Chaerin condujo a través de la ciudad, las cuatro ventanas de su camioneta estaban abajo y entraba aire fresco. Una vez que el sol se había puesto, las temperaturas primaverales habían desaparecido. No le importaba. Estaba demasiado cansada. Omitió su pequeño apartamento en el sur de Dallas y se dirigió a Fort Worth. Tenía que descansar. Llegó a Eagle Mountain Lake, ahí se encontraba su barco. No había estado en su barco en tres semanas, desde el primer asesinato. Pero esta noche necesitaba la paz y tranquilidad que ofrece el lago.

Entró al barco y sacó una cerveza de la nevera. La consumió casi a la mitad y después se dirigió a la ducha. Se puso de pie bajo la lenta corriente de agua caliente y cerrando los ojos, trató de relajarse.

Más tarde, sacó una silla y se sentó, mirando las estrellas del cielo y escuchando como el agua salpicaba ligeramente en contra de su barco. Cogió la botella de cerveza que estaba al lado de su silla y  volvió a llenar su vaso, lo coloco de nuevo hacia abajo sin mirar.

Dos niñas muertas. No hay pistas. Inclinó la cabeza hacia atrás. Probablemente van a ser más las niñas muertas. Demonios no había una manera de conseguir alejarse de su nueva compañera.

Sonrió. Sandara Park… Bueno, ella era sin duda la pareja más que había tenido. Y después de dos días, Chaerin sabía que no iba a salir corriendo. Probablemente estaba bien. Podía haber sido mucho peor. Por lo menos la mujer estaba dispuesta a seguir su ejemplo y no resistirse a ella a cada paso. Una vez más sonrió. Bueno, no era como si ella le hubiera dado una opción, sin embargo, sospechó que Sandara Park tenía genio. Eso podría ser divertido.

***

-Estoy cansada, Donghae. Lo siento. –Murmuró Dara cuando rodó sobre su costado. No tenía la energía para tener relaciones. Apenas había logrado estar hasta la cena.

-Amor está bien… es solo que no hemos estado juntos. Te echo de menos.

-Yo también. Vamos a vernos el fin de semana Donghae.

Se dio la media vuelta y cerró los ojos. El sueño la reclamó de inmediato.

++

Chaerin tomo un sorbo de café y vio a Dara que se abrió paso a través de la sala de la brigada.

-Exactamente ¿A qué hora vienes a trabajar? –Dara preguntó. Asentó su bolso sobre su escritorio y tomó la taza de café.

-Temprano.

-Son las siete y media. –Dijo Dara mientras se sentaba.

-Antes que eso. –Murmuró Chaerin.

-Por favor, dime que no condujiste por las calles de nuevo ayer en la noche.

-No, estaba cansada. –Dijo Chaerin mientras agarraba el teléfono. –Habla CL, Jackson ¿Todavía? –Miró a Dara. –Vamos a estar cerca de las nueve.

Respondió y colgó el teléfono.

-¿Ellos ya tienen los resultados de laboratorio?

-Sí.

-¿Estas pensado en un asesino en serie?

-Así es, esta chica Cristal, hablé con ella la noche en que murió. –Chaerin dijo en voz baja.

-¿Qué? –Dara se puso de pie.

-La vi en la calle. Eran casi las dos. Le mostré la foto de Jane Doe. Cristal la conocía como Lorena.

-¿Por qué justo ahora me compartes esto?

-¿Qué diferencia hay?

Dara golpeó con el puño su escritorio, haciendo volar los papeles a su alrededor.

-Somos socias. –Dijo lentamente. –Sé que tú no sabes la definición de esa palabra CL. Pero no puedes dejar de lado información como si fuera una conversación casual. Ellos piensan que Cristal fue objeto de dopaje durante la noche. Tú sabías desde el principio que no era cierto.

-Estoy segura de que el médico forense nos dará el momento de la muerte y será después de las dos. –Dijo Chaerin ignorando lo que Dara acababa de decirle.

Sandara miró a Chaerin.

-Buenos días damas.

Yang estaba parado al lado del escritorio de Chaerin. Ella giró su silla apartando la mirada de los ojos furiosos de Dara.

-Buenos días teniente.

Sandara se puso de pie y siguió al teniente Yang a su despacho.

-Sandara ¿Qué pasa? –Preguntó Yang mientras colgaba su chaqueta en el perchero.

-Es imposible. –Dijo Sandara, cerrando la puerta detrás de ella. -¡Imposible!

-Ah, tercer día. Has hecho bien. Te esperaba aquí ayer. –Dijo Yang. –Siéntate. ¿Cuál es el problema?

-¿Cuál es el problema? Ella es una locura. –Dijo. –Una psicópata.

Él asintió con la cabeza.

-Ella hace las cosas a mis espaldas, sale a horas de la noche, apenas y me habla.

Yang asintió otra vez.

-Es imposible trabajar con ella. No es de extrañar que Seunghyun saltara. Yo habría saltado también.

Yang se echó a reír, entonces fue reprimido por los furiosos ojos cafés que se dispararon a su rostro.

-Por favor, dígame que va a mejorar. –Dijo Sandara en voz baja. –Es casi como si no quisiera a nadie junto a ella, teniente. Ella solo se enemista con la gente. Un minuto es buena, el próximo es una perra total. Es como, si casi nos conectamos, entonces ella se detiene y hace algo intencionalmente que me hace enojar.

 -Cálmate Park.

-¡Estoy tranquila!

-Mira, te dije que ella era… difícil. Tiene sus propias reglas. Sin embargo, son eficaces. ¿Me gustaría tener seis detectives como ella? No, por supuesto que no. Y si no fuera por las normas departamentales, la dejaría trabajar sola. Ella puede manejar por allí. Ella conoce las calles. Te guste o no, ella es tu pareja.

-¿Por qué no quiere a los otros como a ella?-Sandara preguntó en voz baja.

Yang la miró fijamente. Sandara Park había estado con Chaerin dos días y no había imaginado que haría lo que otros no habían hecho en años. Lee Chaerin era abrasiva. Yang se había dado cuenta de eso, y le tomó cuatros años saberlo.

Fue una noche en un bar tranquilo del centro, Chaerin le mostró su lado más oculto. Desde ese día Yang no había sido capaz de mirarla igual. Yang miró por la ventana en busca de la silla de Chaerin. Estaba vacía. En realidad no era su lugar el de decirle a Sandara sobre el pasado de Chaerin, pero pensó que esta vez, tal vez había encontrado a alguien que podía contener a Chaerin. Sandara Park no estaba en competencia con Chaerin, a diferencia de los otros socios.

-Lo que voy a decir no va a salir de esta sala, detective. –Dijo Yang.

Sandara asintió con la cabeza.

-El padre de Chaerin estaba en la fuerza. Un detective, también. Cuando Chaerin tenía doce años… una noche en la cena, un hombre entró a su casa. Ató a todos a unas sillas del comedor. Madre, padre, hermana menor y a ella. Uno por uno, los mató. Chaerin fue la última con vida. El hombre sostuvo el arma en su cabeza pero no disparo. Él la miró y después se marchó. Chaerin se quedó atada en su silla con su familia, todos muertos a su alrededor. El caso nunca fue resuelto.

-Oh, dios mío. –Susurró Dara.

-Ella tiene todos los archivos, todos los datos antiguos. S