Pov Tiffany

—¿Quién empezó? —pregunto, esforzándome por no sacar mis propias conclusiones como de costumbre.

Taeyeon intenta mirarme a los ojos, pero aparto la mirada.

—He ido a buscarla después de acompañarte a clase —dice.

—Me prometiste que la dejarías en paz.

—Lo sé.

—Y ¿por qué no lo has hecho?

—Se pasó de la raya. Empezó a provocarme. Me dijo que habian follado. —Me mira con absoluta desesperación—. No me estás mintiendo respecto a eso, ¿verdad? —pregunta, y casi pierdo la compostura.

—No pienso volver a contestar a esa pregunta. Ya te he dicho que no ha pasado nada entre nosotras, y aquí estás, volviendo a preguntármelo en una maldita celda —digo frustrada.

Pone los ojos en blanco y se sienta en el pequeño banco metálico del calabozo. Me está enojando de verdad.

—¿Por qué has ido a buscarla? Quiero saberlo.

—Porque tenía que darle una paliza, Tiffany. Quería que supiera que no debe volver a acercarse a ti. Estoy harta de sus putos jueguecitos y de que crea que tiene posibilidades contigo. ¡Lo he hecho por ti!

Me cruzo de brazos.

—¿Cómo te sentirías tú si yo hubiera ido a buscarla después de haberte dicho que no lo haría? Creía que las dos estábamos intentando hacer que esto funcionara, pero me has mentido descaradamente. Sabías que no ibas a cumplir tu parte del trato, ¿verdad?

—Sí, lo sabía, ¿vale? Pero eso ahora ya no importa, lo hecho hecho está —resopla como un niña furiosa.

—A mí sí me importa, Taeyeon. No paras de meterte en líos innecesariamente.

—Era muy necesario, Tiff.

—¿Dónde está Sooyoung? ¿También está en la cárcel?

—Esto no es una cárcel.

—Taeyeon...

—No sé dónde está, ni me importa, y a ti tampoco. No vas a acercarte a ella.

—¡Deja de ser así! ¡Deja de decirme lo que puedo o no puedo hacer! ¡No lo soporto, joder!

—¿Estás diciendo groserias? —replica con una sonrisa divertida.

¿Por qué le parece gracioso? Esta situación no tiene ninguna gracia.

Empiezo a alejarme de ella y la sonrisa desaparece de sus labios.

—Tiffany, vuelve —me pide, y me doy la vuelta.

—Voy a buscar a tu padre para ver qué pasa.

—Dile que se dé prisa.

Le gruño literalmente mientras me alejo. Piensa que porque su padre es el rector se va a ir de rositas y, sinceramente, espero que así sea, pero me pone de los nervios ver la poca importancia que le da a todo este asunto.

—¡¿Qué cojones miran?! —la oigo gritarles a los policías, y me froto las sienes con los dedos.

Encuentro a Ryeowook y a Seohyun hablando con un hombre mayor de pelo cano y bigote. Lleva una corbata y unos pantalones negros de vestir, y por su porte diría que es alguien importante. Cuando Seohyun advierte mi presencia, se acerca a mí.

—¿Quién es ése? —le pregunto en voz baja.

—Es el decano.

—Eso es el vicerrector, ¿verdad?

Mi amiga parece preocupada.

—Sí.

—¿Qué pasa? ¿Qué dicen? —Intento escuchar la conversación, pero no oigo nada.

—Pues... la cosa no pinta bien. Ha habido muchos daños en el laboratorio donde estaba Sooyoung. Estamos hablando de miles de dólares de desperfectos. Y, además, Sooyoung tiene la nariz rota y una conmoción cerebral. Se la han llevado al hospital.

Empieza a hervirme la sangre. No le ha dado a Sooyoung una simple paliza. ¡Ha estado a punto de matarla!

—Además, Taeyeon tiró a una profesora al suelo. Una chica que va a la misma clase que Sooyoung ya ha firmado una declaración en la que dice que Taeyeon iba buscándola. La cosa pinta muy mal. Ryeowook está haciendo todo lo posible para evitar que Taeyeon vaya a la cárcel, pero no sé si será posible. —Seohyun suspira y se pasa los dedos por el pelo—. Lo único que evitará que la encarcelen es que Sooyoung decida no presentar cargos. E, incluso así, no sé si será posible.

La cabeza me da vueltas.

—Expulsión —oigo decir al hombre de pelo cano, y Ryeowook se frota la barbilla.

«¿Expulsión?» ¡No pueden expulsar a Taeyeon! Dios mío, esto es un desastre.

—Es mi hija —dice Ryeowook en voz baja, y yo me acerco a escondidas a ellos.

—Lo sé, pero atacar a una profesora y destrozar bienes de la universidad no es ninguna tontería —repone el hombre.

Maldita sea Taeyeon y su temperamento.

—Esto es un desastre —le digo a Seohyun, y ella asiente hoscamente.

Quiero tirarme al suelo y echarme a llorar o, mejor aún, quiero entrar en la celda donde está encerrada Taeyeon y darle un puñetazo en toda la cara. Pero ninguna de esas dos cosas va a ayudar.

—¿Y si hablas con Sooyoung y le pides que no presente cargos? —sugiere Seohyun.

—Taeyeon se volvería loca si se enterara de que me he acercado a ella.

Aunque no debería hacerle caso. Ella no me lo hace a mí.

—Lo sé —responde Seohyun—, pero no se me ocurre qué más sugerir.

—Supongo que tienes razón. —Miro de nuevo a Ryeowook y me vuelvo en dirección al pasillo, hacia el lugar donde está Taeyeon.

Ella es mi principal prioridad, pero me siento fatal por lo que le ha hecho a Sooyoung, y espero que la chica esté bien. Tal vez si voy a hablar con ella pueda convencerla de que no presente cargos. Eso al menos eliminaría un problema.

—¿Sabes a qué hospital la han llevado? —le pregunto a Seohyun.

—Creo que me ha parecido oír que estaba en el Asal Medical Center.

—Vale. Bien, iré allí primero.

—¿Quieres que te acerque a tu coche?

—Mierda. Me ha traído Taeyeon.

Seohyun se mete la mano en el bolsillo y me entrega las llaves del suyo.

—Toma. Conduce con precaución.

Sonrío a mi mejor amiga.

—Gracias.

No tengo ni la menor idea de qué haría sin ella pero, puesto que va a marcharse pronto, supongo que tend