Cap 7
Culpa Mía ©TIFFANY
Veinte minutos después nos encontrábamos junto a la playa y frente a una casa de inmensas proporciones; pero no era el tamaño lo que te dejaba boquiabierta si no la cantidad de gente que había amontonada por sus alrededores, por los escalones de la entrada y por prácticamente todas partes.
La música ya se oía a un kilómetro de distancia y estaba tan fuerte que sentí como mi cerebro retumbaba en mi cabeza.
— ¿Seguro que quieres hacer esto?—me preguntó mi nuevo mejor amigo Minho. Desde que le había contado mi plan no había dejado de intentar convencerme de que me echara atrás. Al parecer mi grandísima hermanastra era además de una imbécil redomada una de las tías que en más peleas se había metido a lo largo de los años, de las cuales siempre salía vencedora. –Tiffany, no tienes ni idea de con quién te estás metiendo. Ya has visto que no le ha importado una mierda dejarte tirada, ¿qué te hace pensar que le va interesar lo que le tengas que decir?
Le miré con una mano puesta en la manija de la puerta.
—Créeme… hoy va a hacer la última vez que me hace algo parecido.
Dicho esto nos bajamos del coche y comenzamos a caminar hacia el camino de entrada a la gran casa. A esta le habían colocado farolillos con luces por todas las esquinas, para poder darle más ambiente fiestero si es que eso era posible. Era como haber entrado de lleno en una de esas fiestas que solo se ven en las películas como rompiendo las reglas o a todo gas. Era una locura. Los barriles de cerveza estaban repartidos por todo el jardín delantero y rodeado de un montón de tíos que se gritaban y se animaban a beber más y más. Las tías si no iban vestidas con lo que denominaría la ropa más corta y provocativa del planeta, simplemente iban en bañador o incluso en ropa interior.
— ¿Todas las fiestas a las que asiste son así?—le pregunté poniendo cara de asco al ver como una pareja se enrollaba contra una de las paredes delantera de la casa, sin importarles que todo el mundo les estuviera observando y haciendo apuestas sobre hasta dónde llegarían si la tía se dejaba. Era repugnante.
—No todas—dijo soltando una carcajada ante mi cara de horror—esta es mixta— dijo dejándome descolocada.
Espera un momento… ¿mixta? ¿De qué estaba hablando?
— ¿Te refieres a que haya chicos y chicas en la misma fiesta?—le pregunté volviendo al pasado mentalmente, cuando tenía doce años y mi madre me organizó mi primer fiesta con chicos. Fue todo un avance para mi estatus de adolescente y un completo desastre si no recuerdo mal: los chicos nos tiraron a mí y a mis amigas a la piscina y yo y casi todas las demás acabamos formando el club anti chicos de las mejores amigas para siempre. Ridículo, lo sé, pero el caso es que tenía doce años, no diecisiete.
Minho soltó una profunda carcajada y me cogió la mano para tirar de mí.
Sus dedos eran cálidos y me sentí un poco menos inquieta al saber que le tenía cerca. Aquella fiesta podía intimidar a cualquiera y más a una chica de pueblo como yo.
—Me refiero a que cualquiera puede asistir—dijo mientras nos hacíamos paso por la abarrotada puerta y entrábamos al interior. Allí había aún más gente, pero la casa era tan grande que por lo menos no tenías que caminar dando empujones. La música era horripilante si se tenía en cuenta que no tenía ni letra solo un ritmo desenfrenado y repetitivo que se te metía por los tímpanos haciendo que te doliera estar allí.
— ¿A qué te refieres?—le pregunté mientras me empujaba hacia una de las salas en donde la música no te mataba al instante, más bien lo hacía lentamente; por lo menos pude hablar sin tener que dejarme mis cuerda vocales.
—Cualquiera que pague la entrada puede entrar—dijo mientras saludaba a varios chicos que había por allí. No me gustó mucho ver que sus amigos tenían tan mala pinta como todos los demás. El que no estaba borracho estaba colocado, lo que no me gustaba ni un pelo—Con el dinero se compra todo tipo de alcohol y bueno…— dijo desviando la mirada hacia mí unos momentos—Ya sabes, todo lo necesario para que una fiesta se ponga a tono—dijo sonriendo con diversión.
Drogas, genial. Y a mi acompañante le parecía divertido… mierda ¿Dónde me estaba metiendo?
Miré a mi alrededor hacia las parejas que había tiradas en el sofá y a las que estaban de pie bailando al ritmo de la música que se filtraba por las puertas que daban al salón, y me día cuenta que estaba lleno de gente rica ataviada con ropa de marca y muy cara y a la vez gente que podría haber salido del peor barrio de la zona. Las parejas habían de todas, chicas con chicas, hasta chicos con chicos, no piensen que soy Homofóbica, al contrario, en toda mi vida, he tenido si acaso 2 novias, pero no funciono de nada. Pero obvio, mi mama llego a saber de esto, y lo tomo más bien que mal.
No era muy complicado diferenciar a los de buena familia y a los de no tan buenas. Para empezar las chicas de dinero llevaban vestidos y ropa cara pero por lo menos la llevaban; las demás iban vestidas casi como as.
—Creo que esto no ha sido una buena idea—le dije a mi acompañante pero me di cuenta que se había sentado en uno de los sofás y que ya llevaba una botella de cerveza en la mano.
—Ven Tiffany—dijo tirándome del brazo y haciéndome caer sobre su regazo— Pasémoslo bien esta noche… no la desperdicies con esa mal nacida—me dijo y me puse tensa cuando sus dedos acariciaron mis cabellos y luego mis hombros.
Me puse de pie tan deprisa como pude.
—Estoy aquí por un motivo—le dije mirándole con mala cara. Me había equivocado con Minho, estaba claro—gracias por traerme. —dije y luego me giré para marcharme.
No sabía muy bien que hacer ahora que estaba allí y que le había dado la espalda al único chico que aún no estaba lo suficientemente borracho como para estampar un coche contra un árbol si le pedía que me llevara de vuelta a casa, pero no podía dejar de imaginarme mi mano golpeando fuertemente en la cara de Taeyeon y viendo su cara de desconcierto al verme allí, aunque claro está que a lo mejor Minho me había mentido, y era un loco borracho que solo quería traerme al peor sitio de la historia y al fin y al cabo terminaba muerta y tirada en la cuneta.
Me dirigí hacia la cocina en donde había menos gente con la intensión de buscar un vaso de agua bien fría. No sabía si me la bebería o me la tiraría en l
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