Cuatro años después…

—No, no. Su vestido se va a ensuciar. Simplemente levántala.

Levanté a la pequeña niña con el halo de rizos rubios brillantes y la acomodé en mi cadera. Hice una mueca tonta y se rio.

—¡Eres tan divertida, tía Taeng! —Se rio, su pequeña mano yendo a su boca.

—Tu tía Steph no parece pensar así —susurré con complicidad.

Steph puso sus ojos en blanco pero luchó contra una sonrisa

—¡Mejor nos apuramos o tu mamá se va a volver loca!

Sus brillantes ojos verdes se abrieron y asintió.

Entramos por las puertas dobles y bajé a Savannah. Steph se inclinó y enderezó su falda por ella.

—¿Es esta la niña de las flores? —preguntó una mujer al azar.

—Uh, sí —respondí.

Habló en un dispositivo de mano y pronto otra mujer avanzó bulliciosamente hacia adelante con una corona de flores para el cabello de Savannah. Fue puesta en la coronilla de su cabeza.

—Esto pica.

—Déjala en su lugar y te dejaré tener un enorme pedazo de pastel.

La acomodó hasta que descubrió la campana de su vestido y dio vueltas alrededor.

—Soborno. Me gusta —comentó Steph.

Golpeé mi sien.

—Futura referencia.

Guiñó un ojo.

Steph se había dejado crecer el cabello y casi llegaba a la parte baja de su espalda. Lo rizó y todo lo que había querido hacer era pasar mis dedos a través de él desde que había salido de nuestro dormitorio.

Mis párpados se sentían pesados y me apresuré a su lado. La besé en la garganta y me moví hasta su oído.

—Espera hasta que lleguemos a casa —gruñí.

Me dio una sonrisa astuta.

—¿Por qué ir a casa cuando tenemos un auto perfectamente agradable en la parte trasera del rancho?

Me puse de pie, con la mandíbula floja.

—Stephanie Kim, insolente descarada.

Guiñó un ojo.

—Necesitamos a todas las damas de honor y padrinos, por favor —gritó la mujer con el dispositivo.

Steph me empujó, tirando de mi brazo hacia donde estaba de pie y me resistí, agarrando a mi esposa por la cintura y balanceándola alrededor.

—Taeyeon —Se rio—. ¡Eres una alborotadora!

La mujer nos dio una mirada molesta, así que solté a Steph de nuevo. Ambas resoplamos en nuestras manos.

—Necesitamos a las damas de honor en la parte posterior aquí —dijo y dimos un paso hacia el extremo final de la fila.

Aproveché la oportunidad para pellizcar el trasero de Steph. Jadeó, invitando a todos a darse la vuelta y mirarnos. Me encogí de hombros ante ellos como si no tuviera idea de lo que estaba pasando. Se giraron de nuevo y ella golpeó mi brazo.

—Nos vas a meter en un gran problema. —Se rio.

—Eso espero.

—Qué cosas dices.

—Tiempo de ponerse serios, gente —anunció la mujer, pero nos miró directamente a nosotras, incitándonos a reírnos—. En un momento, la novia entrará por aquí. El novio ya está en la parte de adelante. Recuerden, ¡como en el ensayo! Es tiempo de ir.

La puerta de la habitación chirrió mientras se abría y entró mi