Taeyeon  rio mientras Tiffany  examinaba la habitación, tratando de encontrar el lugar perfecto para colgar el gran árbol.

 

Taeyeon  ya sabía que colgaría encima de la chimenea, pero Tiffany quería estar segura que era el mejor lugar verlo en todo momento.

 

Juntas compraron la cabaña de los Hudson.

 

Necesitaba algo de arreglo, pero tenían tiempo.

 

El mes pasado estuvieron en los ángeles  para recoger algunas de las cosas de taeyeon y mudaron más cosas de Tiffany  de la casa de Nana.

 

Nana aún no había aceptado esto.

 

No entendía el amor que se tenían la una a la otra y taeyeon no la culpaba.

 

Pero sabía que era muy difícil para Tiffany.

 

Bora  apenas podía soportar permanecer en la misma habitación con taeyeon.

 

 

 

—Ella va a entrar en razón—había dicho Tiffany—Dale tiempo.

 

 

Los ojos de taeyeon siguieron a Tiffany  a través de la habitación, mirándola.

 

Su corazón se llenaba de amor cada vez que la miraba.

 

Taeyeon  sabía que nunca había sido tan feliz en toda su vida.

 

Finalmente, se sentía en casa.

 

— ¿Sabes lo que pienso?—preguntó Tiffany mientras permanecía de pie con las manos en sus caderas.

 

— ¿Qué piensas?

 

—Creo que deberíamos colgarlo sobre la chimenea.

 

Taeyeon  arqueó una ceja.

 

—¿En serio? ¡Qué idea tan maravillosa!—bromeó taeyeon.

 

Tiffany caminó lentamente hacia taeyeon con su propia ceja levantada.

 

— ¿Tienes alguna idea de lo y que eres?—preguntó Tiffany.

 

Deslizó sus brazos alrededor de taeyeon  y apretó sus caderas contra las de ella íntimamente.

 

Taeyeon respondió al instante.

 

Pero Tiffany se alejó con una sonrisa en su rostro.

 

—Entonces ¿me ayudarás a colgarlo?

 

— ¿Ahora?—preguntó taeyeon, tratando de tirar de Tiffany hacia atrás.

 

—Sí, ahora. Cariño, pasamos toda la mañana en la cama.

 

— ¿Y qué hay de malo en la tarde, también?

 

Tiffany rio, luego rio más fuerte cuando vio que taeyeon lo decía en serio.

 

—Eso lo hicimos ayer

 

— ¿Y?

 

Tiffany  alargó la mano y acarició la mejilla de taeyeon, sus ojos suaves sobre ella.

 

— ¿Por qué no has estado pintando?

 

Taeyeon  se encogió de hombros.

 

—He estado muy ocupada.

 

—No has pintado desde que regresaste.

 

Taeyeon  bajó la cabeza, luego miró tímidamente a Tiffany.

 

—Prefiero estar contigo—dijo taeyeon.

 

Tiffany  escuchó las palabras detrás de las palabras.

 

Se acercó aún más a taeyeon  deslizando una mano fácilmente debajo de su camiseta para acariciar la cálida piel.

 

—No soy jessica—dijo Tiffany.

 

Taeyeon  la miró sorprendida.

 

—Lo sé. Yo sólo…

 

—No voy a dejarte. No voy a salir con amigos porque no me estés prestando suficiente atención, cariño. La pintura es tu vida—dijo Tiffany.

 

—Tú eres mi vida, Tiffany.

 

—No, yo soy parte de tu vida. Pintar lo es, también. Es lo que eres. Es lo que te hace especial, tae.

 

—No quiero caer en la misma trampa, Tiff. Me involucro demasiado, termino perdiendo la noción del tiempo.

 

—Entonces yo te lo recordaré. Y si siento que me estás ignorando, iré a hurtadillas detrás de ti—mientras decía esto se movía detrás de taeyeon—… De esta manera—susurró ahora deslizando ambas manos bajo la camisa de taeyeon, deslizándolas hasta sus pechos—… Y voy a decirte que te necesito—murmuró en su oído.

 

Sintió el golpeteo del corazón de taeyeon bajo sus manos y cerró sus ojos muy segura del amor que sentían la una por la otra.

 

Deslizó una mano más abajo, hacia el largo muslo de taeyeon y la sintió temblar entre sus brazos.

 

—… Y sé que dejarás lo que estás haciendo, porque me amas… porque me deseas.

 

Taeyeon  se volteó rápidamente y capturó a Tiffany, envolviéndola entre sus largos brazos antes de besarla profundamente.

 

— ¿Me estás tomando el pelo?—murmuró taeyeon  contra su boca.

 

—Nunca, Kim.

 

Sus bocas se encontraron nuevamente, con más fuerza y sus cuerpos se movieron juntos en una danza que solo ellas conocían.

 

 

Bora  permaneció de pie en el umbral de la puerta abierta, siendo testigo de un amor que nunca pensó iba a ver.

 

Había escuchado las risas que venían de adentro y subió los escalones de madera, desapercibida.

 

Vio, por primera vez, la felicidad de Tiffany.

 

Podía verlo en sus ojos mientras miraba a taeyeon.

 

Podía verlo mientras Tiffany se movía hacia la otra mujer, acariciándola con tanta naturalidad que Bora  se ruborizó por el amor genuino que vio ahí.

 

Y taeyeon.

 

Oh, sus ojos seguían a Tiffany  alrededor de la habitación, una sonrisa llenaba su rostro sólo por estar en su presencia.

 

Vio sus bromas, el afecto entre ellas.

 

Le recordó su propio matrimonio.

 

¿Cómo pudo haber desaprobado esto?

 

¿Alguna vez había visto a Tiffany  tan feliz?

 

Entonces, se movieron una contra la otra, se tocaron de una manera que Bora  nunca podría haber imaginado.

 

Aclaró su garganta ruidosamente, tosió ligeramente.

 

La pareja se alejó con rapidez y un rubor cubrió el rostro de Tiffany  inmediatamente.

 

— ¡Nana!

 

—Pensé que debía intervenir antes de ser testigo de algo demasiado personal para las abuelas—dijo Bora  a la ligera dando un paso dentro la sala.

 

—Lo siento. Yo… no te esperaba—dijo Tiffany  y se alejó aún más de taeyeon.

 

Bora  respiró profundamente y apretó las manos de su nieta.

 

—Tiff, no lo sientas. Soy yo quien debe disculparse. No pude ver el amor que sientes por ella. No podía imaginar… lo que tenías con taeyeon.

 

Miró rápidamente hacia taeyeon, una mujer que primero había admirado y luego había rechazado.

 

Sabía que estaba equivocada.

 

—Nunca te había visto tan feliz, Tiff.

 

Los ojos de Tiffany se empañaron y abrazó fuertemente a Nana.

 

Había tenido tanto miedo de haber perdido su amor.

 

—La amo—susurró Tiffany.

 

—Sí, ya lo veo. Siento haberte juzgado.

 

Tiffany  se apartó de Nana y agarró la mano de taeyeon. La atrajo a su lado, sus ojos se encontraron con los de Nana nuevamente.

 

—He encontrado mi magia, Nana—susurró Tiffany.

 

—Deseo tanto que seas feliz por mí.

 

—Lo soy.

 

Levantó la vista hacia taeyeon, mirando sus ojos oscuros… los ojos oscuros de la mujer que amaba a Tiffany.

 

—Estoy feliz por las dos. Lamento haber tardado tanto tiempo en ver lo que tienen.

 

Taeyeon  levantó la comisura de su boca en una sonrisa.

 

Bora  había entendido.

 

—Tenemos lasaña para la cena, Bora. Espero que pueda acompañarnos—ofreció taeyeon.

 

—Por supuesto. Y me gustaría mirar alrededor. No he estado en el lugar de los Hudson en años. Imagínate, Tiff… años casados y viviendo en un lugar y se van de un día para otro. Vaya… no es que tu abuelo y yo no tuviéramos peleas. Pero nunca dejamos que llegara hasta eso. Siempre lo superábamos. La gente de hoy en día…

 

Taeyeon  escuchó como su voz se apagaba mientras Tiffany  la dirigía a través de la cabaña, mostrándole la cocina.

 

Sonrió cuando Tiffany le lanzó una mirada por encima del hombro de Nana.

 

Todo estaba completo.

 

Nana había entendido.

 

Las siguió hasta la cocina y agarró una cerveza y sus cigarrillos y se dirigió al porche en la parte de atrás ignorando la suave niebla que le rodeaba.

 

Encendió el cigarrillo con facilidad, escuchando mientras Tiffany  y Nana se movían alrededor de la casa, Tiffany  contándole los planes que tenían.

 

Se cansó buscando ese momento en su vida cuando se había sentido más contenta, más en casa y no lo encontró.

 

No había nada en su vida que pudiese compararse a esto.

 

Sabía sin ninguna duda que amaba a Tiffany  completamente.

 

Como también sabía que Tiffany  la amaba.

 

— ¿Cariño?

 

Antes que pudiera voltearse, una mano suave acarició su espalda.

 

— ¿Estás bien?—preguntó Tiffany.

 

Taeyeon  se volteó y se deslizó entre los brazos de Tiffany, abrazándola con fuerza contra su pecho.

 

—Estoy tan enamorada de ti mi Tiff.

 

Sintió la sonrisa de Tiffany  contra su cuello, luego los labios suaves que le mordisquearon.

 

—Oh, tae… ¿no sabes lo que me haces? También te amo cariño.

 

Sus cuerpos se separaron, pero sus ojos no lo hicieron.

 

Los onices atrapados en los cafés y sonrieron.

 

Sonrisas suaves y gentiles tocaron sus corazones… y sus almas.