. Había sido un viaje corto, pero le había quitado tanta energía que lo único que necesitaba era darse un baño con agua muy caliente y meterse a la cama a dormir sin que nada ni nadie la moleste.

Fue eso exactamente lo que hizo, logrando que todo lo sucedido en el viaje se quede en pausa por un buen tiempo y darse su merecido descanso.

Cuando despertó al día siguiente, bajó hasta la cocina donde estaba su mamá, tomando un café mientras escribía algo en su computadora. —¿Trabajando un domingo? —Apenas escuchó a su hija, cerró la pantalla y dejó el artefacto al lado. Se levantó y preparó el mesón de la cocina para que las dos tomaran desayuno juntas. Cuando se trataba solo de las dos, Krystal prefería que coman ahí, se sentía un poco solitario comer en la gran mesa principal cuando apenas habría dos personas para intentar llenarla.

—Solo respondía algunos correos. —Jimin tomó asiento y esperó a que su mamá prepare las tostadas para las dos, se sintió cálido en su corazón saber que su mamá la había estado esperando para que puedan desayunar juntas. —Me debes contar cómo te fue en el viaje, supuse que anoche, estabas muy cansada como para hablar.

Su mamá jamás había sido una persona cariñosa, pocas veces se abrazaban o había expresiones físicas de amor, pero algo que jamás dejaría de mostrar era su interés por conocer el diario, vivir de su hija y siempre intentar aconsejarla para ser mejor en lo que hacía.

Karina le hizo un resumen de todas las actividades que habían tenido durante los días de viaje, no le dejó tantos detalles, pero sí le mostró algunas de las fotografías sin darse cuenta de que una de ellas era la última que se había tomado con Winter en la que aparecían más acarameladas que nunca. Un ataque de tos le ayudó a distraer a su mamá lo suficiente como para que no tuviera tiempo de hacer preguntas.

—Deberías hablar con Kim Minjeong. —Su mamá volvía a ocupar su tono serio de siempre y omitió por completo cualquier comentario sobre la foto que había visto. —Tuvieron que llevar al señor Kim al hospital en Seúl, creo que decayó en su enfermedad.

La noticia le cayó muy mal, sobre todo porque se estaba enterando de esa forma y no directamente por Minjeong, con quien, antes del viaje, se escribía cada noche para saber cómo estaban.

—Creo que voy a preparar un estofado y les llevaré.

—¿Por qué?

—Educación.

—No. —Karina intentó parar a su mamá para poder explicar lo que quería decir. —De todos los vecinos que tenemos solo tienes esos gestos con los Kim ¿Por qué?

Krystal no pareció incomodarse con la pregunta y en realidad le pareció bastante fácil de responder. —De niña crecí aquí, los conozco desde que tengo memoria. La esposa del señor Kim era una mujer muy amable, siempre nos traía regalos para navidad y el señor Kim trabajó con tu abuelo por muchos años, era habitual verlos juntos conversando de negocios.

—No tenía idea. —Karina estaba sorprendida, era extraño para ella saber que su familia y la de Minjeong se conocían hace tanto tiempo. —Los abuelos nunca lo mencionaron.

—Se alejaron. —Krystal comió un poco más apurada. —Y nos fuimos a vivir lejos. —Se levantó, le dio una última mordida a su tostada y comenzó a sacar cosas de algunos estantes. —Bueno, comenzaré a hacer ese estofado antes de que se haga muy tarde.

—¿Sabes por qué a la mamá de Minjeong no le caigo bien?

—¡¿No le caes bien a Taeyeon?!

—Taeyeon es un poco indiferente, me refiero a Tiffany.

Krystal se movía por la cocina ágilmente, dando esa sensación al resto de que siempre estaba apurada o que iba atrasada para algún lugar. —Tiffany era muy amiga de mí. —Hubo una pausa y después aclaró su garganta. —De mi mejor amiga, cuando vivía acá, creo que es un poco inmadura, no te lo tomes a pecho.

Su actitud había sido un poco extraña, pero lo dejó pasar y se enfocó en seguir desayunando. —Pero como te he dicho siempre, creo que son una buena familia.

Karina respondió con una sonrisa e hizo una nota mental para preguntarles a sus abuelos la próxima vez que hablen por teléfono.

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N/A : ¡Hola! Había dudado si subir el capítulo o no, para quienes no saben yo soy de Chile y en estos momentos la situación en el país es muy complicada debido a los incendios. Yo me encuentro bien, ya que vivo muy lejos de la zona afectada, pero eso no significa que no me duela ver lo que está pasando. Pensé en no subir esto, pero pienso que es la vía más efectiva de hacer llegar el mensaje para que puedan donar a las distintas organizaciones que están ayudando, vean información sobre sus municipios locales para descubrir lugares de acopio para llevar aportes porque cualquier cosa suma. También sé que la mayoría de las personas que leen mis historias no son de Chile, pero si desean ayudar desde el exterior sé que la fundación desafío levantemos chile acepta donaciones vía paypal (desafiolevantemoschile . cl ), solo deben llenar en sus datos con un rut de puros 0.000.000-0 o si alguien conoce otras formas de ayudar desde el exterior también pueden compartirlo. Si hay personas afectas que en algún momento leerán esto les mando un enorme abrazo y fuerza.