Capítulo Treinta
CORAZÓN DE CRISTAL (ADAPTACIÓN TAENY)—¿Es tu madre? —preguntó Tiffany.
Taeyeon asintió, haciendo grandes esfuerzos por mantener la compostura.
—Yo em… ella… mi hermano no está seguro de lo que ha pasado. —
Acto seguido, sacudió la cabeza
—. Tengo que irme.—
—¿Quieres que te lleve? —
se ofreció Tiffany colocando el auricular del
teléfono en su lugar
—. No creo que debas conducir estando así.—
—Están en el Centro Médico.—
—Cerca de la circunvalación. Ya sé dónde es. —
Tiffany echó un vistazo al horno para asegurarse de que estaba apagado
—. Cogeré las llaves.—
—Espera. —
Taeyeon se enderezó y agarró sus propias llaves del gancho
—. Vamos en el Jeep.—
—Buena idea, al menos ése es legal —
dijo Tiffany quitándole las llaves a Taeyeon de las manos.
Joder, su madre está enferma.
¿Qué se supone que debo hacer?
Rodeando con vacilación la espalda de Taeyeon con su brazo, le dio
un leve apretón de ánimo
—. Todo irá bien, Taeyeon.—
Para su sorpresa, se vio de repente enterrada en un firme abrazo, con los
brazos de Taeyeon rodeando su cuerpo.
—No sé qué hacer. —
Las palabras de la angustiada mujer surgieron apenas
como un susurro
—. Cuando papá… mamá se ocupó de todo.—
—Shhh… Vayamos allí y a ver qué está pasando, ¿vale? —
Tiffany guió a Taeyeon hacia la puerta.
Llamaré a Jessica desde el hospital. Ella sabrá qué hacer. Yo
no soy buena en esto de consolar a la gente. Pero Jessica no estaba allí en
aquel momento. Sólo ella y Taeyeon. No puedo dejar que pase por esto ella sola.
Sin saber bien qué decir, Tiffany permaneció en silencio hasta que llegaron
al Jeep. Una vez que Taeyeon ocupó el asiento del copiloto, Tiffany se puso al
volante
—. Bueno, esto va a ser interesante. Nunca había conducido un coche
como este.—
—¿Tiffany?—
—¿Sí?—
—No me importa si corres esta vez —
afirmó Taeyeon en voz baja.
—Te llevaré allí lo más deprisa que pueda —
le prometió Tiffany, haciendo
girar la llave y sonriendo cuando el motor rugió lleno de vida. Debe estar
bien eso de no preocuparse de si el maldito cacharro querrá arrancar cada
vez que te subes, pensó para sí mientras sacaba el Jeep del aparcamiento y
tomaba rumbo hacia el Centro Médico.
A Tiffany le llevó unos minutos maniobrar entre el tráfico para alcanzar la
rampa de entrada a la carretera de circunvalación.
—Si vamos por aquí, nos ahorraremos al menos diez minutos por el tráfico —
anunció, esperando una respuesta de Taeyeon que nunca llegó. Bueno, supongo
que puedo ir por la autopista, ya que no hay objeciones. A medida que hacían
la curva de la carretera, Tiffany pisó con más fuerza el acelerador,
extrañándose de la velocidad que aquel modelo antiguo era capaz de
alcanzar.
—. ¿Quieres que ponga la radio? —
Apartó la vista de la carretera a
tiempo de ver el gesto negativo de Taeyeon
—. ¿Quieres hablar?—
—¿Sobre qué?—
—Cualquier cosa —dijo Tiffany encogiéndose de hombros
—. No importa. El tema que te apetezca.—
—Ahora mismo sólo puedo pensar en mi madre.—
—Genial. Cuéntame una historia sobre tu madre y tú. —
Tiffany echó un vistazo al retrovisor lateral antes de invadir
el carril izquierdo y adelantar a una caravana
—. La que sea.—
—Me acuerdo de cuando me caí de la bici y me rompí un brazo. Llegué a casa
y mamá, sólo con echarme un vistazo, supo que algo iba mal. No tuve que
decir ni una palabra. —
Taeyeon sorbió por la nariz y se sacó un pañuelo del bolsillo
—.Siempre sabía cuándo uno de nosotros se había hecho daño.—
—¿En serio? —
Eso es, Taeyeon. Sigue hablando. No pienses sobre lo que vas a
encontrarte en ese hospital. Tiffany sólo escuchaba a medias, dirigiendo la
mayor parte de su atención al tráfico que las rodeaba. Iba por lo menos a 30
kilómetros por hora sobre el límite de velocidad, pero su salida estaba aún
muy lejos. Rezando en silencio para que los polis estuvieran más interesados
en los donuts que en los infractores, Tiffany asumió el riesgo y aplastó el
pedal con más fuerza.
Por suerte para todos, los policías no advirtieron el Jeep. Tiffany se las
arregló incluso para encontrar un hueco cerca de la entrada de emergencias
del hospital. Apenas había apagado el motor cuando Taeyeon saltó del vehículo
y corrió hacia la puerta.
—¡Eh, espérame! —gritó Tiffany,
liberándose del cinturón de seguridad y
echando a correr detrás de Taeyeon.
Jiwoong Kim, de dieciocho años de edad, estaba sentado en una de las sillas
naranjas de la sala de espera, contemplando el suelo con aire taciturno.
Llevaba el cabello oscuro y, cuando levantó la vista y vio a su
hermana, Tiffany advirtió que tenía los ojos enrojecidos. Mierda, eso no es
buena señal, pensó para sí, apartándose cuando los hermanos se fundieron
en un abrazo.
—¿Qué ha pasado? —dijo Taeyeon,
sin soltar para nada al chico
—. ¿Ha tenido un infarto?—
—No lo sé. Los médicos están dentro con ella.
No puedo creer que esto esté pasando —dijo
—. Hemos desayunado juntos y todo parecía ir bien. Bueno,
estaba un poco cansada, pero nada fuera de lo normal. —Jiwoong volvió a
sentarse. Taeyeon, por su parte, se acomodó junto a él e indicó a Tiffany que
ocupara el asiento libre junto a ella.
—¿Te pidió ella que la trajeras aquí?—
Jiwoong negó con la cabeza.
—No. Pensé llevarla a Saint Thomas, pero el tipo de la ambulancia dijo que el
Centro Médico estaba más cerca. Me alegro de que estés aquí, hermanita.
No sé contestar ni a la mitad de las preguntas de los formularios.
—No te preocupes por eso. Yo me encargo —
le aseguró Taeyeon
—. Sigue contándome. ¿qué pasó?—
—Dijo que estaba cansada y que quería echarse un rato antes de que
empezaran las noticias. Fui a despertarla a las seis más o menos y la vi…
como desmoronada en la cama. No entendía lo que decía, así que llamé a
Emergencias.—
—Lo hiciste muy bien —dijo Taeyeon
rodeando los hombros del joven con su brazo
—. ¿Ha dicho algo el médico?—
—Me preguntó que si yo era el único familiar, me hizo firmar unos
formularios y volvió a entrar. Le dije que venías de camino.—
En ese momento, Tiffany vio una oportunidad de ayudar.
—Taeyeon, ¿quieres que le diga al médico que estás aquí?—
—Será mejor que vaya yo —
respondió la escritora poniéndose en pie
—¿Puedes quedarte aquí con Jiwoong?—
—Claro —dijo Tiffany—. ¿Seguro que quieres hacerlo? ¿Quieres que llame a
Jessica?—
—No hasta que sepa qué está pasando —
dijo Taeyeon
—. Volveré enseguida.—
Cuando Taeyeon abandonó la habitación, Tiffany se levantó.
—Voy a salir un momento.—
—Voy contigo —afirmó Jiwoong
—. Ya llevo dos horas metido aquí. Me vendrá
bien un poco de aire fresco. —
Al levantarse, quedó patente que era como
diez centímetros más alto que ella.
—El aire fresco no sé, pero yo voy a fumarme un cigarrillo —dijo.
—¿Te sobra alguno? —preguntó él
—. Me he dejado los míos en casa y te
juro que ahora mismo me apetece mucho.—
—¿Sabe Taeyeon que fumas?—
—No. Y mamá tampoco, a no ser que no me lo haya dicho. —
Presionó el botón para abrir las puertas corredizas
—. Por favor, dime que fumas mentolados.—
—Mentolado Light. —
Tiffanyrebuscó en su bolsillo y sacó un paquete
arrugado. Taeyeon sabe que fumas, lo creas o no, pensó para sí, acordándose
de la conversación que había tenido con la escritora el día de la fiesta de
graduación de Jiwoong. Qué demonios. Tiene dieciocho años. Si quiere fumar,
esto no se lo va a impedir
—. Sírvete —
dijo, alargándole el paquete.
Jiwoong agarró el cigarrillo y se sacó un mechero del bolsillo.
—Gracias. —
Chasqueó el encendedor y esperó a que Tiffany encendiese el
suyo antes de imitarla
—. Oh, eso está mejor —
dijo mientras exhalaba
—. Estaba a punto de volverme loco ahí dentro yo solo.—
—Me lo imagino. Hace un par de años unas amigas y yo íbamos de bares y el
tío que conducía tuvo un accidente. Estuvimos en el hospital como seis horas.—
Aquella había sido la única experiencia adulta de Tiffany con los
hospitales, y en su mayor parte la recordaba tras una nube de alcohol
Sólo se rompió una muñeca.
—Debí haber traído el bolso de mamá —
dijo mientras se dirigía hacia el
muro decorativo que delineaba el jardín del hospital.
Tiffany le siguió y se
sentó a pocos centímetros de él.
—En momentos como ese, uno no se acuerda de esas cosas.—
—En cualquier caso, debí hacerlo. —
Jiwoong se quedó con la mirada perdida hacia el aparcamiento
—. Cuando llegué, querían su tarjeta del seguro y
también saber si era alérgica a algo. Yo no sé nada de eso. —Dio una calada
larga, encendiendo el extremo de su cigarrillo de un naranja brillante—. Soy
el hombre de la familia y no tengo ni idea de qué hacer.—
—¿Ya había ocurrido algo así antes?—
Jiwoong negó con la cabeza. Las lámparas de sodio apenas dejaban entrever
su perfil.
—Cuando papá tuvo el infarto no había nadie en casa. Taeyeon estaba en la
Universidad y yo en la escuela. Mamá nos dijo que ella llegó de la compra y
se lo encontró en la silla. —
Jiwoong siguió con la mirada fija en la nada
—. Taeyeon ya estaba en camino para cuando yo
me enteré de lo que pasaba. Entre las dos se ocuparon de todo.—
—En esa época tú eras muy joven, ¿no? —le preguntó la chica.
—Tenía once años. Pero estaba tan cabreado que
me pasé la mayor parte del tiempo llorando.
—Lanzó el cigarrillo a medio consumir describiendo una
parábola hacia la oscuridad
—Supongo que me hice a la idea de que ellas dos
siempre estarían ahí para hacerse cargo de todo. Mírame. Mi madre se está
muriendo y yo tengo que pedir ayuda a mi hermana por teléfono.—
—Tú no sabes si se está muriendo —
dijo Tiffany, aunque por lo poco que
sabía, el chico no iba desencaminado
—. Y sí te ocupaste de tu madre. Fuiste tú quien llamó a la ambulancia. —
Escuchó un sollozo ahogado e instintivamente se acercó un poco más a Jiwoong
—. ¿Y si no hubieras estado allí? —
Lo único que Tiffany recibió como respuesta fue otro sollozo
—. Yo sé lo que es tener una hermana mayor.—
—¿Ah, sí?
—Sí. —
Tiffany arrojó su cigarrillo al suelo y contempló cómo se quemaba
lentamente
—. Solía depender siempre de ella en todo, pero un día se marchó
y tuve que cuidar de mí misma. Sé lo que se siente. —
¿Por qué le estoy contando todo esto?
Al echar un vistazo al muchacho,
Tiffany obtuvo su
respuesta.
Porque sé cómo se siente en este momento y es el hermano de
Taeyeon.
Cuando ella se había sentido sola y asustada, no había nadie para
echarle una mano
—. Te comprendo —dijo en voz baja
—. ¿Quieres otro?—
—Ahora no, gracias —
contestó alejándose del muro.
Tiffany hizo lo mismo y
comenzó a caminar con él de vuelta al hospital.
Tanteando su bolsillo, calculó mentalmente cuántos cigarrillos le quedaban.
Como medio paquete. Tomó la
determinación de que seguramente él no fumaba mucho más que ella, sacó
cuatro cigarrillos y se los alargó
—. Toma. Por si te apetece uno más tarde.—
Sonrió al ver que él no despreciaba la oferta
—. Pero no le digas a tu hermana que te los he dado yo —añadió.
—Ni de broma—
dijo, metiéndose los cigarrillos en el bolsillo de la camisa
—.Gracias.—
Tiffany asintió y fue tras él recorriendo el pasillo de entrada. Al girar en la
esquina, vio que Taeyeon estaba en el recibidor hablando con un hombre que,
asumió, era el médico. Cuando Jiwoong les vio, recorrió el resto del camino a la
carrera para alcanzarles. Será mejor que espere aquí, pensó la chica para sí,
deteniéndose junto a la puerta de la sala que habían ocupado antes. Estaba a
punto de entrar cuando vio que Taeyeon y Jiwoong iban hacia ella. Espero que
tengan buenas noticias.
—¿Cómo está?—
—La van a ingresar —
dijo Taeyeon
—. Vamos a hablar aquí dentro.—
Los tres se sentaron en una de las esquinas de la sala de espera, colocando
sus sillas en forma de triángulo. En cuanto se sentó, Tiffany pudo advertir
cómo se producía un cambio en Taeyeon. La mujer de cabellos sedoso se sentó muy
erguida y su rostro no dejaba entrever emoción alguna. Cuando habló, lo hizo
con un tono perfectamente controlado.
—Van a llamar a un cardiólogo.—
—¿Ha tenido un infarto? —
preguntó Jiwoong, inclinándose hacia delante.
—No —contestó su hermana
—. El doctor Stevens dice que ha sido un edema
pulmonar. Estaba llena de líquido. La tienen en Vigilancia Intensiva y me ha
dicho que deberá quedarse unos días. —Taeyeon echó un vistazo a su alrededor
y después miró a Jiwoong
—. ¿Has traído el bolso de mamá?—
—No —dijo él
—. No se me ocurrió. El único número que me sé
de memoria es el tuyo.—
Taeyeon se levantó y fue hasta la mesita cubierta de revistas.
—Tenemos que llamar a la tía Elaine y al médico de mamá.
Seguro que tiene su nombre y su número en la agenda. —
A medida que hablaba, las manos de Taeyeon iban
acomodando perfectamente la montaña de revistas
—. Necesito sus papeles. Están en el cajón de arriba del mueble del estudio.
Ahí es donde guarda mamá todo lo del seguro y
la documentación importante.—
—Iré a buscarlos —dijo Jiwoong
—. ¿Me puedo llevar tu coche? He venido en
la ambulancia con mamá.—
—¿Estás seguro de que serás capaz? — preguntó Tiffany, atreviéndose a
hablar por primera vez en un buen rato —. Puedo llevarte yo, si te es más
cómodo.—
Taeyeon cesó sus movimientos compulsivos un momento y les miró a los dos.
—Buena idea. Jiwoong, así podrás traer el coche de mamá y Tiffany te seguirá
con el mío. Te haré una lista de las cosas que tienes que traer. —
Volvió a echar un vistazo a su alrededor
—. Necesito papel… Tiffany, hay una agenda
en mi guantera. ¿Te importa traérmela, por favor?—
—Claro. —
Con tal de resultar útil… Tiffany se levantó y palpó su bolsillo para
asegurarse de que las llaves seguían allí
—. En seguida vuelvo.—
Salir a la calle permitió a Tiffany el tan necesitado tiempo que requería para
pensar. A pesar de que no sabía gran cosa sobre lo que le pasaba a la madre
de Taeyeon, suponía que era algo serio y que los siguientes días serían una
auténtica locura.
Seguramente querrá llamar a Jessica para que esté con ella.
Es mucho mejor que yo para estas cosas.
Cuando llegó al coche, Tiffany
abrió los seguros y encontró rápidamente la agenda. Será mejor que me
asegure de que tiene un boli, por si necesita escribir algo. Abrió el broche y
abrió la agenda, para descubrir que allí había tanto un lápiz como un
bolígrafo, cada uno en su compartimiento. Debí haberlo supuesto,
tratándose de ella. Cuando iba a cerrar la guantera, descubrió un rollo de
monedas pequeñas. Podría necesitarlas para el teléfono o para sacar café de
la máquina. Tras meterse el rollo en el bolsillo, Tiffany cerró el coche y
emprendió el camino de regreso al hospital.
Al llegar, encontró a Taeyeon y Jiwoong en la sala de espera.
Con un vistazo rápido,
vio que todas las revistas de la sala estaban en pilas
perfectamente
distribuidas y colocadas en varias de las mesas.
—Ya la tengo —
dijo, mostrando la agenda
—. También te he traído unas
monedas que tenías ahí por si las necesitas.—
—Buena idea —
convino Taeyeon alcanzando la agenda y el cambio. La escritora
abrió el cuadernillo inmediatamente y empezó a pasar páginas
—. Tengo que
llamar a la hermana de mamá y contarle lo que ha pasado.
También debería ir
a cancelar la entrega del periódico mientras ella esté aquí. —
Se detuvo un momento para frotarse los ojos
—. Hay mucho que hacer.
Alguien debe encargarse de Jiwoong y de la casa.—
—Yo puedo cuidarme solo —
protestó el adolescente
—. Puedo recoger el periódico por las mañanas y también el correo.—
—Déjale ayudar —
imploró Tiffany en voz baja
—. Tú ya tienes bastantes cosas que hacer.—
—No, él no debería hacerlo.
Yo puedo encargarme de todo —dijo Taeyeon,
encontrando la página que andaba buscando
—. Será mejor que empiece a hacer llamadas.—
—Le llevaré a casa y volveremos lo antes posible, ¿de acuerdo? —
preguntó Tiffany.
—¿O quieres que nos quedemos hasta que llegue Jessica?—
—No, váyanse ya. Yo estaré bien.—
A pesar de la confianza que mostraba la voz de Taeyeon, Tiffany no le daba
plena credibilidad. Pensó insistir por un momento, pero al final asintió con la
cabeza.
—Como quieras. No tardaremos mucho.—
El trío caminó hasta el recibidor, deteniéndose en el momento en que Taeyeon
alcanzaba el teléfono de monedas.
Sin estar muy segura del por qué,
Tiffany alargó la mano
y dio un leve apretón al hombro de Taeyeon.
A continuación de
acercó a ella
y susurró al oído de la escritora.
—No tardaremos.
Entonces, sintió una mano aferrando la suya.
—Gracias —
dijo Taeyeon
—. Muchas gracias.—
—No me las des. Para eso están los amigos, ¿no? —
preguntó Tiffany,
apretándole el hombro una última vez
antes de dirigirle un gesto a Jiwoong
—. ¿Estás listo?—
—Sí. Oh, espera. —
Se tanteó los bolsillos y frunció el ceño
—. Con las prisas se me olvidó coger las llaves.—
—La del anillo verde es la de la entrada —dijo Taeyeon
—. Nunca devolví mi llave cuando salí de la escuela. —
La mujer de sedoso cabello se giró y
empezó a echar monedas en el teléfono
—. Que no se les olviden los papeles
del cajón.—
—Tranquila —dijo Tiffany,
dándose media vuelta y echando a andar por el
pasillo detrás de Jiwoong.
***
El paseo hasta el aparcamiento fue silencioso, excepto en el momento en que
Tiffany indicó dónde estaba el Jeep. Una vez dentro y con el motor en
marcha, sacó un cigarrillo y lo encendió.
—Parece que el otoño ha llegado pronto este año, ¿eh?—
—Así es —
contestó Jiwoong
—. Será mejor que saque mi chaqueta de deportes
lo antes posible.—
—¿En qué deporte te la dieron? —
preguntó, sin perder de vista el tráfico,
mientras salían del aparcamiento
—. ¿Por dónde voy?—
—A la izquierda. Fue en atletismo, igual que Taeyeon.—
Tiffany fue hacia donde él le había indicado y pronto se encontraron
rodeados de coches.
—No sabía que le gustaban los deportes.—
—La verdad es que no creo que le importara mucho entrar en el equipo
universitario. Es una de esas cosas que hizo porque sus amigas también lo
hacían.—
—¿Y tú también lo hiciste por eso?—
—Pues… no soy un genio como Taeyeon. Ella sacaba sobresalientes todo el
tiempo. Yo me conformaba con que me dieran una beca de atletismo. Pasé
sin pena ni gloria. ¿Y tú?—
Al ver las gotas que empezaban a formarse en el cristal, Tiffany puso en
marcha los limpiaparabrisas.
—Em… yo no terminé el instituto.—
—Oh —dijo él
—. No lo sabía. Una mierda mayúsculo, ¿no?—
—Algo así —
contestó ella antes de darle una buena calada a su cigarrillo
—.Nunca fui del tipo de gente que sigue las reglas.—
Jiwoong soltó una risotada.
—Tiene gracia que te lleves tan bien con mi hermana.—
—Ya… —
Tiffany no estaba segura de cuánto sabía el chico sobre la vida de
su hermana
—. Sólo somos compañeras de piso.—
—¿Sabes? Así es como mamá solía llamarlas cuando yo era pequeño. Como si
no fuera capaz de entender que mi hermana es homoual. —
Jiwoong rió de nuevo
—. Me quería hacer creer que tan sólo vivían juntas y que la traía a casa cada
vez que venía. Fue más o menos cuando tenía quince años… las vi pelearse y
les dije que se besaran e hicieran las paces. Parecía que Taeyeon se había
tragado un chile y Jessica simplemente se empezó a reír a carcajadas de ella.—
Suspiró y apoyó la cabeza contra la ventanilla
—. A veces creo que Taeyeon todavía me ve como a un crío.—
En ese momento, rebuscó en su bolsillo y sacó uno de los cigarrillos que
Tiffany le había dado antes. Ella, por su parte, empezó a plantearse la idea
de corregirle una vez más acerca de la naturaleza
de su relación con Taeyeon,
pero decidió que,
por el momento,
no tenía mayor importancia.
—¿Tengo que girar en algún sitio?
—Pasa otras tres farolas y a la derecha. —
Dirigiéndose a un lado de la
carretera, Tiffany siguió las indicaciones,
girando y girando hasta que Jiwoong
señaló una de las casas en lo más alto de la colina
—. Esa es. Puedes aparcar
en el camino de acceso, pero no tapes el garaje. Mi coche necesita un
embrague nuevo, pero el de mamá va bien.—
Tras entregarle las llaves a Jiwoong, Tiffany le siguió al interior de la vieja
casona. Se detuvo justo en la entrada, echando un vistazo a la multitud de
fotografías enmarcadas que cubrían las paredes.
En lo que supuso era un
retrato de la escuela,
contempló a una Joven Taeyeon
con coletas y tirantes sonriéndole.
Pasó de una foto a otra, viendo, conforme pasaban los años,
cómo Taeyeon se transformaba de
una jovencita marimacho a una
auténtica belleza de instituto,
para terminar como graduada universitaria.
En la pared opuesta, Tiffany descubrió un espacio similar
para las fotos de Jiwoong, quien
en ese momento estaba abriendo un par de puertas correderas.
—Éste es el estudio —
dijo
—. El cajón del escritorio está abierto. Yo voy a
por el bolso y las llaves de mamá.—
—Ok. Yo tomare los papeles.—
Tiffany le vio subir las escaleras antes de entrar en el estudio y ponerse al
frente del escritorio de madera. Tal y como le había dicho, el cajón no
estaba cerrado con llave, lleno a rebosar de gruesas carpetas. Sin estar muy
segura de cuál era la que necesitaba, Tiffany las sacó todas.
Bueno, a ver cómo me llevo todo esto, pensó para sí. Una rápida mirada en
derredor le hizo descubrir una cartera desgastada cerca del escritorio.
Tras varios intentos, consiguió acomodar dentro las carpetas. Listo. Al
menos sé que tengo la que necesitan. Tras escuchar que Jiwoong seguía
ocupado en el piso de arriba, Tiffany se tomó un minuto para inspeccionar la
habitación. Un armario iluminado en la esquina dejaba ver una gran variedad
de orlas y trofeos. Al mirar con más detenimiento, se dio cuenta de que la
mayoría eran del padre de Taeyeon, pero uno de los estantes soportaba una
hilera de trofeos perfectamente organizados que proclamaban a Kim Taeyeon
como campeona de un torneo tras otro.
Me pregunto si mi madre guardó alguna de las cosas que hicimos en la
escuela. En la pared contigua al armario de trofeos, todos los diplomas del
periodo de instituto y de la universidad de Taeyeon lucían orgullosamente en
sus marcos ornamentados. A su alrededor, estaban otros premios que Taeyeon
había ganado a medida que crecía. Tiffany se inclinó hacia delante y rozó con
los dedos el marco del título del instituto.
Mira lo orgullosos que están de ti,
Taeyeon.
Aunque ya no vives aquí, siguen teniendo todas estas cosas a la vista.
Seguro que tienen un papel con el contorno de tu mano por ahí en alguna
caja. Allí sola en el estudio, Tiffany juró que podía sentir el amor del
matrimonio Kim por sus hijos. Sois muy afortunados, pensó la rubia. En
ese momento, oyó que Jiwoong bajaba las escaleras, así que agarró el maletín
y apagó la lámpara.
—¿Los has encontrado? —
le preguntó el muchacho al llegar al último peldaño.
—Creo que sí. Sencillamente he cogido todas las carpetas del cajón de
arriba.—
Tiffany le mostró el maletín.
—Bien pensado. Creo que ese era el maletín de papá.—
—Oh, no lo sabía —
se disculpó Tiffany.
—Tranquila. No es como que lo usemos demasiado —
dijo él
—. Había pensado llevármelo a la universidad
si mamá no me compraba uno nuevo.
Tráetelo. Tal vez a Taeyeon le guste ver algo de mi padre.—
Cuando llegaron de nuevo al hospital, Taeyeon estaba sentada en la sala de
espera inclinada sobre la agenda.
—Ya estamos aquí —
dijo Jiwoong para anunciar su llegada. Acto seguido, fue
hasta una de las sillas y se dejó caer sobre ella, emocionalmente exhausto
por los acontecimientos del día.
—Bien.—
Taeyeon levantó la vista, sorprendida al ver el maletín en la mano de su
compañera de piso.
—No sabía qué carpeta querías, así que he traído todas las que encontré —
le explicó Tiffany alargándole su carga.
Taeyeon dejó el maletín sobre la mesa y lo abrió.
—Podrías haberlas mirado para ver qué tenían —dijo la escritora mientras
empezaba a hacer eso mismo
—. Esta tiene toda mi documentación
importante y apuesto a que ésta es la de Jiwoong. —
Un rápido vistazo confirmó su sospecha.
—Ya, bueno… supuse que sería mejor que lo hicieras tú —dijo Tiffany al
tiempo que se acercaba una silla. No me corresponde a mí cotillear el las
pertenencias personales de tu familia. Taeyeon abrió una de las carpetas más
grandes y hojeó lo que contenía
—. ¿Quieres un chocolate caliente o un café
de la máquina? —
le preguntó, más que nada por sentirse útil mientras
esperaban.
—No, ahora no, pero gracias —
dijo Taeyeon sin levantar la vista de lo que
estaba haciendo.
—¿Has podido ver a tu madre?
—Sólo un momento. Está descansando. —Taeyeon se detuvo y miró a Tiffany
—. Ahora sé por qué Jiwoong estaba tan preocupado.
Parece haber engordado casi 10 kilos.
El médico me ha dicho que es por el líquido que recorre su
organismo.—
—Pero podrán solucionarlo, ¿no?—
—Creen que sí. Dijo que depende de cómo
responda a la medicación que le están dando. —
Taeyeon intentaba hablar con confianza, pero había algo en su
voz que hizo pensar a Tiffany que su compañera de piso ocultaba algo.
—¿Has llamado ya a Jessica?
Taeyeon negó con la cabeza.
—He llamado a los familiares, pero les he pedido que no vengan hasta saber
algo más. Supuse que llamaría a Sica sólo si las cosas empeoraban. Vas a
quedarte conmigo un poco más, ¿verdad?—
Tiffany asintió, complacida secretamente de que Taeyeon la quisiese allí.
—Me quedaré todo el tiempo que quieras.—
Se sorprendió al sentir la mano de la escritora tocándole la rodilla.
—Gracias —
dijo Taeyeon
—. Me alegro de que estés aquí. —
Acto seguido, devolvió su atención a los papeles
y lanzó un sonoro suspiro
—. Será mejor que siga con esto. Por suerte, mamá lo tenía todo organizado.
Estos de aquí son los documentos del seguro.
Los de la bolsa son todo lo del abogado y la
casa.—
Apartó varias hojas y las dejó a un lado.
—Oye, ¿por qué no te relajas unos minutos? —propuso Tiffany.
Taeyeon negó con la cabeza.
—No puedo. Tengo que encargarme de todo. —
Echó un vistazo a su hermano por encima del hombro
—. No puedo pedirle a él que lo haga.—
—Ya no es un niño, ¿sabes? —l
e recordó la joven
—. En unas semanas entrará a la Universidad.—
—Así es —
afirmó Taeyeon
—. ¿Cómo me las voy a arreglar? Alguien tiene que
quedarse con ella ahora. —
Comenzó nuevamente a mirar los papeles
—. ¿El seguro cubre la asistencia a domicilio?—
En ese momento, Tiffany se sintió extrañamente fuera de lugar. Los
hospitales eran sitios que uno visita muy de vez en cuando, y lidiar con la
posible pérdida de un familiar no era algo de lo que tuviera que preocuparse.
Por un instante, dejó vagar su mente, preguntándose si sus padres seguirían
con vida. Esa idea derivó de forma natural en su hermana mayor y Tiffany se
perdió en otra época hasta que Taeyeon llamó su atención.
—Perdona, ¿qué decías?
—Te preguntaba si no te importaría traernos algo de la máquina. Creo que
me vendría bien algo fuerte en este momento.—
—¿Chocolate caliente o café?—
—Mmmm… cafeína y azúcar o chocolate con cafeína y azúcar. Mejor el
chocolate.—
—Vale —
dijo Tiffany, incorporándose
—. Jiwoong, ¿quieres algo?—
—Café con leche y azúcar, por favor —respondió él.
—Enseguida vuelvo —
susurró a Taeyeon, recogiendo el puñado de monedas que
ella le alargaba.
Será mejor que yo también me tome un café.
Me da que nos espera una noche muy larga.
***
Tiffany no se equivocaba en su apreciación de la noche que tenían por
delante.
Ya eran más de las dos, y Taeyeon no mostraba signos de querer
abandonar el hospital.
En varias ocasiones, los hermanos Kim entraron a
ver a su madre mientras ella se quedaba vigilando sus pertenencias en la
sala de espera. En aquel momento, Jiwoong estaba profundamente dormido,
tumbado sobre varias sillas, y Taeyeon seguía inspeccionando la documentación
familiar.
—A lo mejor deberías dormir un poco —
dijo Tiffany al ver a su compañera
de piso ahogar otro bostezo.
—No. Quiero estar aquí por si mamá se despierta.—
—Han dicho que seguramente eso no ocurrirá hasta mañana.—
—Ya se han equivocado antes. No quiero que se despierte ahí sola —
contestó Taeyeon con severidad.
—Por lo menos date un respiro con todo eso de los papeles. —
Alargó una taza de humeante chocolate a Taeyeon
—. La última se te quedó fría antes de
que dieras un sorbo.
Recuéstate un minuto y bébete esto. —
Visto que la sutilidad no estaba dando resultados,
Tiffany levantó la taza y la puso en la
mano de su compañera
—. Bebe.—
—Yo no…—
—Bebe —
repitió Tiffany con voz firme.
Su persistencia dio fruto y Taeyeon
agarró por fin el vaso, vaciando la mitad del contenido
de un solo trago y
dejándola sobre la mesa.
—¿Contenta?—
—Sí. —
Y en realidad, Tiffany estaba contenta de que Taeyeon le hiciese caso.
No era el rol que la rubia jugaba normalmente y esperaba ser capaz de
apoyar a su amiga Taeyeon en todo lo necesario.
Tras echar un vistazo al
adolescente que descansaba al otro lado de la sala,
Tiffany recordó la charla
que habían tenido en el coche
—. Taeyeon, Jiwoong puede hacerse cargo de las
cosas de la casa de tu madre mientras ella esté aquí.—
—Yo me encargo de eso —
afirmó la mujer de pelo oscuro sin levantar la
vista de la pila de papeles
—. Él ya tiene bastante con prepararse para la
Universidad.—
—¿Qué le falta por hacer? Ya se ha graduado del instituto y le han
aceptado donde quiera que vaya a ir.—
—En Union. Le han aceptado en Union.—
—Pues en Union. Así que, ¿de qué más tiene que ocuparse? ¿De meter en la
maleta las cosas que necesita llevarse a la residencia? Eso no le impedirá
recoger el periódico y el correo por las mañanas. Estoy segura de que, de
hecho, ya lo hacía con tu madre en casa. Ya no es un crío.—
—No le corresponde ocuparse de esas cosas. —
Taeyeon cogió el bolígrafo y
garabateó una nota en su agenda
—. Lo tengo todo controlado.—
—Como quieras. —
Tras dejar escapar un suspiro, Tiffany se dio por vencida
y se recostó en la silla. Eres demasiado cabezota para mí.
—¿Dónde está…? —
Taeyeon rebuscó entre los papeles
—. No la encuentro.—
—¿Qué no encuentras?—
—La otra póliza de mamá. Debe tener un seguro adicional que cubra los
servicios que no entran en los del Ejército. No la encuentro, pero tiene que
estar por aquí.—
—¿Estás segura de que la tiene?—
—Pues claro. Cuando papá se jubiló, las contrató él mismo.
A lo mejor estánen la carpeta de su documentación. —
Taeyeon abrió el maletín y sacó la
carpeta grande de color Manila
—. Por eso Jiwoong no puede hacerse cargo de
estas cosas. Él jamás habría pensado en los seguros adicionales.—
—A mí tampoco se me habría ocurrido, la verdad —admitió Tiffany.
—Ya, bueno, yo debí haber caído en la cuenta antes, pero… ah, aquí está. En
la carpeta de papá. —
Taeyeon meneó la cabeza
—. No puedo creer que a mamá no se le ocurriera ponerla en la suya.—
Yo no puedo creer que alguien tenga una carpeta, pensó Tiffany. No pudo
ocultar su sorpresa cuando Taeyeon dejó el bolígrafo sobre la mesa y se
recostó en la silla, ya que esperaba que su compañera de piso pasara toda la
noche enterrada bajo aquella montaña de documentos.
—Bueno, ya está. Sólo tengo que llevar los números de la póliza a la oficina
de pagos y mamá podrá estar tranquila hasta que esto acabe.—
—¿Quieres entrar a verla otra vez? Si quieres, yo me quedo a vigilar tus
cosas.—
Taeyeon no pudo contener a tiempo un bostezo.
—Oh, perdona. ¿Qué hora es?—
—Casi las dos y media.—
—Por suerte, mañana empieza el fin de semana. Me sentiría tremendamente
culpable si tuvieras que levantarte mañana temprano y trabajar todo el día
con Donghae.—
—Lo haría, en caso necesario —
dijo Tiffany
—. Ve, anda. Si se despierta tu hermano, le diré dónde estás.—
Taeyeon le dirigió una sonrisa de agradecimiento.
—Gracias. No tardaré mucho.—
—Tarda todo lo que quieras.—
Tiffany vio a su compañera de piso abandonar la sala de espera y recorrer el
pasillo antes de subir los pies a la mesa y buscar una posición lo más cómoda
posible en su silla de plástico.
Otro motivo por el que detesto las salas de espera. Estas sillas son una
mierda.
Tiffany bostezó y se frotó los ojos.
Podría quedarme dormida en este mismo momento.
No puedo creer lo cansada que estoy.
Sólo voy a cerrar los ojos un momento mientras ella no está.
Minutos después, estaba profundamente dormida.
Tiffany se despertó de golpe al sentir que alguien le tocaba el hombro.
—¿Tiffany? Tiffany, despierta.—
—¿Qué? —
Incorporándose,
la joven rubia se frotó los ojos y se tomó unos
segundos para recordar dónde estaba
—. Oh, Taeyeon, lo siento. Me he quedado frita.—
—Ya lo suponía. He tardado casi una hora en volver.—
Tiffany apartó las piernas para que Taeyeon pudiera ocupar su asiento.
—¿Qué tal está? —
preguntó, intentando todavía despertarse completamente.
—Se ha despertado un poco. —
Taeyeon dirigió una mirada a su hermano, quien
aún estaba dormido
— Parece tan débil… y no podía dejar de toser. El
médico ha dicho que es buena señal.—
—¿Qué? ¿Qué se le vayan a salir los pulmones por la boca?—
—De hecho, sí. Me ha dicho que eso quiere decir que la medicina que le han
dado está haciendo efecto. El líquido está saliendo de los pulmones y por eso
tose.—
—Y eso es bueno, ¿no?—
—Eso dicen. —
Taeyeon suspiró y negó con la cabeza
—. Mi mamá me ha dicho que se siente demasiado mal como
para soportar las pruebas y las preguntas
de los médicos. Dentro de un rato la van a llevar a la UCC.—
—¿La UCC?—
—Es la Unidad de Cuidados Cardiacos. Quieren tenerla allí unos días hasta
que expulse el líquido y al parecer va a haber un cardiólogo vigilándola. —
Entonces, echó un vistazo a su hermano
—. Él era sólo un niño cuando papá murió.—
—Ahora ya no es un niño —
dijo Tiffany
—. Es consciente de lo que está pasando.—
—Lo sé —
convino Taeyeon. Una tosecilla educada les hizo girar la cabeza hacia
un hombre alto que llevaba una impoluta bata blanca de laboratorio—.
Enseguida vengo. —
Taeyeon salió al pasillo y habló un rato con el hombre.
Minutos después, volvió a entrar en la sala
—. Dicen que lo mejor es que nos
vayamos a casa y regresemos mañana.
Será mejor que le despierte. Puede dormir en el sofá.—
—¿Quieres decir que vas a traértelo a casa?
—Lo más probable es que no quiera estar solo —
razonó Taeyeon
—. En momentos como éste, la familia deber permanecer unida.—
Yo no sé nada de eso de permanecer unidos, pensó Tiffany con pesadumbre.
Pero supongo que así se comportan las familias normales.
—¿Entonces nos vamos a casa y tú vuelves mañana?—
—En cuanto me despierte. No quiero que mamá esté aquí sola mucho tiempo.—
Taeyeon se arrellanó en la silla y exhaló lentamente
—. No puedo creer que esté pasando esto. —
Sus dedos atraparon con rapidez una lágrima que
empezaba a recorrer su mejilla
—. S… sólo tiene cincuenta y cuatro años.—
Tiffany se dio cuenta en seguida
que el control que Taeyeon había estado
manteniendo toda la noche amenazaba con desmoronarse.
Sin saber qué otra
cosa hacer, abrió los brazos
y dejó que la inestable mujer se abrazara a ella.
—Todo saldrá bien —
susurró, recorriendo lentamente
la espalda de Taeyeon con su mano.
Sintió que el cuerpo que sostenía empezaba a temblar a medida
que las lágrimas fluían.
Oh, no, ahora sí que está llorando de verdad
—. Shhh, Taeyeon, vamos. Todo va bien. Tu madre se va a curar. Shhh… —
Tiffany no estaba segura de cuál de las dos empezó a mecerse,
pero tampoco hizo nada por detener el tranquilizador movimiento.
Empleó su mano derecha para
cubrir la cabeza que descansaba sobre su pecho mientras que seguía
acariciando la espalda de Taeyeon con la izquierda
—. Todo irá bien. —
Tiffany
sabía cómo manejar la ira, pero la tristeza era algo diferente.
Y dado que quien estaba triste era una de sus mejores amigas,
se sintió todavía más indefensa
—. No sé qué más puedo hacer —susurró, dejando descansar su
mejilla contra la frente de Taeyeon.
Sintió la humedad de las lágrimas
traspasar su camiseta y la presión
casi dolorosa de las manos de Taeyeon en su espalda.
¿Qué diablos puedo decirle?
Los minutos pasaron y ella siguió abrazando a su amiga.
Al advertir un movimiento por el rabillo del ojo,
Tiffany alzó la vista cuando Jiwoong se incorporaba frotándose los ojos.
A continuación, miró a su hermana con gesto preocupado
—. Tranquilo, ella está bien —
informó Tiffany al joven para tranquilizarle
—. ¿Taeyeon? —susurró
—. ¿Taeyeon? Jiwoong se ha despertado. —
Tal y como esperaba, la escritora se
apartó de ella y se irguió en la silla,
haciendo enormes esfuerzos para recuperar la compostura.
—Lo siento —dijo Taeyeon,
rebuscando en uno de sus bolsillos
hasta dar con el pañuelo
—. Supongo que necesitaba una buena llorera. —
Se secó los ojos y miró a su hermano
—. Van a llevar a mamá a la UCC y nos han sugerido que
nos vayamos a descansar y volvamos mañana.—
Jiwoong bostezó y se levantó, desperezándose aparatosamente para
desentumecer los músculos tras estar tanto rato tumbado sobre las sillas.
—Ahh… pensaba que no me iba a dormir.—
—No te preocupes por eso —dijo Tiffany
—. Yo también me he desconectado un rato. —
Echó un rápido vistazo a los cercos de lágrimas que decoraban la
parte delantera de su camiseta y miró a Taeyeon
—. ¿Nos vamos?—
—Sí —dijo Taeyeon,
devolviendo la mayoría de los documentos al maletín antes
de cerrarlo
—. Voy un momento a recepción para darles los datos del seguro
de mamá y listo. Jiwoong, ¿quieres pasar por casa y recoger algo de ropa o
prefieres esperar hasta mañana?—
—¿Recoger mi ropa? Puedo quedarme en casa mientras mamá está aquí —
dijo con firmeza y mirando a Tiffany en busca de ayuda.
—Em… Taeyeon, ¿puedo hablar contigo un momento? —Tirando suavemente del
codo de la escritora, Tiffany se dirigió al otro extremo de la sala
—. Él no quiere quedarse con nosotras —dijo en voz baja
—. ¿Por qué no le dejas quedarse solo?—
—Es demasiado jo… —
Taeyeon se detuvo, contemplando el rastro de barba que
cubría parte del rostro de su hermano.
—No es demasiado joven —le recordó Tiffany.
Taeyeon suspiró y asintió a regañadientes.
—Ok. —
Acto seguido, se volvió hacia Jiwoong
—. Entonces nos vemos mañana.
Asegúrate de cerrar con llave todas las puertas y que nadie que no sea de la
familia sepa que estás solo en casa.—
Jiwoong inclinó la cabeza y miró a su hermana.
—No tengo doce años, ¿sabes?—
—Lo sé. —
Taeyeon fue hasta él, le puso las manos sobre los hombros y sonrió
con aire pensativo—. Pero por muchos años que cumplas, siempre serás mi
hermanito pequeño y me preocuparé por ti, ¿vale? —preguntó, alborotándole
el ya de por sí cabello—. Tú ganas. Nos vemos mañana. Conduce con
cuidado.—
—Siempre lo hago.—
—Por eso tienes ya una multa por exceso de velocidad. A mí no me pusieron
una hasta que pasé los veinte.—
—¿Qué puedo decir, hermanita? —dijo él sonriendo
—. Supongo que me he
desarrollado antes que tú. —
Se sacó las llaves del bolsillo
—. Mañana traeré la colcha de mamá.—
—Buena idea. Seguro que le alegrará tener algo suyo aquí. —Taeyeon le dio un
golpecito en el brazo y miró a su hermano mientras éste abandonaba la sala
de espera. Después se giró hacia Tiffany y, con un gesto, le indicó que ellas
también debían irse ya a casa.
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