Furia III

La canción número 7 (Adaptación Taeny)
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Taeyeon:

La espera en el interior de mi coche se me hizo eterna.

Por fin, tras casi una hora allí sentada, la vi salir del centro cívico y cruzar la plaza en dirección a su coche. Iba sola, Jaejoong no la acompañaba. Eso me haría las cosas más fáciles; lo que tenía que decirle no le interesaba a nadie más.

Llevaba días intentando sin éxito a que respondiera a mis llamadas. No quería asustarla cogiéndola desprevenida, pero en vista de la situación no me quedaba otra alternativa. Si quería que me escuchara tendría que forzar el encuentro. No se me ocurría otra forma de hacerlo.

Desde aquella noche en la que me había comportado como una miserable, no había dejado de pensar en su rostro horrorizado. Sus ojos había mostrado tanto miedo, tanta desilusión, que al recordarlos me veía reflejada en ellos como un monstruo. El efecto de la cocaína había sacado lo peor de mí, mi lado más sucio y despreciable. Mis sospechas no justificaban la crueldad con la que le había hablado. Mi comportamiento no tenía excusa.

Si no hubiera sido por mis amigos, aquella noche habría sido la última. Heechul, a pesar de estar furioso por mi forma de tratar a su hermana, tuvo la suficiente humanidad como para sacarme de aquel local antes de que hiciera una locura. Siwon, tras forcejear conmigo y cargarme en su hombro, consiguió introducirme en su coche para llevarme de vuelta a Yeongjong. Les debía la vida. De no ser por ellos me habría metido rayas hasta sufrir una sobredosis.

Siwon no se ahorró los reproches. Me dio cobijo, pero no sin antes ponerme en mi sitio.

Gracias a sus discursos, no perdí la cabeza en manos de los celos y la desesperación; su sinceridad y su apoyo me mantuvieron alejada del precipicio.

Durante los días en los que permanecí aislada del mundo en casa de mi amigo había tenido tiempo más que de sobra para reflexionar. Conseguí no volver a buscar consuelo en aquella sustancia y me limité a calmar mi ansiedad fumando más cigarrillos de la cuenta. Al principio estuve como anestesiada, sin hacer nada más que tocar mi guitarra con la mente ausente o ver la televisión sin prestar atención, dejando que mi vista se perdiera en los miles de píxeles de aquella enorme pantalla de plasma.

Una tarde decidí salir de aquel desordenado piso y me dirigí a la biblioteca. Traté de estudiar. Sin embargo sólo conseguí que mi mente divagara durante horas mientras hacía garabatos en mis apuntes. No podía dejar de pensar en la escena del concierto; las imágenes de aquella noche me perseguían sin cesar.

¿Cómo podía haberle hablado con tanta crudeza? ¿Cómo podía haberle agarrado con tanta fuerza, incluso llegando a lastimarla?

Me odiaba a mí misma tanto o más de lo que lo había hecho ella. Sus palabras de desprecio sonaban continuamente en mi cabeza.

Escucha muy bien, pedazo de idiota... Me das asco.

Su furiosa voz, tan distante de la tersa cadencia que solía poseer, me martirizaba constantemente.

Echaba de menos la finca. Quería regresar a mi cómoda y acogedora habitación. Contra todo pronóstico aquél se había convertido en mi hogar. Sin embargo, ¿cómo iba a aparecer por allí como si nada después de lo que le había dicho a Tiffany? No tenía el valor para enfrentarme a Yejin. Podía imaginar su mirada de desaprobación, no sólo por lo que le había hecho a su hija, sino por haber sido tan imbécil de tener una recaída. Habíamos hablado muchas veces sobre ese tema. Ella siempre me había apoyado en mi lucha contra esa sustancia, mostrando su admiración por mi fortaleza. Ahora sentiría una enorme decepción al saber que mi adicción había sido más fuerte que yo.

Tampoco había llamado a mi abuela. Adivinaría de inmediato que algo sucedía con sólo escuchar mi voz. No podía desahogarme con ella; le daría un disgusto de muerte.

Adoraba a Tiffany, y si le contaba lo que había sucedido, no se iba a ahorrar los reproches. No tenía ganas de que me machacara con uno de sus interminables discursos. Sobre todo, porque no le iba a llevar la contraria en nada de lo que me dijera. No quería que me recordara lo que yo misma sabía perfectamente: ¡que era una completa y auténtica imbécil! Así que, aunque estaba preocupada por su estado de salud, me abstuve de llamarla o visitarla.

Observé cómo el Toyota maniobraba para salir del hueco donde había estado aparcado. Arranqué mi coche y me dispuse a seguirlo. Dejé que un par de vehículos se interpusieran entre nosotras para que Tiffany no se percatara de que la estaba siguiendo. Cuando encontrara el lugar adecuado, la obligaría a detener su coche.

Necesitaba que escuchara lo que tenía que decirle. Sabía que mi única oportunidad era pillarla desprevenida y sin opciones de salir corriendo fácilmente. Si no hablaba con Tiffany aquella misma tarde iba a enloquecer.

Tiffany:

Una vez más volvía a ser yo misma y el vacío volvía.

Los ensayos eran una bendición. Si hubiera podido elegir, me habría quedado atrapada en el papel que representaba cada tarde. Nora tenía problemas, quizá más graves que los míos, pero eran suyos. Era un alivio dejar de existir para experimentar la amargura de una mujer a la que no se le había permitido ser ella misma. Por lo menos ella era una víctima de las circunstancias, de una época y una sociedad que esperaban que las mujeres actuaran como muñecas.

En cambio, yo me había metido solita en mi calvario. Nadie me había obligado a guardar aquel secreto, ni siquiera Heesun. Ella me había pedido que lo hiciera, pero no me había obligado. Era yo la que había traicionado con mis mentiras a Taeyeon. No la había engañado con otro hombre, pero le había ocultado algo mucho más grave: su propia identidad.

¿Cómo iba ella a encontrar su verdadero camino si los demás le fallábamos? Nos habíamos equivocado. La verdad no se debe ocultar nunca, y menos durante tanto tiempo. Las mentiras, aunque se construyan para proteger, al final siempre traen consecuencias peores. En mi afán de no herirla la había empujado a maquinar una enloquecida historia en su cabeza.

Evitándola durante tanto tiempo sólo había conseguido que se convenciera de que ya no la quería.

Lo peor de todo era que, aunque me sentía culpable, no podía perdonarla. La crudeza de sus palabras se había grabado a fuego en mi corazón. Me hallaba atrapada entre mis sentimientos de culpa y la imposibilidad de pedir perdón. Su asquerosa actitud anulaba cualquier posibilidad de arrepentimiento de mi parte. Aquella era la encrucijada más extraña de mi vida.

Me odiaba por lo que le había hecho, pero detestaba mucho más aún al monstruo sin escrúpulos que las mentiras habían despertado. Si dentro de Taeyeon había un ser tan abominable, quizá mi error hubiera sido al final un acierto. Era mejor descubrir esa parte de su personalidad cuanto antes. Aunque mucho me temía que aquella revelación se hubiera producido demasiado tarde.

Cuando me di cuenta de lo letal que ella podía llegar a ser ya no había antídoto que me pudiera salvar; me había envenenado para siempre. Podía sentir el veneno corriendo por mis venas, albergándome poco a poco. En lugar de que el dolor cesara, cuanto más tiempo pasaba, peor me sentía.

Día tras día mi dolor crecía. Lento, frío y desgarrador.

Me odiaba a mí misma por amarla. Su forma de tratarme aquella noche, su despiadado odio, tendrían que ser suficientes para matar de raíz todo el amor que había sentido. Cualquier chica inteligente la habría odiado desde aquel mismo instante. Yo, sin embargo, seguía enganchada a ella. ¡Y la odiaba aún más por no salir de mi corazón!

Odio. Amor. Odio. Amor...

Así transcurrían mis días, sin saber qué sentir.

Conducía de camino a casa en silencio, tan sólo el ronco murmullo del motor diesel de mi coche me acompañaba. Ya no escuchaba música porque todo me recordaba a ella. Si era una canción alegre, me sentía desgraciada. Si era una canción triste, aún me hacía sentir peor. La música nos había unido por primera vez... La canción Nº 7 del disco de Snow Patrol había actuado de catalizador. Era una tortura recordarla, así que desde hacía días no escuchaba nada, ni en la radio del coche ni en el iPod ni en mi habitación.

Ahora sólo existía el silencio, nada más.

Mientras ascendía por la estrecha y curva carretera que se alejaba del pueblo, comprobé que el cielo nublado amenazaba tormenta. La luz de un rayo dibujó un caprichoso borrón en el horizonte, y unos segundos después un atronador sonido retumbó a mí alrededor. Las gotas de lluvia no tardaron en comenzar a resbalar por los cristales, obligándome a accionar el limpia parabrisas. Aquella tromba de agua me impedía ver la carretera con nitidez, así que aminoré la velocidad. Estábamos a finales de mayo y las tormentas diarias eran habituales en aquella época del año. Por los conductos de ventilación se colaba un aroma fresco y húmedo que me hizo sentir bien. Siempre me han encantado los días lluviosos y melancólicos; aún más si vienen acompañados del dramático espectáculo de una tormenta eléctrica. Es como si la naturaleza nos des

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Comments

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SharnLovesTaeNy
#1
Hello! I'm interested in your story but I can't understand it.. Can I have an english version of this? Thank you!
Skyth06
#2
Chapter 43: Es fantástico
nahlot
#3
Chapter 43: Wow, lo leí de principio a fin en unas horas y puedo decir que me gustó mucho, gracias por subir esta adaptación.
roguecr #4
Chapter 43: Esta hermoso . Lo empece a leer y ya no pude parar hasta terminarlo. Me encanto . Gracias por subirlo
Aapark #5
Amazing
Elizabeth14 #6
Chapter 14: Sgjjdjlsdhl sube otro cap por favor
KazKaz18 #7
Chapter 14: 15 y 16?
Skyth06
#8
Chapter 14: Siempre lo dejas en la mejor parte
Pink_gangstah #9
Chapter 12: Que triste D: ya quiero leer que sigue <|3
Skyth06
#10
Chapter 12: Quedó buenísimo uno más xfaa