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—¿Empacaste a Toddy? —Ya llevaban más de cinco horas de vuelo y de repente Minjeong preguntó eso a su mamá Tiffany. La mujer dejó de aplicar crema en su rostro y quedó completamente congelada.

—Lo metí en tu bolso, así no debes esperar a que lleguen las cajas. —Taeyeon, quien estaba sentada atrás de ellas fue quien respondió. La relación entre Minjeong y la mayor de sus madres seguía tensa por lo que tampoco iban sentadas juntas en el vuelo.

Toddy era un oso de peluche color crema (originalmente blanco, pero el pasar de los años había cambiado su color) Taeyeon se lo había regalado cuando cumplió cinco años, desde ese día, la joven no podía dormir si no abrazaba a su oso. Minjeong susurró un suave “gracias” y se levantó para poder sacar su bolso del compartimiento sobre su asiento encontrando ahí su oso de peluche. Todavía tenían unas ocho horas de viaje y quería intentar dormir, algo que hasta entonces no había logrado. Tenía esperanza de que su peluche fuera de ayuda.

Minjeong estaba convencida de que en el verano los días pasaban más rápido, pero desde que se enteró de que se iban a mudar en una semana, esos días se pasaron en un abrir y cerrar de ojos. Lo más difícil fue despedirse de sus compañeras de equipo, Minjeong era de las mejores jugadoras y todas le repetían una y otra vez que serían un fracaso sin ella. Minjeong no creía que eso pudiera pasar, su escuela estaba llena de talentos y creía que no iban a demorar en encontrar a alguien para ocupar su puesto en el equipo.

No pensaba que las palabras de su madre le hicieran eco todavía. Fue difícil despedirse, pero nadie la hizo llorar, no sintió que perdía a alguien. Obviamente sintió pena, pero no iba a extrañar a nadie con locura. No tenía mejor amiga o amigo, tampoco tenía novia y probablemente en unos años nadie la recordaría en su antigua escuela. Ella tampoco sentiría eso por nadie. Su vida no era mala, pero tampoco había construido lazos. Tal vez llegar a un lugar nuevo era lo que necesitaba para intentar hacerlo.

Ocho horas después Tiffany comenzó a acariciar el rostro de su hija para despertarla de la forma más delicada posible. Toddy había logrado su efecto y la joven había dormido el resto del viaje. —Cariño, estamos por aterrizar. —Susurró mientras Minjeong habría sus ojos de a poco, estirando sus brazos como si fuera un gato. Observó por la ventana las luces del aeropuerto y de la enorme ciudad que era la capital.

—Yuri y Sooyoung nos están esperando, estoy tan feliz de verlas. —La voz de Taeyeon se escuchó por atrás. A Minjeong le ilusionaba mucho ver a sus tías, pero por ser Taeyeon quién lo decía, prefirió no demostrar ninguna reacción.

Bajaron del avión y esperaron por su equipaje. No traían mucho, ya que la mayoría de sus cosas (sobre todo la ropa de Tiffany) llegarían después con una empresa de mudanzas. El vuelo había sido bastante cómodo, pero aun así las tres sentían sus cuerpos completamente adoloridos y agotados.

—¡Yuuuuul! —Gritó Tiffany, corriendo dramáticamente en dirección a una de sus mejores amigas. Mientras ellas dos hacían de la escena un drama, Minjeong y Taeyeon saludaban a Sooyoung. Cuando Yuri y Tiffany se separaron, los saludos continuaron. —Jeongie. —Yuri la abrazó muy fuerte, algo típico de ella. —Diría que estás más grande, pero Tiffany y Taeyeon no podrían ser capaces de tener una hija que supere la media. —Sabía que el comentario era una broma directa a Taeyeon, quien rodó los ojos y comenzó a caminar a la salida.

Sooyoung condujo hasta su cafetería. La mujer junto a su esposo habían construido varios restaurantes y cafés bastante populares en Seúl mientras que Yuri dirigía una agencia de modelaje.

—Después de desayunar viajaremos hasta Naevis. —Explicó Sooyoung mientras esperaban a que el mesero les traiga su desayuno.

—¿No me puedo quedar aquí? —Minjeong hizo un puchero, descansando su cabeza en el hombro de Yuri. —Seúl es muchísimo mejor que Naevis.

Yuri acarició la espalda de Minjeong, ya las dos sabían todo lo que había ocurrido con la hija de sus mejores amigas. —En eso estoy de acuerdo. —Habló Sooyoung. —Naevis es horrible ¿Quién decide vivir en Naevis?

Taeyeon lanzaba dardos a la más alta, sin duda sus comentarios no estaban ayudando a mejorar el asunto. —Yoona. —Respondió Yuri, tomando una galleta, metiéndola en su boca para no seguir hablando.

Yoona era la esposa… O exesposa de Yuri. Todavía era algo un poco complicado de definir, sobre todo porque era algo reciente.

—¿Yoona o Yunjin? —preguntó Tiffany en su intento de mejorar el ambiente, aunque probablemente no lo había logrado.

—Ambas, lo cual es bastante cuestionable como madre.

Yunjin o Jennifer (su nombre de nacimiento) es la única hija de Yuri y Yoona. Hace ya un año que Yoona y Yuri habían decidido separarse, la menor se fue a Naevis junto con su hija mientras que Yuri se quedó en la capital.

Naevis quedaba a unas dos horas el este de Seul, era un pequeño pueblo lleno de personas acomodadas. El grupo de amigas se había formado ahí y desde entonces permanecieron inseparables, incluso aunque ya no vivan todas ahí.

—¿Quién le pone Invierno a su hija? —Atacó Yuri de vuelta de la nada, era un chiste interno que siempre hacía cuando las cosas se sentían incómodas. Todas sintieron alivio al ver que ya estaba de humor.

—Primero que nada, no es Invierno. —Tiffany tenía un cuchillo de mantequilla en la mano, viéndose un poco aterradora. —Es Winter Kim. —Aclaró con un acento bastante americano. —Es un nombre original, además también tiene su nombre Coreano.

Por suerte para el resto, su pedido fue servido y luego estaban dedicadas a comer. —Naevis estará bien. —Susurró Yuri a Minjeong cuando se habían quedado solas en la mesa. Sooyoung estaba en la comida reprochando a alguien porque el omelette no estaba perfecto, Tiffany estaba en el baño y Taeyeon había salido a contestar una llamada telefónica. —Yunjin dice que es feliz ahí, tiene amigas y las actividades extracurriculares son buenas. Podrás jugar fútbol ahí también. Sé que ustedes dos son muy diferentes, pero significa mucho para mí que logren ser cercanas, así como antes.

Minjeong y Sullyoon se conocían desde pequeñas. Después de que se mudaran a Corea continuaron viéndose en los veranos, incluso habían salido de vacaciones juntas o pasado algunas festividades. Pero cuando ambas llegaron a los doce años comenzaron a tener pocas cosas en común. En los ojos de Minjeong, Yunjin se había convertido en una niña mimada y pretenciosa. Cada vez que sus mamás se juntaban, apenas se hablaban y hacían planes sin la otra. Hace dos años no se veían, pero Minjeong dudaba que algo hubiera cambiado.

—Lo voy a intentar. —Fue más bien una respuesta de buena conducta, sabía que Yuri extrañaba mucho a su hija y que todo el tema de la separación con Yoona era muy reciente y doloroso. —Promete que si me escapo de casa me abrirás la puerta de tu casa en medio de la noche.

Yuri comenzó a reír negando con movimientos de cabeza. Tiffany volvió y besó la mejilla de su hija, preguntando si estaba todo bien a lo que Minjeong respondió con una suave sonrisa.

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Yuri fue quien las llevó hasta Naevis, al parecer quería pasar unos días junto a su hija. Quizá también con su ex esposa, pero eso nadie lo mencionó. Minjeong apegó su frente a la ventana, observando las enormes casas que habían sido construidas hace probablemente muchos años. No había mucha gente en las calles porque según le explicó su mamá, el domingo casi todos asistían a misa. Las cosas no podían ir peor, pensó Minjeong.

Las cuatro bajaron del auto luego de que Yuri estacionó afuera de la casa del papá de Taeyeon. Era una casa muy grande, dos pisos, un gran salón principal, cocina, dos habitaciones en el primer piso y tres habitaciones en el segundo, cada una con baño privado.

Minjeong había estado ahí muchísimas veces, pero pensar que desde ahora esa sería su casa la hacía sentir como si fuera completamente desconocida. La puerta principal se abrió y apareció su abuelo apoyado de dos muletas para poder caminar. Detrás suyo había una mujer con un traje blanco, asumió que podría ser su enfermera. —¡Por fin! Llegaron mis mujeres. —Minjeong soltó su bolso y corrió a los brazos de su abuelo quien por su parte dejó caer las muletas para poder abrazar a su nieta apropiadamente. —Te extrañé mucho. —Su abuelo no la soltaba y ella tampoco quería soltarlo. —También te extrañé, abuelo. —Pese a todo lo que había significado el viaje, Minjeong jamás cuestionaba el amor que tenía por su abuelo.

Todos se saludaron luego y Yuri se despidió para ir a ver a su hija, prometiendo volver para la cena.

El abuelo quería saberlo todo sobre el viaje, quería detalles y hacía preguntas sobre escalas y cuestiones técnicas que Minjeong no entendía. La mujer que había visto antes se llamaba Soobin y efectivamente es la enfermera a cargo de cuidar de su abuelo. Pasaba tres días y medio a la semana ahí y los otros días venía otra enfermera llamad Hyelin. También estaba Lee Jieun, quien ya tenía casi la misma edad del abuelo. Ella era quien mantenía el orden en la casa, Taeyeon la veía casi como una madre. De hecho, vivía en una pequeña cabaña situada en el patio de la casa principal.

—Minjeong, te tengo una sorpresa. —Anunció el abuelo después de almorzar. Lo que realmente quería hacer era ir a su habitación y maldecir su vida por estar en un país diferente y en un pueblo donde no tenía ni un solo amigo. —Ven conmigo. —Soobin lo ayudó a ponerse de pie y luego le pidió que lo deje ir solo.

Minjeong caminaba lentamente por detrás de su abuelo. El cáncer le afectaba a los huesos y por lo mismo su movilidad era cada vez más limitada. Minjeong todavía recordaba lo corpulento y activo que era su abuelo, parecía una persona completamente diferente ahora. —Yo sé que tener que venirte a vivir acá es un gran sacrificio. Quizá doloroso, tan doloroso como cuando tu mamá me dijo que se quería ir a vivir a otro país. —Minjeong jamás había pensado en eso. Taeyeon y Tiffany habían decidido mudarse para poder vivir sin ser juzgadas y que su hija pudiera crecer en un ambiente diferente al que vivieron ellas. Jamás se había dado el tiempo de pensar en lo difícil que eso debió ser para el abuelo. —Te tengo un regalo para intentar subirte los ánimos. —Con cuidado el abuelo tomó una llave de su bolsillo y con eso el garaje se comenzó a abrir lentamente. Frente a los dos había un Hyundai Kona. El abuelo tenía un viejo auto, pero según ella tenía entendido, debido a su enfermedad ya no podía manejar. —Es tu regalo de bienvenida, tu mamá me dijo que conseguiste tu licencia de conducir allá así que es todo tuyo.

—¿Eh? ¿En serio? —Minjeong se quedó con las llaves en la mano, todavía incrédula de que el auto frente a ella era suyo. —¿Y mis mamás están de acuerdo? —Minjeong había mencionado antes que quería un auto, pensaba que llegaría para su cumpleaños 16, pero Taeyeon le explicó que si quería uno tendría que trabajar para conseguirlo. —Por supuesto, aunque Tiffany estaba un poco enojada de que no fuera ella la que te haya regalado tu primer auto. —Minjeong se dio vuelta y vio a sus mamás sonriendo con complicidad. Ellas sabían del regalo desde antes.

—Puedes ocuparlo los fines de semana, tendrás una mesada para su mantención, pero a la escuela debes ir caminando. —le explicó Tiffany en tono serio. Minjeong asintió feliz, abrazando a su abuelo para luego abrazar a sus mamás. Las cosas en Corea habían comenzado mejor de lo que había imaginado.

—¡¿Tiffany unnie?! —Un grito con acento americano llamó la atención de los cuatro.

—No puede ser. —Murmuró Taeyeon y Tiffany un poco incómoda arrastró a su esposa en dirección a la mujer que había estacionado en la casa del frente. Minjeong no le dio importancia, volviendo a hablar del auto con su abuelo.

—¿Krystal? —Tiffany sabía exactamente quién era la mujer frente a ella, pero igualmente actuó sorpresa.

—Soy yo. —Krystal le dio un rápido abrazo a Tiffany, haciendo lo mismo después con Taeyeon. —Taeyeon. —Su saludo fue un poco seco, pero seguía sonriendo. —Tu papá no dijo que vendrían, que sorpresa verlas.

—Muchos años, la última vez que te ví tenías como 10 años. —Bromeó Tiffany.

—Tenía 15. —Aclaró Krystal. —¿Vienen de vacaciones? Podríamos salir a cenar un día, ponernos al día.

—De hecho nos venimos a vivir con mi papá. —La respuesta dejó a Krystal completamente muda. —¿Tú vives acá? Pensé que tus papás habían vendido la casa después de lo que pasó.

—La vendieron, pero mi esposo y yo la volvimos a comprar hace unos años. —Taeyeon se volteó a ver a su papá quien parecía estar muy ocupado revisando el nuevo motor del auto de Minjeong. —Por su reacción supongo que el señor Kim nunca se los mencionó. —Taeyeon volvió a mirar a Krystal. La mujer era unos años menor que ambas, pero se veía incluso más joven y hermosa. —¿Es su hija?

—Winter. —Respondió Tiffany. —Nuestra única hija, tiene 16.

—Mi hija también tiene 16, está en la iglesia con su papá. — “Por supuesto” pensó Taeyeon. —Se llama Karina, es una niña estupenda. Le diré que tenemos una nueva vecina de su edad ¿Irá a SM?

—Karina, Krystal ¿Eres una fan de las Kardashian? —Krystal comenzó a reír por la conclusión de Tiffany. —Sigues siendo igual de divertida, es su nombre de bautizo, en la escuela todos la conocen como Jimin.

—Irá a SM. —Taeyeon finalmente decidió contestar la pregunta. SM era la escuela más prestigiosa del pueblo, educación de calidad y muy costosa. —Dijiste que tenían la misma edad, fuiste mamá muy joven.

Krystal asintió con una sonrisa un poco triste. —Myungsoo y yo nos casamos a los 21. Siempre quise ser mamá y tener muchos hijos, pero luego de unos chequeos médicos descubrí que no eran fértil como yo creía, los doctores recomendaron que mientras más rápido iniciemos el tratamiento, más posibilidades tendríamos. —Explicó. —Después de dos años en tratamiento pude quedar embarazada.

—¿Lo has vuelto a intentar? —A Tiffany le interesaba mucho el tema, ya que para ellas el proceso de tener a Minjeong también había sido un poco complicado.

—Muchas veces, todas sin éxito. Ya tengo 40 años así que no me interesa volver a intentarlo, además no me podría quejar, tengo una hija preciosa y mi familia es justamente todo lo que quiero. —Taeyeon y Tiffany sonrieron, Krystal era una buena persona y merecía cosas similares.

—¡Mamá! —El llamado de Minjeong hizo que las dos se dieran vuelta a verla. —Creo que te llama a ti. —Tiffany asintió y se despidió de Krystal.

—¿Cómo sabes a quién llama? —Krystal sonrió impresionada. —¿A las dos les dice mamá? —Era una pregunta genuina y sin mala intención.

—Digamos que Minjeong está un poco enojada conmigo, probablemente soy la última persona con la que quiere hablar. —Krystal se quedó viendo a la joven alegre que hablaba entre risas con Tiffany, no era capaz de imaginarla siendo cruel con su mamá.

—¿No me vas a preguntar por ella? —Krystal aprovechó que estaban solas para introducir el tema. Taeyeon pegó sus labios en una línea recta y negó. —Creo que no, no lo creo necesario. —Krystal entendió y comenzó a jugar nerviosamente con las llaves de su auto. —Bueno, supongo que nos estaremos viendo. Cualquier cosa que necesites estoy aquí, ojalá nuestras hijas puedan ser amigas.

—Lo mismo digo. —Y con eso Taeyeon se despidió y volvió a entrar a la casa, decidiendo no arruinar el momento de Minjeong con su abuelo.

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La señora Lee se había asegurado de preparar todo para la primera cena familiar. Como Tiffany y Taeyeon no eran muy buenas para cocinar, la señora decidió hacer comida tradicional Coreana, algo que pocas veces consumían en Estados Unidos.

—Yo atiendo. —Avisó Taeyeon, cuando se escuchó el timbre de la puerta principal. Esperando ahí estaban Yuri y Yunjin. —¡Jen! —Taeyeon abrazó a la joven que ya era bastantes centímetros más alta que ella. —Que bueno que viniste. —Taeyeon no preguntó por Yoona, supuso que no quería compartir con ellas si Yuri estaba ahí. Las tres fueron al salón principal y ahí Tiffany saludó a Yunjin, comentando lo linda que se veía y lo mucho que había crecido desde la última vez que la habían visto. En realidad la palabra linda se quedaba corta para describir a Yunjin. La joven parecía salida de un cuento de hadas con sus ojos brillantes similares a los de bambi, un cabello largo y un cuerpo delgado y delicado.

—Winter está arriba en su habitación. —Yunjin asintió, aunque no se movió de su lugar. —Podrías ir a saludarla y decirle que la cena estará en 15. —Después de eso entendió que tenía que ir a saludarla.

Yunjin creía que Winter era bastante agradable, pero realmente ya no tenían nada en común. Era extraño porque cuando eran niñas esperaban cada verano para poder estar juntas y lloraban cuando tenían que separarse. Vio la puerta entreabierta, pero decidió tocar igual para no interrumpir.

—Está abierto. —La voz de Minjeong seguía sonando adorable. Yunjin abrió la puerta y frente a ella estaba la más baja, doblando ropa y metiéndola en un armario. —¿Jennifer? —Winter dejó de hacer sus cosas y se acercó a la menor, abrazándola rápidamente. —No sabía que ibas a venir.

Yunjin se sentó en el borde de la cama y observó la habitación. Era el doble de grande que la suya, aunque no tenía ningún tipo de identidad, ya que la mayor había llegado recién ahí. —Me mandaron a buscarte para cenar. —Y ahí estaba la Yunjin seca e indiferente que tanto le disgustaba a Winter. Por suerte la menor sacó su teléfono y comenzó a chatear con alguien. Minjeong continuó con su ropa, menos mal no era la típica chica que tenía acumulada mucha ropa, era bastante sencilla. —Iré a tu escuela. —Comentó Minjeong, en un intento de eliminar el silencio en su habitación. —Mamá dijo que querías entrar al equipo de fútbol, eso será divertido. —Rió Yunjin, dejando su teléfono sobre sus piernas para quedarse viendo a Minjeong. —¿Divertido? ¿Por qué es divertido? —Intentó no sentirse ofendida porque era algo que ella se tomaba muy en serio. —El equipo de fútbol de la escuela es muy malo, los primeros meses ya están descalificadas de todas las competencias. Es una pena. —Agregó, notando que quizá podía molestar a Minjeong con sus palabras.

Winter suspiró desilusionada, había intentado buscar información sobre el equipo, pero no había encontrado nada y la explicación de Yunjin era probablemente el motivo. —No pueden ser tan malas. —Minjeong volvió a doblar su ropa, intentando no ser tan pesimista. —Quizá contigo sean menos malas. —Winter no logró entender si eso era un cumplido o no. Yunjin tomó a Toddy en sus manos y lo apretó un poco. —Todavía lo tienes ¿Cómo era que se llamaba?

—Toddy.

—Toddy. —Repitió Yunjin, recordando también. —Cuando éramos niñas no podías dormir si no tenías a Toddy abrazado. —Minjeong sintió sus mejillas acaloradas, sobre todo porque todavía le era difícil quedarse dormida sin su oso de peluche. —¿Recuerdas cuando salimos a acampar? —Yunjin seguía aferrada al peluche como si fuera propio. —Hubo tormenta en la noche y nos metimos al mismo saco de dormir porque teníamos miedo y frío.

—Te dije que podías sostener a Toddy para dormir. —Concluyó Minjeong, recordando ese día como si hubiera sido ayer.

—Al día siguiente Tiffany nos llevó a un hotel diciendo que acampar era un castigo inhumano. —Las dos no podían contener las risas, había sido uno de los mejores viajes pese a eso. Minjeong caminó hasta una de sus maletas y sacó de ahí un pequeño álbum de fotos. Era su favorito y prefirió llevarlo en su maleta, ya que temía que los de la mudanza lo pierdan. Cuando encontró la foto que estaba buscando la sacó del álbum y caminó con ella hasta donde estaba Yunjin.

En la fotografía ambas tenían unos seis años, estaban abrazadas con sus pijamas iguales y Yunjin tenía a Toddy abrazado. Esa foto había sido la mañana siguiente, ambas con el cabello revoltoso, pero con una enorme sonrisa. —Estábamos tan pequeñas. —Yunjin sonrió, notando que en el fondo de la foto se veía a sus mamás abrazadas. Winter notó lo que estaba viendo y se apenó un poco. —¿Ha sido muy difícil? Lo de tus mamás.

—Sí. —Minjeong sabía que las dos ya no eran amigas, pero también sabía que las dos se tenían mucho cariño. —Pero está mejor así. —Yunjin se puso de pie y caminó hasta la ventana. —Ellas ya no son las mismas que en la foto, cuando estaban juntas ya no eran esto. —Alzó la fotografía y luego siguió viendo la ventana. —Es mejor así. —Susurró suavemente.

Minjeong no se podía imaginar lo que era eso. Creía que con los años sus madres estaban cada vez más obsesionadas la una por la otra, era lindo de ver. Pero también entendía que si en algún momento ya no era así, era mejor que no estuvieran juntas. —Jimin. —Minjeong se quedó viendo a Yunjin un poco confundida, la menor estaba viendo por la ventana, ocultando la mitad de su cuerpo ahora. La curiosidad le ganó así que se puso de pie y caminó hasta la ventana. —Tu vecina del frente es Jimin. —Winter no tenía idea de quién era Jimin, pero igualmente se quedó viendo a la chica que parecía de su edad conversando con un chico. Ya era de noche, pero las luces de la calle permitían verlos. —¿La conoces?

—Jimin va a mi clase, también somos porristas. —Explicó, todavía viendo por la ventana. —Es la líder y una de las chicas más populares de la escuela.

—¿Y el chico?

—Jeno. —Yunjin pegó su espalda a la ventana y se quedó mirando ahora a Minjeong. —Su novio, es del equipo de basquetbol.

—Déjame adivinar, los chicos populares de la escuela son novios. Muy original. —Minjeong vio con disgusto como la pareja comenzaba a besarse. Ante esto Yunjin rió, volviendo a la cama. —De alguna parte se tienen que inspirar las historias. —Respondió. —¿Crees que me puedo quedar con la foto?

—Claro. —Minjeong sentía que había algo distinto en Yunjin a comparación de la última vez que se habían visto. Algo bueno, casi como si pudieran ser amigas nuevamente.

—¡Yunjin, Minjeong! Bajen a cenar.

—Vamos, Jin.