capitulo 90
AFTER 2: EN MIL PEDAZOS (Versión TaeNy)Pov Taeyeon
Cuando empieza a llorar se me hace mucho más difícil mantener la cara de póquer. No sé qué sucedería si le dijera que yo también lo he pasado fatal, que he sentido un dolor que tampoco sabía si iba a ser capaz de resistir. Creo que correría a mis brazos y me diría que no pasa nada. Estaba escuchándome mientras hablaba con Kangin, lo sé. Está triste, como ha dicho el mocoso, pero ya me sé el final. Si me perdona, se me ocurrirá otra estupidez con la que hacerle daño. Siempre ha sido así y no sé cómo evitarlo.
La única opción es darle la oportunidad de estar con alguien que le convenga mucho más que yo. Creo que en el fondo quiere a alguien más parecido a ella. Alguien sin piercings ni tatuajes. Alguien sin una infancia problemática que no sabe controlar sus emociones. Cree que me quiere, pero un día, cuando le haga algo peor de lo que le he hecho hasta ahora, se arrepentirá de haberme conocido. Cuanto más la veo llorar bajo la nieve, más convencida estoy de que no le convengo.
Yo soy Tom y ella es Daisy. La dulce Daisy. Tom la corrompe y no vuelve a ser la misma. Si le suplico que me perdone, de rodillas, en el suelo nevado, será la Daisy odiosa para siempre, no quedará ni rastro de su inocencia y acabará odiándome y odiándose también a sí misma para siempre. Si Tom hubiera dejado a Daisy la primera vez que ella tuvo dudas, Daisy podría haber disfrutado de la vida con el hombre con quien estaba destinada a estar, un hombre que la habría tratado todo lo bien que ella merecía.
—No es asunto tuyo —le digo, y contemplo cómo mis palabras se le clavan en el alma.
Debería estar dentro con Dara. O en su pueblo con Bora. No conmigo. No soy Darcy y ella se merece uno. No puedo cambiar por ella.
Encontraré la manera de vivir sin ella y ella ha de encontrar el modo de vivir sin mí.
—¿Cómo puedes decir eso? ¿Después de todo lo que hemos pasado juntas, me dejas tirada como una colilla y no tienes ni la decencia de darme una explicación? —Llora.
Las luces de unos faros de coche aparecen entonces al final de la calle oscura, enmarcan su silueta y crean nuevas sombras en el suelo.
Quisiera gritarle: «¡Lo estoy haciendo por tu bien!». Pero no lo hago.
Me encojo de hombros.
Abre la boca, la cierra y una camioneta se detiene ante nosotras.
Esa camioneta...
—¿Qué hace ella aquí? —bramo.
—Recogerme —sentencia Tiff con tanta
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