Capítulo Treinta y Seis
CORAZÓN DE CRISTAL (ADAPTACIÓN TAENY)
La mesa rectangular cerrada daba lugar para seis comensales.
Helen y Gail
se situaron en los extremos,
Taeyeon y Jiwoong
a ambos lados de su madre
y
Tiffany
junto a su compañera de piso.
Cuando la familia Kim alargó las
manos hacia quien tenían más cerca, la joven se vio con la guardia baja.
Jiwoong deslizó la silla para acercarse más a su tía y poder darle la mano. Eso
de dar gracias no era algo a lo que Tiffany estuviera acostumbrada, y
tampoco había visto a Taeyeon hacerlo en casa.
Aun así, tomó con cierta
inseguridad su mano
y la de Helen, que quedaba a su derecha.
Había una diferencia evidente entre las dos,
tal y como pudo advertir.
La piel de Taeyeon
era suave y sus dedos se entrelazaron
mientras la escritora le acariciaba el
dorso de la mano con el pulgar.
Helen, por su parte, la agarraba con firmeza
y su piel era más áspera.
Al ver que todos los demás habían inclinado la
cabeza, los imitó, ahogando un suspiro de alivio cuando oyó hablar a Gail, ya
que temía que tuvieran que rezar algo que ella no se supiera.
—Te damos gracias, Señor, por los bienes que vamos a recibir y por haber
reunido a mi familia esta noche —
comenzó Gail
—. Gracias por traer a mi
hermana conmigo y haberme devuelto la salud.
Bendice a la familia que no ha
podido estar aquí hoy y vela por ellos así como velas por nosotros.
Estamos
felices de tener a Tiffany hoy
y te pedimos que la cuides a ella también.
Sorprendida, Tiffany levantó la cabeza y sintió un leve apretón de
complicidad en su mano izquierda.
Después, Gail terminó de dar gracias y
todo el mundo se soltó las manos.
A pesar de que sintió alivio cuando los
huesudos dedos de Helen se apartaron de los suyos,
encontró un frío desagradable
en la mano que antes había entrelazado
con la de Taeyeon.
Para ser alguien que odiaba eso de que la tocaran
y lo evitaba a toda costa,
le desconcertó la idea de que parecía
no importarle que fuese
Taeyeon quien lo hiciera.
De hecho, al imitar los movimientos de los que la rodeaban, pasando
platos y recipientes por toda la mesa para servirse, Tiffany se encontró
echando furtivos vistazos hacia su izquierda
y mirando a Taeyeon por el rabillo del ojo.
La escritora se encontraba interrogando a Jiwoong en aquel preciso instante
sobre qué asignaturas pensaba coger para el primer semestre, permitiendo
que la rubia la mirara sin que nadie se diera cuenta
… aparentemente.
Si hubiera echado un vistazo a su derecha,
hubiera descubierto los ojos de
halcón de Helen captando cada movimiento y cada mirada.
Taeyeon llevaba el cabello un poco más largo de lo habitual
y las puntas empezaban a ondularse
a la altura de su cuello.
Debido a la multitud de botes de champú que había
en el cuarto de baño,
Tiffany sabía que el pelo de Taeyeon tendía a volverse
quebradizo.
Se le ocurrió entonces que su amiga no era la única que
necesitaba hacerle una visita al peluquero, ya que sus áureos mechones
empezaban a rebelarse contra su voluntad, y se planteó probar un corte más
radical. Seguramente le facilitaría las cosas en el trabajo, ya que no tendría
que preocuparse de hacerse colas de caballo todos los días.
Dejando a un lado ese asunto, siguió adelante con el tema…
Las cejas de Taeyeon,
que mostraban una tendencia imbatible a juntársele por encima de la
nariz y justificaban la eterna presencia de un par de pinzas junto a los
cepillos de dientes.
Un ligero abombamiento en el puente delataban la idea
de Taeyeon, tiempo atrás, de desafiar las leyes de la física y lanzarse a lomos
de su bici cuesta abajo sin ni siquiera poner la mano en los frenos.
Tiffany
sabía además que su compañera de piso había salido de aquella con una
muñeca rota, aunque no le habían quedado secuelas.
Dándose cuenta de que había pasado de lanzar miradas furtivas
a mirarla fijamente,
Tiffany se sonrojó y devolvió su atención al plato que tenía delante.
A continuación alabó la comida, sin dirigirse a nadie en particular, y
advirtió felizmente las sonrisas de Gail, Jiwoong y Taeyeon, responsables del
delicioso producto culinario que estaban disfrutando.
—Y dime, Tiffany —
comenzó Helen
—. ¿Ya sabes por quién vas a votar?—
—Pues… no, todavía no —mintió la chica a sabiendas de que se refería a las
próximas elecciones. Tenía pensado votar por los demócratas, pero dado que
la madre de Taeyeon era republicana no estaba por la labor de suscitar una
interminable discusión sobre el tema.
—Tía Helen, ya sabes que política y religión no suelen terminar en
conversaciones agradables —
dijo Taeyeon con tono de fastidio.
Tiffany sospechaba que la escritora estaba intentando
por todos los medios evitar
temas que fueran a causar controversia entre las dos hermanas.
—Mis amigos y yo solemos hablar de política y no pasa nada —protestó
Helen antes de suspirar
—. Pero supongo que se puede encontrar un tema
menos problemático.
¿Creéis que los Yankees tienen algo que hacer este
año?—
Jiwoong pareció dar un bote en su silla.
—¿Estás broma? Con el jugador en corto que tienen seguro que se meten
en las eliminatorias. No se le pasa ni una.—
—Pero no puede atrapar las que van por encima de la valla, y me da que los
Mets son el único equipo de Nueva York que veremos en la post temporada —
dijo Taeyeon
—. Tienen a siete en la alineación inicial con más de trescientos
bateos y casi estamos en septiembre.—
—Eso es porque están en la Liga Nacional, y ahí no hay buenos lanzadores —
contraatacó él, acuchillando un pedazo de pollo
—. Los Bronx Bombers van a subir, ya verás.—
—Nunca podré entender cómo es posible que mis hijos hayan crecido en un
hogar que adora a los Red Sox y sean fanáticos de los equipos neoyorquinos —
afirmó Gail con aire frustrado. Acto seguido, miró a Tiffany
—. Deberías haberla visto en el ochenta y seis —
dijo, refiriéndose a Taeyeon
—. Su padre aún vivía y estábamos viendo el to juego. —
Sus ojos parecieron perderse
en la nada a medida que recordaba la anécdota—. Deberías haberla visto.
Los Mets estaban a punto de perderlo todo, era el último out y su padre
estaba en éxtasis. Taeyeon se quedó allí sentada poniéndose y quitándose su
gorra de los estúpidos Mets.—
—Pero ese año ganaron, ¿no? —preguntó Tiffany
.
—Sí, pero sólo porque el primera base de los Red Sox dejó que la pelota le
pasara entre las piernas —afirmó Jiwoong. Al mirar a su izquierda,
Tiffany advirtió la sonrisa de Taeyeon.
—En el amor, la guerra y las ligas mundiales todo vale —dijo ésta
—. Papá se pilló un buen cabreo.
No le había visto soltar tantos tacos en mi vida, pero
yo me pasé un buen saltos pegando botes por la sala.—
—Y a tu padre no le hizo gracia que le quitaras el periódico a la mañana
siguiente y le obligaras a leer el titular de la sección de deportes —
dijo Gail con un tono de reproche en su voz.
—Era adolescente, mamá —
se defendió Taeyeon al tiempo que su sonrisa se
borraba en un segundo.
—Pues claro que sí, calabacita —
dijo Helen
—. ¿Y tú qué, Tiffany?
¿Qué equipo te gusta?—
Tiffany sospechó que a nadie le importaba realmente qué equipo le gustaba o
le dejaba de gustar, pero Helen tan sólo estaba intentando meterla en la
conversación. Dejó el tenedor a un lado y se tomó un segundo para limpiarse
los labios con la servilleta.
—La verdad es que no soy muy aficionada al béisbol.—
—Te sugiero que adoptes a los Mets si no quieres salir malparada —
dijo Jiwoong
—. Sobre todo porque van primeros y sólo quedan diez partidos para
la temporada regular. Si llegan a las eliminatorias, te juro que mi hermana no
se despegará de la televisión mientras estén jugando. —
Con un guiño burlesco,
miró de soslayo a su hermana antes de seguir hablando
—. En cualquier caso,
si te pones a animar a cualquier equipo que juegue contra
ellos, verás cómo se pone Taeyeon.—
—No le des ideas, hermanito —le advirtió Taeyeon.
—¿Y por qué no? —
bromeó él
—. Necesitas a alguien que te toque un poco las
narices ahora que no voy a estar yo. —
Sonrió con aire triunfal, recibiendo otra de su hermana.
—Tú sigue así y te mandaré un virus por mail —le amenazó Taeyeon
.
—Y yo escribiré tu teléfono en todos los lavabos de la facultad —
contraatacó él con aire divertido.
—Bien, dejenlo ya —les amonestó su madre
—. Te juro que es como cuando eran pequeños —
le dijo a Helen, quien asintió reconociéndolo.
—¿Por qué crees que nunca los invitaba a los dos juntos a visitarme? —
preguntó Helen
—. No soy tan tonta.—
Tiffany escuchó la conversación que se desarrollaba ante ella. No era capaz
de recordar una cena tranquila con su propia familia, puesto que solían ser
frente a la televisión de la sala, con Michelle, mientras su madre dormía la
borrachera. En ocasiones especiales, como Acción de Gracias o Navidad, su
padre acababa soltando gritos disparatados al miembro de la familia que
hubieran ido a visitar y terminaba con una discusión acalorada entre sus
padres cuando llegaban a casa.
Tiffany tenía serias dudas de que Taeyeon
hubiera experimentado algo así alguna vez y se preguntó si la invitarían a
otra cena cuando llegaran las vacaciones.
Para su sorpresa, se encontró deseando que así fuera.
Después de cenar, Jiwoong se ofreció para limpiar la mesa mientras Taeyeon
hacía el café y Helen y Gail se retiraban a la sala. Sin estar muy segura de
qué hacer, Tiffany se disculpó y salió a fumar. Había asumido que las dos
hermanas compartirían una agradable charla, y se sorprendió cuando Helen
salió tras ella con su pitillera en la mano.
—¿Te importa que me quede contigo?—
—Para nada —
dijo Tiffany, indicándole una silla vacía. El porche estaba
enmarcado en ladrillo rojo y contrastaba agradablemente con los muebles
color crema y el verdor del césped del jardín
—. Esto es muy bonito —
comentó.
—Gail pagó una fortuna cuando se lo hicieron —
le explicó Helen
—. Recuerdo que había
un roble horroroso justo en medio del patio.
Los chicos se lo pasaban en grande subiendo
y bajando, pero echaba a perder el diseño. —
La mujer dio una calada a su cigarrillo
dejando el filtro rojo por el carmín
—. Y dime, ¿qué te ha parecido la cena?—
—Ha estado genial. Estoy que reviento —
afirmó Tiffany, mostrándose
confundida cuando Helen negó con la cabeza sonriendo.
—No me refería a la comida —
le explicó ésta
—. Me da que no estás acostumbrada a las multitudes.
Te has pasado la noche intentando
mantenerte al Margen de las conversaciones, a menos que te preguntáramos
directamente.—
Tiffany parpadeó y le dio una larga calada a su cigarrillo, sorprendida de que
alguien hubiera advertido su silencio.
—Supongo que no soy una persona sociable. Nunca sé qué decir.—
Helen se echó a reír.
—Cielo, esto no ha sido un evento social. Sólo la familia cenando.—
—Yo no soy de la familia —puntualizó la rubia.
—Bueno, la familia más uno —
se corrigió Helen
—. Parecías tan incómoda que pensé que ibas a salir corriendo
cuando te cogí la mano para dar gracias.—
—Es que no estoy acostumbrada —
dijo Tiffany
—. Mi familia nunca lo hacía.—
Helen asintió y se quedó callada un minuto.
—¿Sabes? Si pasara algo
entre tú y mi sobrina,
no me importaría. —
Tiffany la miró rápidamente
y abrió la boca para protestar,
pero la mujer alzó una mano para detenerla
—. Ya sé lo que dicen las dos, y a juzgar por el aspecto
de sus habitaciones así parece ser, pero me he dado cuenta de cómo
actúan cuando están juntas. —
Aplastó el cigarrillo a medio fumar en la
maceta que hacía las veces de cenicero y continuó
—. Personalmente, creo
que no estan viendo lo que tienen frente a las narices.—
—Yo no soy homoual —
dijo Tiffany, preguntándose cuáles eran esas "señales" que
Helen había visto.
¿La forma en que Taeyeon le había acariciado la mano
durante la oración?
¿Las palmaditas amigables en su hombro?
—Eso dices tú —
afirmó Helen sin mucho convencimiento
—. El otro día me
dijiste que no habías tenido ninguna relación seria
hasta ahora, así que,
¿cómo lo sabes?—
—Yo… —Bloqueada, Tiffany trató de dar con una respuesta.
Ella era hetero, ¿no?
Después de todo, nunca había estado con una mujer si había visto a
ninguna como posible pareja ual.
El hecho de que se sintiera más cerca de Taeyeon
que de ninguna otra persona en aquel momento
no significaba que
quisiera mantener una relación lésbica con ella.
No, Taeyeon era sólo una buena
amiga que la abrazaba cuando lloraba, que le hacía la cena todas las noches y
se tomaba la molestia de escucharla cuando necesitaba hablar. Sólo estaban
tan unidas porque vivían juntas, ¿verdad?
—. Yo… —
Tiffany tragó saliva y
volvió a intentarlo
—. Nunca lo había pensado. —
Dio una última calada a su
cigarrillo y lo apagó en el cenicero.
—Pues tal vez deberías —
afirmó Helen con dulzura recorriendo con los
dedos un mechón de su plateado cabello alborotado por la brisa
—. Yo soy una romántica empedernida,
pero sé que el amor surge a veces en los sitios
más inesperados.
No deberías cerrarte puertas sin al menos echar un
vistazo a lo que hay dentro.—
En ese instante, Taeyeon asomó la cabeza desde el interior.
—Eh, acabo de encontrar las cintas viejas y Jiwoong ha subido al desván a por
la pantalla. Tiffany, ¿te apetece ver un par de pelis caseras?—
—Oh —
dijo Helen entusiasmada al tiempo que se levantaba de la silla
—. Hace años que no veo una de esas. Eras una cría tan mona…—
—Claro, parece divertido —
convino Tiffany levantándose también. Los
retratos y las fotos que decoraban las paredes de la casa le habían dado una
idea de cómo era Taeyeon de niña, pero verla en una película le serviría para
dar vida a las imágenes.
Además, así se acababa aquella maldita charla con Helen.
La mujer entró primero en la casa y Tiffany advirtió que la escritora
sostenía la puerta para ella y que le rozaba el hombro al pasar.
—¿Qué? —
preguntó Taeyeon, con lo que Tiffany cayó en la cuenta de que se la
había quedado mirando fijamente.
—Ah, nada, pensaba en mis cosas —
respondió la rubia sin demasiada
convicción, aunque con la esperanza de que Taeyeon no encontrara su
respuesta tan estúpida como le parecía a ella.
La sala de estar constaba de dos sillones y un sofá bajo, y Jiwoong había
reacomodado los muebles de forma que todos quedaran frente a la pantalla
portátil. Él tomó asiento a la derecha de la misma mientras Gail y Helen
ocupaban los sillones. Sintiendo que sería una bobada sentarse en el suelo
cuando había sitio de sobra en el sofá, Tiffany ocupó el lado izquierdo
dejando el centro a Taeyeon, quien estaba demasiado ocupada metiendo la
película en el proyector. Cuando por fin se sentó, a Tiffany le dio la
impresión de que, de hecho, el sofá no era tan amplio como parecía.
Su cuerpo estaba pegado al de Taeyeon
desde el hombro hasta la cadera.
En ese momento, empezó la película,
y pudo ver a una desgarbada niña de diez años
y a un bebé vestido de azul sentados en el césped delantero de una casa.
—Voy a apagar las luces —dijo Jiwoong levantándose. Tiffany dirigió una
mirada a Helen y se sorprendió al encontrar una sonrisa pícara en su rostro.
Deseaba poder fruncir el ceño, pero encontró que sería un gesto
inapropiado, ya que era la invitada, así que volvió a prestar atención a la
pantalla, que ahora mostraba a la madre de Taeyeon junto a un hombre fornido
de pelo corto y canoso, al cual identificó como el padre de Taeyeon.
Tiffany se
paralizó al sentir un aliento cálido en su oreja.
—Hay algunas partes muy divertidas —
susurró Taeyeon
—. Como cuando Jiwoong mete la mano en la pecera de papá
intentando agarrar su querido Pez Ángel.
Mamá le pilló y le grabó antes de que mi padre llegara a casa.—
—Ahá —
murmuró Tiffany esperando que Taeyeon volviese a mirar al frente y
con la convicción de que Helen era capaz de ver en la oscuridad y de que en
aquel momento sonreía ampliamente.
CONTINUARA.....(>‿◠)✌
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