Capítulo Siete
CORAZÓN DE CRISTAL (ADAPTACIÓN TAENY)Tiffany se despertó cuando sintió la luz del sol de la mañana y escuchó el
sonido de la voz de su hermana. —¿Qué hora es?— Gruñó mientras se frotaba los ojos para
despejar el sueño.
—Las seis. El autobús estará aquí dentro de una hora. No tengo mucho dinero pero pensé que
podríamos comprar algo barato en ese restaurante para comer.—
Tiffany estuvo de acuerdo, deseando más un baño que la comida. Por primera vez en años la chica
estaba feliz, segura de que en una hora ellas dejarían la ciudad y junto con eso, el horror que les
provocaba su padre.
Pero la libertad no llegó para Tiffany. Faltaban diez minutos para las siete cuando decidieron dirigirse
a la estación de autobuses. Recién habían salido del restaurante e iban cruzando la calle cuando
Michelle escuchó el sonido de frenos chirriando. Volteó para ver a su padre girando con fuerza las
ruedas para después dirigirse en su dirección. —¡Es él!— gritó.
Corriendo directamente hacia la estación de autobuses, pero vino a su mente lo que seguramente
pasaría. Él fácilmente las alcanzaría y las sacaría del autobús.
Así que solo tenían una oportunidad. Michelle buscó en su bolsillo y sacó los dos boletos de autobús.
—Toma.— Lo depositó en la mano de Tiffany. —Tenemos que separarnos y al mismo tiempo lograr
alcanzar el autobús. Él no puede perseguirnos a las dos al mismo tiempo y probablemente me
seguirá a mi primero.—
Comenzaron a correr lejos de la estación. A su padre se le estaba dificultando seguirlas debido al
tráfico matutino. —Ve hasta la calle Central y ahí tomas el atajo para que puedas regresar a la calle
Hudson. Saldrás justo enfrente de la estación yo tomaré este camino.—
Tiffany asintió con la cabeza comprendiendo y de nuevo escucharon las llantas chillando
agudamente y vieron a su padre dirigiéndose hacia ellas. Las hermanas se separaron, Michelle
corría a través de la calle repleta yendo hacia el norte mientras que Tiffany dobló la esquina y fue
rumbo al sur tal como su hermana le había dicho. Un terror absoluto llenó el corazón de la joven
adolescente cuando vio que el coche cambiaba de dirección y la seguía a ella.
La joven adolescente no era muy hábil como para ganarle a un carro a toda velocidad. Sin embargo
logró ganar algo de tiempo cuando corrió en dirección opuesta a como venía, obligándolo a detener
el carro a la orilla y dar la vuelta, pero no fue suficiente. Sabía que nunca lograría llegar a la
estación a tiempo. Pensó que su padre no tardaría en atraparla y entonces pensó en el boleto de
autobús que traía en su bolsillo.
Delataría el lugar hacia donde Michelle iría. Cuando pasó corriendo junto a un bote de
basura, Tiffany tomó la decisión y arrojó dentro el boleto. En menos de una cuadra mas adelante la
persecución se acabó. Su padre paró el coche encima de la acera, bloqueándole completamente el
camino.
Estaba sobre ella en segundos.
Tiffany gritó cuando la tomó por el cabello y la sacudió con fuerza hacia él.
—¿Dónde está?— Gritó.
—Y-yo no lo sé.—
—Estás mintiendo.— Fue castigada con una cachetada fuerte en la cara. —¿Dónde carajo se fue?—
Sabía que no había nada que pudiera hacer para evitar el castigo. Todo lo que podía hacer era lo
único que nunca había podido hacer antes... proteger a su hermana mayor. —No lo sé — repitió.
—¡Estas mintiendo perra!— La abofeteó varias veces antes de hacerla entrar en el coche y cerrar de
golpe la puerta y meterse detrás del volante.
Al tiempo que se dirigían a casa, pasaron un autobús azul y gris rumbo a las afueras de la ciudad.
Tiffany miró por la ventanilla y vio una figura que la observaba. Las ventanas oscuras hacían difícil
verla claramente, pero no había duda que la mano que estaba sobre el Tiffany era de Michelle.
Aprovechando una nueva oportunidad, Tiffany imitó el gesto.
El autobús cambió de dirección hacia la carretera, separando para siempre a las dos hermanas.
El padre de Tiffany permaneció callado durante el camino a casa pero sus ojos oscurecidos miraban
constantemente por el espejo retrovisor para dirigirle miradas mortíferas a su hija menor. La chica de
14 años intentó desesperadamente no llorar delante del hombre quien veía a las lágrimas como una
debilidad, pero estaba totalmente aterrorizada por lo que él le haría una vez que estuvieran en la
casa.
Tiffany se revolcaba, murmurando incoherencias entre el sueño y la confusa realidad.
—No... no papito, por favor para. Seré buena... —
Las palabrasdieron paso a los quejidos como si volviese a vivir la pesadilla de esa mañana
once años atrás.
—¡No papito, por favor... No!—
Con un grito final, se asustó a sí misma despertando. Pasaron varios segundos antes de que se
diesecuenta dónde estaba.
—Carajo.—
Buscó a tientas en la oscuridad la lámpara, luego buscó sus cigarrillos. Aun no encendía uno cuando
escuchó un suave golpe en su puerta.
CONTINUARA.......
Este mini-capítulo me hizo...
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