Capítulo Treinta y Tres

CORAZÓN DE CRISTAL (ADAPTACIÓN TAENY)

Hoy toca terapia ✍(◔◡◔)

*

*

 

 

 

—Me está volviendo loca —refunfuñó Tiffany, dejándose caer en el puff

¿Conoces a esa petarda?

 

Jessica, que se había pasado la mayor parte de la semana hablando con Taeyeon

por teléfono sobre su tía, su libertad de espíritu y cómo le había puesto la

casa patas arriba, esperaba recibir algún tipo de queja por parte de Tiffany,

pero no aquélla. Apenas la había saludado antes de empezar a despotricar de

la mujer.

 

—¿Y concretamente qué es lo que te molesta de ella?

 

—Todo —

farfulló Tiffany, pasándose los dedos por el pelo

—. Yo pensaba que Taeyeon era un fastidio a veces, 

pero esta mujer me saca de quicio.

¿Sabes que Taeyeon siempre tiene respuesta

para cada jodida pregunta de cada jodido juego?

 

Jessica asintió, familiarizada con la situación.

—¿Y eso te incomoda?

 

—No tanto como cuando Helen, la enciclopedia andante, lo hace. La pregunta

era qué presa era, no cuándo se construyó y toda la historia. Pues Taeyeon va y

dice Hoover y Helen salta con cómo eso dio lugar a Boulder City y así un

buen rato. —

Tiffany se estaba disparando, por lo que interrumpirla quedaba

fuera de lugar

—. Dijera lo que dijera Taeyeon, ella empezaba a hablar hasta

que la conversación no tenía nada que ver con lo que era al principio.

Va a volverla loca. —

Tiffany miró de soslayo a Jessica

—. Sí, lo sé, no podemos hablar de Taeyeon.

 

Jessica asintió y abrió el cuaderno de la joven.

—Por lo que veo, ha sido una semana muy intensa.

 

—En casa, en el trabajo, en todo. —

Arrellanándose para adaptar la forma

del puff a su cuerpo, Tiffany entrelazó los dedos detrás de su cabeza y dejó

la mirada perdida

—. Como si no tuviera ya bastante con lo de su madre, que

por cierto cada día que tiene que estar en el hospital se vuelve más zorra…

 

 

A pesar de que la regla de no hablar de Taeyeon parecía haberse evadido

nuevamente, Jessica dudó si interrumpir a la joven, ya que aquella era una de

las líneas de pensamiento más largas que Tiffany había compartido con ella

hasta la fecha

 

 

―Apuesto a que ni siquiera ha escrito una página desde que llegó ella… y eso

que se ha bajado el ordenador a la sala. Está justo debajo de mi cuarto,

pero todavía no la he oído teclear. —

 

La rabia y el nerviosismo presentes en la voz de Tiffany

en el momento de entrar parecían estar disipándose,

reemplazados por un tono mucho más suave y reflexivo

—. ¿Sabes que nunca lo había pensado? —

Sonrió

—. El baño está entre medias de nuestras habitaciones,  

pero cuando las dos abrimos las puertas del balcón, 

puedo oír cómo escribe.

 

 

—¿Y por qué crees que te gusta escucharla? —aventuró Jessica.

 

—No sé… —

Tiffany se encogió de hombros con su aire habitual

—. Supongo que me recuerda que está ahí al lado.

 

 

—¿Al igual que estaba tu hermana cuando eras pequeña?

 

—Algo así. —

La joven estiró las piernas y las cruzó a la altura de los tobillos

— Es diferente a cuando escuchaba a Michelle. No sé cómo explicarlo.

 

Jessica, tras hojear una o dos páginas mientras Tiffany hablaba, levantó la

vista.

 

—¿Quieres hablar sobre este sueño?

 

Una expresión de sorpresa cruzó el rostro de Tiffany, quien inmediatamente

frunció el ceño.

 

—La verdad, no. Ni sé para qué me molesté en escribirlo. Es una tontería.

 

—Es la primera vez que mencionas haber tenido un sueño erótico —

apuntó la terapeuta

—. Además, creo que es importante el hecho de que te

despertaras durante los juegos preliminares.

¿Habías soñado cosas así antes?

 

—No pienso discutir mi vida ual, o la falta de ella, contigo —

dijo Tiffany con firmeza,

apretando la mandíbula y cruzándose de brazos

—. Hablemos de otra cosa.

 

—Buscando un tema más seguro, ¿eh? Bien.

¿Fuiste a la reunión del martes por la noche? 

 

La falta de respuesta y la mueca de Tiffany fueron significativas

 

—. Ya veo. Esas sesiones están ahí para ayudarte, Tiffany. No

te las recomendaría si pensara que no van a servirte de nada.

 

—A mí no me hace falta sentarme a escuchar las desgracias de nadie —

manifestó la chica

—. Además, estaba ocupada con Taeyeon y la chalada de su tía.

 

Jessica dejó pasar el comentario, rehusando morder el anzuelo y regresar así

al tema tabú.

 

—Nunca deberías estar lo bastante ocupada como para cuidar de ti, y eso es

para lo que sirven esas reuniones. No puedo obligarte a asistir, pero sí te lo

sugiero.

 

—Esta bien, mamá —

surgió la irónica respuesta, seguida de un resoplido

—. De hecho, si tú fueras mi madre, estarías demasiado borracha como para saber

lo que hago o dejo de hacer. —

Hubo un largo silencio antes de que Tiffany siguiese hablando

—. A Michelle tampoco es que le hiciese mucho más caso, pero

siempre que íbamos a enseñarle algo de la escuela o algo así, nos ignoraba.

 

—No daba importancia a las mismas cosas que ustedes —dijo Jessica

—. ¿Y cómo te hacía sentir eso?

 

—Michelle y yo lo odiábamos, claro.

 

No. No te he preguntado cómo se sentía Michelle.

¿Qué sentías cuando

llegabas a casa con algo que querías que tu madre admirara y no lo hacía?

 

Tiffany pensó en ello un momento, abriendo la boca para decir algo y

cerrándola de nuevo. Una leve sonrisa curvó la comisura de sus labios.

 

—Iba a decir que jodidamente mal, pero creo que en realidad

me sentía herida. —

Volvió a ponerse las manos detrás de la cabeza

—. Dolía pensar que todos los demás niños se iban a casa

con madres que les querían 

y les prestaban atención y la mía no era igual. —

Tiffany tomó aire profundamente

 

—. No sé por qué. —

Las palabras, tanto tiempo guardadas en su interior,

salieron por fin de forma tenue mientras que ella rehusaba dejar de mirar

el techo

 

—. Llegué a casa con el primer lugar en clase de arte y ella lo tiró a

la basura.

Cuando saqué noventa y cinco en una de las pruebas preliminares,

Taeyeon lo pegó con un imán a la nevera. —

Los ojos de Tiffany parpadearon con

rapidez en un vano intento por eliminar las lágrimas que empezaban a

formarse en ellos

—. ¿Has oído eso de que uno nunca sabe lo que tiene hasta

que lo pierde?

 

—Sí.

 

Tiffany aspiró profundamente.

 

—Supongo que es igual de cierto que uno no sabe lo que se ha estado

perdiendo hasta que lo tiene.

 

—¿O sea? —inquirió Jessica.

 

—O sea que… —

Incorporándose, Tiffany levantó las rodillas y apoyó en ellas

los brazos

—. Desde que Michelle desapareció, nadie se había preocupado por

mí. —

Las emociones empezaban a traducirse en el rostro de Tiffany a

medida que intentaba poner orden en sus pensamientos

—. He tenido amigas, pero ninguna tan cercana, 

no como Taeyeon. —

 

 

La joven lanzó una leve carcajada y miró a Jessica

—. Ya se me había olvidado lo que se siente cuando

le importas a alguien.

Cuando le interesa lo que pasa en su vida. Cuando…

 

 

—Cuando alguien pega tu examen con un imán a la nevera —concluyó Jessica.

 

—¿No te parece estúpido? —le preguntó Tiffany

—. Me pongo en plan ñoño

sólo con que Taeyeon haya hecho eso. —

Se limpió los ojos para impedir que las lágrimas empezaran a caer.

 

 

—Hace mucho tiempo que nadie se ha dado cuenta de tus habilidades y

logros. —

Jessica dejó el cuaderno a un lado y se inclinó hacia delante

—. Hace mucho tiempo que no permites que nadie se acerque a ti lo suficiente

como para que le importes. Te escondes en tu caparazón intentando aislarte de

todo, pero muy dentro de ti eres consciente de que ese caparazón es un

lugar muy frío.

 

 

—Ahí dentro nadie puede hacerme daño —

afirmó Tiffany sin demasiado entusiasmo.

 

—Si no corres el riesgo de que te hieran, vas a perderte el placer de que te

amen.

Es lo que implica vivir, en lugar de sólo existir.

 

—¿Cómo demonios me has metido ese topicazo? —

gruñó Tiffany

—. Estábamos hablando de la insoportable tía de Taeyeon.

 

 

—Y tú estabas cabreada cuando has entrado por la puerta. Ahora estás

tranquila. Es sorprendente lo que ocurre cuando te abres con alguien, ¿no?

 

Jessica sonrió, ignorando la mirada de impotencia que la joven le dirigía

Bueno, así que quieres hablar de tu inquilina temporal.

 

—Inquilina del demonio — aclaró Tiffany,

recordando el hecho de que Taeyeon

solía llamarla así cuando empezaron a vivir juntas

—. Ya sabes que Taeyeon es una obsesa del orden.

Pues comparada con Helen, yo también.

Te juro que es imposible entrar a una habitación

sin que parezca que acaba de pasar un huracán. 

Por lo menos, con Taeyeon sé dónde están las cosas.

¿Sabes que está usando mi taza?

 

—¿Quién está usando tu taza?

 

—Helen. —

Tiffany se sentó y miró a Jessica

—. Nadie usa esa taza excepto yo.

 

—¿Y sabía que era tuya?

 

—¿Cómo no lo iba a saber? —respondió ella.

El que otra persona hubiese

usado su taza era visto por Tiffany como una afrenta personal

y la calma con que Jessica se tomaba el asunto

ya le estaba fastidiando

—. Es la única que lleva mi nombre.

 

 

—No recuerdo haberla visto por allí —señaló Jessica.

 

—Taeyeon me la compró la semana pasada —dijo Tiffany

—. ¿No te lo contó?

 

 

—Casi no hablamos desde lo de su madre. —

Tomando consciencia de dónde estaba,

essica se enderezó y se aclaró la garganta

—. Has vuelto a meterte en el tema, Tiffany.

 

 

—Ya, bueno, es que es difícil

no hablar de la persona  con la que paso la

mayor parte del tiempo se quejó la rubia. 

 

Considerando que había dejado

clara su postura, volvió al tema que en realidad le importaba

 

—. Pues eso, que le importa un pito mi taza,

e incluso muchas cosas de Taeyeon. 

Utilizó esos jaboncitos 

con forma de flor del baño porque dijo que lo le gustaba cómo

olía el normal. —

En este punto, negó con la cabeza

—. Hace un montón de ruido y le importa un carajo lo que diga su sobrina.

 

 

—¿Sabes qué? —

Esta vez, la terapeuta no fue capaz de contener una

sonrisa

—. Creo recordar que hace como dos semanas tú estabas echando

pestes por la boca sobre esos… y cito textualmente…

putos jabones de Taeyeon.

 

Tiffany se sonrojó levemente y bajó la cabeza en gesto de derrota.

 

—Ya, bueno, es que eso fue antes de que Taeyeon me dijera dónde los había

comprado y lo bien que se sentía al entrar al baño y olerlos.

 

En este punto, Jessica sonrió con deferencia, tal y como hacía siempre que

Tiffany llegaba por sí misma al punto que ella quería.

 

 

—La tolerancia y la comprensión marcan la diferencia. Tú eras incapaz de

soportar ciertas cosas de convivir con otra persona, pero con el tiempo no

sólo has aprendido a aceptar las diferencias, sino también a apreciarlas.

 

Tiffany no hizo ninguna objeción al respecto y se limitó a encogerse de

hombros.

 

—Ella no está tan mal. Una vez que superas lo de la limpieza compulsiva, al

menos. Hay que conocerla, eso es todo.

 

 

—Me da que mucha de la gente de ahí fuera cae en la misma categoría —

dijo Jessica

—. Hay personas que merecen la pena, si te tomas la molestia de abrir

los ojos.

 

El rostro de Tiffany adquirió una mirada ausente y Jessica esperó algunos

segundos antes de aclararse la garganta con educación.

 

 

—Oh, perdona —dijo la rubia

—. Estaba pensando en algo.

 

 

—Cuéntamelo —

la animó Jessica, abandonando el sofá y ocupando uno de los

puffs para estar más cómoda, con las piernas en el suelo y la espalda

recargada

—. A juzgar por tu cara, no era malo.

 

 

—Me estaba acordando de una vez, como hace tres años, en que salí a

conducir por una carretera secundaria. Me paré en un mercadillo de esos

que montan en los garajes. Parecía que habían sacado todo aquello de un

vertedero. —

La cara de Tiffany empezó a animarse a medida que se

incorporaba para seguir con la historia

—. Tenían ventanas con los crystales

rotos, lámparas que no funcionaban y cosas así. Si parecía basura, allí

estaba. Así que empecé a echar un vistazo. No sé por qué. Nunca compro

cosas de esas.

 

 

—Me gustan las ventas de garaje —dijo Jessica

—. Uno nunca sabe qué se va a encontrar.

 

 

—Exacto —

afirmó Tiffany con entusiasmo

—. Bueno, pues detrás de todos

esos chismes inútiles encontré una caja con un reloj, una navaja y varias

herramientas. Estaba todo a cinco pavos y me dio buena espina, así que la

compré. Fui llevando cada cosa a un montón de tiendas de antigüedades y me

saqué casi cien pavos. Todavía conservaba algunas baratijas de madera

hasta lo del incendio.

 

 

—Y la moraleja del cuento es… —

preguntó Jessica con tono juguetón.

 

 

—Que incluso la basura merece que le echen un segundo vistazo.

 

 

—Nunca se sabe dónde vas a encontrar un tesoro —

concluyó la terapeuta.

Tras mirar el reloj, Jessica frunció el ceño

—. Bueno, ya vale de hablar de

todo lo que se mueve sobre la Tierra.

Creo que es hora de jugar un poco,

¿qué te parece?

 

 

—Lo mismo que la última vez —respondió Tiffany, adoptando en seguida su

faceta más desafiante. Tras recostarse contra el puff, se cruzó de brazos.

 

 

—. Me parece una estupidez fingir algo que nunca sucederá.

 

 

—De eso se trata el fingir —explicó Jessica con calma

—. Uno encuentra seguridad en poder gritarle a alguien con quien 

estás cabreado sin preocuparse de las repercusiones físicas. —

 

Aquella era una batalla eterna con Tiffany:

el conseguir que se sintiera lo bastante segura como para

abrirse y dejar salir un poco de la rabia y el dolor que tenía dentro. A pesar

de la actitud que mostraba en ese momento, Jessica juzgó que valía la pena

intentarlo.

 

 

—A mí me parece una estupidez. —

Refunfuñando al volumen exacto como

para que Jessica la oyera,

Tiffany fue hasta la colchoneta que había en una

esquina de la estancia, justo detrás de los puffs

—. Bien, ¿a cuál de mis padres quieres que ponga a parir esta vez?

 

 

—¿A cuál te apetece gritarle? —replanteó la terapeuta, a tan solo unos

pasos de su paciente.

 

 

—A ninguno, la verdad —dijo Tiffany con tono aburrido

—. No se merecen ni el esfuerzo.

 

 

—¿A ninguno?

 

 

Tiffany asintió.

 

 

—Me importan una mierda los dos. Que se vayan al infierno.

 

 

—¿Por qué?

 

 

—Ya sabes por qué. Por lo que me hicieron. —

Tiffany comenzó a ponerse nerviosa y empezó a darle

pataditas al borde de la colchoneta con la

mandíbula apretada

—. Ella era una inútil.

 

 

—¿Por qué crees que tu madre era una inútil para ti? —Jessica mantuvo la

distancia, pero se colocó en un punto en que pudiera mirar de frente a la

joven

—. Díselo, Tiffany.

 

 

—No le importaba nada.

 

—¿Por qué? Díselo

la urgió Jessica, manteniendo un tono calmado

—. Yo soy tu madre, Tiffany. Dime qué hice para molestarte tanto.

 

La respiración de Tiffany pareció crisparse, al igual que sus movimientos, y

empezó a caminar de un lado a otro.

 

 

No nos esperaba en la parada del autobús como hacían otras madres. No

nos hacía el almuerzo y teníamos que comernos el que daban gratis en la

escuela. Todos sabían que era para niños pobres.

 

 

—¿Qué más?

 

Un gemido ahogado escapó de los labios de Tiffany.

 

 

—¿Qué más? ¿De verdad quieres saberlo? —

Fue hasta Jessica hasta quedar cara a cara con ella,

sintiendo que la mujer retrocedía levemente

—. ¿Qué te parece no ocuparse de coserme la ropa antes de ir a la escuela?

¿Y no hacernos una cena que no viniese en una bandeja de metal?

¡La odiaba! —

 

 

exclamó antes de dar media vuelta e ir hasta donde colgaba el saco de

boxeo, de espaldas a Jessica

—. ¿Tanto te costaba hacer una puta comida decente de vez en cuando? —

El puño derecho de Tiffany impactó con fuerza contra el saco

 

—. ¿Tanto te costaba aparecer en una reunión del colegio? —

Un golpe seco reverberó en la habitación cuando Tiffany golpeó de nuevo

—. ¿Por qué no le abandonaste? ¿Tan poco te importábamos?

 

 

Jessica se sentó con las piernas cruzadas sobre la colchoneta, dejando que

Tiffany desfogara a gusto toda su frustración y sus demandas sobre el saco.

 

Estremeciéndose tras un golpe particularmente fuerte, se hizo una nota

mental de ofrecerle los guantes para la siguiente sesión.

 

La joven, cuyo derecho a ser oída le había sido negado tanto tiempo,

rugía su venganza, contando a gritos las injusticias que había sufrido a

cualquiera que quisiera escuchar.

 

El ataque de ira de Tiffany duró aún un buen rato, tras el cual se

dejó caer de rodillas agarrándose la cabeza.

 

Jessica cogió varios pañuelos de

papel y cruzó la colchoneta a toda prisa, alcanzando a la chica justo cuando

comenzaba a llorar.

 

 

¿Por qué?

Tiffany se sorbió la nariz, abrazándose con indefensión

—. No entiendo por qué.

 

 

Jessica puso sus manos sobre los hombros de Tiffany y los apretó levemente.

 

 

—Tal vez nunca entiendas por qué tu madre hizo lo que hizo, Tiffany, pero

en un momento dado tendrás que aceptar que no puedes cambiar lo que pasó.

 

—No puedo hacerlo, ¿verdad? —

susurró la joven al tiempo que cogía un pañuelo y se limpiaba la cara

 

—. Pero eso no implica que duela menos.

 

—Es cierto. No lo hace —dijo Jessica con suavidad

—. Pero cuando uno aprende a aceptarlo y sigue adelante,

el dolor va desapareciendo.

Tú eres

una mujer fuerte, Tiffany.

Puedes superar esto.

 

—A mí no me lo parece —dijo Tiffany con un hilo de voz

—. Yo… siento que el dolor nunca desaparecerá. —

 

Las lágrimas y los sollozos comenzaron a ceder levemente. 

Avergonzada por semejante despliegue de emociones, Tiffany

tomó otro pañuelo y miró cara a cara a la mujer

—. ¿Así es como sabes que la cosa funciona, Doc?

 

—Los psicólogos tienen que cubrir una cuota diaria de pacientes a los que

deben hacer llorar —bromeó Jessica

—. ¿Qué puedo decir? Iba con retraso.

 

—El espectáculo que te acabo de montar debería valerte para varias

semanas —

respondió Tiffany, respaldando el comentario con una leve sonrisa. 

Ya confiando en controlar sus sentimientos, se levantó y fue hacia

el sillón reclinable.

 

 

Jessica, por su parte, permaneció sobre la colchoneta y se giró para quedar

cara a cara con la paciente.

 

—¿Qué sientes en este momento?

 

 

—Estoy bien —

contestó Tiffany automáticamente.

 

—No te he preguntado que cómo te sientes. Te he preguntado qué sientes.

Lo de “bien” no cuela. Inténtalo otra vez.

 

 

Tiffany traspasó a la terapeuta con la mirada, pero el efecto se vio

mermado por el enrojecimiento de sus ojos y su aire demacrado.

Encogiéndose de hombros, trató de encontrar las palabras que se

arremolinaban en su interior.

 

 

—No sé. Vacía, supongo.

 

—No lo dudo —dijo Jessica con dulzura

—. Pero me da que ahí dentro debe haber algo más de lo que dices.

 

Asintiendo con renuencia, Tiffany le dirigió una media sonrisa.

 

—Supongo que por eso eres la terapeuta, ¿eh, Doc? —Con un suspiro,

intentó aclarar un poco más sus ideas

—. A veces me pregunto qué estará haciendo,

si es que no le abandonó. Cuando era pequeña, siempre pensaba

que entonces todo iría bien. —

Ahogó una carcajada

—. Sueños de niños.

 

 

—Ya no eres una niña.

 

 

—Todo esto es absurdo. ¿Cómo puede ser? ¿Por qué la odio en un momento y

luego me pregunto cómo estará?

 

 

—A lo mejor no es odio lo que sentías. La gente va a decepcionarte.

Eso es un hecho. 

Cuando lo hace un amigo o un conocido es una cosa, pero cuando se

trata de alguien más cercano, resulta muy difícil de aceptar.

 

Tiffany miró a Jessica con aire pensativo y asintió.

 

—Esto no va a ser fácil, Doc.

 

—Ya te he dicho que crecer no es fácil —dijo Jessica

—. Y te guste o no, vas a tener que recorrer el camino con ayuda. 

No tengas miedo de pedirla cuando lo necesites.

 

 

—Eh, oye —dijo Tiffany mirando el reloj

—. Nos hemos pasado de hora.

 

—A veces pasa —

contestó Jessica poniéndose en pie

—. Esta vida no siempre se ajusta a los horarios. —

 

Tiffany iba a levantarse también, pero se detuvo

al ver el gesto negativo de la terapeuta

—. Aún no. Hay que cerrar la sesión antes de que te vayas.

 

 

—Ah, genial —

dijo Tiffany sin demasiado entusiasmo

—. Me encanta eso de los cierres.

 

—Lo sé —

afirmó Jessica volviendo al sofá

—. Es tu parte preferida después de lo del abrazo, ¿a que sí?

 

—Sí, no puedo decidirme entre las dos —

afirmó Tiffany con acritud

—. Y después de esto voy a tener que ir a la tienda a comprar crema,

porque a Helen no le gusta el café con leche.

 

 

—Considerando cómo estabas cuando has entrado por la puerta, seguro que

se alegrará que hayas venido aquí primero.

 

—Ya, bueno… —

Tiffany se encogió de hombros

—. Me las arreglaré.

 

—Tolerancia y paciencia, Tiffany. Recuérdalo. —

Jessica se recostó y agarró su carpeta

—. Bueno, vamos a cerrar esto para irnos a casa.

 

 

 

 

CONTINUARA....

 

 

Muchas gracias por sus comentarios chicas.

Me encanta leerlas y saber que la historia es de su agrado y ademas que incluso sacan sus conclusiones e incluso se creen sus propias historias. Es super genial<(≧◡≦)>
 
(ɔ◔‿◔)ɔ ♥❤(ˆ‿ˆԅ) ¡Taeny cada vez mas cerca!❤

 

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Comments

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taeyeonnayeon
#1
voy a empezar a leer esto uwu
TaeNy_1
#2
Chapter 50: Fascinada ♡ enamorada de principio a fin, recién la comencé a leer y quede enganchada, muchas felicidades por plasmar esta hermosa novela ♡.
Luhana2005 #3
Chapter 50: me encanto.. recién lo leo y me encantooooooooo .. super dulces las dos.....
L_ight_ #4
Chapter 50: No sé si había comentado el final de este fic, pero como lo leí todo de nuevo entonces siento que con más razón debo hacerlo.
Realmente disfruté mucho leyéndolo, creo que fue muy acertado que ellas se sanaron a si mismas antes de comenzar una relación, creo que no es lo más sano del mundo basar tu amor a ti mismo en otra persona. Sentía tanta pena por Jessica , siempre ha sido mi favorita, tanto en la vida real como en la ficción, ayudaba a los demás a sanar pero ella misma seguía arrastrando problemas del pasado.
Gracias por compartir esto con nosotros.
papafrita76 #5
Chapter 50: Muchas gracias por subirla completa, ya tengo la vision nublada de tanto haberme leido los capitulos enteros, tambien me la termine en dos dias. Me gusto muchisimo!
audaf27 #6
Chapter 50: Me aventé la historia en dos noches !!! Me duelen los ojos pero valió la pena !!! Jaja
KrySulDay17
#7
Chapter 50: Excelente historia, no paraba de leerla
... La leí en dos días y un ratico .. Pueden creer que se me acabó la batería del teléfono a las 4 de la madruga justo leyendo el epílogo.. Y como no encontré en cargador, tuve que esperar hasta ahora para leerlo... Pero valió la espera ... Sólo hay un pensamiento que ronda mi cabeza... Me hubiera gustado leer al final también algo como Tae presumiera a Tiffany con sus amigas del softbol jeje ... en resumen fue una historia increíble
alexghastly #8
Chapter 50: estuvo de lo mejor espero que podamos leer mas historias que adaptes a taeny
LectoraLemon #9
Chapter 50: Wooo .. estuvo genial ..me gusto el final .. y tamben los momentos suculento .. creo q me tomo solo 2dias .para acabar de leerlo todo . gracias por compartir esta historia .. espero que compartas mas fics pero con hartos momentos suculentos xd xd
Saludos <3
abi-21 #10
Chapter 50: Leí la historia en 2 días y medio,ojalá fany se hubiera reconciliado con su mamá, pero bueno, fue muy linda, gracias x compartirla :D