Dara abrió los ojos, mirando a Chaerin mientras dormía. La suave luz del amanecer las rodeaba. Chaerin se veía casi como una niña, tan inocente, tan tranquila. Dara cambió de posición lentamente, estirando las piernas. Ella sonrió y cerró los ojos, dejando revivir los preciosos momentos cuando Chaerin había hecho el amor con ella. Era todo lo que pensó que sería y mucho más. Chaerin había sido tan increíblemente amable, como no imagino que fuera posible. Esta detective fuerte, dura, que le había inculcado temor en su primera semana, había hecho el amor con ella de la manera más tierna.

-Un osito de peluche. -Susurró.

Ella deslizó su mano bajo las sábanas, moviéndose sobre la piel suave hasta que llegó al pecho de Chaerin. Lo acarició sintiendo el endurecimiento del pezón contra su palma. Lo rodeó con sus dedos y se preguntó cómo se sentiría en su boca. Cerró los ojos. Chaerin había hecho el amor con ella la noche anterior. Y Dara ni la había tocado.

Ella se movió lentamente entre las sábanas, sintiendo a la otra mujer, pero no se despertó. Sus ojos codiciosos tomaron la hermosa vista que tenía delante. Pechos perfectos. Sus ojos se movían sobre el torso de Chaerin, de manera firme, pero suave. Entonces  miró la herida. Inclinó la  cabeza, besando suavemente alrededor de la herida ya cicatrizada. Luego se trasladó más arriba, en la búsqueda de los senos con los que ella había estado soñando durante semanas. Tímidamente, su lengua envolvió el duro pezón y gimió, y luego cerró la boca sobre el, succionando suavemente. Oyó como repuesta un gemido de Chaerin, sintió que se empezaba mover, sintió sus manos moverse sobre su cabello. Puso uno de los muslos entre las piernas de Chaerin y sintió a la otra mujer a su encuentro.

Chaerin tiro de ella hacia su boca, Dara la miró a los ojos. Luego, sin decir una palabra, Dara movió su mano por la piel de Chaerin, deteniéndose en la cadera antes de deslizarse hacia abajo entre sus piernas. Oyó la rápida respiración de Chaerin, vio que sus ojos se cerraron cuando Dara se movió a su humedad. Sus ojos se cerraron, cuando los dedos se deslizaron en la calidez aterciopelada.

Suavemente Chaerin llego cubriendo la mano de Dara, sosteniéndola con firmeza en su contra. Sus caderas se empezaron a mover, y abrió las piernas.  

-Por favor, ve dentro de mí. -Le susurró Chaerin.

Dara vio la cara de Chaerin cuando deslizó dos dedos dentro de ella, y ella gemía mientras sentía los músculos contraerse en sus dedos. Tan húmeda, tan cálida, tan increíblemente íntima.

Cerró los ojos, al moverse de nuevo para besar a Chaerin cuando el teléfono empezó a sonar.

-Oh, Dios, por favor, no ahora. –Murmuró Dara. -Ahora no.

Chaerin se quejó, luego sacó los dedos de Dara que estaban dentro de ella.

-Está bien. Responde. -Dijo en voz baja.

Dara llegó al teléfono, sosteniéndolo contra su hombro mientras con sus manos se dirigió nuevamente a Chaerin.

-¿Hola?

-¿Park? Es Yang.

Dara se sentó, lejos de Chaerin.

-Sí, ¿señor?

-No puedo encontrar a CL. ¿Está ahí?

-Ah... sí, señor. Ella está aquí. -Dara miró a Chaerin y sonrió.

-Está bien. Tengo una orden judicial esta mañana. Sé que estuvieron hasta tarde en la noche, pero pensé que te gustaría llegar temprano. He estado en contacto con las dos unidades que vigilaban a Richard. Él no ha salido".

-Sí, señor. Bueno, voy a decírselo. Vamos a estar allí tan pronto como nos sea posible.

Ella terminó la llamada, y luego arrojó el teléfono en la cama.

-Yang. Tenemos una orden judicial.

-Bueno. -Dijo Chaerin en voz baja.

Se sentó y se arregló el cabello. Luego miró a Dara. Las sabanas estaban agrupadas alrededor de su cintura y los ojos de Chaerin aterrizaron en sus pechos. Luego se levantó, mirando a los ojos marrones de Dara.

-Lo siento.

-¿Por qué te arrepientes?

Chaerin se encogió de hombros. Parecía que era la cosa más correcta que decir.

-Yo no lo siento, Chae. -Luego sonrió. -Bueno, siento la interrupción de hace un momento. -Dara se acercó, tocando los labios de Chaerin con los suyos. -Pero yo no siento lo de anoche. Ojalá tuviéramos tiempo. Quiero tocarte y hacerte mía.

-No sé cómo se supone que debo actuar esta mañana. -Admitió Chaerin.

-No tienes que actuar, Chae. Ayer por la noche éramos sólo nosotras, ¿recuerdas?

Chaerin estaba a punto de responder cuando el teléfono volvió a sonar. Dara lo cogió, frunciendo el ceño mientras escuchaba.

-Estoy bien,  Donghae. -Murmuró.

Echó un vistazo a Chaerin, vio la incertidumbre en su rostro, en sus ojos. Entonces ella miró cuando Chaerin arrojó con fuerza las cubiertas fuera de su cuerpo desnudo y salió de la habitación. ¡Maldita sea! Pensó Dara.

-Quería recogerte después salir del trabajo. –Dijo Donghae. -¿Crees que podríamos cenar esta noche?

Puso las rodillas cerca de su pecho y cerró los ojos.

-No, Donghae. Esta noche no. Estuve trabajando hasta tarde anoche, así que, esta mañana, en realidad voy a estar muy ocupada.

-Podemos hacer una cena temprano. -Dijo él.

-No, Donghae. No podemos hacerlo. Estoy cansada. -Luego suspiró. -Por favor no me llames. –Dijo en voz baja. -En unas pocas semanas, tal vez podamos vernos.

-Dara, sólo quiero ir a cenar y verte. Eso es todo.

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