Silencio I

La canción número 7 (Adaptación Taeny)
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Tiffany:

El silencio continuó, por todas partes, vaciándolo todo.

El silencio de la biblioteca, donde pasaba horas estudiando entre examen y examen; el silencio de mi habitación, despojada del murmullo de la guitarra al otro lado de la pared; el silencio de mi teléfono móvil, en espera de una llamada que nunca se producía; y mi propio silencio, ya que desde que ella se había ido apenas me molestaba en hablar. Mi garganta tan sólo cobraba vida para interpretar a Nora, entonces sí sonaba clara y fuerte, pero el resto del tiempo enmudecía. Lo cierto es que no tenía nada que decir, así que me concentré en sacar mi tercer año de carrera adelante y en asistir a los ensayos puntualmente.

No quería pensar, no quería sentir. Sobrevivía a base de mantenerme ocupada.

No dejaba que nadie se me acercara, ni siquiera Jessica, que se esforzaba por sacarme de mi letargo sin éxito alguno. Ella también lo estaba pasando mal. El divorcio se estaba complicando y, ahora que había retomado el contacto con su padre, se hallaba entre la espada y la pared. Hasta el momento había estado claramente posicionada a favor de su madre, no obstante, cuanto más conocía la postura de su progenitor, más lo comprendía a él también. No podía tomar parte por ninguno y eso la desquiciaba. Ella me necesitaba, pero me sentía tan vacía que no podía ayudarla. Como yo no tenía ganas de decir ni una palabra tan sólo podía escucharla. Y ella, por lo menos, se desahogaba durante los descansos en los que abandonábamos la biblioteca para acercarnos a la cafetería. Afirmaba que aunque yo apenas hablara, el simple hecho de que me encontrase allí para oír sus penas ya era suficiente consuelo. Me sentía una completa y total egoísta, pero no podía hacer nada para remediarlo.

Lo mismo me sucedía con Jaejoong, que andaba como alma en pena por el giro que había tomado la situación con Taeyeon y el empeoramiento de la salud de Heesun. Él la visitaba a menudo, cerciorándose primero de que su hija no estuviese con ella, ya que no podría explicar su presencia puesto que ésta aún desconocía el lazo que los unía. Mi madre también la visitaba, así que ambos me mantenían informada de cómo se encontraba aquella excepcional mujer a la que había traicionado, razón por la cual no tenía el coraje de ver cara a cara. Ella me había hecho llegar el mensaje de que no se hallaba enojada conmigo, y aun así no podía ir. No podía correr el riesgo de encontrarme con Taeyeon; no me quedaban fuerzas para mirarla a los ojos. Ella me había herido en lo más profundo y yo le había fallado de la misma forma. No teníamos nada más que decirnos. Se había acabado.

Mi madre insistía en que la llamara al menos, que se alegraría enormemente de escuchar mi voz, pero como ya he dicho, ésta se había apagado y no creía que fuera a ser capaz de decir ni una palabra por el auricular. Respirar ya me costaba demasiado; mantener una charla con Heesun me parecía del todo imposible. Me dolía sentirme así, sabía que a ella no le quedaba mucho tiempo, pero no me sentía capaz de marcar su número.

La tristeza se había apoderado de todo lo que me rodeaba. Todos aquellos a los que amaba sufrían. De repente la vida volvía a perder el sentido y mis ataques de angustia y ansiedad volvían a despertar. Me estaba hundiendo y esta vez ni siquiera Sunha iba a poder rescatarme; el dolor era más fuerte que nunca y el vacío tan infinito que no alcanzaba a adivinar su dimensión.

Lo curioso fue que, a pesar de que mi reloj interno se hubiese detenido, la vida siguió transcurriendo. La época de exámenes llegaba a su fin y sólo quedaba un último esfuerzo para que el curso finalizara. Aquel año universitario había pasado tan rápido... Sólo las últimas semanas parecían haberse deslizado lentas y agónicas por el calendario. Tras un invierno lleno de novedades, aquella recta final se ralentizaba, dando la sensación de que ahora la vida transcurría en cámara lenta. Incluso mis movimientos eran más pesados, tenía la sensación de que en lugar de caminar me arrastraba. Era como si la fuerza de gravedad tuviese más poder sobre mí. La tierra me quería tragar y yo apenas tenía fuerzas para oponer resistencia.

Me dirigía hacia la facultad, sintiendo todo el peso de mi cuerpo, para afrontar el último examen de aquel semestre. De repente algo me obligó a detenerme en seco. Una punzada de profunda angustia atravesó mi estómago al tiempo que mi corazón se aceleraba descontrolado... Aquel coche que tan bien conocía se hallaba aparcado en uno de los espacios del parking general.

La visión del Audi negro me dejó sin aliento.

Ella estaba en la universidad...

Una mezcla de terror y emoción me confundieron. No quería verla y, sin embargo, saber que se hallaba en algún lugar del campus, tan cerca, hizo que me revolviera nerviosa mirando a mí alrededor. No había rastro de ella. Seguramente había ido a su facultad a pasar alguno de los exámenes que tenía pendientes. ¿Habría podido estudiar bajo aquellas circunstancias? No podía ser fácil concentrarse cuando tu abuela está a punto de morir. Al recordar una vez más que por mi culpa había permanecido alejada de ella más tiempo del necesario, me alejé de allí lo más rápido que pude.

No, no podía enfrentarme a Taeyeon, no podíamos encontrarnos... Eso sería una prueba demasiado difícil. Mientras cruzaba los pasillos que se dirigían al aula donde tenía que examinarme, ráfagas de recuerdos se agolparon en mi mente. La noche del concierto, su mirada aterradora, el odio de sus palabras, la noche en vela en casa de Jessica... No, ella nunca podría volver a formar parte de mi vida, era el veneno que terminaría por matarme. Si por alguna razón Taeyeon regresaba a Yeongjong, yo tendría que marcharme; sería la única forma de salvar lo poco que quedaba vivo dentro de mí. Una vez más fantaseé con la idea de irme muy lejos aquel verano. Huir se me hacía una opción muy apropiada, lejos del dolor y de los recuerdos.

Pero los recuerdos me perseguían aquella tarde.

Cuando terminé el examen me dirigí directo a casa. Al aproximar el coche al cobertizo, frené en seco. Una vez más aquel compacto negro hacía acto de presencia.

Taeyeon estaba en casa...

¿Qué iba a hacer?

No tenía escapatoria. Si entraba por la puerta no tendría más remedio que verla.

No, eso no podía suceder. Metí la marcha atrás y maniobré para tomar el camino hacia la carretera. Una vez allí sentí un gran alivio por no haberme encontrado cara a cara con ella. ¿Y si hubiera llegado un poco antes, coincidiendo con Taeyeon bajo el porche donde siempre aparcábamos?

Me había librado por segundos.

Necesitaba un sitio donde refugiarme y no sabía adónde ir. Jessica no estaba en Yeongjong aquella noche, y no quería molestar a Jaejoong. A pesar de que se había convertido en un gran amigo, no me pareció oportuno pedirle que me diera cobijo en su casa. Me dirigí a casa de Heechul. Mi hermano podría hacerme un espacio. Su compañero de piso no era quisquilloso y supuse que no le molestaría que me quedara con ellos. Eran ya casi las nueve de la noche, y si Taeyeon tenía intención de quedarse a cenar, seguro que mi madre la invitaría a que pasara la noche en la finca. Ante esa posibilidad, no me iban a ver la cara hasta el día siguiente. ¡No podía ni imaginar la tortura que sería saber que la habitación contigua volvía a estar ocupada!

Aparqué frente al moderno edificio donde ahora vivía mi hermano. Recé para que estuviera en casa y no hubiera salido a tomar algo con Momo, de quien no se había vuelto a separar desde la acampada. Toqué el timbre y esperé unos segundos. Para mi alivió Heechul no tardó en abrir la puerta, a través de la cual me llegó el intenso aroma de algo que debía de estar cocinando. Eso era buena señal: si estaba preparando la cena no tenía intención de ir a ninguna parte.

— ¡Pequeñal! —exclamó al verme allí plantada.

—Hola, hermanito, ¿puedo pasar?

—Sí, sí claro. ¿Qué haces tú por aquí?

—Siento no haberte avisado, pero necesito que me dejes dormir aquí esta noche.

— ¿Ha pasado algo? —preguntó mientras nos dirigíamos a la moderna cocina que se integraba en el espacioso y moderno salón.

Aquel piso de techos tan altos y casi libre de ladrillos siempre lograba que me sintiera mejor. Exceptuando el baño y los dos dormitorios, todo se repartía en un mismo ambiente. El juego de alturas del suelo y la decoración eran los encargados de la estética del lugar junto a la cocina, el comedor, el salón y el despacho. Tanto mi hermano como su compañero eran arquitectos, así que no es difícil imaginar el acertado estilo vanguardista que se respiraba en aquella casa. Tomé asiento en uno de los taburetes de Knoll que había junto a la barra de la cocina y me encontré inmediatamente mejor. Allí no había recuerdos ni trampas tras las paredes; era un espacio neutral.

Y además, Heechul estaba cocinando algo que olía realmente bien.

—Taeyeon está en la finca —le expliqué.

—Ya... ahora entiendo —murmuró mientras me servía un refresco.

No hizo falta que añadiera nada más para que mi hermano comprendiera la razón por la que había acudido a él. Estaba al tanto de todo lo sucedido, y aunque sentía debilidad por Taeyeon, después del numerito que ésta había montado aquella fatídica noche en Seúl, Heechul había tratado de brindarme todo su apoyo. Desconocía si desde que Taeyeon había vuelto junto a su abuela ellos habían estado en contacto. No me había atrevido a preguntar.

— ¿Sabes qué hace aquí? —inquirí atormentada.

—Me imagino que ha venido a entregar un trabajo —respondió mi hermano, sentándose frente a mí—. La última vez que hablé con ella me dijo que estaba tratando por todos los medios de terminar unos dibujos para su clase de Proyectos.

—Había dado por hecho que con el mal trago por el que está pasando no se presentaría a ningún examen este semestre. No esperaba ver su coche por el campus... — pensé en voz alta.

—Creo que es ella la que le está ayudando a hacer el esfuerzo. Dijo algo de cumplir con la última voluntad de Heesun.

—Qué triste... —suspiré—. Después de todo lo que hemos pasado, me tengo que enterar por ti de cómo están encarando ellas este angustioso trance.

—Tiffany, si tanto te preocupan, ¿por qué no las llamas? —me propuso Heechul.

—No puedo, no tengo fuerzas para enfrentarme a ellas.

—No digas enfrentarme —corrigió mi hermano—, no son tus enemigas. En todo caso las estarías apoyando, sobre todo a Taeyeon. Me consta que ella te necesita.

—Dudo que ella quiera verme en estos momentos... —declaré, recordando la forma en que se había marchado sin decir una palabra, dejándome atrás bajo la lluvia—. Además, ¿cómo voy a brindarles mi apoyo cuando ni yo misma puedo sostenerme?

—Quizá te sientas tan perdida porque has arrancado de tu vida a dos de los seres que más han significado para ti en estos últimos meses —planteó Heechul con dulzura.

—No te confundas. Fue ella quien me arrancó de su lado como si yo ya no valiera nada —respondí llena de rabia.

— ¿Y Heesun?, ella no tiene ninguna culpa.

—No, no la tiene —admití, sintiendo una punzada de dolor.

Heechul se acercó para darme un abrazo. Percibí un alivio inmediato al sentir su calor. Él siempre sería mi hermano mayor, mi mejor amigo. Di gracias por que aún existiera ese vínculo indestructible. Siempre había estado a mi lado, incluso en mis peores momentos, y me conocía mejor que a sí misma. Me alegré de haber acudido a él en medio de toda aquella confusión.

—Sé que todo esto es muy difícil para ti, pero tienes que intentar reponerte —me alentó—. No quiero que esto te destruya. Ya estuviste al borde del abismo una vez y no te mereces volver a pasar por eso.

—Creo que ya es demasiado tarde... —suspiré—. Tengo la dolorosa sensación de que he vuelto al punto de partida. Y no sé si esta vez tendré fuerzas para salir adelante.

— ¡Tiffany, escúchame! —exclamó alarmado—: no puedes rendirte, no te lo voy a permitir. Luchaste mucho para recuperarte, ¿no lo recuerdas? No dejes que todo lo que conseguiste se destruya por una piedra en el camino. Sabes muy bien que tienes la fuerza necesaria para continuar; sólo tienes que armarte de valor para encontrarla.

—No sé por dónde empezar a buscar —balbuceé.

—Yo te ayudaré, encontraremos el camino, pero no voy a dejar que esto te aniquile. No estás sola, ¿vale?

—Vale... —acepté, esbozando un intento de sonrisa.

—Voy a avisar a mamá de que te quedas a dormir aquí —anunció dirigiéndose hacia el teléfono—. Enseguida estará lista la cena. Ya verás, hermanita, ¡he preparado una lasaña con la que vas a alucinar!

La fuerza y el cariño que me brindó mi hermano consiguieron que me sintiera menos perdida. Era la primera persona que llegaba hasta mí en muchos días. No es que los demás no lo hubieran intentado, sencillamente mi hermano jugaba con ventaja: siempre había existido un lazo mágico entre nosotros. Y él sabía cómo utilizarlo.

Su compañero de piso estaba de viaje, así que por fortuna pudimos compartir a solas la tranquilidad de su loft. Cenamos poco después de mi llegada, mientras veíamos por millonésima vez El Gran Lewoski. Aquella peli de los hermanos Coen consiguió que me olvidara de todo. Nos reímos hasta llorar y la verdad es que lo necesitaba. Fue como pasar por un balneario. Cuando me fui a dormir me sentía muchísimo mejor.

Desperté por la mañana con la placentera sensación de haber dormido de toda la noche, sin sufrir el habitual preámbulo de insomnio ni las agobiantes pesadillas que últimamente me sobrevenían una vez que había conseguido conciliar el sueño. Me desperecé lentamente y cuando salí de la habitación mi hermano terminaba ya su desayuno.

—Buenos días, hermanita. ¿Qué tal te has levantado? —me preguntó sonriente.

—Teniendo en cuenta que ayer llegué aquí bajo mínimos, la verdad es que mejor. Por lo menos hoy me siento como una persona —respondí mientras llenaba una taza de café.

— ¿Y cómo te sentías ayer?... ¿Cómo un poni? —bromeó Heechul.

—No, más bien diría que como una lagartija.

—Espero que a partir de ahora recuerdes que eres humana, ¿vale?

—Lo intentaré —prometí, dando el primer sorbo a mi café.

—Ayer tuviste tu último examen, ¿no?

—Sí, por fin he terminado.

—Aprovecha el día entonces para no hacer nada —me aconsejó—. ¡No sabes la suerte que tienes de seguir siendo una universitaria! Ahora tienes todo el verano por delante para hacer lo que se te antoje. No como yo, que ya llego tarde a trabajar.

—Bueno, tienes la suerte de que papá sea tu jefe —lo consolé.

—No te creas, no me pasa ni una. No quiere que nadie en el estudio lo acuse de favoritismo, así que me e

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Comments

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SharnLovesTaeNy
#1
Hello! I'm interested in your story but I can't understand it.. Can I have an english version of this? Thank you!
Skyth06
#2
Chapter 43: Es fantástico
nahlot
#3
Chapter 43: Wow, lo leí de principio a fin en unas horas y puedo decir que me gustó mucho, gracias por subir esta adaptación.
roguecr #4
Chapter 43: Esta hermoso . Lo empece a leer y ya no pude parar hasta terminarlo. Me encanto . Gracias por subirlo
Aapark #5
Amazing
Elizabeth14 #6
Chapter 14: Sgjjdjlsdhl sube otro cap por favor
KazKaz18 #7
Chapter 14: 15 y 16?
Skyth06
#8
Chapter 14: Siempre lo dejas en la mejor parte
Pink_gangstah #9
Chapter 12: Que triste D: ya quiero leer que sigue <|3
Skyth06
#10
Chapter 12: Quedó buenísimo uno más xfaa