Capítulo 5

GREED (TaeNy Ver.)
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Nota: Las partes que inician y finalizan con (**) son los recuerdos de Taeyeon.

 

Oh por Dios, mi cabeza. El dolor era insoportable. También me pesaban los ojos.

Comencé a mover mi brazo, pero se sentía pegado a algo, lo que hizo que abriera un ojo. Miré a la izquierda.

Mierda. Mierda. Mierda. Tenía la parte trasera de la cabeza de Hyuna apoyada en mi muñeca. Deslicé mi brazo de debajo de ella pero solo gimió, al parecer muerta para el mundo.

Prácticamente salté de la cama, haciendo una mueca por el dolor de cabeza. «Oh, Dios. Oh, Dios. ¿Qué he hecho?», me pregunté, llevando mis manos a mi cabeza.

Recuerda. ¿Qué sucedió? Fuimos a cenar…

Cena. Fue normal. Filetes, alcohol. Mucho alcohol. Más del que creí posible que pudieran beber dos personas. Recuerdos al azar de Hyuna moviéndose a mi lado del cubículo, su mano deslizándose por dentro de mí falda, su lengua en mi oreja.

Mi estómago se hundió y me di la vuelta, solo para encontrarme con un chico cualquiera dormido en una de las escaleras de la villa. Me sentí enferma, y no por el alcohol.

Me dirigí a la cocina, esquivando sanguijuelas dormidas en el suelo. Necesitaba agua. Me tropecé un par de veces, aún ebria. Abrí la puerta del congelador y metí mi cabeza allí.

—Malditas sanguijuelas, todos. —dije, pensando en todos los imbéciles que yacían en el piso de mi villa. «Ella es la peor», pensé recordando a la persona durmiendo en mi cama. Respiré el aire frío, lista para vomitar, pero en su lugar cerré los ojos y tragué con fuerza. Inspiré hondo por la nariz hasta que las náuseas pasaron.

Cerré el congelador y abrí la heladera, tomando una botella de agua y abriéndola. Cuando terminé de beber, la arrojé en el suelo y miré alrededor. Había aproximadamente treinta personas tiradas en el suelo con muy poca ropa.

—¡No tienen un propósito! —les grité, pero siguieron durmiendo—. ¿No me oyen? —siseé. Algunos abrieron los ojos, por lo que seguí gritando hasta despertarlos a todos—. ¡No tienen un propósito! ¡Son unas inútiles sanguijuelas! ¡Ninguno de ustedes vale nada!

Avancé hasta tener apoyadas las manos en el frío mármol de la isla de la cocina frente a ellos. Todos parecían asustados, con los ojos como platos mientras se levantaban y juntaban sus cosas, tropezando entre ellos por la resaca antes de salir por la puerta.

—¡Muy bien! ¡Váyanse a la mierda! —grité, haciendo que el dolor de mi cabeza empeorara. Mis manos fueron a mi cabello y tiré de él, desesperada porque el dolor desapareciera.

Miré alrededor y vi una botella de vino vacía. La agarré y se la lancé a una pared para que se movieran más rápido. Se detuvieron en seco cuando se estrelló y luego salieron a la carrera, tropezando como unos estúpidos.

Los vigilé a todos con ojo de halcón y vi a una chica cerca del final de la escalera intentando ocultar bajo su ropa una botella de coñac L’or De Jean

Alice.

Fui hacia ella y le quité la botella de la mano.

—Debería hacer que te arresten, maldita ladrona. —Ella abrió los ojos y se le agitó la respiración. Puse la botella en una mesita y la empujé lejos de mí—. ¡Malditas sanguijuelas, todos ustedes! —grité mientras corría a la puerta, pero la atrapé del brazo y le di la vuelta—. Siempre buscando algo —gruñí en su rostro— . ¿Acaso sabes lo que cuesta esto? —Ella sacudió la cabeza en respuesta—. Más de lo que tú vales, basura. Más de lo que tú vales.

Ella entrecerró los ojos enojada.

—Déjame ir —ordenó.

Bajé la mirada y noté que estaba clavando mis dedos en su piel. De inmediato la solté.

—Vete de aquí —ladré. Ella corrió y yo volví a tomar la botella, abriéndola para un trago. Hizo que mi estómago ardiera así que lo escupí y dejé caer la botella al suelo, derramando su contenido mientras rodaba suavemente. Miles de dólares de un coñac añejado se dispersaron por el suelo y me encogí de hombros.

Oh, bueno.

Volví a subir las escaleras, pasándome las manos por la cara. Una persona más para echar. Arrastré mi pie por el último escalón, dirigiéndome al cuarto principal, pero cambié de opinión en el último segundo, en su lugar optando por una ducha, esperando que me quitara lo ebria. Fui pateando varias botellas de alcohol vacías en mi camino a la ducha más cercana y me encerré allí.

Nunca fui buena con el o. Siempre me sentía enferma después de eso, y la verdad no sabía por qué. Sí, en compañía de amigas, solía alardear sobre mis conquistas, fingiendo que los chicos no significaban una mierda para mí y las chicas con las que me he involucrado han obtenido lo mismo de mí. Nada más que o de una noche. Porque eso hacen las chicas como yo.

Es patético, lo admito, pero la verdad es que mi estómago pesaba de la culpa, mi pecho latía dolorosamente después de hacerlo, y solo quería correr, como siempre hacía al tomar malas decisiones. Por eso, LasVegas.

Pregúntate algo. ¿Alguna vez has pensado por qué las personas de o casual quieren que desaparezcas a la mañana siguiente?

No es porque tengan cosas que hacer, aunque estoy segura de que existen personas imbéciles piensan así, tampoco porque lo han hecho tantas veces que han aprendido a enterrar la culpa o porque ni siquiera tienen una conciencia en primer lugar. Pero, la verdad, es que no pueden soportar ver el motivo por el que se sienten vacías por dentro.

No les gustan los recordatorios de quién ayudó a poner esos enfermizos sentimientos en sus estómagos. Mientras que tuvieran una madre decente, la culpa siempre es algo sustancial.

Siempre. Si dicen lo contrario, mienten. No estoy segura de cómo funciona con los chicos, pero apostaría que de forma similar. Quiero decir, también son humanos, ¿verdad? Tienen las mismas vocecitas en sus mentes que nosotras.

Chicas, voy a decirles algo que podría lograr que me patearan el trasero, pero al diablo, aquí va: esperar a tener o con alguien hasta que digan te quiero es un engaño, una artimaña, una mentira… un juego, si así lo prefieren.

Ahora, antes de que me salten encima, escuchen. No digo que no sea posible que tengan o con alguien con quien están saliendo y a quien quieren, pero sólo digo que si las amaran como dicen, no las pondrían en ese predicamento en primer lugar.

Hay dos cosas que he descubierto sobre el acto. Una, los chicos adoran el o porque aman cómo se siente. Nada más. Dos, las chicas también aman el o porque se siente bien pero, aunque lo quieran o no, también hay una parte emocional. No puedo imaginar a una chica acostándose con un tipo que apenas conoce sin sentirse paranoica como la mierda después porque siempre estará unida a este chico que apenas conoce.

Bueno, he de confesar que esto aún no me ocurre a mí y dudo mucho que suceda en algún tiempo futuro. No hay nada de sentimientos para mí en el o. Hombre o mujer, solo son la descarga de adrenalina de una noche. Siempre lo ha sido.

Maldición, ahora entiendo por qué tantas chicas con las que he estado pierden la cordura después, por qué se desesperan por llamar y conectar y buscar algo que nunca va a ser.

Casi me siento mal, casi.

Abrí la ducha y me recliné contra el mármol del lavamanos hasta que el agua se calentó. Me froté la cara con las manos, necesitando que se me pase la borrachera.

Cerré los ojos y empecé a recordar.

**

Hyuna se acercó a mí, presionando su cuerpo contra el mío mientras la música se metía bajo nuestra piel y vibraba contra cada terminación nerviosa. Su boca se movió en la mía. Podía sentir su sonrisa contra mis labios. Sus ojos se iluminaron divertidos como si hubiera ganado algo, pero no me importaba mientras ella me dejara tocarla más.

Noté brevemente que no sabía dónde estaba, pero estaba demasiado feliz e ida para que me importara.

—¿Quieres? —preguntó, extendiendo su mano. Había en ella un pequeño corazón rosado.

—¿Qué es?

—Éxtasis, claro —dijo llevándose la pastilla a los labios.

—No puedo —le dije, sacudiendo la cabeza—, pruebas de drogas en la escuela — mascullé.

—A quién le importa —dijo Hyuna, moviendo su cuerpo contra el mío, haciendo que me olvidara de la escuela. Acercó su rostro al mío—. Vamos, todos las chicas geniales lo hacen —bromeó.

Le sonreí y eso fue todo lo que ella necesitaba. Me besó y comprendí que había puesto otra píldora en su lengua. Tragué, despreocupada… por el momento.

**

—Maldita estúpida —le dije a mi reflejo en el espejo, asqueada por el recuerdo.

Sacudí la cabeza, esperando evadirlo y comencé a desvestirme. Cuando pasé la blusa sobre mi cabeza, sentí un dolor tremendo en las costillas.

Inspeccioné mi reflejo, primero quitando el vapor del espejo. En mi costado izquierdo sentía que tenía las costillas desgarradas. Estaba de un color morado oscuro. Levanté el brazo izquierdo sobre mi cabeza y tentativamente toqué el enorme moretón con los dedos de la mano derecha, haciendo una mueca por tocar un lugar muy dolorido.

**

—¿Alguna vez te has sentido libre? —preguntó ella.

—Nunca —respondí honestamente. Apenas podía tener los ojos abiertos—. Vivo en una caja —terminé.

—Pobrecita. —dijo Hyuna, deslizando sus demasiado pintadas uñas por mi cara. No lo decía en serio, ni un poco. Vi algo de ira en sus facciones.

—Sé lo que estás pensando —dije con la lengua pesada—, pero te equivocarías.

—No es verdad —susurró—. Vives una vida privilegiada.

—No es ni la mitad de lo que debería ser. ¿Sabes lo difícil que es ser una buena persona con dinero?

—¿Sabes lo difícil que es ser una buena persona sin él?

Nos quedamos en silencio, observando las fuentes debajo de mi villa en el piso veinte.

—¿Quieres sentirte libre? —preguntó ella.

—Claro —admití.

Tomó mi mano y nos pusimos de pie. Arrastró una silla al borde de la baranda de concreto y se paró sobre ella, casi cayendo por lo borracha que estaba. Rio y puso una mano en mi hombro antes de balancear un pie en el borde del balcón.

—Estás loca —le dije.

—Lo sé.

Pero la seguí. Por algún motivo, la seguí. La voz de la razón de mi mamá vino a mi mente, algo sobre amigos y puentes y saltar, pero lo ignoré. Apoyé mis zapatos de tacon en el almohadón de la silla. Observé ese pie, al parecer incapaz de seguir avanzando. El miedo inundó mi estómago, dejándome en mi lugar.

—Vamos —susurró Hyuna en mi oído.

Ignoré mi estómago y me impulsé sobre la silla. Me volví hacia el mundo a nuestro alrededor y respiré hondo el frío aire de la noche, que sólo podía encontrarse a la altura en la que nos encontrábamos. Dejé que el viento moviera mi cabello y di otro paso hacia el borde de la balaustrada antes de levantar mi cuerpo.

Me alcé sobre el precipicio de veinte pisos, de la locura, de la adrenalina, de la estupidez, pero más que nada, en el precipicio de la muerte. Me volví hacia Hyuna, sus ojos salvajes mientras el viento movía su cabello alrededor de su cabeza.

Tomó mi mano para estabilizarse y se volvió hacia mí.

—¿Lo sientes? —preguntó.

—¿Sentir?

—¿Te sientes viva?

—No.

Ella me ignoró y observó las fuentes debajo.

—Me pregunto qué sucedería si saltara —dijo tranquilamente como si las palabras fuesen para mí, pero sabía que no le importaría lo que yo respondiera. Estaba contemplando.

—Estás loca —dije.

—Lo sé —admitió, sonriéndome maléficamente.

Ella enfrentó el viento y gritó, haciendo que

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Comments

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yoonalim__ #1
Chapter 11: El momento Taeny no existe.
yoonalim__ #2
Chapter 10: Oke
yoonalim__ #3
Chapter 9: Wow
yoonalim__ #4
Chapter 8: En realidad esta historia es muy complicada.
yoonalim__ #5
Chapter 7: Hacer lo
yoonalim__ #6
Chapter 6: interesante
yoonalim__ #7
Chapter 5: Ok
yoonalim__ #8
Chapter 4: hasta ahora sigo sin entender esta historia
yoonalim__ #9
Chapter 3: Taeyeon aquí como qué?
yoonalim__ #10
Chapter 2: no entiendo la historia