Chaerin no sabía si alegrarse o salir corriendo cuando Dara dijo exactamente lo que ella tenía en mente.

-Estaba pensando en una cena.

La mirada en el rostro de Dara le dijo a Chaerin que definitivamente no era esa la respuesta que ella esperaba. Chaerin habló rápidamente.

-Déjame expresarlo de otro modo. Me siento halagada, y tengo que admitir que esa era mi intención cuando llegue aquí, pero por muy tentador que parezca, me da la impresión de que no estás completamente cómoda con esta situación. No quiero sacar provecho de ello, y ciertamente no quiero aprovecharme de ti.

Dara se preguntó porque Chaerin estaba diciendo estas cosas. ¿Estaba siendo honesta, o estaba jugando a una especie de juego raro?

-Por favor no te sientas avergonzada. –Dijo Chaerin. –Podemos ir a la playa o vamos por un café y a ver a dónde nos lleva…

Dara se sintió mortificada. En ese momento no quería nada más que desaparecer para siempre. Nunca había sido humillada tanto. Después del rechazó de Chaerin ¿Cómo iba a ser capaz de sentarse en frente de ella en un restaurante bien iluminado?

-Por favor… ¿Prometes no hablar de esto? –Chaerin asintió en silencio. -¿Prometes que nunca le dirás a tus amigos acerca de esto? –Una vez más Chaerin asintió. -¿Prometes….?

Chaerin levantó el dedo índice.

-Te prometo que nunca lo diré. A nadie.

***

Chaerin continuó sosteniendo la mano de Dara mientras caminaban por la concurrida calle a Starbucks.

-¿Aquí está bien?

-Claro. –Sorprendentemente Dara no se sentía incomoda con la mano firme de Chaerin sobre la suya. A pesar de que a ella no le gustaba las demostraciones de afecto en público. 

Starbucks… Hace tiempo que Dara no tomaba un café aquí. El abogado de su hermano cobraba trescientos dólares la hora por sus servicios. El dinero que había ahorrado con esmero para abrir su propia tienda de flores prácticamente estaba agotado. Ayer había iniciado los trámites para una segunda hipoteca sobre su casa…

-¿Dara?

Dara retornó su atención a Chaerin, que tenía una extraña expresión  en su rostro. Era una mezcla de preocupación, sensibilidad e irritación.

-Lo siento. ¿Qué?

-¿Solo café o algo más? –Chaerin se sentía a kilómetros de distancia de Dara. ¿Qué le preocupaba? Ella quiso hacer todo lo posible para que esa preocupación desapareciera de Dara.

-Solo café está bien. Negro sin azúcar. –Dara miró a Chaerin con una sonrisa. Su reacción hizo que Chaerin se sintiera aún más curiosa por saber lo que estaba pasando con ella.

Tomó los dos cafés y se sentó junto a Dara que estaba en una mesa circular.

-Así que… ¿Qué haces? ¿Trabajas?

Dara quitó la tapa de su café y sopló.

-Trabajo en Crane Florist.

-¿Haciendo qué?

-Arreglos florales… aunque últimamente me han puesto en la caja registradora…

-¿Y qué ha sucedido últimamente?

Dara tomó un sorbo de café, dándose un momento de cómo responder.

-He estado un poco distraída. Pero te aseguro que no quieres oír porque.

-¿Por qué no? ¿Es algo sangriento? Mejor aun. –Chaerin se inclinó más cerca de ella.

Dara la observó. Había aparecido de la nada, la invitó a bailar, y ahora aquí estaba, tomando café juntas. No iba a ser una de esas mujeres que descargan sus problemas en la primera cita. ¡Primera cita! ¿De dónde diablos había venido eso?

-No. Pero todavía no quiero decírtelo…

-¿Por qué no? ¿Por qué no dejas que todo salga?

-Está bien. Pero, dime cuando te aburras. –Ella suspiró. –Hace tres años, dos hombres irrumpieron en mi casa. Mi hermano Sang Hyun se estaba quedando conmigo en ese momento, mientras su apartamento estaba siendo fumigado. Él escuchó la conmoción y vino a mi dormitorio… vio a los hombres golpeándome. –Dara tomó un sorbo de café, preguntándose si el dolor de aquella noche desaparecería. –Para hacer la historia corta, Sang Hyun golpeó a los hombres, y como resultado uno de ellos murió. Fue declarado culpable de asesinato en segundo grado y condenado a veinte años. Al jurado obviamente no le importó que los hombres me golpearan o que uno de ellos estuviera a punto de violarme. Veinte años. Le dieron a mi hermano veinte años por salvarme la vida….

-He estado tratando de conseguir la apelación de su condena, pero cuesta mucho. Estoy en quiebra, trabajando en dos empleos para poder pagar los gastos legales. Mi amiga me abandonó en la disco y para colmo me he humillado a mí misma frente a ti, la única persona que me ha hecho el día. –Dara levantó la vista. Se sintió como si estuviera leyendo una enorme lista de problemas. –Eso es todo al respecto.

Chaerin la miró en silencio. Esta historia de sufrimiento interminable estaba diciéndole que dejara a esta mujer y sus megaproblemas. En primer lugar no tenía tiempo para todo este lio y en segundo ella tenía sus propios problemas. Por eso sus relaciones eran ualmente satisfactorias, pero breves.

-No puedo creer que soy la única mujer que te ha hecho el día. Eres hermosa Dara. Los hombres y las mujeres deben caer unos sobre otros para llegar a ti.

Dara se sorprendió ante la respuesta de Chaerin.

-No lo soy. –Dara sacudió la cabeza. –Tengo ojeras bajo mis ojos, he perdido bastante peso. Y en algún lugar de los últimos tres años he perdido mi temperamento. He buscado por todas partes pero no tengo idea de dónde está.

El corazón de Chaerin se estrujó ante el comentario de Dara.

-No estoy de acuerdo. Eres una mujer muy hermosa. Te ves un poco cansada, pero a las… -Chaerin miró su reloj. –Once y treinta del viernes por la noche. Todo el mundo está cansado.

-¿Entonces qué haces aquí a estas horas si estas cansada? –Dara respondió casi a la defensiva.

-Charlando con una mujer encantadora y divertida.

Dara sonrió involuntariamente.

-Bueno si no puedo encontrar mi temperamento, es bueno que mi sentido del humor y encanto no hayan desertado de mí.

-¿Quieres cenar conmigo mañana? –Chaerin se asombró de haber preguntado eso, se le escapó involuntariamente.

-Creo que no Chaerin.

-¿Por qué no?

-Por las razones que te expuse hace unos minutos. Tengo demasiada mierda en mi vida, y estoy segura que no quieres ninguna en la tuya.

-No estoy pensado en tomar posesión de tus problemas o resolverlos por ti. Es solo una cena. Si no quisiera volver a verte te lo hubiera dicho. Lo creas o no yo soy capaz de deshacerme de una mujer.

Dara se echó a reír.

-Sí, supongo que tienes mucha experiencia en esa área.

Chaerin frunció el ceño, arrugando la frente. Dara quiso extender la mano y suavizar esa mirada.

-Lo hiciste. Eres una mujer muy atractiva, de una manera traviesa. Estoy segura de que podrías tener a cualquier mujer que quisieras.

-¿A qué te refieres? Tú me dijiste que no. –Chaerin respondió sorprendida.

-Ah, pero tú me dijiste que no en primer lugar… en la disco.

-Pensé que no íbamos a hablar de eso.

-No, dije que no podías tocar el tema. Yo sí puedo. –Dijo Dara.

-¿Lo reconsiderarías? ¿Saldrías a cenar conm