Capítulo Treinta y Siete
CORAZÓN DE CRISTAL (ADAPTACIÓN TAENY)
—No ha estado tan mal —dijo Taeyeon dando marcha atrás al Jeep.
—A mí me ha gustado. Tu familia es muy agradable —afirmó Tiffany mirando
a través de su ventanilla a medida que la casa de los Kim se perdía de
vista.
—Pero no había necesidad de que mamá sacara los álbumes de fotos, sobre
todo el de cuando éramos bebés.
—Eran muy bonitos, sobre todo las de cuando los bañaban —dijo Tiffany,
aunque el predecible tono irónico de su voz no apareció.
—¿Estás preocupada por algo? —aventuró Taeyeon.
—No, es que tengo muchas cosas en la cabeza —surgió la evasiva respuesta.
Por supuesto, aquello no satisfizo a la escritora en absoluto, sobre todo
cuando advirtió que Tiffany tenía la mirada perdida.
—Hablar ayuda, ¿sabes?—
—Ya, no, sólo necesito aclarar algunas cosas.—
Estaba claro que Tiffany no quería compartir aquello.
Taeyeon intentó iniciar
una conversación dos veces durante el trayecto, pero desistió al no sacar a
la joven más que un par de monosílabos.
Al legar a casa, Tiffany le dio las
buenas noches y desapareció en el interior de su habitación, dejando a
Taeyeon con la intriga de qué es lo que habría pasado en casa de su madre
como para haber afectado hasta tal punto el humor de su amiga.
* * *
R-r-r-rrrr, click. R-r-r-r-rrrr, click.
―Maldita sea, ¿Por qué no arrancas?,―
apretando sus manos contra el volante,
Tiffany giró la llave para devoloverla a la posición de apagado y
volvió a intentarlo.
En ésta ocasión el Omni arrancó, no sin un gran
estruendo y una nube de humo.
Había sido un buen día en el trabajo, pero
salir y pasar diez minutos intentando arrancar el coche había hecho que a
Tiffany le cambiara el humor considerablemente.
Cuando estuvo finalmente segura de que su chatarra
seguiría encendida, puso la marcha y salió del aparcamiento.
Las manzanas iban pasando mientras la rubia pensaba en los
acontecimientos del día. Depués de seis semanas de sudor, los trabajos de
restauración del edificio estaban casi terminados. Cuando Donghae la había
mandado llamar a su oficina antes del final de la jornada, Tiffany temió que
fuera a decirle que ya no había más trabajo para ella.
Para su sorpresa,
la había llamado para asegurarse de que quería trabajar con él en el próximo
proyecto de restauración de una vieja escuela situada en unos apartamentos
de renta baja. En compensación le aumentó en un dólar la hora por su
flexibilidad y buena voluntad a la hora de aprender nuevos trabajos
minimizando el tiempo laboral. Para algunas personas cuarenta dólares extra
a la semana no era mucho, pero para Tiffany significaba que podía
permitirse pagar sus sesiones de terapia sin tener que pasar por encima de
otras facturas o tener que trabajar demasiadas horas fuera de su horario
habitual.
Y esas sesiones con Jessica Jung se habían vuelto más importantes con
cada semana que pasaba. Tiffany todavía rehusaba asistir al grupo de ayuda
a las mujeres de los martes por la noche, pero se encontraba más
predispuesta a hablar de sus sentimientos con la terapeuta. Hablar sobre el
papel jugado por su padre era todavía difícil, y a menudo terminaba con
Tiffany intentando controlar su enfado o, en raras ocasiones, sus lágrimas
bajo control.
Aún entonces, aquello siempre significaba una larga noche para
Taeyeon y Tiffany, hablando con su mejor amiga de lo que había ocurrido en la
sesión de terapia.
A Taeyeon no parecía que le importaran las largas
conversaciones, llegando incluso a preguntarle a Tiffany por ellas cuando
sabía que había tenido una ese día. Para las dos mujeres se había convertido
en un hábito y solían sentarse cada una a un extremo del sofá con sus pies
compartiendo el espacio libre del centro.
Esto lo hacía más fácil para
Tiffany, dándole el espacio que necesitaba pero estando lo suficientemente
cerca en caso de necesitar un abrazo cuando el dolor era demasiado grande.
Conduciendo por la autopista, Tiffany dejó a sus pensamientos derivar en la
relación que ella y Taeyeon compartían.
Desde que su conversación con Helen le abriera los ojos,
Tiffany se encontró a sí misma muy interesada en la
presencia y acciones de su compañera de piso.
Nunca había algo ual o romántico
en la forma en que Taeyeon la trataba, pero Tiffany era consciente
de la afección y cercanía que se había construido entre ambas.
Sabía que eran las pequeñas cosas.
Una caricia casual sobre su hombro cuando la
escritora pasaba por su lado, la cena preparada para ella cada noche, las
tardes juntas en el sofá viendo la televisión, o sentadas en el escritorio
trabajando en los exámenes para el GED.
Tiffany incluso podía jurar haber sentido una vez los labios de Taeyeon
besarle la cabeza durante la intensa
charla de una de sus sesiones donde había buscado la seguridad del abrazo
de la escritora para dejar escapar las lágrimas, que de otro modo se
negaban a caer.
Lejos de sentirse molesta por la creciente cercanía, Tiffany se encontró a sí
misma sintiéndose de acuerdo con ésta. Disfrutaba de los partidos de
baseball y de los inevitables viajes al bar después de éstos. Cuando Jiwoong
se marchó a la universidad, Tiffany fue con Taeyeon para desearle buena
suerte, aceptando incluso un abrazo del joven y revolviéndole el pelo como si
fuera su propio hermano pequeño. Desde que tenía que comenzar a trabajar
muy pronto por las mañanas, ella era normalmente la primera en levantarse y
de asegurarse de tener listo café recién hecho para cuando Taeyeon se
despertara.
Por supuesto, estaba también la forma en la que habían llegado
a un acuerdo sobre sus vastas diferencias y costumbres en cuanto a
limpieza y orden. Tiffany se aseguraba de volver a dejar el periódico más o
menos en orden y Taeyeon se aseguraba de no hacer ningún comentario a cerca
de las bragas que colgaban todos los días de la barra de la ducha para
secarse.
Hoy era una noche especial y Tiffany solo hacía que sonreir y mirar el
paquete brillantemente envuelto en papel de regalo que había en el asiento
del copiloto.
Era el cumpleaños de Taeyeon y a pesar de lo ajustada de su
economía, Tiffany estaba determinada a darle a su amiga el mejor regalo.
Le había llevado varios viajes a diversos centros comerciales antes de pasar
por delante de un quiosco en medio de la alameda y ver el regalo perfecto
descansando en lo alto de una estantería. Pensando un poco en el coste, lo
encargó, pagando extra por los artículos añadidos que también quería y
esperando cerca de dos semanas a recibirlo. Tiffany quería elegir una bonita
tarjeta, pero después de mirar más de una docena de ellas,
no pudo encontrar ninguna
que expresara cómo se sentía a cerca de Taeyeon.
Al final
se dio por vencida, decidiendo que un regalo siempre se apreciaba más que
una tarjeta de felicitación. Ahora, finalmente había llegado el momento de
salir del coche y de dárselo a su amiga y, Tiffany se encontró sintiéndose
bastante nerviosa mientras se acercaba al complejo residencial.
¿Le gustaría realmente a Taeyeon?.
¿Sería mejor un cheque regalo?.
Sacudiéndose
esos pensamientos de la cabeza, Tiffany guió el Omni al aparcamiento y
apagó el motor, encuchando enfadada mientras éste continuaba haciendo
ruido y echando humo durante unos segundos antes de, finalmente, quedarse
en silencio.
Cuando entró en casa, Tiffany se extrañó de no ver a Taeyeon esperándola
abajo como venía haciendo durante las últimas semanas. El débil sonido de la
ducha llegó hasta sus oídos indicándole dónde estaba y Tiffany rápidamente
escondió el regalo entre el sofá y la biblioteca planeando dárselo después de
la cena. Caminado hacia la cocina se sorprendió de que la cena no estuviese
ni en el horno ni que hubiera signos de que Taeyeon hubiera cocinado nada.
Confundida, Tiffany se sentó en el sofá.
Taeyeon no le había dicho nada sobre cenar fuera.
Escuchando apagarse la ducha, Tiffany asomó la cabeza por las
escaleras.
―!Estoy en casa!,― dijo cuando Taeyeon salió del baño.
―!Estaré abajo en unos segundos!,―
respondió antes de que la puerta de su
habitación se cerrara.
Cuando Taeyeon bajó unos minutos después, Tiffany se sorprendió de verla
vestir unos pantalones de deporte y una camiseta color lavanda con el doble
símbolo de mujer dibujados en ella. Ciertamente no era lo apropiado para
llevar si iban a cenar fuera.
―¿Qué tal el trabajo?,― preguntó Taeyeon.
―Ocupada. Estamos intentando terminarlo todo para la primera semana de
octubre y creo que vamos un poco ajustados. ¿Tienes planes para la cena?.—
―Sí, pizza vegetariana del Coloso,―
dijo Taeyeon y tomó su asiento habitual en
el sofa apoyando sus pies descalzos en el centro y sonriendo por la cara que
puso Tiffany ante la propuesta.
― Te ordené una suprema, sin anchoas, con peperoni y champiñones,
además ordené una de queso también. Estarán aquí
sobre las siete.—
―¿Por qué tanta pizza?.―
Ahora Tiffany estaba realmente confusa.
―Los chicos van a vernir, y Jessica también. ¿No te lo comenté?.—
―No.—
—Siempre tenemos un pizza-fiesta para mi cumpleaños.
Lo siento, debí olvidar mencionarlo.—
―Oh, está bien. Solo pensé… bueno, no importa lo que pense,―
dijo Tiffany.
― Feliz cumpleaños de todas formas.—
―Gracias. Jessica debería estar aquí en unos minutos y Heechul llamó.
Llegarán tarde,
pero estarán aquí alrededor de las siete y media.
Recalentaremos la pizza si es necesario.—
―Suena divertido.―
Tiffany intentó que su voz sonara agradable, pero por
dentro estaba incluso más nerviosa que antes.
Una cosa era darle su regalo a Taeyeon estando solas,
y otra muy distinta abrirlo en frente de todo el mundo.
“¿Por qué no compraría un cheque regalo?”.
― Si están a punto de llegar, será mejor que me cambie.―
Iba a levantarse cuando fue parada por la
mano de Taeyeon sobre su muslo.
―Espera un minuto. ¿Estás bien?.
Parece que algo te está preocupando.—
―No,― mintio
― Probablemente solo estoy cansada por el trabajo. Me daré
una ducha y me cambiaré. Bajaré en seguida.—
―Hey, ¿Tiffany?.—
―¿Sip?.—
―¿Un nuevo color de pelo?,―
dijo Taeyeon sonriendo.
― No creo que el blanco y el rubio sea una buena combinación.—
―¿Que?,―
Tiffany miró hacia arriba estando más que segura de que
encontraría varias manchas de pintura blanca del trabajo.
― Debió de ocurrir cuando estaba haciendo el canto del techo.
Tenía la brocha por encima de la cabeza la mayor parte del tiempo.―
Consciente de la hora que era, se levantó
y pasó a toda prisa por delante de Taeyeon en su camino hacia
las escaleras.
― ¿Me has dejado algo de agua caliente?.—
―Mejor si tomas una ducha rápida, me temo,― dijo Taeyeon con tono de
disculpa.
― He tenido que esperar a que terminara el lavaplatos para tomar
la mía.—
Tiffany asintió con la cabeza, sabiendo que tendría que lavar su pelo antes
de que se terminara el agua caliente o no podría quietarse los restos de
pintura. Lo último que quería era tener que mirar a la cara a sus mutuos
amigos con restos de pintura blanca en el pelo. Mientras subía las escaleras,
Tiffany levantó su brazo y aspiró suavemente, decidiendo que había algo
definitivamente más ofensivo con lo que no quería enfrentarse a sus amigos.
Solo esperaba que el agua caliente durara lo suficiente.
Tiffany terminó su ducha y justamente bajó las escaleras cuando el timbre
de la pueta sonó.
―Yo ire,― dijo Taeyeon.
―!Feliz veintinueve cumpleaños!,- dijo Jessica cuando se abrió la puerta,
dándole a su ex amante un beso en la mejilla y abrazándola con un brazo
mientras que con el otro sostenía el regalo de Taeyeon.
―Gracias, cariño.―
Taeyeon dejó el regalo en la mesa auxiliar y señaló el sofa.
― ¿Quieres algo de beber?. La pizza no estará aquí hasta dentro de
quince minutos más o menos.—
―Sabes lo que me gusta,― dijo Jessica
― Hola Tiffany.—
―Hola Doc.—
―Sientate,― dijo Taeyeon.
― Tiffany ¿puedo traerte algo?.—
―Estoy bien,― dijo sentándose en su habitual sitio en el sofá. Con una
rápida mirada por el rabillo del ojo vió que su regalo todavía seguía
escondido de la vista. Jessica se sentó al otro extremo del sofá y lanzó los
zapatos bajo la mesa.
―¿Van a venir los chicos?,― preguntó Jessica.
―Tarde, pero han dicho que vendrían. Sica, ¿zumo de naranja o refresco?.—
―Zumo de naranja suena bien. Va bien con la pizza peperoni.― Jessica se
inclinó hacia delante bajando la voz de modo que no la oyeran desde la
cocina.
― Bueno, ¿qué le compraste?.—
Tiffany se movía inquieta.
―Bueno, um…solo algo pequeño. ¿Qué le compraste tú?.—
―Uh,uh, si tu no lo dices yo tampoco.― Jessica sonrió y se irguió antes de
que Taeyeon apareciera por la puerta con dos vasos altos de soda en sus
manos. Frunciendo el ceño, Tiffany miró hacia la mesa auxiliar donde había
una caja de camisa plana y rectangular envuelta en papel rojo e intentó
imaginar qué habría dentro.
―Aquí tienes,―
dijo la escritora ofreciéndole un vaso a Jessica y quedándose
ella con el otro, sentándose en una silla.
― Adivina quién llamó hoy.—
―¿Quién?.—
―Usa un posavasos, por favor.—
Jessica rodó sus ojos y cogió un posavasos.
―¿Mejor?, ahora, ¿quién llamó?.—
―Shelly,- dijo Taeyeon con una sonrisa.—
―¿Shelly?, ¿quien es de ella?.—
―Va a casarse…con un pescador de Alaska.—
Jessica dejó escapar un chillido y palmeó las manos.
―No puedo creerlo. ¿Doña morena perfecta va a irse a vivir al congelado
norte?.—
―Eso es lo que ella dice.―
Taeyeon tomó un sorbo de su bebida. Le doy un año
antes de que empiece a artarse de los esquis y busque un lugar más cálido.
―Nunca se sabe. Podría ser amor verdadero. Cosas más raras han sucedido.—
Tiffany, que no sabía de quién estaban hablando, silenciosamente las veía
conversar, mientras ella seguía temerosa por su elección del regalo. Perdida
en sus inseguridades, no se dio cuenta cuando Jessica se dirigió a ella.
―Lo siento, ¿qué?.—
―¿Cuándo?,- Jessica la golpeó en el hombro.- ¿En qué planeta estabas?.—
―No es nada.―
dijo Tiffany levantándose abruptamente.
― ¿Alguien necesita algo de la cocina?.―
La respuesta era obvia por los vasos llenos que
Jessica y Taeyeon sostenian.
― Supongo que no. Ahora vuelvo.—
La cocina le ofreció a Tiffany el alivio en la botella de cerveza que
rápidamente cogió de la nevera. El timbre de la puerta sonó, anunciando la
llegada de Heechul y de Donghae. Tiffany, vacilante, salió de la cocina, más que
un poco preocupada porque su regalo no pudiera compararse con la gran caja
que cargaba Donghae en sus brazos.
La pizza llegó poco después, dándole a Tiffany un respiro antes de que el
momento llegara y Taeyeon se sentó en su sitio en el sofá. Donghae se sentó en
la silla mientras que Heechul se sentó en el apoyabrazos. Tiffany se sentó
donde habitualmente lo hacía, al extremo del sofá, su regalo todavía
escondido a un lado de la biblioteca. Jessica se sentó en el apoyabrazos al
lado de Taeyeon, dejando el centro libre para poner los regalos.
Taeyeon abrió el regalo de Jessica primero, mirando con sorpresa y sacando de
la caja la gruesa bata de felpa. Era de color crema, cosa que Tiffany
encontró muy bonita en contraste con el cabello de Taeyeon. Esta le
agradeció efusivamente el regalo, estando de acuerdo en que una bata de
felpa era bienvenida de cara al invierno que se aproximaba.
―Nuestro turno,―
dijo Heechul cogiendo la gran caja de donde estaba y
poniéndola sobre la mesa de café.— Ahora, antes de que te excites por el
tamaño de la caja, tienes que saber que lo de dentro no es tan grande.
¡Vamos!, ábrela.—
― El señor Remilgado y el señor Correcto aquí presentes, se han arruinado
su manicura buscando éste regalo,― dijo Donghae levantando su mano y
pasándosela por su cabello para ordenarlo un poco.
Tiffany miraba mientras Taeyeon ignoraba el enorme lazo que lo envolvía y
tiraba del precinto que cerraba la caja. A la escritora le tomó unos segundos
encontrar el regalo escondido entre las bolas de papel de periódico. Cuando
lo hizo, Tiffany se sorprendió de verla sostener un par de antiguas lámparas
de pared.
―Oh, son perfectas,―
dijo Taeyeon dejándo una para poder examinar la otra
más detenidamente. Personalmente Tiffany pensaba que eran horrorosas y
decidió que su compañera de piso tenía un extraño sentido de lo perfecto.
― ¿Dónde diablos las encontraron?.—
―Bien, cuando te puse esas sencillas lámparas en la terraza, sabía que no te
gustaba el estilo,― comenzó Donghae.
―Y los grifos son un bonito detalle, ¿no crees?,― preguntó Heechul,
obviamente orgulloso de su eleccion.― Vi un conjunto de lámparas en hierro
forjado para poner junto al sofá, pero estaban muy vistas. Imagina mi
sorpresa cuando las encontré en el fondo de una caja de un agente de una
sala de exposiciones.—
―Por supuesto te las instalaré antes de que venga el frio,― prometió
Donghae.
Taeyeon parecía realmente encantada con su regalo y, reticentemente, lo
devolvió a la caja antes de que todos los ojos se posaran sobre Tiffany
expectantes.
―Oh,―
dándose cuenta de que era su turno, la rubia miró por encima del
apoyabrazos y recogió su regalo acercándoselo tímidamente a Taeyeon y
deseando más que ninguna otra cosa haber comprado en su lugar el cheque
regalo.
― No sabía qué comprarte,―
dijo a modo de defensa mientras Taeyeon
con mucho cuidado pasó el dedo por el pliegue del papel de regalo y lo quitó.
Ya no había donde esconderse, el regalo en madera y latón salió de la caja
para ser sostenído entre las manos de Taeyeon.
Tallado en madera de cerezo, la sólida base sostenía las cuvadas letras del
nombre de Taeyeon sobre ella.
Cogida a ambos lados del nombre había una
pluma a la izquierda y un tintero a la derecha. Un discreto saliente en latón
dejaba espacio para poner el lápiz y el bolígrafo.
―Es precioso,―
dijo Taeyeon honestamente y visiblemente conmovida por los
sentimientos.
Tiffany se encogió de hombros, segura de que su compañera de piso estaba
siendo solo cortés.
―Bien, tu eres una escritoria de misterio…lo ví y pensé que te gustaría.latón―
―Me encanta,―
dijo Taeyeon, acercándose y atrayendo a Tiffany para
abrazarla.
― Es un regalo realmente precioso. Muchas gracias.―
―De nada,―
murmuró la rubia, todavía insegura a cerca de la sinceridad de
sus palabras.
―Es muy bonito,―
dijo Jessica, y los chicos asintieron en adición a sus
palabras. Uno por uno tomó el saliente de latón destinado al lápiz y al
bolígrafo para estar de acuerdo en que era el regalo perfecto para su
escritora de novelas de misterio favorita.
―Qué noche,―
dijo Taeyeon despidiendo a los chicos desde la puerta. Miró a
su alrededor considerando seriamente esperar a la mañana siguiente para
pasar la aspiradora. La caja donde venía la bata fue cuidadosamente cerrada
y puesta con las otras cajas en el armario. Una nunca sabía cuándo
necesitaría una caja. El regalo de Heechul y Donghae fue guardado en su propia
caja, dejada a un lado y a la espera de que el constructor tuvira tiempo para
instalar las luces. Con la bata plegada sobre su brazo, y el accesorio de
escritorio en sus manos, Taeyeon le ofreció otra sonrisa a su compañera de
piso.
― Es realmente precioso,―
dijó señalando el regalo de Tiffany.
― ¿Qué te hizo pensar en ello?.―
Tiffany se alzó de hombros.
―Realmente no sabía qué iba a regalarte. Vi uno de esos en la alameda y
pensé que te gustaría.―
―Nunca he visto uno con pluma y éste precioso tintero. Es único. Voy a
ponerlo ahora mismo sobre mi escritorio y así podré mirarlo cuando esté
escribiendo.―
Antes de que Tiffany pudiera reaccionar, Taeyeon usó su mano
libre para acercarla y volverla a abrazar.
― Es muy especial y me encanta.
Gracias.―
Tiffany estaba sintiendose mejor en cuanto al regalo y sonrió cuando Taeyeon
la soltó.
―Estoy muy contenta de que te guste.―
―Sí, mucho,―
añadió la escritora, sonriendo por el sonoro bostezo de su
compañera, y gopeó suavemente a Tiffany en el hombro.
― Bueno ya es tarde.―
―Suena como si fuera un plan,― estuvo de acuerdo la rubia.
CONTINUARA....✍(◔◡◔)
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