Numero 2
Stay TogetherPhyllis se apoyó en el mostrador observado a Chaerin mirar su taza de café pensativa.
-Sabes, cuando uno llega a mi edad obtiene un pase libre para preguntar lo que quiera.
Chaerin levantó la vista.
-¿Qué quieres preguntarme? –Ella frunció el ceño, tomando un sorbo de su café.
-¿Vas a casarte con esa chica?
Chaerin se atragantó con el café y este le goteo por la barbilla. Alcanzó una servilleta antes de que pudiera caer por el mostrador.
-¿Qué dices?
-Me escuchaste perfectamente. A lo largo de mi vida he visto muchas cosas, y sé cuándo las personas son felices y están destinas a estar juntas. Lo veo contigo y Dara. Apuesto a que el o es fabuloso.
Chaerin se atragantó de nuevo.
-Jesús, Phyllis, ¿Me darías un aviso anticipado antes de que dejes caer otra bomba?
-Escúchame bien Chaerin. Cuida de Dara. Ella ha pasado por muchas cosas, con sus inútiles padres y la terrible situación de su hermano. Ella te necesita, Chaerin. Necesita tu apoyo, tu fuerza y, lo más importante, tu amor. No la dejes escapar.
-¿Dejarla escapar? –Preguntó Bill, entrando a la habitación.
-Le estaba diciendo a Chaerin que no dejara escapar a Dara.
Bill se echó a reír y le dio a su esposa un abrazo juguetón.
-Disculpa a mi esposa Chaerin. Es una romántica empedernida, y es por eso que la quiero. –Él se detuvo. –Pero en este caso creo que tiene razón. Me encantaría verlas juntas. –Se detuvo un momento, y luego la miró a los ojos. –Y tengo el regalo de bodas perfecto.
Chaerin ocultó su reacción ante el último comentario de Bill. ¿Estaba tratando de decirle algo? ¿Acababa de caerle las cuatro hectáreas de terreno a su regazo? Ella sonrió.
-No podría estar más de acuerdo, Bill.
**
“Las declaro casadas a los ojos del señor, sus amigos y familia. Puede besar a la novia”
Chaerin se volteó, desde el anciano caballero usando un traje blanco, a la mujer del vestido rosa pálido que estaba su lado. Sandara Park era sin duda la mujer más bella que Chaerin había visto alguna vez. Los cálidos ojos marrones la miraron expectantes. Una tímida sonrisa, que había llegado a conocer a lo largo de estos últimos meses, captó su atención, mientras que una mano cálida le tomaba el rostro.
-Se supone que ahora me besas.
La voz era sua
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