Tesoros I

La canción número 7 (Adaptación Taeny)
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Taeyeon:

Volver a la rutina de las clases no me costó ningún trabajo, puesto que ya no había nada rutinario en mi vida. Cada nuevo día junto a Tiffany era un regalo, un tesoro escondido que debía seguir descubriendo. Era una persona tan rica, tan llena de matices, tan inteligente y sensible, que cada momento que compartíamos era como pasar la página de un libro de aventuras que no puedes dejar de leer, impaciente por llegar al siguiente capítulo. Jamás en mi vida (y lo digo muy en serio) había experimentado algo similar. La quería de formas inimaginables, la amaba más a cada segundo. Me moría por pasar cada minuto a su lado. Si no la veía en unas horas, ya la echaba de menos, y estar un día sin ella era la peor de las torturas.

Estaba total y absolutamente enamorada; era la mejor droga que había probado jamás y, al mismo tiempo, el mejor antídoto para no volver a depender de las dañinas sustancias que me habían esclavizado en el pasado. ¡Qué ironía! Una droga me mantenía alejada de la otra, sólo que la primera era mucho más dulce e inocua.

El hecho de no habernos acostado aún me traía sin cuidado, no me importaba en absoluto. Lo deseaba muchísimo, pero ansiaba aún más que para ella fuera especial y que estuviera lista para dar ese paso. Su única experiencia anterior había sido muy traumática.

Quería ser yo quien borrara ese recuerdo de su memoria, sustituyéndolo por otro mucho mejor, un recuerdo que nos emocionara a las dos. Ambas merecíamos que fuera romántico y especial.

Lo que teníamos era demasiado bello para reducirlo a un mero revolcón. Estaba decidida a hacerlo inolvidable.

La noche que pasamos a solas en casa de mi abuela fue tan bella, tan pura, que tenía la certeza de que, mientras esa increíble conexión existiera entre nosotras, podría esperar indefinidamente a que ella superase sus miedos. Se había dormido en mis brazos tras aquel agotador y emocionante día en Seúl. Permanecí observando su apacible sueño completamente embelesada. Verla dormir me había resultado una de las experiencias más estremecedoras y exquisitas de mi vida. Ella era mi ángel de la guarda y tenerla entre mis brazos, mientras sentía su cálida y rítmica respiración, fue un placer indescriptible. Tiffany estaba sacando a la luz ciertos aspectos de mi personalidad que desconocía. Mi alma no estaba destruida sin remedio; sólo había estado esperando a que alguien la despertara. La esperanza y la ilusión volvían a flotar a mí alrededor, algo que ni el mejor o había conseguido provocar en todo aquel tiempo en el que había estado muerta en vida. No había necesidad alguna de precipitar las cosas. Ella me había resucitado, y eso era infinitamente mejor que el o.

Al principio tratamos de mantener en secreto nuestra reciente relación.

Queríamos dejar que las cosas siguieran su curso, sin anunciar nada ni ponerle un nombre. Pero fue inevitable que todos se percataran de que algo había cambiado; éramos incapaces de ocultar lo que sentíamos. Tanto su familia como nuestros amigos se dieron cuenta y, para nuestro alivio, nadie se molestó ante la evidencia de que nos habíamos enamorado como dos idiotas. Sus padres parecían conformes con lo que ocurría y no parecía molestarles que su hija saliera con alguien que vivía bajo su mismo techo. Una vez más me demostraron que su mentalidad abierta era real, y no una pose para parecer más progresistas que el resto. Aquel matrimonio era realmente diferente a todas las parejas de esa generación que había conocido y era una suerte que el destino me hubiera conducido hasta ellos. La vida te sorprende, algunas veces con imprevistos muy dolorosos. No obstante, también se reserva algún as en la manga para devolverte la felicidad.

Cada vez pasaba menos tiempo en casa. Las clases, las horas de estudio en la biblioteca y mi dedicación al grupo no me dejaban más que las noches para disfrutar de la maravillosa casa de los Hwang. Tiffany no andaba menos atareada, también preparaba sus exámenes y, entre escribir para el periódico y comenzar las sesiones con el grupo de teatro, no tenía ni un segundo libre. A pesar de dormir pared con pared, no podíamos pasar tanto tiempo juntas como nos apetecía. Algunas noches, después de cenar, me colaba en su habitación a escondidas. Como dos fugitivas, nos escondíamos en aquella estancia ajenas al resto del mundo.

Eran escasos los momentos que podíamos pasar totalmente a solas así que, aunque me hallara agotada, me quedaba en su cama charlando hasta que se dormía. Siempre me demoraba en regresar a mi dormitorio porque me quedaba tendida junto a ella velando su sueño, fascinada por la paz que desprendía su sigilosa respiración.

Aquella tarde, después de salir de la universidad, había tenido ensayo con mis compañeros de Cube. En un par de semanas íbamos a tocar en un festival de música de un pueblo vecino y queríamos prepararnos a conciencia para aquella oportunidad. Era la primera vez que el grupo formaba parte del cartel de un evento así, y los cuatro estábamos muy ilusionados. Habían transcurrido unos meses desde mi incorporación como guitarrista, y mi relación con ellos se intensificaba cada vez más, lo que se traducía en una mayor compenetración a la hora de tocar. Cuanto más los conocía, más confiaba en ellos, especialmente en Siwon, que desde el principio había sido un gran apoyo, tanto en la banda como en mi vida en Yeongjong.

Era un tipo muy generoso y divertido, convirtiéndose, junto con Heechul, en uno de mis mejores amigos. Yo siempre había sido de las que piensan que según nos hacemos mayores cada vez es más difícil hacer amigos de verdad. La gente se va volviendo más interesada y menos auténtica con los años. Sin embargo, aquel pueblo parecía estar habitado por gente que no había sido contaminada por el desencanto que me había rodeado en Seúl. En la ciudad, muchos de mis amigos de fiestas tenían una visión bastante pesimista de la vida. Seguramente, esa amargura y desconfianza en los demás nos había conducido a buscar la plenitud en el espejismo que pueden ofrecer las noches de la capital. No todo el mundo recurría a esa vida desenfrenada, donde lo artificial supera a la realidad. Pero yo fui lo suficientemente estúpida para ser una de las que se dejan engañar por esa parte de la noche, en la que puedes encontrar un consuelo fácil y efímero.

Tan efímero, que necesitas volver por más constantemente porque cuando se desvanece estás aún más perdida que antes.

Había visto tanta mierda en los últimos años que la inocencia y el idealismo de Tiffany eran un bálsamo en el que me quería sumergir para siempre. No es que fuera ilusa; sabía muy bien lo que había en el mundo, pero no formaba parte de ello. Era fiel a sus principios y buscaba encontrar la forma de mantener su autenticidad intacta en una sociedad donde cada vez nos comportamos de forma más global, perdiendo con ello parte de lo que nos hace únicos y diferentes. Al igual que ella, yo no quería conformarme con ser una más. Me negaba a ser parte de la manada. Anhelaba encontrar mi propio camino en la vida y dejar que las emociones me guiaran. Me negaba a seguir unas reglas tácitas que todos cumplen sin cuestionar. La música era una de las formas que me permitían explorar nuevos retos, y haber retomado mis estudios de Arquitectura me permitía soñar con llegar a ser algún día la creadora de espacios diferentes; espacios más humanos y poéticos que los millones de edificios sin personalidad que a menudo inundan nuestras calles. Volvía a ilusionarme con la carrera que una vez había abandonado y, según avanzaba el curso, cada vez me encontraba más a gusto con aquella decisión.

Andaba sumida en estas reflexiones cuando Tiffany salió por la puerta principal del centro cívico. Había ido a recogerla de sorpresa. Su coche lo había tomado prestado su hermano, quien se lo pedía a menudo porque su pequeño deportivo le impedía ocuparse de ciertos recados que requerían del espacio de un coche más amplio. Me había avisado de que él no podría ir a buscarla a tiempo, pasándome a mí el placentero encargo de ir a por ella. A juzgar por la sonrisa que iluminaba su semblante, aquella primera reunión con el grupo de teatro debía de haber resultado muy positiva. Deseaba de todo corazón que aquel reto que se había propuesto diera sus frutos, y que no sólo la liberara de sus fobias, sino que también le aportara nuevas satisfacciones. Era una luchadora. Se merecía una recompensa más allá de sus primeras intenciones. Era evidente que tenía mucho que expresar; de lo contrario no podría ser capaz de interpretar las canciones con la pasión que la caracterizaba. Si era capaz de ponerme los pelos de punta con la sinceridad de su voz, ¿por qué no iba a ser también una excelente actriz de teatro? Al fin y al cabo todo pertenecía al mismo círculo: sentir y transmitir. Estaba convencida de que ella podía tener mucho talento también para la interpretación, sólo tenía que despojarse por completo de su miedo al escenario.

Su sonrisa se convirtió en una mueca de sorpresa al verme, ya que me creía ensayando con el grupo. Me las había arreglado para escaparme antes que los demás para poder estar allí a tiempo.

— ¿Qué haces tú aquí? —preguntó, abriendo la puerta del copiloto.

—Venir a buscarte para llevarte a cenar. Tendremos que celebrar que has comenzado el curso de teatro, ¿no?

— ¿Y tú ensayo con el grupo? ¿No suelen terminar mucho más tarde? —preguntó, tomando asiento y cerrando la puerta.

—Hay ocasiones que merecen hacer una excepción.

— ¿Y no se han molestado? —insistió ella—. En un par de semanas tienen el festival y...

No la dejé terminar. Decidí besarla e interrumpir su interrogatorio.

Ella se rindió de inmediato, respondiendo a mis besos y olvidándose por completo de mi faceta de guitarrista de Cube. Por fin conseguí separarme de ella, algo que solía costarme mucho trabajo.

— ¿Serás capaz ahora de dejar que te invite a cenar sin preguntar nada más?

— ¡Qué remedio! Has hecho que pierda la memoria de repente —respondió en un suspiro.

Era todo un honor ser capaz de producir ese efecto en ella.

— ¿Cómo ha ido la primera reunión? —le pregunté al tiempo que me disponía a incorporar el coche al tráfico.

— ¡Muy bien! Somos un grupo de lo más diverso. Hay desde una chica de dieciséis años hasta una señora de sesenta. Creo que va a resultar muy divertido —me explicó entusiasmada—. Y el profesor, un tal Minho, parece un tipo muy enérgico y apasionado.

—Eso es vital —opiné—. Si el que los tiene que guiar no los inspira, entonces no hay curso que valga.

—Tengo la certeza de que es el tipo de persona que va a conseguir que

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Comments

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SharnLovesTaeNy
#1
Hello! I'm interested in your story but I can't understand it.. Can I have an english version of this? Thank you!
Skyth06
#2
Chapter 43: Es fantástico
nahlot
#3
Chapter 43: Wow, lo leí de principio a fin en unas horas y puedo decir que me gustó mucho, gracias por subir esta adaptación.
roguecr #4
Chapter 43: Esta hermoso . Lo empece a leer y ya no pude parar hasta terminarlo. Me encanto . Gracias por subirlo
Aapark #5
Amazing
Elizabeth14 #6
Chapter 14: Sgjjdjlsdhl sube otro cap por favor
KazKaz18 #7
Chapter 14: 15 y 16?
Skyth06
#8
Chapter 14: Siempre lo dejas en la mejor parte
Pink_gangstah #9
Chapter 12: Que triste D: ya quiero leer que sigue <|3
Skyth06
#10
Chapter 12: Quedó buenísimo uno más xfaa