Dos semanas después de lo sucedido, Chaerin le dijo a Dara que Bill había llamado.

-Bill llamó hoy. Quería saber cuándo podemos reunirnos de nuevo para cenar.

-¿Qué le dijiste?

-Que tenía que hablarlo contigo. 

-¿Qué quieres hacer? –Preguntó Dara.

-A pesar de todo esto, me gustan. Son grandes personas. –Chaerin se acercó a ella. –Dara, Bill y Phyllis no tuvieron nada que ver con esto. No transmitas tu odio hacia mí sobre ellos.

-Gracias por aclarar eso. –Dara se alejó de ella. –Los echo de menos. Me gustaría volver a verlos.

-No quiero que te sientas incomoda. Sabes lo que van a esperar ver, ¿no?

-Nunca haría algo para poner en peligro la defensa de mi hermano.

-Nunca pensé que lo harías… solo no quería que te sientas incomoda.

-Te lo agradezco. Sé lo que esperan ver.

Las heridas de Chaerin habían sanado. Dara le colocaba ungüento todas las noches. Los moretones poco a poco fueron desapareciendo. Dara no podía negar que extrañaba sentir la piel de Chaerin… tan suave. Cuando su hermano salga de la cárcel… dejar a Chaerin para siempre… aún no se sentía preparada para eso.

**

Dara se sentía nerviosa mientras esperaban a que los Franklin abrieran la puerta de su casa. Había elegido para la noche un vestido sin mangas de color azul. Pero el clima cambio de pronto y ahora había mucho frio. Se frotaba los brazos mientras esperaban fuera.

-¿Tienes frio?

Dara dejó de frotarse.

-Sólo un escalofrió. Estoy bien.

Chaerin suspiró. Se quitó el saco y se lo colocó encima.

 -Te ves muy bien.

Antes de salir de su casa, Chaerin había estado esperando a Dara. Cuando la vio bajar las escaleras con ese vestido… ¡Dios! La amaba tanto. Dara se sintió incomoda con el cumplido y apartó la mirada.

-¿Qué? Te dije que te veías bien, eso es todo. Solo un simple cumplido, y un simple gracias estaría bien.

Entraron a la casa y Bill las guio al porche. Ahí se sentaron a tomar unas bebidas. Dara se sentó al lado de Chaerin.

-Entonces, Dara, ¿es la vida de casada lo que pensaste que sería? –Phyllis dejó una bandeja con galletas saladas y queso en la mesa frente a ellos.

-En realidad Phyllis, es mucho más de lo que esperaba. –Chaerin se tensó a su lado.

-Oh, ¿Cómo?

-Bueno, subestimé cuán entrelazadas estarían nuestras vidas, cuán dependientes seríamos la una de la otra. Necesito cosas que sólo Chaerin me puede dar, y no quiero hablar por ella, pero creo que a Chaerin le sucede lo mismo. –Dara movió su mano al muslo de Chaerin haciéndola dar un pequeño salto ante ese contacto.

-¿Chaerin? –Preguntó Phyllis.

Chaerin cubrió la mano de Dara con la suya.

-Definitivamente he aprendido que mi esposa es muy inteligente, y la respeto enormemente. Si hubiera sabido que iba a ser así, la habría localizado y me habría casado con ella años atrás.

Chaerin apretó la mano de Dara, y Dara se preguntó qué quería decir con todo eso. ¿Realmente la respetaba ahora, o esto era otra de sus mentiras?

Después de la cena Phyllis mencionó que tenía fotos y videos de la boda. Las proyectó sobre la pared antes de que Dara pudiera cambiar de tema. Mientras Phyllis pasaba las imágenes de la boda, los recuerdos agridulces se abatieron sobre Dara.

El amor que sentía por Chaerin, mientras caminaba por el pasillo la había abrumado entonces. Ella estaba totalmente enamorada. Fuerte y poderosamente.

Imagen tras imagen pasaban en la pared. Dara había divido su vida en dos partes: antes de enterarse del engaño y después. Al ver ese “antes” de nuevo, tuvo ganas de minimizar el “después”.

Y luego el video…

Chaerin de pie en el altar, luciendo sorprendentemente el esmoquin de Armani. Sus ojos brillaban y se veía asustada… luego el beso… Dara extrañaba sentir sus labios…

El primer baile… Chaerin había cambiado su esmoquin negro a uno blanco con un pañuelo rosa pastel, igual que el vestido rosa de Dara. En el video del baile Chaerin la miraba como si realmente estuviera enamorada de ella. Pero ahora Dara sabía que no era así.

-Te amo. –Chaerin le susurró al oído. Dara se acercó más a ella y la besó en los labios. –Te amo más…

En el video quedó grabada esa parte…

Dara pudo ver que Chaerin la miraba de reojo. Peleó para no devolverle la mirada. Al terminar el video Dara se puso de pie y se despidió de los Franklin, Chaerin la siguió al auto.

-¿Todo bien? –Chaerin encendió el auto.

-Sí.

Al llegar a la casa Dara se encerró en su habitación. Chaerin se sirvió un trago y se sentó en el patio. Ella respetaba a Dara, más de lo que había respetado a otra mujer. Había tratado mal a una gran cantidad de mujeres. Algunas habían querido más de lo que ella quería dar, y se las había sacudido sin considerar sus sentimientos en absoluto. No devolvía llamadas. Harin tenía razón… era una perra.

**

La campana de la puerta sonó, y Dara levantó la vista de las flores que estaba arreglando. Sintió un nudo en la garganta al ver a Chaerin entrar.

Chaerin regreso un día de la oficina y le dijo a Dara que tenía que irse de la ciudad por unos días, cosas del trabajo. Unos días se convirtieron en muchos más, y hasta esta mañana, cuando Dara salió para trabajar, Chaerin no había vuelto.

Chaerin vestía una camisa blanca y pantalones negros. Tenía unos lentes de contacto de color azul… y los hoyuelos en sus mejillas aparecieron con su sonrisa. Se veía cansada, sin embargo seguía transmitiendo sensualidad. La había extrañado tanto…

-Hola. –Dijo Chaerin, caminando hacia el mostrador. –Espero no estar interrumpiendo nada. –Miró alrededor de la tienda.

-Estas de vuelta… -El corazón de Dara latía muy rápido.

-Llegue esta mañana.

-¿Cómo estuvo tu viaje?

-Ya sabes, negocios…

Dara la miró fijamente.

-¿Cómo estas Chaerin? –La voz de Jeremy la hizo saltar del susto.

-Estoy bien, Jeremy.

-¿Vienes a llevarte a tu esposa a almorzar? –Preguntó Jeremy.

 Chaerin le había comprado un collar de zafiros azules… y quería dárselos.

-No sé… ¿Dara quieres almorzar conmigo?

-Claro que quiere. –Intervino Jeremy. –Vamos Dara, tómate tanto tiempo como quieras. –El teléfono sonó y Jeremy corrió a contestar.

Dara dejó las flores en el mostrador y tomó su bolso. Se acercó a Chaerin y la jaló del brazo.

-Lo siento por eso. –Dijo Dara mientras el brusco viento de otoño le soplaba el cabello en la cara. Se había teñido el cabello… lucía perfecta en ese tono rubio- castaño.

-¿Sobre qué? –Chaerin aspiró el aroma de su esposa.

-Sobre lo que dijo Jeremy, no tenemos que almorzar juntas.

-Tenemos que comer, ya casi es medio día. –Chaerin quería estar con ella, sólo para mirarla, escuchar su voz, aspirar el aroma de su cabello. Dios, la tenía mal.

-Está bien.

Chaerin se relajó un poco. Caminaron hasta el restaurante italiano que ambas amaban. Cuando entraron Chaerin se sintió repentinamente hambrienta. El olor a pan de ajo recién horneado… su estómago dejó escapar un gruñido de protesta. Dara miró primero su estómago y después su cara.

-Lo siento. Supongo que tengo más hambre de lo que pensaba.

Se sentaro