Cuando Dara despertó, Chaerin aún seguía profundamente dormida. Con cuidado levantó la sábana y espió el cuerpo de Chaerin. Ella estaba de lado, ofreciéndole una vista perfecta de sus curvas. Quería despertar a Chaerin con sus dedos, su boca… deslizarse ligeramente sobre la piel suave y sentir los músculos de Chaerin responder. Una tos sutil en la habitación de al lado sofocó cualquier pensamiento de entretenimiento matinal. A Dara sin duda no se le antojaba que los Franklin oyeran su encuentro ual.

Después de ver a Chaerin por unos minutos más, se levantó y bajó las escaleras en busca de un café. Bill ya estaba sentando en el patio.

-Espero que hayas dormido bien. –Dijo Bill.

Dara creyó detectar un elemento de burla y se sonrojó al recordar la pasión y risa de la noche anterior.

-Muy bien, gracias.

-Chaerin es una persona interesante.

-Sí, lo es.

-Es demasiado adicta al trabajo. Motivada al éxito, siempre en movimiento, incluso cuando está dormida. Necesita aprender a relajarse. La vida pasará por ella sin que sepa cuando pasó.

Dara miró a Bill. Sonaba como si estuviera hablando de sí mismo, y le preguntó si así era.

-Sí. Estaba demasiado ocupado cuando mis hijos estaban creciendo. Apenas recuerdo haber ido a un partido de béisbol o de fútbol de mis hijos. Mi hija fue reina del baile de graduación y yo estaba en Europa. Doy gracias a dios por Phyllis. Ella es el pegamento que mantenía unida a nuestra familia. Aún lo es, de hecho.

-Veo mucho de mí en Chaerin. –Bill suspiró.

-Phyllis la llamó sinvergüenza…

-Sí… ella solía llamarme así antes de casarnos. Chaerin definitivamente es igual a como era antes… es fuerte, impulsiva, cautelosamente imprudente y muy exitosa.

-Y… ¿No te gusta lo que ves en Chaerin?

Bill miró fijamente  a Dara.

-No estoy seguro todavía.

Dara sintió un escalofrió en la nuca.

­-Buenos días Chaerin. –Dijo Bill.

-Buenos días.

Dara miró a Chaerin, tenía el cabello mojado y llevaba un par de pantalones cortos azul marino. Su camiseta sin mangas dejaba ver que llevaba un sujetador deportivo del mismo color que sus pantalones cortos.

-Disfruta de este viaje Chaerin. –Dijo Bill.

-Mi asistente siempre cancela mis vacaciones.

Bill se echó a reír.

-No te des por vencida Chaerin. Encontrarás algo o a alguien que hará que quieras sentar cabeza. Y cuando lo hagas te preguntarás porque no lo hiciste antes.

Chaerin miró a Dara a través de sus gafas de sol.

***

Al terminar el desayuno, los cuatro salieron a dar una vuelta a la orilla del mar. Chaerin trató de relajarse. Estaba reflexionando sobre lo que no iba a estar sobre su escritorio la mañana del martes. La firma de Bill Franklin, en una escritura de venta. Había negociado cientos de hectáreas con menos problemas que los que Bill le estaba dando ahora. ¿Qué quería? ¿Qué quería realmente de ella? Obviamente no era dinero, él mismo lo tenía en abundancia. ¿Qué había dicho Jiyong? Quería ver si había algo detrás de su persona de negocios. ¿Por qué diablos le importaba quién era ella?

Observó a Dara. Ella caminaba sonriente a su lado, de vez en cuando se detenía a recoger alguna conchita. Dara era atractiva de una manera sensual, sutil. En algunos aspectos era todo lo que cualquiera podría desear en una esposa.

Chaerin se detuvo. Dara dio varios pasos antes de detenerse también y miró hacia atrás con una pregunta en sus ojos. ¡Eso es! Eso es lo que tengo que hacer. El entendimiento de cómo exactamente iba a demostrarle a Bill que era digna, o lo que fuera que quisiera de ella antes de exactamente venderle su tierra, estaba justo ante sus ojos. Había estado allí todo el tiempo, sólo no había podido verlo. No había estado buscándolo, y si hubiese sido una pared, habría caminado directamente hacia ella, rebotado, y hubiera seguido andando. Una nube inmensa, casi opresiva se levantó a su alrededor. No dejaría que Bill continuara teniéndola a la expectativa, mientras ella esperaba sin poder hacer nada para que él diera su aprobación. Odiaba no estar a cargo y tenía la intención de poner fin a esta situación hoy. Justo aquí, en este momento. Todo lo que necesitaba para cerrar este acuerdo estaba cinco pies frente a ella. Dara.

***

-Chaerin, ¿estás bien? -Preguntó Dara.

Chaerin no había dicho una palabra o perdido el paso desde que bajaron a la playa veinte minutos atrás. Parecía estar perdida en sus pensamientos, y Dara no quería molestarla.

-Estoy bien ahora. -Dijo Chaerin. -Me alegro de que pudieras venir. -Retomó su paso, esta vez caminando cerca de Dara. Dara sintió un cambio en Chaerin que atribuyó al sol, la arena y el surf.

-Me alegro de haber podido también. Gracias por invitarme. -Caminó unos pasos más antes de plantear la pregunta que había estado bailando en sus labios durante varios días.

-¿Por qué me invitaste? Quiero decir, es un poco riesgoso invitar a alguien que apenas conoces a escaparse por el fin de semana. Y esto está realmente lejos. -Las cuatro horas en el avión habían sido más largas que lo que duró su última cita eones atrás.

-Eres interesante, hermosa… Congeniaste fabulosamente con Phyllis y le agradas. -Chaerin se quitó las gafas de sol y sus ojos trazaron un perezoso camino de los pies a la cabeza de Dara, luego las deslizó nuevamente.

La caricia visual de Chaerin en su cuerpo envió olas de conmoción tan fuertes a través de Dara que de pronto se sintió incómoda y