Más tarde esa noche Chaerin entró en la cocina usando el traje que Dara le había dicho que era su favorito. Saco negro, camisa negra, pantalón negro. El traje resaltaba el rubio de su cabello. Dándole un aspecto potente y profesional. Chaerin estaba quitándose el saco cuando Dara entró. Se detuvo.

-Pensé que vendrías más tarde. –El pulso de Dara se aceleró por lo y que lucía Chaerin con esa ropa… transmitía poder… estaba disgustada consigo misma por reaccionar de esa manera.

-Eso a ti no te importa.

El olor a salsa de espagueti atormentó a Dara. Se dirigió a toda prisa a su habitación.

-Espera. –Dara se detuvo al escuchar a Chaerin. –No quiero cenar sola…

Dara se quedó en silencio.

-Ven… preparé bastante. –Dara se dio la vuelta. Chaerin estaba en la cocina sirviendo la cena.

Dara se sentó del otro lado de la mesa en lugar de a la derecha de Chaerin como lo hacía antes.

-Huele bien…

-Gracias. Cuando te marchaste en la mañana pase al supermercado.

Comieron en silencio. Solo el tintineo de los cubiertos en los platos rompía aquel silencio. Al terminar Chaerin levantó los platos y se dirigió a la cocina a lavarlos.

-Dijiste que querías hablar. –Dara entró a la cocina justo cuando Chaerin se arremangaba las mangas.

-Sí, obviamente nosotras ya no somos la típica pareja casada y enamorada…

-Nunca lo fuimos.

¡Ouch! Dara la interrumpió fríamente.

-Tenemos que establecer algunas reglas sobre nuestro comportamiento.

-¿Nuestro comportamiento? –La ira de Dara explotó. -¿Y qué comportamiento es ese, Chaerin? ¿Cuándo me mentiste? ¿Cuándo me usaste? ¿O las decenas de veces que me cogiste para conseguir lo que querías? –Estaba tan enojada. -¿O de qué manera se le puede llamar?

Chaerin dejó de lavar los trastes y respondió en voz baja.

-No fue así, Dara…

-¿Y cómo fue, Chaerin? ¿Hicimos el amor? ¡Dime! Tú necesitabas esa maldita tierra. Y Bill no te la vendería porque sabe que eres igual que tu padre. Necesitabas una relación, algo que le mostrara a Bill que no eras igual. Necesitabas una esposa. Me encontraste en un bar, bebiéndome las penas y sintiendo lastima de mi misma. Con tu caballo blanco. Me conquistaste, con la promesa de amarme, honrarme y cuidarme. ¡Sabias perfectamente cómo llegar a mí! ¡Sabias perfectamente como ena… -Dara se detuvo a tiempo.–Lo tenías todo calculado. Obtuviste ambos. El terreno y el derecho a dormir conmigo… a usarme… -Dara se apoyó en la pared.

-¿Tengo la oportunidad de decir algo? –Dara no se había tomado un respiro al momento de sacarlo todo. –Tienes razón. Acerca de todo. Incluso lo pusiste en el orden correcto. Pero te olvidaste de algunas cosas. En primera, te vi en el bar y me sentí atraída por ti. En segundo, no te vi como un boleto para tener las tierras de Bill. -Chaerin suspiró. Aun cuando Dara no pudiera amarla de nuevo, tenía que pedir disculpas. -Al menos no al principio. Me gustaste. Tú eras auténtica, era algo que no había visto en una mujer nunca. –Se dio la vuelta para mirar a Dara. –No te cogí, Dara… nunca pensé que hacer el amor contigo era mi derecho al ser tu esposa… ¿Eso te acercó más a mí? Sí, sí, pero también me acercó más a ti… -Chaerin se acercó y la tomó de la mano. El anillo ya no estaba ahí… -Sé que probablemente nunca creerás esto Dara, pero yo quería hacer el amor contigo porque te deseaba. No porque esperaba que cumplieras algún deber conyugal…

En este punto, Chaerin se sintió tentada de ponerse de rodillas y pedir perdón, de decirle a Dara lo mucho que significaba para ella. Que se había enamorado de ella y que se sentía miserable sin ella. Que se cortaría el brazo para hacer que el dolor del engaño desapareciera…

No te cogí… te hice el amor… con cada beso… caricia… ponía mi alma en cada uno Dara…

Dara no podía escucharla más. Las lágrimas amenazaban con salir. Se apartó de Chaerin y se dio la vuelta.

-Dara, ¿Por qué estás aquí?

-Estoy aquí porque mi hermano fue golpeado… por estar en prisión por un crimen que no quiso cometer y necesito tu dinero para sacarlo. ¡A mí no me importas! ¡Ni tu estúpido proyecto! ¡Voy a vender mi alma al diablo para sacar a mi hermano! Y si ese eres tú, entonces que así sea.

Chaerin quiso acercarse de nuevo.

-No te acerques.

Chaerin la miró fijamente por uno