Ausencia I

La canción número 7 (Adaptación Taeny)
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Tiffany:

Llegó diciembre y, en cuanto las clases se suspendieron por Navidad, Taeyeon se fue a Seúl a pasar las vacaciones con su abuela. Nosotros pasaríamos las fiestas en casa. Mis abuelos ya habían fallecido y el único hermano de mi madre vivía en Japón con su esposa, por lo que sólo venía a visitarnos cada dos o tres años. Y ese año no le tocaba venir.

Me encontraba de nuevo a solas en mi reino, aunque ya no era sólo mío: era de las dos. Ahora el segundo piso de nuestra casa parecía demasiado silencioso y vacío sin ella. Hani me seguía a todas partes, no se separaba ni un segundo de mi lado. Presentía que ella también le echaba de menos, así que nos hacíamos compañía la una a la otra, sumidas en nuestra añoranza por aquella chica que nos había rescatado a ambas.

Trataba de llenar el exceso de tiempo libre cabalgando por las mañanas. El resto del día lo pasaba con mis amigas o me refugiaba en la lectura acurrucada en el sofá. Una tarde la dediqué a las compras navideñas, y cuando terminé decidí entrar al cine a ver una película de Woody Allen. No me importaba ir al cine sola, lo había hecho un millón de veces. De hecho, lo prefería, pues muchas veces el que te acompaña se empeña en ir comentando cada cosa que aparece en la pantalla y eso me sacaba de mis casillas. ¿Para qué está sino el café de después?...

No hace falta analizar la historia mientras la estás disfrutando, ya habrá tiempo para intercambiar opiniones. No obstante, en esa ocasión no me habría molestado en absoluto tener a alguien en la butaca de al lado. Cuando salí de los multicines conduje de vuelta a casa. El pueblo estaba precioso, lleno de luces y algo de nieve, muy acorde a las fechas en las que nos encontrábamos, lo que contribuyó a que volviera a ser consciente de su ausencia.

A medida que transcurrían los días, sentía cada vez más la marcha de Taeyeon.

Me resultaba muy extraño no encontrarla rondando por la casa; me había acostumbrado a su presencia y a su animosa compañía. Durante aquellos últimos días previos a la Navidad nadie me acompañaba a cabalgar, no me gastaban bromas, ni me retenían en la sala de estar hasta las tantas conversando sobre miles de cosas. Echaba terriblemente de menos esos brillantes ojos verdes que me miraban con tanto interés cuando yo hablaba, y el sonido amortiguado de su guitarra a través de la pared que separaba nuestros dormitorios. Echaba en falta todo lo que tuviera que ver con ella.

Una mañana, cuando me dirigía a la cuadra de Soul para dar nuestro habitual paseo matutino, me detuve en el box de Rocko, quien llevaba días sin que su nueva jinete le visitara, y por lo tanto no había salido a galopar. Me acerqué para acariciarlo. Su majestuosa cabeza blanca apareció sobre la puerta inferior del cubículo, encantado de que alguien le dedicara algo de atención. Pasé mi mano por su cuello y Rocko relinchó de felicidad. Decidí dejar descansar a Soul y preparé al viejo caballo para salir de excursión. Él necesitaba un poco de actividad, y yo sentirme más cerca de Taeyeon. Galopar sobre Rocko me haría sentir una cierta proximidad con ella, ya que ahora aquel regio caballo blanco se había convertido en su compañero incondicional.

Hani me había seguido hasta las caballerizas y pensé que por una vez le iba a dejar que nos siguiera; aquel veterano caballo no se alteraría ante su presencia. Cuando Prince vivía se llevaban a partir un piñón y estaba acostumbrado a galopar con un perro siguiéndole los talones. Soul, en cambio, no lo estaba, y era demasiado temperamental como para arriesgarme. Tendría que esperar un poco a que se acostumbrara a mi nueva amiga.

Los tres nos dirigimos a paso tranquilo hacia el bosque, camino del Monte de la Luna, donde Taeyeon y yo habíamos compartido esa noche mágica hacia unas semanas. Me vi sacudida por una imperante necesidad de acudir allí. Era un recorrido más largo que otros, pero aquella mañana de finales de diciembre era muy soleada y, aunque las bajas temperaturas seguían manteniendo el termómetro cercano a los cero grados, ya no nevaba. Además, me había abrigado de sobra para no quedarme helada.

Galopando a un ritmo más pausado de lo habitual, ya que Rocko no tenía la potencia y el aguante de Soula y que Hani se paraba a husmear todo lo que encontraba a su paso, finalmente llegamos al Monte de la Luna.

El sol brillaba justo encima de nuestras cabezas y el cielo, teñido de un cian intensísimo, contrastaba con el intermitente verde y blanco de las laderas que se veían desde aquel alto. La imponente silueta que formaban las cuatro torres de Seúl se distinguía en el horizonte con una inusual nitidez aquel día, puesto que la visibilidad permitía ver a muchos kilómetros de distancia. No pude evitar recordar que en alguna calle de esa gran ciudad se encontraba ella...

Me senté sobre las rocas y Hani me imitó. Aquella perra había sido una de las mejores sorpresas de mi vida. Era tan alegre y confiada que costaba creer que la hubieran maltratado. Desde el primer momento que llegó a casa nos enamoramos todos de ella, de su cariñoso carácter y de lo feliz que se mostraba de estar con nosotros. Me alegraba muchísimo de que Taeyeon hubiera decidido rescatarla y no hubiese comprado un cachorro, ya que por desgracia hay demasiados animales que son abandonados y se ven obligados a vivir en un refugio. En la mayoría de los casos, si nadie los adopta, terminan siendo sacrificados. Aquél era un detalle más a sumar a larga lista de virtudes que estaban consiguiendo que nuestra invitada provocara tantas sensaciones en mi cuerpo, en mi alma y en mi mente. Taeyeon, poco a poco y casi sin darme cuenta, estaba invadiendo cada centímetro de mi ser. Nuestra huésped, en un principio reservada y altiva, había resultado ser una chica excepcional.

Todo aquel torrente de emociones me atemorizaba. Jamás me habría imaginado que me iba a enamorar, y menos de una chica que dormía a tan sólo una pared de mi dormitorio.

Cada noche los cabeceros de nuestras camas estaban separados únicamente por aquella delgada barrera. Nuestros sueños y nuestras pesadillas flotaban en el aire, casi rozándose.

No estaba preparada para todo aquello. Me sentía desbordada y confundida. Se estaba convirtiendo en mi compañera, en mi confidente, en definitiva: en una buena amiga. ¿Cómo podía frenar todos aquellos sentimientos románticos sin destruir nuestra incipiente camaradería?

Si quería evitar adentrarme aún más en aquella habitación, llena de luz y calor, me vería obligada a cerrar de nuevo ese hueco que ella había abierto, por lo que el frío y la oscuridad volverían a rodearme. Me encontraba paralizada bajo el grueso marco de mi puerta acorazada y tendría que mantenerme allí, con un pie en cada mundo, para poder dar un paso atrás en caso de que aquella luz me terminara cegando.

Cuando regresé del paseo permanecí todo el día en casa, sumida en un estado de melancolía que me mantuvo encerrada en mi habitación escuchando la música de Dido mientras leía en mi cama. La puesta de sol fue espectacular y, una vez más, la eché de menos.

Por la noche me desperté sobresaltada por una desagradable pesadilla. Envuelta en sudor, salté de la cama y miré por la ventana la obscuridad de la noche. Había soñado que Taeyeon tenía un accidente y jamás volvía junto a nosotros, desvaneciéndose para siempre.

Atormentada por aquellas visiones que me habían despertado, sentí el irremediable deseo de ir a su habitación. Debían de ser las tres o cuatro de la madrugada por lo que, sigilosa, salí de mi cuarto y avancé a oscuras por el pasillo. Cuando sentí el pomo de la puerta en mi mano, lo giré y me adentré en su dormitorio. Encendí la luz y, al ver sus cosas, me tranquilicé. Di un rodeo a la estancia observándolo todo, rozando con las yemas de mis dedos los objetos de su escritorio. El marco con la foto de su abuela me hizo sonreír. En su mesilla había varias púas de plástico con las que ella tocaba su guitarra.

Me sentía como una acosadora al haber irrumpido de aquella manera en su dormitorio. Pero lo necesitaba; no podía permanecer en mi cama con aquella angustia.

Me dirigí a su armario y lo abrí. El aroma que desprendía su ropa me acarició.

Era el olor de su perfume, tan familiar y femenino. Tomé uno de sus jerséis entre mis manos y me lo llevé a la cara. La suavidad de la lana me reconfortó. Inspiré la inconfundible fragancia que despedía, engañando a mi mente. Por unos instantes creí tenerla a mi lado.

Con la prenda aún en mis manos, me tumbé en su cama, cubriendo mi pecho con ella, dejando que su calor me envolviera, como si fuera su dueña la que realmente me rodeara. Entonces me di cuenta de que tenía un grave problema, y lo que era más preocupante aún: no estaba segura de sí lo quería solucionar.

Al día siguiente, mi hermano apareció en casa cargado con una enorme colección de películas. Tenía la intención de pasar conmigo las horas previas a la cena de Nochebuena, lo que me alivió enormemente porque no quería pasar otra tarde a solas tratando de no pensar en nuestra amiga. Después de mi visita a su habitación, mi cerebro se hallaba en alerta roja.

Me alegraba pasar por fin una tarde con él, como en los viejos tiempos. Antes de que Heechul se mudara por su cuenta pasábamos mucho tiempo juntos y ahora, entre nuestras respectivas responsabilidades y que él comenzaba a salir muy en serio con Momo, nos veíamos mucho menos.

Elegimos un thriller de entre todos los DVD's que él había traído, lo que me permitió disfrutar de la historia y olvidarme de mis asuntos durante unos minutos, que fue lo que tardó en sonar el teléfono inalámbrico de la sala de estar. Mi hermano pausó la película y se acercó a coger el aparato. Yo aproveché la interrupción para robarle el bol de palomitas que él, deliberadamente, había monopolizado.

— ¿Sí? —preguntó Heechul, regresando al sofá con el auricular pegado a su oreja. Su rostro no tardó en mostrar una expresión de alegría—. ¡Hola, Taeyeon! ¿Qué tal va todo por Seúl?

Una súbita punzada de nervios recorrió mi estómago... Era ella.

Mientras Heechul hablaba, yo me esforzaba en disimular mi desconcierto recorriendo con mi vista la estancia, intentando auto-convencerme de que mi repentina alteración era absurda. Se trataba de Taeyeon, no de una actriz de telenovela. "Por favor Tiffany, llevas conviviendo con ella desde hace tres meses, ¿a qué viene ahora estar hecha un flan?", pensé para mis adentros.

Pero aquel agobio era real, muy real. No podía controlar mis nervios. Sentía cómo mi mano temblaba haciendo que las palomitas bailaran en el bol.

—Sí, está aquí. —La voz de mi hermano, volviéndose hacia mí, me sacó de mi ensimismamiento—Ahora te la paso. Oye, no te olvides de traerme ese CD que te pedí. Un abrazo, y ¡feliz navidad!

Dicho esto me tendió el teléfono, que se agitó en mi mano temblorosa. ¡Me sentía tan idiota por no poder controlar las reacciones de mi cuerpo! Heechul se marchó para hacer más palomitas, lo que me calmó un poco. No quería que fuese testigo del rubor de mis mejillas, que ardían desde el momento que descifré quién era la que llamaba.

— ¿Sí? —pronuncié, tratando de dominar el nerviosismo de mi voz.

— ¡Hola, Tiffany! —El sonido de su voz acarició mi oído—. ¿Cómo estás?

—Muy bien, ¿y tú? —respondí algo cohibida.

—Estoy muy bien, feliz de estar con Heesun de nuevo. —El tono de su voz era muy alegre, lo que en parte me fastidió. Quería que me echase de menos al igual que yo a ella. Algo muy egoísta por mi parte ya que por fin, tras varios meses alejada de Seúl, podía pasar unos días con su abuela—. Aunque los echo de menos.

—Nosotros también te extrañamos...

Sobre todo yo... ¡Ven ya!

—Creo que me estoy volviendo una chica de campo —dijo riendo—. Llevo sólo unos días aquí y tanto ajetreo navideño me agobia. ¿Qué tal está Hani?

—Está muy bien, no se queda quieta. Hoy la he llevado conmigo a cabalgar. He sacado a Rocko de paseo porque el pobre desde que te has ido no había salido. Hani y él han hecho muy buena amistad.

— ¡Eso es estupendo! —declaró entusiasmada—. En cuanto vuelva tengo que ver cómo esos dos interactúan. Tiene que ser muy gracioso.

—Sí, de hecho lo es. Hani quería meterse todo el rato bajo la panza de Rocko. Menos mal que es un caballo muy tranquilo y ha sido muy paciente con ella —le expliqué, recordando cómo la perra no paraba de correr alrededor nuestro—. ¿Cómo está tu abuela?

—Feliz de tenerme aquí. Si llego a saber que irme le iba a convertir en la abuela más consentidora del mundo, lo habría hecho antes —bromeó—. No para de agasajarme con cenas aquí y allá. Quiere que disfrute de Seúl al máximo, así que no paramos ni un segundo.

—Aprovecha, que luego ya sabes que aquí todo es más aburrido.

—No, no es más aburrido. Allí todo es más tranquilo —me corrigió—. Además, allí estás tú...

Su comentario me dejó perpleja. ¿Por qué siempre tenía que dejarme sin palabras?

— ¿Tiffany, estás ahí?

—Sí, sí... estoy aquí...Es que por un momento no se escuchaba bien —mentí.

—En fin..., te tengo que dejar porque nos vamos a un concierto —me avisó—. Como ya te he dicho, mi abuela se ha empeñado en que me convierta en la persona con más vida cultural de esta ciudad.

—Feliz Navidad, Taeyeon...

—Feliz Navidad, Tiffany...

Se hizo un larguísimo silencio. Parecía que ninguna queríamos colgar.

—Felicita a tu abuela de nuestra parte —añadí.

—Lo haré. Dale un abrazo a tus padres.

—Se lo daré.

Me disponía a despedirme de ella cuando volví a escuchar su voz.

—Tiffany, una cosa más...

— ¿Qué?

—Sé buena —dijo con un tono de voz irresistible.

—Siempre lo soy...

—No, no siempre. Y como no estoy allí para defenderte, más te vale no seducir a ningún imbécil.

—Descuida —dije riendo—, no tengo ninguna intención de seducir a nadie, y menos después de lo que pasó en el Midnight con aquel indeseable.

—No sabes lo que me alivia escuchar eso —dijo con su voz más y —. Aunque hay algo que todavía me preocupa...

— ¿El qué, si puede saberse?

—Tú no pareces darte cuenta, pero muchas personas te encuentran irresistible. Por que el peligro sigue existiendo aunque tú no intentes provocarlos.

— ¡Taeyeon, no exageres! —exclamé riendo—. Ni que yo fuera un bombón.

—No, no lo eres —dijo muy seria—. Eres la caja entera, así que mucho cuidado con que nadie intente comerte.

— ¡Para ya! —le regañé nerviosa. Aquellas insinuantes palabras me estaban poniendo el corazón a mil por hora.

—Vale, ya paro. Pero estás avisada —me recordó—: ni se te ocurra meterte en líos si yo no estoy cerca, ¿de acuerdo?

—Lo prometo.

—Muy bien, ahora ya me quedo más tranquila. —Por el tono de su voz podía visualizar su increíble so

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Comments

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SharnLovesTaeNy
#1
Hello! I'm interested in your story but I can't understand it.. Can I have an english version of this? Thank you!
Skyth06
#2
Chapter 43: Es fantástico
nahlot
#3
Chapter 43: Wow, lo leí de principio a fin en unas horas y puedo decir que me gustó mucho, gracias por subir esta adaptación.
roguecr #4
Chapter 43: Esta hermoso . Lo empece a leer y ya no pude parar hasta terminarlo. Me encanto . Gracias por subirlo
Aapark #5
Amazing
Elizabeth14 #6
Chapter 14: Sgjjdjlsdhl sube otro cap por favor
KazKaz18 #7
Chapter 14: 15 y 16?
Skyth06
#8
Chapter 14: Siempre lo dejas en la mejor parte
Pink_gangstah #9
Chapter 12: Que triste D: ya quiero leer que sigue <|3
Skyth06
#10
Chapter 12: Quedó buenísimo uno más xfaa