“Las declaro casadas a los ojos del señor, sus amigos y familia. Puede besar a la novia”

Chaerin se volteó, desde el anciano caballero usando un traje blanco, a la mujer del vestido rosa pálido que estaba su lado. Sandara Park era sin duda la mujer más bella que Chaerin había visto alguna vez. Los cálidos ojos marrones la miraron expectantes. Una tímida sonrisa, que había llegado a conocer a lo largo de estos últimos meses, captó su atención, mientras que una mano cálida le tomaba el rostro.

-Se supone que ahora me besas.

La voz era suave y melodiosa, un poco bromista. Dara perspicaz, intuitiva y siempre en lo correcto. Era una de las pocas personas a las que Lee Chaerin le permitía que le dijera lo que tenía que hacer.

Inclinó la cabeza y besó los labios rosas como se le indicó. Una ola de calor prácticamente soldó sus pies al suelo. El sabor de los labios de Dara le hizo olvidar dónde estaba y cuánto tiempo había estado allí de pie.

Por último, se liberaron y se enfrentó a la multitud de personas sentadas en los bancos del lugar. Algunos eran amigos, otros eran socios de negocios y otras decenas de personas que nunca había visto.

Tomó una respiración profunda y temblorosa. Sin lugar a dudas este debería ser el día más feliz de su vida, pero mientras miraba a los sesenta rostros que le devolvían la mirada, todo lo que podía pensar era, “¿Cómo demonios llegué hasta aquí?”